domingo, 27 de marzo de 2011

Luis Winter de La Tercera no duda en mostrar la actitud de Evo como una "Estrategia sin Destino". jurídicamente inconducente.


INACEPTABLES y jurídicamente inconducentes son las opiniones vertidas por Evo Morales el 23 de marzo, fecha en que nuestro vecino recuerda la pérdida de su litoral marítimo. Inaceptables por poner en duda la legitimidad del Tratado de 1904 que fijó nuestras fronteras, y jurídicamente inconducentes, pues es bien sabido que una demanda judicial para lograr su revisión, y más aún tras un siglo de su suscripción, no tiene destino.
Ya no quedan testigos de los hechos que rodearon la firma del Tratado de Tregua de 1883 como tampoco del Tratado de Paz de 1904, pero la historia da fe de que tardaron 21 años entre uno y otro, y de que en 1904 había un clima muy distinto al de los enfrentamientos de la guerra. Chile asumió y cumplió los compromisos que adoptó en favor de Bolivia que, a juzgar por éstos, les permitió desarrollar una infraestructura de comunicaciones terrestres, unido al libre tránsito comercial por territorio chileno.
Pero en 1920, Bolivia cambió de opinión y demandó a Chile ante la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, pidiendo la revisión del Tratado de Paz fundado, especialmente, en que le había sido impuesto por la fuerza y que quedaba encerrado sin acceso al mar. La Asamblea propuso crear una comisión de tres juristas que dictaminó, en septiembre de 1921, que la demanda era inadmisible por carecer, la Asamblea, de facultades para modificar por sí misma ningún tratado y que su modificación era de la sola competencia de los Estados contratantes.
Si bien el Derecho Internacional ha avanzado desde esa fecha, ha sido invariable en el principio fundamental del "Pacta Sund Servanda" (lo pactado obliga) y que los Tratados sólo pueden modificarse por acuerdo de las Partes o por las causales incluidas en la Convención de Derecho de los Tratados, en el cual no se consulta su revisión. Incluso, de haber un cambio fundamental en las circunstancias, ello no es aplicable a los Tratados de Límites. Las declaraciones de Morales deben entenderse en el marco de la nueva Constitución de ese país, que eleva a ese rango su demanda marítima y señala que en el plazo de cuatro años denunciará y, en su caso, renegociará los Tratados Internacionales contrarios a la Constitución.
Si son inaceptables las declaraciones que contravienen normas básicas del derecho internacional, también son jurídicamente inconducentes. Los órganos judiciales internacionales tienen competencia para resolver diferendos jurídicos y en este caso, la petición de revisar el Tratado de 1904 por consideraciones de interés político, lograría la misma respuesta que en 1921 recibió de la SDN.
Las declaraciones del Presidente Morales tienen un carácter contradictorio. Mientras señaló a El Mercurio el martes pasado que descartaba ir a La Haya ("yo creo más en la sinceridad, en la confianza y en los resultados que beneficien a los pueblos"), en su discurso del día siguiente anunció acudir ante los tribunales y organismos internacionales.
Todo esto hace que las declaraciones del líder boliviano ameriten una explicación.

si alguno en Bolivia conoce el tema marítimo es Carlos Mesa no sólo por su condición de historiador sino porque como Presidente se enfrentó con Ricardo Lagos en un momento muy delicado.Un Mar proceloso.


