viernes, 5 de noviembre de 2010

La Haya tiene la palabra. si el fallo es contrario a Chile se puede esperar una guerra con Perú. amargo presagio de un buen porcentaje de la población

Un 19,6% de los peruanos cree que si Chile pierde el litigio por los límites marítimos entablado por Perú ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya iniciará un conflicto bélico, según una encuesta elaborada por universidades de ambos países, difundida hoy en Santiago.


Sin embargo, según el estudio, realizado por la Universidad Diego Portales de Chile y la Universidad Católica del Perú y publicado en su edición de hoy por la revista chilena Qué Pasa, sólo un 6,7% de chilenos cree que su vecino reaccionaría de esa manera y un 48,1% considera que Perú acataría un fallo adverso.


La encuesta, que recoge la opinión de 2.500 peruanos y chilenos, fue elaborada con el objetivo de medir las percepciones sociales que estas naciones tienen de cada una, a sólo días de que Perú presente el 9 de noviembre la réplica a la contramemoria chilena por el litigio marítimo.
Perú busca establecer ante el tribunal internacional el límite marítimo entre ambos países, que según este país nunca fue fijado, y que Chile traza en función de dos tratados, suscritos en 1952 y 1954, que el Gobierno peruano no considera que tengan carácter limítrofe, señalando que son acuerdos pesqueros.


Para ello, Perú presentó en enero de 2008 la demanda ante la CIJ y en marzo de 2009 fundamentó su posición en un documento denominado "memoria", tras lo que Chile respondió el 9 de marzo de 2010 con una "contramemoria".


Según el estudio, sólo un 28,4 por ciento de los peruanos encuestados cree que los chilenos acatará un fallo adverso, ya que la mayoría ve a su vecino del sur como "un país agresor, que hurtó, violó y saqueó" sus tierras en la Guerra del Pacífico (1879-1883).
La percepción de conflictividad y la desconfianza hacia el país vecino no es unánime y varía mucho en función del estrato económico y el nivel educativo.


En este sentido, el estudio revela que a mayor nivel socieconómico y a mayor acceso a la educación, el pueblo confía más en las instituciones y no ve al rival como una amenaza, independientemente de cómo se resuelva el litigio marítimo.


Las mujeres son las que presentan mayor desconfianza hacia su país vecino teniendo en cuenta que un 23,3 por ciento de las peruanas teme que Chile inicie un conflicto armado (frente al 19,6% general) y un 8,3 por ciento de las chilenas (frente al 6,7% general) cree que los vecinos reaccionarían de esa manera.


El informe analiza además la percepción que tiene cada país de sí mismo.
Los resultados revelan que Perú tiene menos autoestima y que sólo un 28,9 por ciento de sus ciudadanos cree que su país es "muy importante" a nivel internacional, frente al 42,3 por ciento de los chilenos que ve a su país de esta manera.
Perú ve a su vecino como un "alumno aplicado" en la región que ha logrado una transición hacia la democracia re

lativamente pacífica, implantar un modelo económico exitoso y una estabilidad política que presta garantías para la inversión extranjera.
Para Perú, Chile es un país "ganador" que tiene poder e influencia en Latinoamérica.

lunes, 1 de noviembre de 2010

mar para Bolivia está en pleno debate y se presentan variantes como la del Senador Escalona "soberanía compartida" opina


El senador chileno por el Partido Socialista (PS), Camilo Escalona, aseveró este domingo que se debe buscar una solución a la petición de Bolivia para tener salida al mar y para ello aseguró que un buen concepto sería pensar en una "soberanía compartida". En entrevista con el programa 24 Horas (TVN), Escalona aseveró que los expertos "debiesen preocuparse de encontrar un concepto. Yo me atrevo a sugerir que nuestros técnicos exploren el concepto de una soberanía compartida". "Así como Bolivia exige una salida con soberanía y en la mayor parte de la opinión pública chilena quiere una solución sin soberanía, tenemos que buscar un punto intermedio", enfatizó. Respecto a los dichos del senador UDI Pablo Longueira, quien se mostró favorable a entregar salida soberana al mar para Bolivia, Escalona valoró "la valentía", pero sostuvo que el parlamentario "se equivocó al decir que un gobierno de centroderecha lo iba a resolver y por la reacción de sus principales líderes, ellos no quieren".

domingo, 31 de octubre de 2010

la firmeza del planteamiento ideológico de Mesa merece una lectura práctica del gobierno ahora que Perú ha dado un paso positivo en el tema del MAR.

