martes, 21 de diciembre de 2010

Que Bolivia y Chile estén en el mejor momento no es seguro. que pudiera darse un principio de acuerdo, talvez. aunque se vislumbra larga negociación.

Según el documento titulado "Bolivia y Chile: mar, liderazgo y desarrollo", que publica hoy a manera de nota informativa el sitio webespanol.cri.cn, "Chile y Bolivia están en las mejores condiciones de su historia para resolver un secular litigio por la exigencia boliviana de contar con una salida marítima al Océano Pacífico".

La declaración conjunta del senador chileno Pablo Longueira y el ex presidente de Bolivia, Jorge Quiroga, se habría realizado en tras la participación de ambos políticos en un evento organizado en Santiago por el derechista Centro de Estudios Libertad y Desarrollo de Chile, por su XX aniversario.

La página informativa explica que "ambos políticos reconocen que en los últimos meses se ha levantado en la opinión pública la posibilidad de que Chile y Bolivia resuelvan la aspiración boliviana de tener acceso al mar.

La lectura también da cuenta de que los políticos "indicaron que sólo hay dos opciones para el diferendo bilateral: no acordar nunca una solución, dándole la espalda al tema, o asumirlo desde ambos países con realismo y responsabilidad".

En el texto aseguran que "de lograrlo, se legaría a las futuras generaciones de ambas naciones (dos) países integrados", la capacidad de vivir en paz y de trabajar en aras de un desarrollo común.

La declaración señala que el gobierno del presidente Sebastián Piñera ha ganado respeto internacional, y "todos los sectores políticos están disponibles para concurrir a un acuerdo de esta naturaleza", para dar a Bolivia una salida al Océano Pacífico.

En igual sentido, el presidente Evo Morales "tiene también una responsabilidad histórica: ejercer su liderazgo político en el sentido de encauzar al país, y especialmente a las fuerzas que lo apoyan, hacia un acuerdo que solucione la anhelada reivindicación marítima boliviana".

"Nunca antes Chile estuvo, como lo está ahora, a las puertas del desarrollo, pero para alcanzarlo necesita resolver problemas acuciantes: la provisión de energía en cantidad suficiente y a precios razonables se ha transformado en un verdadero cuello de botella de su crecimiento", apuntó el documento.

De ahí, sus necesidades de contar con elementos naturales, como el agua dulce y el gas, son verdaderos obstáculos que Chile necesita vencer, pero que podrían ser suministrados por Bolivia.

La nota concluye que "al mismo tiempo, Bolivia se ha visto favorecida con un incremento de precios del gas, minerales, granos y otros que exporta. Estos recursos y su incursión en el Pacífico son parte de la solución de los grandes temas de Chile y Bolivia en el siglo XXI", agregó. Manifestó que los elementos para un acuerdo que conjugue mar, agua dulce, relaciones, comercio, litio, gas, energía e integración caminera y portuaria, "están presentes y tienen más viabilidad que nunca antes en nuestra historia".

Los dos políticos coincidieron en que, adicionalmente, el presidente de Perú, Alan García, "ha manifestado claramente su disposición a viabilizar cualquier entendimiento entre nuestros países".

En virtud del Tratado suscrito entre Chile y Perú en 1929, este último debe aprobar cualquier enajenación que haga el primero respecto a los territorios que fueron peruanos. Por eso, si se utilizara alguna de esas áreas, Lima tendría que dar el visto bueno.

"Chile y Bolivia tienen, además, la posibilidad de dar una señal muy potente del tipo de integración que quieren nuestros pueblos", concuerdan Longueira y Quiroga, y destacan que hay dos modelos posibles: el conflicto, fundado en el armamentismo y el militarismo, y la integración total entre ambas naciones.

"El hecho de que dos presidentes con visiones ideológicas diferentes, como lo son los presidentes de Chile y de Bolivia, demuestren ser capaces de tomar este camino de integración para el desarrollo, significaría un golpe de timón que cambie el devenir político e histórico de nuestra América del Sur", añadieron.

jueves, 16 de diciembre de 2010

nunca fue amiga de Bolivia aunque lo parecía. por ello OPINION la trata como "la ex-amiga Bachelet" nos estuvo engañando todo el tiempo. ingenuo Evo?