En un escenario tan complejo no caben las marchas y contramarchas y menos los exabruptos. El Presidente ha empeñado su imagen y la fe del Estado boliviano en el asunto más delicado de nuestra política exterior, si no quiere dar un salto a un vacío suicida, lo que haga de ahora en más deberá hacerlo meditando cada paso antes de darlo.
Cinco años después de ese aparente y engañoso momento de gloria en el que el Presidente electo de Bolivia recibía en el estadio nacional de Santiago la ovación de 6.000 chilenos al grito de “¡Mar para Bolivia!”, Morales toma la decisión de dar un giro radical a la política exterior boliviana sobre el tema: “Acudir ante los tribunales y organismos internacionales, demandando en derecho y en justicia, una salida libre y soberana al Océano Pacífico”.
De palabra propia se colige que el Mandatario reconoce que los cinco años de acercamiento con Chile, la agenda de los 13 puntos y los diversos gestos de buena voluntad de su Gobierno, no han generado ningún resultado. El fracaso de esa política está a la vista.
 Si algún defecto básico tuvo el planteamiento del Ejecutivo es el abandono de una política de Estado del país cuyos pilares, a efectos de este tema en particular, son dos. Primero, el concepto de que la soberanía es parte inherente de la demanda boliviana y que, como fin último, no puede estar supeditada a rutas equívocas que le quiten su esencia. Segundo, la multilateralidad del problema. En tanto el tema de nuestra forzada mediterraneidad siga abierto, no sólo sufre el país, sino que no es posible hablar de un proceso pleno de integración en América del Sur. 
Chile basa su política de Estado a su vez en dos ideas centrales. Primero, no hay ningún problema pendiente con Bolivia. Segundo, la “aspiración” boliviana sólo podrá quedar satisfecha en una negociación directa entre los interesados, es decir, Chile y Bolivia de modo exclusivo.
Desde que Bolivia consolidó en 1979 y en 10 resoluciones sucesivas de la OEA, el reconocimiento de que el problema es de interés multilateral y que tiene todo el derecho de ponerlo a consideración de la comunidad internacional, se incorpora también la idea de que otro camino posible es el de la búsqueda de una solución en un ámbito trilateral, a través de un debate y una búsqueda común de soluciones (no en pasos sucesivos o en compartimentos estancos) entre Bolivia, Perú y Chile, dado que de manera especialmente clara desde 1975, la opción realista de lograr una salida al Pacífico con continuidad territorial, útil y soberana, pasa por territorios que fueron peruanos.
Morales ha recuperado una línea, la del multilateralismo, pero ha añadido algo más, la decisión del país de demandar a Chile en tribunales internacionales de justicia. Aparentemente, esta decisión abre sólo dos caminos: La Corte Internacional de Justicia de la ONU (CIJ) o la Corte Permanente de Arbitraje (CPA), ambas en La Haya.
En el caso de la CPA sólo se abriría la opción de plantear una controversia sobre aspectos específicos de aplicación del Tratado de 1904. Se trata de una demanda que obliga a ese tribunal a constituirse, a pedido de una de las partes, y desarrollar una tarea exclusivamente interpretativa que no puede ni anular ni revisar el Tratado, pero que puede fallar en cuestiones específicas.
En el caso de la CIJ de lo que se trata es de una denuncia del Tratado de 1904 como tal. Si bien en este escenario Bolivia cuenta con argumentos históricos muy sólidos y razones morales más que evidentes, la CIJ sólo admite fundamentos jurídicos, es decir, una demanda de puro derecho. Se puede recordar los casos precedentes del Canal de Panamá o la administración de Hong Kong, en las que tanto Panamá como China lograron negociaciones exitosas con la devolución de territorios sujetos a sendos tratados. Habría que preguntarse, sin embargo, sobre la palabra “a perpetuidad” incluida en el injusto Tratado de 1904. Se debe también considerar que la teoría jurídica reconoce la legitimidad de una demanda basada en la inviabilidad de un tratado desigual por su naturaleza o las circunstancias en que se suscribió, aunque hasta ahora esa teoría no ha pasado de la mera reflexión académica.
La dificultad mayor es ya sabida. La Convención sobre Tratados de la ONU es clara al afirmar que no se pueden modificar tratados de límites o fronterizos, Convención que Bolivia ha ratificado.
Morales recupera la acción boliviana de 1919 (Conferencia de París) y 1920 (Liga de Naciones), en las que el país pidió la revisión del Tratado. Ninguna de esas instancias se pronunció sobre la cuestión. La apuesta de hoy es arriesgada porque parece ir al todo o nada. La reacción de Santiago era previsible y es consecuente con su política histórica sobre el tema: Negociación bilateral o nada.
Cabe en este punto la prudencia. El Gobierno debe actuar con la mayor serenidad y seriedad. Antes de lanzar una acción concreta debe promover un diálogo nacional y, sobre todo, escuchar a especialistas a puerta cerrada. Si el país no lo acompaña y si no se ve una línea de unidad de todos los sectores detrás del Presidente, la idea morirá antes de nacer. Por ello, antes de cualquier acción pública se debe estar seguro de lo que se hace y saber que un error en esta ruta puede ser fatal para la causa nacional.
En un escenario tan complejo no caben las marchas y contramarchas y menos los exabruptos. El Presidente ha empeñado su imagen y la fe del Estado boliviano en el asunto más delicado de nuestra política exterior, si no quiere dar un salto a un vacío suicida, lo que haga de ahora en más deberá hacerlo meditando cada paso antes de darlo. 
 