Le toca mover ficha a Chile. Por lo pronto, el encuentro Morales-García no ha caído bien en Santiago. Es que descoloca lo que parecía un juego perfecto en el que La Moneda manejaba, por primera vez desde 1879, todos los hilos con Bolivia

Por fin, casi cinco años después de haber comenzado su gestión, el Gobierno comienza a entender la importancia de las políticas de Estado. La más importante, la referida al tema marítimo. Como tal debió ser tratada desde 1879 y, contra la opinión generalizada, hasta 2005 se asumió casi siempre como cuestión de Estado.

Era obvio que Bolivia no podía desarrollar una política bilateral positiva con Chile cuya argamasa fuera una pésima relación con el Perú. Menos aún si la base de esa “luna de miel” eran las buenas palabras de la presidenta Bachelet, los vítores recibidos por Morales en el Estadio Nacional de Santiago y la retórica vacía de la “diplomacia de los pueblos”.

Cualquier tratamiento de la cuestión debe partir de una certeza, no existe posibilidad alguna de mirar el pasado, enfrentar el presente y proponer el futuro sin contar con tres protagonistas, no con dos ni con uno, con tres: Bolivia, Perú y Chile. Por múltiples razones geográficas, históricas y demográficas, las tres naciones están indisolublemente ligadas y, en lo que toca a la región en la que están sus áreas directas de influencia y su desarrollo interno equilibrado e integral, están destinadas a construir el futuro juntas. Pero, no nos engañemos, para lograrlo, la injusta mediterraneidad boliviana requiere de una solución definitiva. La palabra “definitiva” pasa por la necesidad de cumplir lo más importante, que los tres pueblos acepten que esa hipotética solución cierra para siempre una herida de la historia aún abierta. Muy probablemente esa solución no será plenamente satisfactoria y dejará más o menos descontentos a todos, pero a la vez dejará a todos convencidos de que será lo posible, lo razonable, lo que cada país pueda de buena fe hacer para conseguirla. El discurso de que no se debe encarar el siglo XXI con ojos del siglo XIX es retóricamente rentable pero objetivamente mentiroso. La única forma de mirar este siglo con realismo es entendiendo que lo que hay que resolver es un problema generado en el siglo XIX y que, se diga lo que se diga, ése es el nudo gordiano a superar. Otra cosa es que las soluciones que se pongan sobre la mesa de discusión estén adecuadas a este tiempo, lo que no quiere decir que, a título de realismo y pragmatismo, se pretenda zanjar el asunto vendiéndonos espejitos de colores.

Los presidentes Morales y García han dado un paso que no hace otra cosa que colocar a los tres jugadores donde estuvieron antes de que los insultos, los adjetivos innecesarios y las pataletas de diverso tono, los desacomodaran. Los avances entre Bolivia y Perú logrados en 1992 por Jaime Paz Zamora y Alberto Fujimori, a los que contribuimos en 2004 con el presidente Toledo, se han recuperado, profundizado y mejorado. Hay que celebrar que así haya ocurrido. Toca ahora –a tenor de los ríos de tinta que ha provocado este nuevo acuerdo en Chile– reiniciar una estrategia en la que Bolivia administre con moderación e inteligencia sus vínculos con Santiago. Morales tiene un diálogo fluido y aparentemente abierto y bien intencionado con su colega Piñera. Del abrazo de Charaña a esta parte nunca las relaciones entre ambas naciones estuvieron mejor. Bolivia debe mantener esa línea abierta y avanzar sin reticencias en los nutridos temas de agenda bilateral, salvo en dos asuntos que tras el significativo acercamiento con Lima han recuperado jerarquía, Silala y el mar.

Es inaceptable llegar a un acuerdo con Chile sobre el supuesto del reconocimiento de que las aguas del Silala son parte de un río con un curso de aguas sucesivas, y menos creer que recibir unos millones de dólares como “pago” no retroactivo por su uso es un buen negocio.

