viernes, 8 de abril de 2011

frases lapidarias utiliza Estremadoiro para referirse al Canciller "mejor lo haría chamán". necesitamos de Brasil pra llegar a ambos océanos. fijar una política de estado "ladrido a la luna" es la soberanía


En el Gobierno de Evo Morales se destaca el cambio del enfoque multilateral en reclamar acceso soberano al mar. Poco se ha logrado con el arrumaco bilateral con el usurpador de 1879. Ahora vuelven las andanadas de improperios, tirando por la borda el palabrerío zalamero y el dinero invertido. 
De vuelta a la multilateralidad, dicen. Disfrazan el fracaso acusando a Chile de engaño, como si incluir el tema del mar en la agenda de 13 puntos significase lograr acceso marítimo con soberanía. Maquillan la frustración con propaganda de voces aisladas que en el vecino país han favorecido reparar la injusticia con Bolivia. Ocultan el papelón instando a estudiosos a llenar estantes, sin ocuparse de averiguar si los diplomáticos nuestros han leído a Pinochet y su tesis de que Bolivia nunca tuvo mar.
Disimulan la bofetada invitando a ex mandatarios a integrar comisiones de expertos, cuando estos están atontados por los acosos judiciales del régimen.
Algo de la inefectividad boliviana tiene que ver con declaraciones del canciller de micrófono que es el Presidente. “Aquí no usamos el tema del mar como lo hicieron las dictaduras de Bolivia y Chile”, remarcó. Le salió al frente un excanciller chileno, opositor del presidente Piñera, quien apuntó a que la política exterior de su país “es una política de Estado, y no de gobierno, y todos, gobierno y oposición, de derechas o izquierdas, compartimos una sola doctrina…”.       
No se puede volver a la ilusa diplomacia pendular que ha hipnotizado a Bolivia en su relación con Chile y Perú, desde que en 1929 el uno pusiera el candado y el otro guardara la llave del encierro. El juego de estar bien con uno para incomodar al otro, o viceversa. El gallito pendenciero en que se ha convertido el país, logro del Gobierno de Evo Morales, ahora los tiene refunfuñando a ambos.
Urge cambiar la estrategia en relación al acceso marítimo. Fijar una política de Estado, difícil en una Bolivia con políticos adictos a construir todo de nuevo sobre la destrucción demonizada de lo precedente.
Uno, como si fuera novedad se habla de esfuerzos trilaterales que incluyan a Chile y Perú. ¡Por supuesto! Con Chile, la agenda de 13 puntos debe continuar sin insistir en soberanía, ladrido a la luna que es por ahora. La posición boliviana debe acoplar fuerza a la razón, parafraseando la amenazadora frase del escudo chileno. No es batir revanchistas tambores decimonónicos decirlo: Sólo mejorando a favor nuestro la balanza del poderío económico podrá modificarse el mapa donde confluyen los actores de 1879.
Con Perú urge desarrollar el puerto de Ilo en cuanto a terminal portuaria e infraestructura de carreteras, no para amenazar a iquiqueños y ariqueños con puerto alternativo, sino porque el desarrollo de Bolivia lo requerirá. Amén de que el mar peruano cedido a Bolivia deje de ser útil sólo para remojar callos de visitantes mediterráneos.     
Dos, estos días pasó desapercibida la noticia de avances del corredor interoceánico que vincula Brasil con Chile, a través de Bolivia. La politiquería altiplánica relegó a tercer plano lo que fuera la primera opción brasileña: Por la cintura del continente sudamericano, cual un Canal de Panamá terrestre que uniera el puerto de Santos con Arica e Iquique por territorio boliviano.
Entonces, Brasil apuró el corredor sureño a través del norte argentino hasta el megapuerto de Mejillones. Se añadió insulto a la injuria, cuando Evo Morales fue convidado de piedra en la cumbre brasileño-peruana para dar impulso al corredor norteño, que apenas toca un vértice olvidado de la geografía nacional –Bolpebra-- en su marcha a puertos peruanos.
Urge recomponer las relaciones con Brasilia, para uncir nuestro carretón al convoy brasileño en camino a los mercados de Asia.
Una cosa es Chile dando un portazo a Bolivia; otra muy distinta, a Brasil. Puede tomar tiempo, luego de la pose a la Mussolini de tomar militarmente los campos de Petrobrás. Fue hipócrita pachamamismo oponerse a represas hidroeléctricas en el río Madera, que significarían acceso al Atlántico por el Amazonas, mediante esclusas que abran el interior boliviano hasta Puerto Villarroel y Puerto Linares por los ríos Beni y Mamoré. ¿Acaso no requerimos la aquiescencia brasileña para dragar canales y rellenar terrenos anegadizos para construir dársenas en Puerto Suárez, Puerto Aguirre y Puerto Busch? Si Brasil quiere llegar a mercados asiáticos por territorio boliviano, pues remolquen a Bolivia al Pacífico y abran la puerta al Atlántico por el río-mar y la hidrovía Paraguay-Paraná.
Tales deberían ser los puntales de una política de Estado boliviana referente al acceso marítimo. Requiere de buen gobierno que no sea ajeno a consistencia y estabilidad, transitar a una política de Estado que dé un enfoque bilateral o trilateral anclado en una Bolivia llorona, un Chile altanero y un Perú solapado, evolucione a un cuadrilátero bioceánico que incluya al poderoso Brasil.
Demanda el cambio de un canciller que estaría mejor de chamán del pachamamismo. Exige estar chitón a mandatario dado a entrometerse en diplomacia, quizá confiado en su “le meto nomás” y que otros arreglen sus metidas de pata. Necesita diplomáticos de carrera que así fueran más morenitos que los de antes, no hayan llegado a embajadores como premio a su incapacidad, o enviados a un exilio dorado por corruptelas, o por tener la nariz parda de tanto hozar con adulación el traste de mandamases.  
  
  
El autor es antropólogo
www.winstonestremadoiro.com  winstonest@yahoo.com.mx

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