Cuando juró como presidenta de Chile, Michelle Bachelet no sólo era la primera mujer en asumir el primer cargo de ese país; era también una socialista que sufrió la dictadura de Pinochet y, por consiguiente, heredera directa de Salvador Allende, el mártir de La Moneda de ese golpe militar que horrorizó al mundo.
Le precedía, entonces, una trayectoria política que provocaba cierto optimismo en Bolivia, respecto a la demanda de un puerto soberano. Después de todo, Allende había sido el único presidente de Chile en mostrar disposición a satisfacer el reclamo de nuestro país, que le parecía justo. El otro acercamiento había sido entre los dictadores de Chile, Augusto Pinochet, y el boliviano, Hugo Banzer, cuyo canciller llegó de Santiago declarando que anunciaba “humildemente” que traía el mar para Bolivia. Pero, ese corredor ofrecido por Chile no era sino el canje territorial por las reservas de litio hoy tan ansiadas por el mundo.
Evo Morales, presidente de Bolivia, acudió con gran entusiasmo a la posesión de la señora Bachelet y su encuentro amistoso hacía preveer un mejoramiento de relaciones que podía derivar en la consecusión de una costa soberana en el Pacífico, el principal objetivo diplomático boliviano.
Se elaboró, entonces, la famosa agenda de trece puntos, en la que por primer vez se incluía la demanda marítima de costa soberana, que fue anunciado en ambos países rodeado de optimismo.
Las visitas de delegaciones a La Paz y Santiago menudeaban y de cuando en cuando aparecían comunicados de avances, o de supuestos avances, como un estudio de cuatro años del origen de las aguas del Silala, plazo que nuestra Cancillería consideraba razonable. También, nuevas y viejas facilidades para el comercio boliviano por el puerto de Arica y otro, pero del mar sólo se mencionaba ambigüedades.
Así pasó el mandato de Bachelet, que dejó un gusto ambivalente en los bolivianos, hasta el lunes, cuando la ex presidenta Michelle Bachelet anunció que jamás había hablado de un puerto soberano boliviano en el Pacífico.
Presidente, Canciller y negociadores habrán quedado pasmados por tal declaración, si era verdad lo que nos contaban sobre la agenda de trece puntos. Vieron que Bachelet se alineaba a la tradicional y engañosa diplomacia de su país que no tiene intención alguna de restituir lo que una guera de invasión nos había arrebatado. Nada la diferenciaba a sus predecesores y al nuevo Presidente chilenos. Todo había sido una estrategia de distracción.
Pero, los gobiernos de Chile (ya no sólo el de Bachelet, pero ella muy especialmente) tienen una línea casi indestructible con relación al pedido justo de la devolución, aunque no sea todo el territorio usurpado a la fuerza.
Pero no sólo eso. La diplomacia chilena, complicada con la economía, consigue con estas negociaciones sin sentido lograr que el puerto de Arica y en realidad toda su región norte, vivir de las exportaciones e importaciones bolivianas y eso, no es preciso decirlo, es el paliativo, si no la solución, de una zona empobrecida.
Sin embargo, lo más importante del mareo que nos ha creado la presidencia de Michelle Bachelet, es también agua: la dulce del Silala.
La diplomacia boliviana comienza, o debe comenzar, a fijarse que en todo el cuento de los trece puntos está dirigido a continuar el aprovechamiento de las aguas del Silala que por más de un siglo su torrente beneficia a empresas y distribución en el norte de Chile.
Basta ya de confiar en gobiernos que, para el caso siguen la política distraccionista con relación al justo pedido de Bolivia.
El agua salada del mar está cautiva desde 1879, desde la invasión chilena, y desde hace cien años el agua dulce beneficia a un país que no es el nuestro.
Esta incongruencia debe terminar, más todavía por la hostil declaración de Bachelet.

lunes, 13 de diciembre de 2010

ante la posible entrevista de Bolivia y Chile en la reunión de Mercosur del viernes 17 se recomienda PRUDENCIA Y PERSEVERANCIA (LT)

El próximo viernes 17, los presidentes de Bolivia y Chile sostendrán una importante reunión aprovechando la realización del encuentro de presidentes y jefes de Estado de Mercosur que se llevará a cabo en Brasil.

