Dos condiciones inaceptables
Mauricio Aira
Lanzado como está en el tapete del diálogo el tema de la Reivindicación Marítima la mente nos traslada al episodio del Abrazo de Charaña sucedió que Bánzer en el frenesí del entusiasmo cuando la solución aparecía en puertas convocó a 100 notables de Cochabamba para que conocieran en detalle la propuesta chilena de Augusto Pinochet de 18 puntos en que figuraban dos inaceptables condiciones. Punto cuarto. “Bolivia renuncia solemne y para siempre a la reivindicación”. Punto 9. Bolivia otorga compensación territorial en las montañas de Potosí, equivalente al número de kilómetros cuadrados contemplados en la cesión de un corredor pegado a la frontera con Perú.
Los líderes de Cochabamba presentes en el Automóvil Club como huéspedes del Presidente Bánzer echaron agua fría a las brasas “Bolivia jamás renunciará a la Reivindicación sino que mantendrá el mandato hasta tanto haya sido cumplido el retorno al MAR”, lo que provocó pánico en todo el equipo del Presidente cuyo Embajador Plenipotenciario Guillermo Gutiérrez Vea Murguía en el paroxismo del entusiasmo triunfalista se había atrevido “traigo el mar en el maletín de viaje”. Al parecer todo estaba a punto. El Ejecutivo había planificado un programa minucioso de contactos con todos los grupos de la comunidad nacional para socializar la propuesta que quedó reducida a polvo cuando desde Perú se repitió la cantaleta “Perú tiene la llave del candado con que Chile cerró la puerta de salida al mar para Bolivia” Nonis. Chile no puede otorgar un corredor por territorio peruano sin previa y plena aprobación del dueño de la tierra. Y entonces sobrevino la hecatombe, “el abrazo quedaba reducido a otro episodio histórico. Una anécdota en la sucesión de intentos”.
La segunda condición de compensar con tierra del Potosí mereció una pronta y contundente respuesta de la dirigencia cívica potosina. “Antes pasarán por encima de nuestros cadáveres porque Potosí no cederá un centímetro”. La ilusión que había despertado la iniciativa de Bánzer cuando se había reunido en Rio casualmente con Pinochet quedó colgada en el aire. Se desvaneció como una burbuja de jabón, recordó entonces las frases del chileno “si esto se logra los chilenos me harán un monumento y usted será fusilado”. No sucedió en la realidad pero estuvo a punto de cumplirse.
Buena cosa que Morales hubiese convocado a los presidentes para tomar consejo y que éstos hubiesen acudido al conjuro de la Patria sin otro interés que expresar sus ondas reflexiones ante el actual Administrador. Creo que la actitud es correcta y altruista, consecuencia del espíritu que anida en cada uno de los bolivianos que hemos crecido con “la nostalgia del mar” y la forma alevosa y violenta en que nos fue cercenado el territorio. Es que desde temprana edad las escenas de Calama, Topáter, Rio Loa, de Abaroa y Cabrera son inseparables de nuestra memoria colectiva que alcanza a reencarnarse en personalidades como Gaby de la Reza, o Gastón Velazco, cuyas existencias se consagraron a recordarnos en forma vívida el valor de una vida con ideales de Patria.
Se atacó en vida a Gaby de la Reza, que su actitud era romántica y utópica. Gaby respondió con la constancia de su presencia en todas las celebraciones que asocian a la Comunidad con la malhadada campaña chilena. Lo hizo desde los tiempos de la instrucción premilitar, joven y entusiasta dueña de vibrante entonación no dejaba de repetir ¡“Antofagasta, tierra hermosa! Tocopilla, Mejillones y El Palmar otra vez a la Patria volverán”. Ya en la vida adulta no renunció a sus ideales y no tuvo empacho que presidir el Comité Pro Mar que mantuvo como su presea vigilante la Reivindicación. Hoy en día no es posible pensar en la conflagración como vía de resolver problemas de tanta magnitud como la privación de costa marítima que padece Bolivia. En su lugar se están estableciendo nuevas formas de lucha, la confrontación de ideas y la posibilidad cierta de que todo es revisable y lo evidente de corregir errores mayúsculos dentro del Derecho y la Geografía. El derecho inalienable de Bolivia de acceder al mar tiene que encontrar un movilizado apoyo en la comunidad internacional más ahora que nunca cuando el clamor por la igualdad de los hombres y de los pueblos es más grande y se activa con más eficiencia en un mundo inevitablemente globalizado.
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