El autor fue Presidente de la República

sábado, 26 de marzo de 2011

Chile se molesta porque iba en la onda de Evo. Es un derecho exigir justicia sostiene OPINION, aunque agregamos si esta vía hubiese resultado de una consulta. Un gran acuerdo nacional y no "para sacar las manos del fuego"

No deben molestarse.

El Gobierno de Chile debería comprender en su justa  dimensión el mensaje del presidente Morales, no tomarlo como provocación, no enojarse ni expresar pretendido desconcierto. 


El anuncio del presidente Evo Morales en sentido de que Bolivia acudirá a tribunales internacionales para demandar a Chile un acceso soberano y libre al océano Pacífico, se funda en el derecho que tienen las naciones para reclamar situaciones injustas que han causado graves daños.

En la comunidad internacional, el problema marítimo que Bolivia tiene pendiente con Chile es reconocido como un asunto que ha sido dilatado, de manera sistemática, desde hace 132 años y cuando Bolivia logró ubicarlo en la mesa de discusión multilateral la posición de Chile fue siempre de obstrucción y de reacciones de molestia e irritación. Chile, en el problema marítimo, mantiene una política estática y durante sus diferentes gobiernos la característica que ha mantenido en las negociaciones con Bolivia, ha sido la dilación, mediante recursos de distracción y anuncios que finalmente no dieron ningún resultado.

Cuando el presidente Morales sostiene la necesidad de llevar el problema a organismos internacionales, lo hace con el derecho legítimo que tienen los países cuyas demandas no son tomadas en cuenta con la ponderación necesaria. Los asuntos internacionales tan sensibles y delicados como el marítimo no pueden postergarse indefinidamente y por el ello mismo este Gobierno ha considerado el momento de cambiar el rumbo de las negociaciones para expresar al vecino Chile que ante la dilación y la falta de respuestas o planteamientos concretos vería necesario presentar una demanda ante los tribunales internacionales. ¿Qué puede hacer Bolivia ante una serie de promesas, ante anuncios de amistad y relaciones que no encuentran opciones que lleven por el camino de las soluciones?

Aunque medios políticos chilenos y el presidente Sebastián Piñera han reaccionado con dureza ante lo dicho por el presidente Morales, lo cierto es que Chile adopta estas actitudes cada vez que Bolivia habla de multilaterizar el problema. Lo hizo en anteriores oportunidades cuando Bolivia reclamó ante foros internacionales. Las palabras de respuesta siempre fueron de crispación y de crítica. Hoy, la historia parece que se repite, en realidad una historia de negociaciones de hace 132 años.

Lo que ha dicho el presidente Morales de acudir a tribunales internacionales y de dialogar no es incongruente como han afirmado medios políticos chilenos, por el contrario, expresa la intención de Bolivia de seguir dialogando en el plano bilateral, pero con resultados y si no los hay, están los tribunales, como en toda contienda incluso en las relaciones particulares, y mucho más, cuando se trata de un asunto de la significación que representa la demanda marítima.

El Gobierno de Chile debería comprender, en su justa dimensión e intención, el mensaje del presidente Evo Morales, no tomarlo como provocación, no enojarse ni expresar un pretendido desconcierto. 

Es cierto, como afirma un senador chileno, que los pueblos pueden optar por los caminos de la integración y adoptar como ejemplo lo que ocurre en la Unión Europea donde después de cruentas guerras, encontraron la unidad global, pero no es menos cierto que en ese proceso hubo objetivos claros y voluntad, indispensables para llevar adelante una negociación; en el problema marítimo observamos hace más de cien años a un país que no varía ni un ápice en reconocer hechos que dañaron a Bolivia y de revisar tratados injustos al amparo de la doctrina internacional. En el nuevo escenario, Bolivia le dice a Chile que quiere diálogo, pero, que hará prevalecer su derecho al reclamo internacional.

viernes, 25 de marzo de 2011

ninguna sorpresa el intento del vice García. "no Evo no dijo eso, dijo estotro" iremos a los tribunales pero no dejaremos el diálogo. son sordos o qué. "no se puede dialogar e ir al litigio" dijo Chile.