Hay la expectativa de que no se tratará de una reunión más entre ambos mandatarios. Por un lado, ha habido trascendidos en sentido de que Chile podría presentar algunas propuestas dirigidas a abordar el tema de nuestra demanda marítima de manera más concreta. Por el otro, fijarán la fecha en la que volverán a reunirse los miembros del Mecanismo de Consultas Políticas que presiden los vicecancilleres de Relaciones Exteriores de ambos países y que fue suspendida el pasado mes de noviembre por Chile precisamente porque se encontraría aún elaborando su posición respecto a éste y los otros 12 temas que incluye la actual agenda bilateral.

Además, no será una reunión que se celebre en el vacío. En los últimos tiempos, en Chile ha habido un intenso debate sobre el tema del mar boliviano en el que parecería que en los estamentos influyentes de ese país se ha consolidado la posición de que a Chile le interesa encontrar una solución a la demanda boliviana. La diferencia –y no es de poca monta– se encuentra en el tema de la soberanía: predomina aún, y con bastante fuerza, la posición de ofrecer a Bolivia facilidades de acceso al mar pero sin soberanía. Y si Bolivia insiste en un acceso soberano al mar, lo que correspondería sería abrir las compuertas para una negociación tripartita (Bolivia, Perú y Chile).

Lo importante es señalar que pareciera que en Chile hay una voluntad explícita de buscar una solución definitiva al diferendo con Bolivia, posición que no sería consecuencia de un sentimiento subjetivo de solidaridad o de una necesidad circunstancial frente, por ejemplo, al contencioso que mantiene con Perú sobre límites marítimos, sino porque en la medida en la que esa nación quiere dar un salto al desarrollo y aparecer como una potencia emergente, un requisito previo es superar sus delicados problemas fronterizos.

Además, Chile tiene interés en abordar otros temas de la agenda bilateral que para ese país son importantes pero que para Bolivia están subordinados al punto principal: el retorno al Pacífico. Es decir, si se vislumbra que hay voluntad de atenderlo, el tratamiento de los otros –entre los que destaca, entre otros, el restablecimiento de relaciones diplomáticas, el fenómeno del narcotráfico y el uso de aguas en la frontera– será más expedito.

domingo, 12 de diciembre de 2010

la oferta de Piñera es la menos atractiva de las anteriores para resolver el enclaustramiento marítimo, con riesgo de ser aceptada por el MAS

