domingo, 29 de mayo de 2011

Fernando Salazar con su gran experiencia negociadora y diplomático de carrera nos previene de fiasco y frustración si acaso no se actúa frente a Chile con pleno conocimiento de causa

En lo que podría interpretarse como una respuesta a las rígidas declaraciones del Presidente chileno, el presidente Evo Morales, de manera directa, ha definido un nuevo escenario para un posible diálogo en la búsqueda de tener una salida soberana al océano Pacífico. 

“Si tanto se habla de diálogo —ha conminado el presidente Morales—, que Chile presente una propuesta concreta en el marco de las resoluciones de la OEA para que se inicie formalmente un proceso de negociación para que Bolivia acceda con soberanía al Pacífico”. 

Es oportuno y conveniente conocer cuál es ese aludido “marco de las resoluciones de la OEA”. Todo comienza con la resolución de 1979, cuyo contenido y alcance da lugar a todas las posteriores resoluciones. En ellas resalta la de 1983, que fue acompañada por Chile, que, por esa única vez, no se opuso como en todas las otras oportunidades. El marco negociador tiene, entonces, un elemento declarativo, otro considerativo y otro resolutivo. 

En lo declarativo se sostiene: “Es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Pacífico”. Este es el punto de partida que, a la vez, es el objetivo que plantea el instrumento internacional. 

Se considera, además, que “es necesario conseguir con espíritu de fraternidad e integración americana, el objetivo señalado en el punto anterior y considerar una paz estable, que estimule el progreso económico y social en el área directamente afectada por las consecuencias del enclaustramiento de Bolivia”. Se debe tomar en cuenta que la paz en la región es inestable y precaria porque Bolivia no obtiene una salida soberana y útil al mar. 

Finalmente, se resuelve: “Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico. Todas las negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales”. 

Lo fundamental que se decide, independientemente de lo que podría tomarse en cuenta, es recomendar: 1.– que se inicien negociaciones; 2.– que se tome en cuenta los derechos e intereses de las partes; y 3.– que la solución sea equitativa. 

Al solicitar el presidente Morales al presidente Piñera una propuesta concreta sobre el tema marítimo, pareciera que estamos volviendo al escenario precambio de estrategia, con la diferencia de que ahora Bolivia tiene un elemento de presión que se refleja en la amenaza de acudir a tribunales internacionales, táctica que podría interpretarse como que nuestra posición habría sido reforzada, lo que, en parte, es cierto, sin olvidar que también las condiciones de negociación han sufrido un evidente deterioro en cuanto a la confianza, no sólo por el supuestamente abrupto cambio en la estrategia sino, y especialmente, por el empecinamiento chileno de prolongar ad infinitum la construcción de confianza mutua, sin demostrar una real voluntad de avanzar, lo que provocó la frustración boliviana que, a la vez, motivó el cambio de estrategia. 

Enmarcar la negociación en las resoluciones de la OEA o, dicho de otra manera, buscar un padrinazgo del organismo regional deberá tomar en cuenta que el Secretario General es un chileno, bien chileno, que nunca dejará de ser chileno y, por tanto, muy difícil de que no se apegue a los intereses de su país, como ha demostrado elocuentemente en declaraciones relativas al problema. Adicionalmente, hay que estar conscientes de que, al igual que en la Dirección de Reivindicación Marítima, nuestra representación ante la OEA está encabezada por personas sin ninguna experiencia o formación en la complicada temática, y mucho menos conocimiento del delicado arte de la negociación internacional. 

En esta materia, independientemente del marco negociador, la improvisación puede traducirse en fiascos cantados y la falta de idoneidad negociadora puede repetir las frustraciones experimentadas. 

Abogado internacionalista

Fernando Salazar Paredes

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