Con esa lógica, también el Tratado de 1904 debía aceptarse como un buen negocio. Ese razonamiento es pedestre y ratifica, cuando menos, desconocimiento de lo que es una estrategia internacional en un grave diferendo por cuestiones de principio, de fondo y de forma.

En cuanto al mar, Bolivia debe, una vez repuesta su política de Estado, volver al razonamiento de que para nosotros no hay escenarios limitados ni de tratamiento ni de negociación, valen pues el multilateral, el bilateral y el trilateral. Este último es probablemente el más importante y sin duda imprescindible. En lo inmediato, se debe poner más atención y recibir una adecuada y fluida información sobre la controversia chileno-peruana por aguas territoriales en la zona que nos afecta. Además, se debe actuar para aprovechar –ahora sí realmente– las ventajas que ofrece Perú en Ilo.

Le toca mover ficha a Chile. Por lo pronto, el encuentro Morales-García no ha caído bien en Santiago. Es que descoloca lo que parecía un juego perfecto en el que La Moneda manejaba, por primera vez desde 1879, todos los hilos con Bolivia.

El futuro pasa por La Paz, Santiago y Lima de modo simultáneo e inexcusable. El día en el que los gobernantes de los tres países se sienten a discutir la solución será el primer día en el que se pueda creer en un acuerdo posible. Mientras eso ocurra, debemos aplaudir el paso dado, la recuperación de una política de Estado por parte de nuestro Gobierno.
Subrayo dos nombres: David Choquehuanca y Manuel Rodríguez.

El autor fue Presidente de Bolivia

sábado, 30 de octubre de 2010

con relativo optimismo Los Tiempos considera que el accionar de Bolivia podría sacar de la rutina el tema marítimo con Chile dados ls recientes hechos

Es el tiempo de la experiencia y la serenidad; cualquier mal paso seguirá postergando todo atisbo de solución a nuestro enclaustramiento

Los trascendidos difundidos por el periódico chileno La Tercera –que cubre en forma regular el tema de las negociaciones entre Bolivia y Chile, particularmente el del mar, y que cuenta con buenas fuentes– en sentido de que Chile esperará el fallo de La Haya en su diferendo con Perú para presentar al país una propuesta sobre la demanda marítima han sido tajantemente desmentidos por el ministro de Relaciones Exteriores boliviano.

De acuerdo a nuestra autoridad, en la agenda de trabajo de la próxima reunión bilateral entre los viceministros de ambas cancillerías el tema del mar está incluido y no hay, hasta el momento, ninguna propuesta oficial de parte de Chile para modificarla.

Además, reiteró que a su criterio los medios de comunicación no son los canales adecuados para tratar este tipo de temas.

Si bien la posición del Ministro es correcta, mucho se ha dicho en las últimas semanas a través de los medios y en encuentros bilaterales para poder reencauzar el tema por los mecanismos regulares. Lo que alteró la rutina en la que han ingresado los encuentros entre las cancillerías de Chile y Bolivia fueron las declaraciones del Presidente y Canciller peruanos apoyando la demanda marítima boliviana en el acto de relanzamiento de Boliviamar en el puerto de Ilo, en las que, además, afirmaban que ese país no pondrá obstáculos a una hipotética concesión de una salida al mar por territorios que antes eran de Perú siempre y cuando se mantengan las actuales servidumbres.

Al parecer estas declaraciones tomaron desprevenidos a los representantes del actual oficialismo chileno. Sin más, surgió la iniciativa de someter a consulta popular si Chile daba o no salida al mar a Bolivia, que fue apoyada por otro de la oposición generando un debate que parecía salir del control de la burocracia diplomática del vecino país. Fueron el ex presidente Ricardo Lagos y su canciller Soledad Alvear quienes pusieron orden en el ámbito político al sostener que la única posibilidad de que Bolivia cuente con salida al mar es por la “Línea de la Concordia” en Arica y que, por tanto, la última palabra la tiene Perú, pues por el Tratado de Ancón Chile no puede ceder territorio que antes de la Guerra del Pacífico le pertenecía “a una tercera potencia”.