El país vive ahora, como en otras muchas oportunidades en su historia, la posibilidad de que Chile haga una propuesta para quitar el cerrojo puesto a Bolivia hacia los mares del mundo en 1879.
Los historiadores dicen que las ofertas de Chile se han ido encogiendo con el tiempo, desde ofertas de territorios completos hasta corredores y ahora a unas pocas facilidades portuarias.
Esta es la primera vez en el último medio siglo que los dirigentes chilenos parecen haber teñido el tema de la demanda boliviana con diferencias de su política interna.
En efecto, el cambio que se dio en La Moneda con la llegada del conservador Sebastián Piñera que vino a interrumpir una larga sucesión de gobiernos de tendencia socialista, ha provocado visibles desacuerdos respecto del tema boliviano.
La socialista Michelle Bachelet había hecho ofertas que el conservador Piñera no aprueba. Se encargó de hacerlo saber nada menos que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, también socialista.
La tendencia histórica se mantiene: los ofrecimientos de Piñera son menores a los de Bachellet. Lo que ofrece el conservador presidente chileno de ahora es conceder a Bolivia algunas facilidades portuarias, pero sólo para exportar materias primas.
Es decir que los intereses de los empresarios del ‘norte grande’, que viven del comercio boliviano, no tienen por qué preocuparse: el negocio del encierro seguirá siendo de ellos.
Convertido en tema político interno, el trato con Bolivia ha hecho que se pongan alerta los empresarios que manejan ese negocio y ellos hicieron saber, muy claramente, que se opondrán a cualquier cesión portuaria a Bolivia que venga a mermar sus ingresos.
El mensaje de los empresarios del norte chileno fue muy bien entendido por el empresario Piñera y traducido en una oferta a Bolivia por la cual queda claro que la puerta que controla el encierro estará abierta sólo en la vía de salida, y sólo de minerales. Todo lo demás, tanto de salida como de entrada, seguirá sometido al control y a los cobros de los chilenos.
Como anteriores gobiernos bolivianos, el de Evo Morales se entusiasmó con la idea de ser el encargado de “devolver el mar” a Bolivia, pero Piñera se encargó de reducir la oferta a su mínima expresión. Su decisión responde a exigencias de la política interna chilena.
Los medios de comunicación conservadores no perdonarían al gobierno que hiciera alguna concesión a Bolivia. Encuestas muy bien conducidas sirvieron de advertencia al gobernante chileno, que elaboró una oferta que es menor a la de Bachelet, para poder explotar en lo político esa diferencia.
Para Bolivia, resulta que de nada ha servido todo lo que hizo el gobierno del presidente Morales. La “diplomacia de los pueblos” ha sido tan infructuosa como la otra diplomacia.
Anteriores gobiernos bolivianos hablaron del “enfoque fresco” y de otras fórmulas, pero todos terminaron decepcionados.
Lo cierto es que la oferta de Piñera a Bolivia es la menos atractiva de todas las que han hecho hasta ahora sus antecesores. (Valioso editorial de El Deber de SC)

martes, 7 de diciembre de 2010

Chile usa la misma táctica dilatoria de siempre. Primero adelanta un criterio (oficioso) luego pretende aclararlo y reiterar su buena disposición...(?

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, señaló que su gobierno está dialogando, tiene la mejor disposición con Bolivia respecto a su mediterraneidad y que Chile está buscando generar confianza, además de soluciones concretas a la demanda marítima boliviana.

Sin embargo, en un encuentro con la prensa extranjera, en ningún momento se refirió a la posibilidad de una salida al mar con soberanía para el país vecino, según La Tercera.

Consultado sobre la versión que señalaba que el gobierno de la ex Presidenta Michelle Bachelet había definido una salida al mar sin soberanía consistente en la entrega de un enclave en el norte del país, el Mandatario contestó que "con Bolivia tenemos una historia que muchas veces nos ha dividido, pero tenemos un futuro que nos une".

Además, el Canciller chileno Alfredo Moreno rechazó referirse a la nota publicada el domingo por La Tercera que aludía al freno que puso Piñera, entonces como presidente electo, al ofrecimiento del gobierno de Bachelet sobre un enclave sin soberanía al norte de Iquique.

"Estamos conversando y hemos dicho siempre que tenemos una muy buena disposición y que esto tiene que hacerse en base a generar confianzas y soluciones que sean concretas, útiles y factibles, que es lo que hemos acordado con la propia Bolivia", sostuvo el jefe de Estado.

El Mandatario afirmó que durante estos meses de gobierno se han "logrado avances muy significativos", mencionando entre ellos la habilitación del puerto de Iquique para el embarco y desembarco de los productos bolivianos y extranjeros.

lunes, 6 de diciembre de 2010

repetimos casi el texto anterior, aunque de otra fuente. esta vez HOY BOLIVIA para su atenta lectura. Piñera se opuso.

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, antes de asumir la presidencia de su país, frenó la oferta de Michelle Bachelet de un enclave marítimo para Bolivia en la región de Atacama, informa un reporte de La Tercera este domingo en su edición digital.