 Sin renunciar al diálogo iniciado con Chile el año 2006 para lograr acuerdos que superen sus divergencias, Bolivia llevará a Chile a los tribunales internacionales para lograr soluciones a su mediterraneidad que se prolonga por 132 años.
    "El pasado 23 de marzo el presidente Evo Morales ha tomado la decisión valiente, audaz e histórica para dar nuevos pasos hacia la solución de una mediterraneidad que se constituye en una cicatriz difícil de cicatrizar", manifestó el vicepresidente Alvaro García Linera.
    En una conferencia de prensa, García Linera anotó que "no se trata de una posición contradictoria, debido a que Bolivia "jamás cerrará las puertas del diálogo, sino que buscará soluciones simultáneas, paralelas, complementarias y de justicia con razones históricas y legales en tribunales internacionales que complemente justa demanda de salida soberana al Pacífico".
    Indicó que la demanda ante un tribunal internacional y el diálogo bilateral se desenvuelven en el ámbito de las razones y de los derechos históricos.
    "El pasado 23 de marzo, Bolivia ha recordado los 132 años de una brutal invasión y de una guerra contra un país pacífico, trabajador, como el boliviano, al que le arrebataron un pedazo decisivo y central de su territorio: El acceso soberano al océano Pacífico", dijo.
    El Vicepresidente manifestó que en más de un siglo, Bolivia ha buscado de diversas formas la solución a este problema para restituir la base material de sus capacidades productivas y pro creativas como pueblo y como razón.
    Subrayó que se intentaron diversas vías y acercamientos basados en derechos históricos y convivencia de los pueblos y las naciones que caracterizan a las relaciones internacionales, aunque los resultados fueron nulos e insatisfactorios.
    "Bolivia nació con un acceso soberano al Pacifico, que es una parte indisoluble  e irrenunciable del espíritu nacional y de reproducción histórica de Bolivia como nación y como Estado", agregó.

pobre el que confía en Evo sale siempre trasquilado llámese ministro, embajador, militar, policía o "hermano masista" siempre la doble cara, la hipocresía y la traición. Evo pateó el tablero

El presidente Morales sobrepasó las expectativas que tenía Chile (y los bolivianos también), en relación al tono del discurso que debía pronunciar el 23 de marzo. Todos esperaban que el Mandatario boliviano vocifere más de lo que ha estado haciéndolo últimamente sobre la demanda marítima, pero nadie imaginó que patee el tablero de la forma cómo lo hizo, con nada menos que una amenaza de recurrir a los tribunales internacionales para que... (así lo piensa Evo Morales), “los chilenos nos devuelvan el mar arrebatado hace 132 años”.







Nadie puede asegurar en este momento si la estrategia es buena o mala. La discusión está en las motivaciones que llevan al Gobierno del MAS a realizar un planteo tan radical y sobre todo, a analizar si los diplomáticos bolivianos están en condiciones de hacerle frente a sus pares chilenos, de una larguísima trayectoria en el manejo de litigios internacionales, de sólida formación y una férrea doctrina basada en políticas de Estado forjadas y consolidadas a lo largo de la historia de la república vecina.






Hace unos días, nada menos que el cónsul General de Bolivia en Chile, Walker San Miguel, se refería públicamente como un “río” a las aguas del Silala, error imperdonable en alguien que asume un cargo diplomático tan delicado. Con representantes internacionales como éstos, del mismo nivel de los que propiciaron aquella apabullante derrota acaecida en Cancún durante la Conferencia del Cambio Climático o como esos que le sugirieron al presidente Morales, mezclar medio ambiente con pollos, homosexuales y Coca-Cola, ya se puede anticipar los resultados de una virtual disputa jurídica en los tribunales de La Haya, donde además de profesionalismo, se requiere consistencia, conocimientos y argumentos que vayan más allá de las arengas quejumbrosas que suelen repetir nuestros representantes en cada evento internacional al que asisten.






¿Qué ha motivado al Presidente a llevar las cosas al extremo con Chile? En primer lugar, el Gobierno le debe una convincente explicación a la población boliviana, a la que se entusiasmó con aquello de la diplomacia de los pueblos, los 13 puntos, el diálogo y la construcción de confianzas. ¿No era que se había avanzado y que faltaba poco? ¿Cómo se puede pasar del amor al odio de un plumazo? Eso sucede continuamente dentro de la politiquería barata que se practica internamente, pero no suele ocurrir en el contexto de las relaciones internacionales, a menos que el Gobierno hubiera mentido descaradamente y se hubiera prestado durante cinco años al zigzagueo chileno, por razones que hasta ahora nadie alcanza a comprender.






