martes, 5 de abril de 2011

Los Tiempos se refiere al giro que ha tomado el tema de la Reivindicación Marítima desde el 23 de marzo. con precisión muestra los conflictos del MAS y el pretexto del MAR para frenarlos en parte

Quienes tienen en sus manos tan delicado asunto no deben caer en la tentación de alentar el espíritu patriótico para atemperar los conflictos internos
El súbito giro dado durante las últimas semanas por el Gobierno Nacional al tema marítimo ha ocasionado el desplazamiento a un segundo plano en la agenda pública nacional de muchos temas que, hasta hace algo más de 15 días, se ubicaban en el centro de la atención colectiva.
Como es fácil recordar, antes del 23 de marzo la atención de todo el país estaba concentrada en asuntos tan conflictivos como las demandas salariales y de los universitarios y sus correspondientes marchas, huelgas y otras medidas de presión; los reclusos estaban en estado de emergencia y no había día sin que algún titular periodístico dé cuenta de las fisuras que aumentaban en cantidad y profundidad en el bloque gubernamental, desde la cúpula ministerial hasta los “movimientos sociales” que lo sostienen.
En el frente jurídico legal, que durante los últimos cinco años tantos réditos brindó al MAS, estaba también llamando la atención por los continuos reveses que recibían en los estrados judiciales los operadores del oficialismo. El caso Rosza ya sólo daba motivos de malestar en círculos oficiales; ya escasean los pretextos para prolongar la irregular detención de Leopoldo Fernández; los juicios de responsabilidades contra expresidentes tampoco tienen suficientes bases para cumplir la función distractiva y cada nueva ofensiva legal contra políticos opositores sólo logra socavar aún más la ya muy deteriorada credibilidad gubernamental.
El panorama en el frente externo hasta hace 15 días no era mejor. El caso Sanabria y la posibilidad de que sus manchas salpiquen a niveles jerárquicos del círculo gubernamental; la decisión de Brasil y Chile de tomar en sus propias manos la lucha contra las mafias del narcotráfico que operan en nuestro país, y la inocultable disminución del peso específico en el escenario internacional de sus principales aliados son otros temas que resultaron opacados por el vigor con el que el tema marítimo se puso en el centro de la atención colectiva.
No es la primera vez que algo así ocurre en nuestra agitada historia republicana. Por el contrario, son tan fuertes los sentimientos y resentimientos patrióticos y chauvinistas que se encienden con la sola mención a nuestra causa marítima que prácticamente desde que el 14 de febrero de 1879 se iniciara la Guerra del Pacífico y con ella la tragedia de nuestro enclaustramiento geográfico, que el tema adquiere nueva actualidad una y otra vez.
Lamentablemente, lo que enseña la historia al respecto no es muy alentador. Es que, por lo menos hasta ahora, el fervor patriótico y la uniformidad de criterios que éste genera suele durar mucho menos de lo que haría falta para que se traduzca en una política de Estado capaz de trascender los circunstanciales vaivenes de ocasionados por nuestras pugnas internas.
Para que esa penosa historia no se repita, bueno sería que quienes tienen en sus manos tan delicado asunto eviten caer en la tentación, como muchos de sus antecesores, de alentar el espíritu patriótico sólo para atemperar los conflictos internos pues, como lo enseña la historia, los asuntos que quedan opacados por la agenda marítima tarde o temprano recuperan actualidad con renovados bríos para exigir la atención que por un tiempo se les negó.

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