En diciembre de 2009, sólo días después de que Sebastián Piñera triunfara en las elecciones presidenciales, el gobierno de Evo Morales envió un reservado documento a la administración de Michelle Bachelet, dice la nota.

Se trataba del borrador de un acta de carácter oficial que pretendían firmar ambos países, en el que se daba cuenta del proceso de negociaciones bilaterales de los últimos cuatro años y donde Chile adquiría el compromiso de continuar avanzando en las conversaciones para resolver la histórica demanda marítima paceña sobre la base de lo que hasta ese momento habían trabajado ambas cancillerías.

El borrador enviado desde La Paz formaba parte de un acuerdo al que habían llegado en octubre los vicencancilleres de Bolivia, Hugo Fernández, y de Chile, Alberto van Klaveren. Los viceministros habían liderado las nueve rondas de consultas políticas de las diplomacias de ambos países desde julio de 2006 y en este encuentro, el último antes de que Bachelet concluyera su mandato, hablaron de consensuar un documento común. Bolivia quedó a cargo de redactarlo y Chile le realizaría las correcciones.

A esa altura, las conversaciones en torno al tema marítimo estaban avanzadas. Aunque el acta boliviana no consignaba fechas ni fórmulas, según señalan fuentes del gobierno de la época, para entonces Bachelet tenía en vista tres opciones para conceder un enclave costero sin soberanía a Bolivia en la provincia de Tarapacá. Una de ellas llegó a consolidarse durante las negociaciones: se trataba de un punto entre el sur de la Quebrada de Camarones y el norte de Iquique. La fórmula sin soberanía sorteaba las obligaciones del Tratado de 1929, que dispone que Chile debe consultar a Perú por la cesión de territorios que le pertenecían antes de la Guerra del Pacífico.

Durante el primer semestre de ese año viajó en forma reservada a la provincia de Tarapacá una delegación de tres técnicos del gobierno de Morales para ver in situ las características del lugar que se había definido negociar. Acompañados por tres funcionarios de la Cancillería chilena, algunos de ellos de la Dirección de Fronteras y Límites, los expertos se trasladaron directamente al lugar, sin pasar por Santiago. No querían dejar huellas.

Durante tres días, con mapas y documentos topográficos y legales, los técnicos bolivianos comprobaron las características del terreno y las posibilidades de desarrollo del enclave. El lugar que exploraron fue una caleta deshabitada: era una de las condiciones de ambas partes para concordar un enclave.

El mar de la zona tenía la profundidad suficiente para buques de gran calado y una zona de playa. Se trataba de un elemento relevante. Allí se contemplaba construir un puerto para la salida de minerales de hierro y litio de Bolivia y una zona turística. Chile solicitó que el muelle fuera exclusivamente para la exportación de minerales y no fuera habilitado para el tránsito de carga general: de ese modo, no entraría en competencia con los puertos de Arica y Antofagasta. El punto fue aceptado por La Paz.

Los negociadores bolivianos también plantearon condiciones. Pidieron que en el enclave se autorizara la construcción de un eje urbano, aledaño al sector industrial. La pretención paceña era algo mayor de 400 kilómetros cuadrados, lo que Chile no aceptó.

De todas formas, el mecanismo que se exploró era similar e incluso superior a la concesión que otorgó Perú a Bolivia en el puerto de Ilo. El acuerdo firmado en 1992 por los entonces gobernantes Alberto Fujimori y Jaime Paz Zamora incluía la cesión por 99 años de un enclave costero de cinco kilómetros y 163 hectáreas para Bolivia.

"No era una fórmula ideal. Pero era lo que había como alternativa posible", asegura una fuente de la Cancillería chilena que conoció de estas conversaciones.

Con todo, a Morales le interesó. El mecanismo no satisfacía la demanda por una salida soberana y con continuidad territorial, pero el enclave sí les permitía recuperar la cualidad marítima.