Resultaría preocupante que el presidente Morales apele a la amenaza contra Chile como un mero recurso de “galtierización” de su mandato, acorralado por una grave crisis económica, la pérdida de legitimidad y una insuperable falta de credibilidad. Insistimos: el hecho de recurrir a los tribunales internacionales puede ser la estrategia correcta, pero en manos de un Gobierno que simplemente busca cómo salir del paso a través de un artilugio mediático, es llevar el tema marítimo a un escenario mucho más peligroso que el consolidado con el Tratado de 1904. Perder en La Haya significará olvidarse del mar para siempre y sin derecho a apelación.






El hecho de recurrir a los tribunales internacionales puede ser la estrategia correcta, pero en manos de un Gobierno que simplemente busca cómo salir del paso a través de un artilugio mediático, es llevar el tema marítimo a un escenario mucho más peligroso que el consolidado con el Tratado de 1904. Perder en La Haya significará olvidarse del mar para siempre y sin derecho a apelación.


jueves, 24 de marzo de 2011

Moreno Canciller chileno plantea que Bolivia debe elegir entre el diálogo o el litigio judicial. no puede aspirar a conducir ambas formas

El canciller chileno, Alfredo Moreno, señaló hoy que Bolivia debe escoger entre el diálogo bilateral o la opción de llevar a un tribunal internacional su reclamo de una salida soberana al mar, que perdió en una guerra contra Chile a fines del siglo XIX.
"El camino hacia adelante está en manos del Gobierno boliviano, que debe determinar qué camino escoger. Uno no puede transitar por todos los caminos al mismo tiempo", señaló el ministro tras reunirse con miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
"Chile y Bolivia tenían un camino de diálogo y Bolivia debe saber qué camino debe encomendar", insistió Moreno.
Ese diálogo se retomó en 2006 con una agenda de trece puntos que incluye el reclamo boliviano de obtener un acceso al mar, y en diciembre los presidentes acordaron elevar las conversaciones, que antes encabezaban los subsecretarios, al nivel de ministros.
El mandatario chileno, Sebastián Piñera, ya señaló ayer que Bolivia "no puede pretender un diálogo directo, franco y sincero mientras simultáneamente manifiesta su intención de acudir a tribunales u organismos internacionales".
Esto, en respuesta a su homólogo boliviano, Evo Morales, que al anunciar ayer que acudirá a tribunales internacionales para lograr esa aspiración, precisó que lo haría "sin abandonar jamás el diálogo directo, franco y sincero con Chile".
Los senadores que se reunieron hoy con el canciller también coincidieron en que, si Bolivia recurre a instancias internacionales, Chile debe suspender esa agenda de trece puntos, acordada entre Morales y la ex presidenta Michelle Bachelet.
"Si ellos siguen el camino de la confrontación se suspende la agenda, pero nosotros queremos el camino del diálogo, aun cuando es un problema de Bolivia, que tiene que decidir entre la confrontación o el diálogo", declaró el senador oficialista Hernán Larraín.
En tanto, el vicepresidente de la Cámara Alta, el opositor Juan Pablo Letelier, opinó que la declaración de Morales "es sorpresiva porque puede interrumpir un diálogo, puede deshacer un camino que se ha construido y de ahí la preocupación por lo que está ocurriendo".
Por otra parte, Juan Gabriel Valdés, que fue ministro de Relaciones Exteriores durante el Gobierno del socialista Ricardo Lagos, vinculó este anuncio a "demandas internas y problemas de encuestas, más que a la solución real del problema".
En declaraciones a Radio Cooperativa, el excanciller coincidió en que "el Gobierno de Chile debe insistir en el camino de diálogo, no dejar de lado la posibilidad de cambiar este cuadro y buscar reencauzar el proceso de conversaciones".
Este asunto ha entorpecido desde el siglo pasado los vínculos entre ambos países, que no tienen relaciones diplomáticas a nivel de embajadores desde 1962, con un breve paréntesis entre 1975 y 1978, cuando fracasó el último intento de dar solución a la petición boliviana.
En Bolivia, el Congreso anunció hoy que discutirá una ley para ratificar el "Pacto de Bogotá" de 1948, que reconoce la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, a la que podría ir Bolivia para demandar a Chile.
Chile ya enfrenta desde 2008 en la CIJ una demanda presentada por Perú para modificar a su favor el límite marítimo con su vecino del sur.
A principios de enero, el canciller boliviano, David Choquehuanca, advirtió de que su país no descartaba acudir a una instancia internacional, aunque después reiteró su preferencia por el diálogo bilateral en una carta que Chile aceptó y valoró.
Días más tarde, Bolivia solicitó y obtuvo en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) copias de la documentación sobre el litigio entre Chile y Perú "para saber por dónde puede ir la solución" a su aspiración marítima, según dijo entonces Evo Morales.