Es en este contexto que La Tercera difunde que Chile no hará referencia al tema hasta que salga la sentencia de La Haya sobre límites marítimos entre Chile y Perú. Si es cierta esta información, se puede interpretar –más allá de los deseos del canciller boliviano– que el tema de las negociaciones sobre el mar entre Bolivia y Chile corren el peligro de volver a los cauces rutinarios, extremo que, obviamente, Bolivia debe evitar.

Para ello, no está de más insistir en que el Ministerio de Relaciones Exteriores debe, por un lado, constituir un consejo de expertos en la materia para que los pasos que se den en este complejo tema no sean producto de la improvisación. Por el otro, hacer comprender, particularmente dentro de la estructura administrativa, que el rector de estas negociaciones es el Canciller en consulta con el Presidente; el resto debe acompañar la negociación, no referirse a ella, pues cualquier mal paso que se dé seguirá postergando esta irrenunciable demanda nacional.

pobrísima la actuación del Canciller convertido en un pelele de Evo, no tiene asidero su intento de ser independiente.el original le patea el trablero

Desde el primer día en que don David Choquehuanca se hizo cargo de la Cancillería, nos hemos condolido sinceramente, primero, porque la diplomacia nunca fue su oficio y porque tuvo que desmantelar el ministerio de Relaciones Exteriores para dar cabida a sus correligionarios masistas que sabían menos que él; segundo, porque estaba escrito que la política exterior del Gobierno se dictaría desde el Palacio Quemado y no desde la vetusta casona de la otra esquina de la plaza Murillo.

Ha concluido una gestión de gobierno, ha comenzado la siguiente, y sin embargo David Choquehuanca permanece como jefe de la diplomacia boliviana, aunque es sincero al reconocer que le resulta difícil aprender los avatares de este delicado trabajo. No obstante, el Canciller trata de hacer todo lo que está a su alcance, aunque se enfrenta a un obstáculo insuperable, que no es la frágil oposición política por cierto, sino el que menos se podría esperar: el presidente Evo Morales. Cualquier Canciller ya le habría tirado el cargo a S.E. y se hubiera marchado más que rápido.

¿Cuántas veces Choquehuanca ha estado negociando voluntariosamente con EEUU para recomponer las relaciones entre los dos países? ¿Y cuántas veces S.E. le ha torpedeado su labor o, simplemente, ha ignorado lo que estaba haciendo la Cancillería? ¿Cuántas veces Bolivia ha anunciado que en determinada fecha se normalizarían las relaciones con la Unión? Hasta se ha cometido el error – ahora esparcido por todos lados – de afirmar que se “restablecerán” las relaciones con EEUU, cuando éstas jamás se han roto o suspendido.

Pues bien, en estos días, el Canciller ha anunciado, una vez más, que ya tiene listo un nuevo acuerdo de cooperación con Washington, al que sólo le faltan “pequeños detalles” y que ojalá se firme hasta fin de año. Sin embargo, el torpedo que han lanzado desde el Palacio Quemado ya explotó en las narices de Choquehuanca. S.E. se fue en su flamante y carísimo avión a Irán, para abrazarse con Ahmadineyad, blasfemar contra el imperialismo gringo y ¡cosa peliaguda! definir que Irán será el socio estratégico para la explotación del litio en el Salar de Uyuni, según la agencia oficial de noticias ABI. Por mucho menos que esto, hace unos años, ya se hubiera provocado un maremágnum a bala limpia en toda Bolivia. ¿Sabía el sometido Choquehuanca que su Presidente lo iba a dejar otra vez en la picota? ¿Tiene espíritu de mártir el Canciller?

Ni créditos, ni bancos binacionales, ni factorías militares, ni vainas. S.E. le ha seguido la huella a Hugo Chávez para incomodar a EEUU, pero esta vez ha aplicado un rodillazo diplomático en los testículos al más grandote. Jugó al fútbol con Ahmadineyad pero el rodillazo estratégico se lo dio a los gringos. Esto borra cualquier posibilidad de recomponer los vínculos con Norteamérica, salvo, claro, que el señor Obama acepte, resignado, el sopapo. Mientras tanto S.E. anuncia al mundo que Bolivia tiene reservas de litio para los próximos 5.000 años; Chile ya está en plena producción y seguramente que feliz si vende durante el resto del siglo. Es suficiente. ¿Por qué somos tan idiotas nosotros?