EL RECHAZO DE PIÑERA
Pese a la derrota de Eduardo Frei en las urnas, Bachelet mantuvo vivo el interés de alcanzar un acuerdo con Bolivia antes de terminar su mandato. El borrador del acta boliviana estaba siendo revisada para su ratificación mientras se iniciaba el traspaso de mando a Piñera. Entrado febrero, señalan altas fuentes diplomáticas, Cancillería dio a conocer a las nuevas autoridades la declaración conjunta que pretendían firmar con Evo Morales. El documento fue considerado "excesivo" por los representantes de Piñera y a poco andar fue abortado. Muchos lo veían como un intento por dejar "amarrado" al nuevo gobierno respecto de los mecanismos que debían seguir adelante las conversaciones con Morales.

En paralelo, Piñera estaba enterado de que Bachelet barajaba tres opciones para otorgar un enclave a Bolivia y que el diálogo estaba avanzado. El Presidente rechazó la iniciativa. Tenía una razón de fondo: no compartía la idea de otorgar un enclave a ese país. A juicio del nuevo gobierno, la entrega en concesión o comodato por 99 años a La Paz de una franja de litoral en territorio chileno abriría a futuro nuevos focos de tensión en las relaciones bilaterales. Problemas de índole migratorio, de libre tránsito, administrativos y de infraestructura, dicen en el Ejecutivo, surgirían de este mecanismo. "El Presidente no cree viable ´dividir´ el territorio en dos", afirma un cercano, quien añade que Piñera es más proclive -en teoría- a la idea de otorgar un corredor sin soberanía por el norte del río Lluta.

La decisión de Piñera de febrero pasado echó por la borda las reservadas negociaciones de Bachelet y Morales. En julio de 2006, ambos acordaron establecer una agenda de 13 puntos, en los que estaba incluido el tema marítimo en el punto sexto de la tabla. Meses después, en abril de 2007, se comenzó a hablar de eventuales fórmulas entre sus gobiernos.

Durante todo ese año, en los cuatro encuentros que sostuvieron a puertas cerradas, los vicecancilleres de ambos países abordaron en términos generales los posibles mecanismos para una solución al tema marítimo. Por el lado del gobierno chileno se sentaba Van Klaveren. Por el boliviano estuvieron, primero, Mauricio Dorfler y luego Hugo Fernández. En esos días, ni Bachelet ni Morales dieron instrucciones específicas a sus representantes sobre la forma en que debían proceder ni lo que se debía discutir en las citas.

Así, los vicecancilleres comenzaron repasando las distintas opciones que se habían explorado en diferentes períodos de la historia y las limitaciones que tenían para uno y otro país para llevarlas a cabo. Una de las primeras alternativas que se analizó fue un eventual corredor por el norte del río Lluta y el sur de la Línea de la Concordia. La fórmula ya se había impulsado sin éxito durante los gobiernos de Domingo Santa María, Germán Riesco, Jorge Montt, Federico Errázuriz Echaurren y Gabriel González Videla.

En segundo término, los viceministros abordaron la idea de establecer un polo de desarrollo de Chile, Bolivia y Perú en el puerto de Arica. La iniciativa fue planteada en 1926 por EEUU y en 1976 la reflotó Lima, para bloquear las negociaciones que en ese momento desplegaban Augusto Pinochet y Hugo Banzer.

La tercera alternativa que repasaron los vicecancilleres de Bachelet y Morales apuntó a un enclave boliviano en el norte chileno, que podía otorgarse a través de concesión o comodato a largo plazo (La Paz pedía 99 años). La fórmula también había sido pensada por otros gobiernos. En 1968 la exploró el ex canciller Gabriel Valdés; en 1987 lo hicieron los gobiernos de Pinochet y Paz Estenssoro, y el 2001 lo volvió a explorar el ex Presidente Ricardo Lagos, quien ofreció un enclave en el puerto de Patillo para la construcción de un puerto para la exportación de gas.

Al término de la ronda de consultas políticas de octubre de 2007, los vicecancilleres Van Klaveren y Fernández señalaron que habían intercambiado "criterios en forma amplia, franca y realista".