sorpresa. Evo rompe en los hechos la negociación directa y opta por tribunales de Justicia en su demanda por MAR ante Chile. sunami?

Más allá de la sorpresa, es de esperar que este nuevo enfoque sea el adecuado y no consecuencia de la improvisación y la impaciencia
Al recordar la defensa de Calama, el presidente del Estado Plurinacional ha sorprendido al país al pronunciar un discurso en el que ha anunciado que a las negociaciones sobre la agenda de 13 puntos acordada con Chile sumará la estrategia de acudir a tribunales internacionales demandando que el vecino país nos devuelva una salida soberana al océano Pacífico.
Se trata de una decisión que, horas antes, descartaba ante periodistas chilenos y peruanos, pues, de acuerdo a su criterio, lo jurídico debe subordinarse a lo político. “Por encima de cualquier tema legal (declaró a El Mercurio) está lo político. Para mí, lo técnico, lo jurídico se acomoda a lo político. Hay que tomar decisiones políticas”, y más adelante reiteraba que él “priorizaría al margen de los tratados una decisión política entre los dos países”. Consultado sobre algunos trascendidos en sentido de que Bolivia acudiría a La Haya, contestó textualmente: “No creo mucho en eso. Creo en la confianza de las relaciones a partir de Lagos (refiriéndose al expresidente de Chile Ricardo Lagos)”.
¿Qué ha ocurrido para este cambio de opinión? Además, conviene precisar que rompiendo su estilo, por un lado, leyó el discurso y, por el otro, no fustigó a sus predecesores, más bien saludó “los esfuerzos que hicieron presidentes de la anteriores gestiones de Gobierno” sobre el tema.
Desde otro ángulo, parecería que el tema de las relaciones con Chile, por lo menos en lo que respecta a la nueva estrategia, saldrá del ámbito del Ministerio de Relaciones Exteriores, pues el primer mandatario ha anunciado la creación de la Dirección General de Reivindicación Marítima y que pedirá a la Asamblea Legislativa aprobar a la brevedad posible “todos los tratados y convenios internacionales que nos posibiliten esta misión que hoy empezamos los bolivianos”, a la cual nos emplazó: “Todos los bolivianos, gobernantes y gobernados, ayudaremos a que cumpla eficazmente su trabajo”.
Con esta decisión, además, el Presidente ratifica lo que el actual cónsul general en Chile declaró al periódico paceño Página 7 el pasado mes de febrero cuando anunció su renuncia a ese puesto para integrarse a un equipo técnico jurídico que se responsabilizaría de este tema, decisión totalmente desconocida por el ministro de Relaciones Exteriores. Por esta razón, se puede suponer que la nueva estrategia ha sido diseñada en otros ámbitos y que se mantendrá en la Cancillería la negociación de los 13 puntos de la agenda bilateral.
Como era fácil prever, el presidente de Chile ha señalado que esta nueva posición es “un serio obstáculo” para las relaciones entre ambos países y que “Bolivia no puede pretender un diálogo directo, franco y sincero mientras simultáneamente manifiesta su intención de acudir a tribunales u organismos internacionales”. Antes, varios de sus legisladores exigieron que La Moneda suspenda las negociaciones con Bolivia.
Más allá de la sorpresa, es de esperar que este nuevo enfoque sea el adecuado y no consecuencia de la improvisación y la impaciencia, y no afecte negativamente un proceso de negociación que parecía tener destino.
En todo caso, se debe hacer un seguimiento riguroso de lo que se haga en el próximo futuro, conscientes de que se trata de un tema trascendental que supera, de lejos, posiciones sectarias, comprensión que en las últimas décadas, con matices, ha prevalecido en el país.