viernes, 12 de agosto de 2011

solución que se aleja por la dubitación, la inseguridad, el poco profesionalismo con que se conduce el asunto ante Chile y el Mundo. Harold Olmos


Tras apartar el tema marítimo de su mensaje del 6 de Agosto, el presidente Morales reiteró este domingo, en el día de las Fuerzas Armadas, que Bolivia “ha decidido acudir a los tribunales internacionales” en procura de “recuperar el mar con soberanía”. De inmediato subrayó que eso no significa descartar “cualquier diálogo de carácter bilateral”.
En su breve alusión al tema, no ofreció detalles sobre cómo avanza el camino hacia la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Destacó, en cambio, que no entendía que “algunas autoridades” (en realidad, el Gobierno chileno, comenzando por el presidente Sebastián Piñera) “nos digan que Chile no tiene ninguna deuda con Bolivia” y que la Guerra del Pacífico había sido causada por “la oligarquía chilena”. Tampoco ofreció detalles sobre el fiasco de Lima, el 28 de julio.
En realidad, hasta el 23 de marzo creíamos haber avanzado estos cinco años en algunos puntos esenciales, como las aguas del Silala, y otros. Ahora hemos vuelto a fojas cero. Estamos como tras la ruptura de relaciones dispuesta por el presidente Banzer en 1977. El fallecido exmandatario, en busca del trofeo que buscan todos los presidentes desde 1879, había puesto el pie sobre una piedra resbalosa en un río aparentemente calmo. No pudo sostenerse mucho tiempo.
Los próximos pasos que dará son un misterio sobre el que nadie se atreve a especular. Porque no parecen existir cartas para continuar con el juego. Quizá por eso algunos creen que la mejor manera de salir del avispero sería reintentar el diálogo bilateral, que quizá figure entre los consejos que vengan de La Haya.
El Tipnis también fue pasado de largo, en el mensaje de la fiesta patria, e ignorado por completo al día siguiente.
El conflicto alrededor del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (las iniciales hacen el nombre) es el problema existencial del Gobierno,  su dilema respecto a la Pachamama y los derechos de los pueblos indígenas. En pocos días se agregará una marcha hasta La Paz. Hay empresas petroleras interesadas en perforar en los límites de ese parque, y el Gobierno tiene prisa en explorar donde haya mayores posibilidades de encontrar hidrocarburos. Descubrir nuevos yacimientos es una necesidad imperiosa. Pero eso no convencerá a los indígenas ni a quienes los defienden, dentro y fuera del país. Ellos no quieren pagar el precio de esa limitación con una obra que, según el trazado original, atravesará el lugar, uno de los pocos en condición intocada o no devastado que todavía hay en el mundo. A propósito, el Presidente tuvo una frase poco feliz hace unos días: “El parque no es tan virgen como se cree”. Partiendo de la primera autoridad nacional, la frase no tiene atenuantes.
Por ahora, los indígenas y los defensores del Tipnis lograron una victoria parcial cuando Brasil decidió que no concederá los 332 millones de dólares de crédito (80 por ciento de $415 millones) comprometidos para la obra si antes no hay una consulta con los indígenas. El valor de esa consulta aún no está definido. El Gobierno dice que el resultado no será necesariamente la palabra final. Los pobladores y sus defensores, que también temen que la ruta estimule la llegada de nuevos colonos y de nuevas plantaciones de coca, dicen que consulta no es un plebiscito sino un estudio integral del área y del impacto de la carretera. 
Como se ve, una verdadera solución no está cercana. Así ha concluido la semana patria: igual que muchas otras.

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