"Para el gobierno chileno había dos condiciones intransables: la solución tenía que ser sin ceder soberanía y no podía dividir el territorio chileno", recalca un ex ministro de Bachelet.

A inicios de mayo de 2008, el embajador de Bolivia en Perú, Franz Solano, sondeó la posición de Lima ante un eventual arreglo entre La Paz y Santiago mediante un corredor por el norte de Arica. La respuesta de Perú desalentó al gobierno de Morales, quien consideraba que la presentación de su demanda limítrofe ante La Haya era un intento para bloquear un posible acuerdo entre Chile y Bolivia.

Poco después, el vicecanciller boliviano sorprendió a Van Klaveren al manifestarle -por primera vez- la disponibilidad de La Paz a avanzar en la negociación de un enclave por el norte chileno. En esos días, un acta oficial de una reunión que efectuaron en La Paz consignó que "en el análisis de las distintas opciones existentes de solución al tema marítimo se profundizó en aquellas que ofrecen mayor viabilidad a corto plazo".

El texto que rubricaron ambas autoridades anunció que se encargarían diversos "estudios técnicos". Aunque las conversaciones se concentraban en la discusión de un enclave, La Paz apostaba por no cerrar a futuro un corredor soberano.

El 14 de junio de ese año, en Tarija, Morales dio un mensaje similar a Bachelet. Durante su conversación a solas, el mandatario boliviano la urgió a apurar el tranco. "Hasta ahora hemos construido una confianza. Debemos pasar a la segunda fase", dijo Morales, indicando que estaba dispuesto a explorar una fórmula sin soberanía. Aquella vez, afirman fuentes del gobierno de Bachelet, el mandatario pidió que le explicara en detalle qué era lo que Chile planteaba por enclave.

"Después del encuentro de los presidentes se hicieron mapas, cartas naúticas, planimetrías detalladas de los posibles lugares", señala una fuente de edificio Carrera. A la Dirección de Fronteras y Límites de la Cancillería de Chile se le encomendó hacer un barrido de las pertenencias mineras y de los propietarios de cada una de las zonas para detectar eventuales conflictos jurídicos posteriores. RREE también sondeó la posición de las FFAA.

En ese contexto, Bachelet se reunió a mediados de ese año con el ex canciller Alejandro Foxley y Van Klaveren a discutir las alternativas para resolver el tema marítimo. "Le llevaron carpetas con los mapas de tres lugares ubicados entre la Primera y Segunda Región", dicen personeros de la época. La orden de la ex presidenta fue que exploraran las alternativas con La Paz de manera reservada.

La propuesta de Chile fue bien recibida en Bolivia, que, a su vez, envió a Santiago sus propios mapas para ubicar el enclave. "No había mucha diferencia en los lugares que habíamos propuesto, sí en las dimensiones, las que eran más grandes en la contrapropuesta boliviana", añade un personero que conoció las negociaciones.

Las conversaciones seguirían en curso en los meses siguientes. Nada hacía prever entonces que las tratativas marítimas quedarían en punto muerto.

domingo, 5 de diciembre de 2010

La Tercera de Santiago ofrece la crónica que uds. leerán que sitúa la reivindicación marítima en lista de espera sin mucho que esperar...

"El Presidente Piñera fue muy sincero, muy directo y estamos decididos juntos a construir una profunda amistad, una confianza para tocar temas de importancia para los dos países, entre ellos la reivindicación marítima de Bolivia", dijo en agosto pasado Evo Morales, al término de la reunión que sostuvo con el Mandatario chileno en San Juan, Argentina, en el marco de una cumbre de Mercosur.

En su intervención, Morales también dijo que Piñera le había comunicado las limitaciones que tenía el gobierno chileno respecto de las fórmulas para dar una solución a la demanda marítima boliviana. Era una manera de aterrizar las expectativas que se habían generado en La Paz un mes antes, tras la reanudación de las rondas de consultas políticas entre Chile y Bolivia. En esa ocasión, tras una larga y difícil negociación de cuatro días en la capital boliviana, se incluyó en la declaración oficial el compromiso de "proponer y alcanzar soluciones concretas, factibles y útiles" en el tema marítimo.

