martes, 22 de marzo de 2011

Julio Valenzuela cree ver detrás del convenio chileno estadounidense para el desarrollo de la fuerza nuclear en el Norte un peligro para la seguridad de Bolivia y su reivindicación marítima


El pasado viernes 18 en Santiago de Chile, el embajador de Estados Unidos de Norteamérica ante “La Moneda” y el canciller chileno han suscrito un acuerdo bajo el rótulo de “Memorándum de entendimiento y cooperación relativo a la utilización de energía nuclear con fines pacíficos”. ¿Quién cree en esa historieta?, ¡ni siquiera el común de los buenos y honrados chilenos! que ya han expresado públicamente su repudio y oposición a ese acuerdo ¿Acaso Corea del Norte e Irán no comenzaron sus programas nucleares, luego de la suscripción de sendos acuerdos de cooperación para la utilización de la energía nuclear “con fines pacíficos”?
No es ningún secreto que la tradicional oligarquía chilena, siempre encaramada en el poder de turno, aquella que tiene hasta hoy sometidos a los mapuches para arrebatarles su tierra y también a los nativos de Isla de Pascua haciéndole honor a su sempiterno servilismo al capital, han “definido” que las futuras centrales atómicas deberán ser construidas en el “norte chileno”. ¿Con sus antecedentes belicosos contra todos sus vecinos, lícitamente no podríamos sospechar el mal uso de esa energía, so pretexto de disuasión?
¿En cuál “norte chileno”? ¿En el territorio boliviano que está circunstancialmente bajo su ilegítimo poder, es decir, en Atacama?
Si eso fuese así, el Gobierno de Bolivia, el actual o cualquier otro, tiene la obligación de manifestar ante la opinión pública mundial su protesta y oposición, y hacerlo oportunamente, no cuando las castañas ya estén en el fuego y debe denunciar por las siguientes razones:
1º.- Porque ese acto se lo debe considerar como una nueva agresión contra Bolivia.
2º.- Porque más temprano que tarde los territorios bolivianos usurpados y momentáneamente ocupados por el Chile oligarca, no por su pueblo sensato y generoso vilmente engañado con una historia prefabricada, trastrocada, mentirosa y falsificada, volverán a la integridad nacional. Es probable que no lo veamos nosotros ni siquiera nuestros hijos, pero más allá: …¡cuidado! No somos belicistas, ni tenemos las condiciones militares para enfrentarlos ahora, pero la historia que es implacable debería enseñarles que nunca, sin importar los años ni los siglos, perdona al abusivo invasor: La Biblia, la historia de la humanidad, la ficción y hasta la furia de la naturaleza nos muestran ilustrativos ejemplos. No hablemos de David y Goliat, ni de Leónidas y sus 300 espartanos, tampoco de “Avatar” y mucho menos de devastadores terremotos y “tsunamis”. Hablemos de contemporáneos invasores, todopoderosos en un momento de su historia, prepotentes y abusivos que tuvieron que devolver lo usurpado y retirarse prudentemente luego de haber hecho sufrir a pueblos enteros: Alemania de Alsacia y Lorena; el Japón de la China y Corea; Francia de Argelia; Gran Bretaña de Hong Kong (y pronto, así lo deseamos, de las Malvinas); Portugal de Macao; Estados Unidos de los Cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana, para citar sólo unos cuantos ejemplos. Eso desmiente al cínico Abraham König.
3º.- Si Chile, que en la parte de su propio territorio es tan vulnerable a los fuertes movimientos sísmicos que en los últimos 50 años ha sufrido en carne propia la terrible experiencia de dos potentes “tsunamis”, el que golpeó Valdivia y otras localidades del sur y el del pasado año, va a construir centrales nucleares “con fines pacíficos”, inmediatamente después de la lamentable tragedia que actualmente está sufriendo el Imperio del Sol Naciente, lo que ha motivado que en el planeta entero se ponga en tela de juicio el uso de la energía nuclear; que lo haga, pero en su territorio no en el ajeno; que construya sus plantas o centrales nucleares al sur del Río Salado o Paposo, es decir, al sur del paralelo 25, lo contrario significaría, reitero, un nuevo acto de genuina agresión, puesto que no sólo estudiosos e historiadores bolivianos han establecido fehacientemente que ése es el único, tradicional e histórico verdadero límite entre Bolivia y Chile, sino, como se lee en el libro del investigador chileno Cástulo Martínez “El Mar de Bolivia”, desde épocas pre republicanas también así lo establecieron por ejemplo los escritos del jesuita chileno Alonso de Ovalle como otros antiguos cronistas, que aseguran que el Chile colonial terminaba por el norte a la altura de Taltal. Sir Clement R. Markham, que categóricamente afirmó que los derechos alegados por Chile hasta el paralelo 23 no eran más que "una reclamación injustificada”. Benjamín Subercaseaux Zañartu renombrado escritor chileno reconoce que Antofagasta era territorio boliviano.
Carlos Vicuña Fuentes, que expresó lo siguiente respecto a la demanda marítima boliviana: "En cuanto a Bolivia, el problema es más hondo todavía, porque es vital; no puede ella sobrevivir enclaustrada, fuera del acceso a la vía libre del mar [...]. Su salida al mar tendrá que ser forzosamente una ineludible aspiración nacional y un eterno problema internacional, en cuya finalidad no podrá haber desacuerdo entre sus hombres.
Lo habrá sí en cuanto al modo de solucionarlo [...], pero los hombres que representan el sentimiento profundo y permanente de la nación, buscarán necesariamente una salida por el territorio de Chile, que tiene en su poder todo el antiguo litoral de Bolivia".
El mundo entero debe saber que Bolivia no quiere plantas nucleares en sus territorios, forzada y momentáneamente en poder del Chile oligarca y abusivo que obligó bajo coacción y soborno a suscribir tratados “chutos” como el de 1904 sobre territorios a los que jamás hemos renunciado ni renunciaremos legalmente los bolivianos, “tratados” que se constituyen en contradictorios a lo dispuesto en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. 
 
El autor fue parlamentario por Cochabamba

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