domingo, 12 de diciembre de 2010

la oferta de Piñera es la menos atractiva de las anteriores para resolver el enclaustramiento marítimo, con riesgo de ser aceptada por el MAS

El país vive ahora, como en otras muchas oportunidades en su historia, la posibilidad de que Chile haga una propuesta para quitar el cerrojo puesto a Bolivia hacia los mares del mundo en 1879.
Los historiadores dicen que las ofertas de Chile se han ido encogiendo con el tiempo, desde ofertas de territorios completos hasta corredores y ahora a unas pocas facilidades portuarias.
Esta es la primera vez en el último medio siglo que los dirigentes chilenos parecen haber teñido el tema de la demanda boliviana con diferencias de su política interna.
En efecto, el cambio que se dio en La Moneda con la llegada del conservador Sebastián Piñera que vino a interrumpir una larga sucesión de gobiernos de tendencia socialista, ha provocado visibles desacuerdos respecto del tema boliviano.
La socialista Michelle Bachelet había hecho ofertas que el conservador Piñera no aprueba. Se encargó de hacerlo saber nada menos que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, también socialista.
La tendencia histórica se mantiene: los ofrecimientos de Piñera son menores a los de Bachellet. Lo que ofrece el conservador presidente chileno de ahora es conceder a Bolivia algunas facilidades portuarias, pero sólo para exportar materias primas.
Es decir que los intereses de los empresarios del ‘norte grande’, que viven del comercio boliviano, no tienen por qué preocuparse: el negocio del encierro seguirá siendo de ellos.
Convertido en tema político interno, el trato con Bolivia ha hecho que se pongan alerta los empresarios que manejan ese negocio y ellos hicieron saber, muy claramente, que se opondrán a cualquier cesión portuaria a Bolivia que venga a mermar sus ingresos.
El mensaje de los empresarios del norte chileno fue muy bien entendido por el empresario Piñera y traducido en una oferta a Bolivia por la cual queda claro que la puerta que controla el encierro estará abierta sólo en la vía de salida, y sólo de minerales. Todo lo demás, tanto de salida como de entrada, seguirá sometido al control y a los cobros de los chilenos.
Como anteriores gobiernos bolivianos, el de Evo Morales se entusiasmó con la idea de ser el encargado de “devolver el mar” a Bolivia, pero Piñera se encargó de reducir la oferta a su mínima expresión. Su decisión responde a exigencias de la política interna chilena.
Los medios de comunicación conservadores no perdonarían al gobierno que hiciera alguna concesión a Bolivia. Encuestas muy bien conducidas sirvieron de advertencia al gobernante chileno, que elaboró una oferta que es menor a la de Bachelet, para poder explotar en lo político esa diferencia.
Para Bolivia, resulta que de nada ha servido todo lo que hizo el gobierno del presidente Morales. La “diplomacia de los pueblos” ha sido tan infructuosa como la otra diplomacia.
Anteriores gobiernos bolivianos hablaron del “enfoque fresco” y de otras fórmulas, pero todos terminaron decepcionados.
Lo cierto es que la oferta de Piñera a Bolivia es la menos atractiva de todas las que han hecho hasta ahora sus antecesores. (Valioso editorial de El Deber de SC)

No hay comentarios:

Publicar un comentario