Piñera también cuidó guardar las expectativas. A inicios de esta semana se debía realizar la segunda reunión de consultas políticas de los vicecancilleres de ambos países, en Santiago. La Moneda, sin embargo, canceló el encuentro: no existían avances en el tema marítimo y la reunión podía terminar abriendo un posible foco de conflicto.

La decisión del Presidente se enmarcó dentro de una decisión estratégica a más largo plazo. El Mandatario ha monitoreado de cerca el tema y cree que cualquier acercamiento con La Paz se debe construir paso a paso. No sólo eso. En La Moneda señalan que Piñera apuesta a convertir un acuerdo con Bolivia en uno de los hitos de su gestión, luego de que en 2012 se resuelva la demanda de Perú en la Corte de La Haya y que Chile eventualmente sortee en buenos términos el litigio, como confía.

De acuerdo a sus cercanos, Piñera cree que la única solución para resolver algún día el tema marítimo pasa por otorgarle a Bolivia un corredor sin soberanía por la localidad de Lluta, en una zona de cerca de 10 kilómetros de la Primera Región.

Un sondeo de La Tercera de octubre arrojó que un un 59% rechaza otorgar una salida al mar a Bolivia mediante un corredor sin soberanía. La alternativa era la que tenía más apoyo: la de un corredor con soberanía tuvo un 64% de rechazo y un enclave, el 63%.

El Presidente ha conversado en varias oportunidades con Morales sobre el tema marítimo. Siempre le ha dicho lo mismo: no está por otorgar un corredor soberano a Bolivia ni tampoco un enclave, lo que, a su juicio, significaría dividir el territorio chileno y generar problemas graves, como el libre tránsito de camiones. La validez del Tratado de 1904 ha sido su argumento en muchos diálogos, como también el recuerdo de casos de otros países con problemas limítrofes.

Aclarado ese punto con Morales, el Presidente apuesta a construir confianzas sobre la base de avances concretos en el resto de la agenda de 13 puntos con La Paz. Varios ya están en marcha, pues, de acuerdo con La Moneda, los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet no avanzaron lo suficiente en el tema. El Mandatario ha ordenado a RREE avanzar en la construcción del tren Arica-La Paz, que estaría operativo en 2012, y otorgar facilidades en los puertos de Arica y Antofagasta. Incluso, está dispuesto a facilitar bodegas en el puerto de Valparaíso y redoblar los acuerdos de cooperación económica a través de ProChile, así como avanzar en la integración fronteriza, el libre tránsito y la cooperación para el control del tráfico de drogas en las fronteras, entre otras.
"Nuestra actitud es que aquí hay un problema y queremos ayudar a encontar una solución", es el mensaje que ha transmitido Piñera al gobierno de Morales.

Piñera quiere evitar que se produzca un quiebre en las conversaciones, en momentos en que las autoridades bolivianas han aumentado la presión para que Chile presente "propuestas concretas, factibles y útiles". No sólo porque cree que Morales es su mejor interlocutor, debido a su respaldo interno. En el horizonte, el gobierno mira con preocupación lo que pueda pasar el 2012. Ese año, Cochabamba será sede de la Asamblea General de la OEA y en Chile no olvidan lo que ocurrió en 1979, la última vez que el organismo hemisférico se reunió en una localidad boliviana. Aquella vez, La Paz introdujo la demanda marítima en una resolución de la OEA. El 2012, además, vence el plazo establecido por el artículo 9 transitorio de su Constitución, que obligaría a Bolivia a desahusiar el tratado con Chile de 1929.

Si se tensan las relaciones, dicen en La Moneda, Chile podría verse en problemas: la demanda boliviana cuenta con varios aliados en la región. Piñera, sin embargo, también sabe que una solución nunca convencerá del todo ni a chilenos ni bolivianos.