En el tema de Ilo no se le puede dar los créditos a la Cancillería boliviana, porque se sabe de memoria que eso fue algo resucitado por el hábil embajador peruano en La Paz que, como debe ser, tiene todo el apoyo de su Canciller y del presidente Alan García. La pertinaz mezquindad política que nos caracteriza, ha hecho que ni siquiera se mencione el nombre de Jaime Paz Zamora en este retorno al mar peruano. Jaime Paz y Fujimori fueron los artífices de Ilo, fueron quienes tuvieron la visión de dar ese paso. Se cambió el nombre de Boliviamar por MarBolivia y asunto concluido. Cree ahora el MAS que ignorando el nombre de una persona se la puede borrar de la Historia.

Más allá de lo útil que pueda resultar Ilo para Bolivia, lo descollante ha sido el revuelo que produjo en Santiago. Pensamos que Perú se jugó a fondo para inquietar a Chile y que lo ha logrado. Quedó al desnudo la diplomacia festiva de Chile con Bolivia. Ahora debería jugárselas Bolivia, también a fondo, y pedirle a Chile que se deje de jorobar con la oxidada Agenda de los 13 puntos y que nos diga cuáles han sido los progresos en materia marítima, que, permanentemente, vino anunciando el presidente Morales, cada vez que se encontraba con la señora Bachelet. Esto puede ser materia de un juicio de responsabilidades a S.E. cuando llegue su momento. Ya está de buen tamaño que los chilenos nos hagan lamer el chupetito de que en cuanto se logre la “confianza recíproca” se hablará del mar. ¡Si en el último lustro las encuestas dicen que en Chile cada vez nos quieren menos!

Bien en todo caso por Bolivia. Nuestro país ha ganado, no tanto por poder construir una base naval en Ilo, que es risible, sino por lo que ha dicho Alan García. Eso de que Perú “jamás será un obstáculo” para el retorno de los bolivianos al mar, es trascendental. Afirmar que “…es un derecho de justicia y un anhelo absolutamente justificado que tiene el pueblo boliviano”, nos cae del cielo. Chile tendrá que ser bastante más flexible con esa agenda embaucadora a la que nos tiene sometidos, con el beneplácito increíble del presidente Morales

jueves, 28 de octubre de 2010

cien veces ha reclamado Bolivia y otras 100 veces Chile le dió largas, falló con las soluciones nuestras de salida al mar.

Esperanza cien veces fallida

Mauricio Aira

Apenas concluidas las acciones armadas inmediatamente después de la Guerra del Pacífico Bolivia inauguró la serie de reclamos que Chile incumplió. Si uno se detiene a estudiar el tema consultando entre otros estudiosos a Juan Pereyra Fiorilo, Raul Botelho Gozálvez, Valentín Abecia comprueba con lujo de detalles las reclamaciones sin cuenta ante la injusticia de la mal llamada guerra que nos cercenó nada menos 400 kilómetros de costa frente al Pacífico, comprueba queChile respondió siempre con evasivas por cuanto de su diccionario diplomático excluyó el tema marítimo, hasta cuando Pinochet en un arranque de sinceridad prometió a Bánzer encontrar la fórmula que pusiera fin al alegato boliviano.

Charaña entró a la historia cuando ambos autócratas se dieron el abrazo que marcó el inicio de una negociación que parecía loable. “Bolivia tendrá pronto su salida soberana al mar” fue la promesa que confirió la oxigenación a Bánzer por algún tiempo. Pinochet cumplió su parte al enviar mediante el embajador extraordinario Guillermo Gutiérrez Vea Murguía un memorial de 24 puntos que la cancillería banzerista se apresuró a socializar con militares, empresarios, las agrupaciones que le eran leales y comités cívicos formados por notables como Cochabamba que rechazaron la propuesta.

Existían al menos dos condiciones inaceptables. La primera el asunto del canje territorial o sea Chile pretendía recibir en territorio potosino el mismo número de kilómetros cuadrados de la franja que iría a ceder de 12 kilómetros pegada a la frontera con Perú y segunda que “Bolivia renunciara solemne y definitivamente al tema de la reivindicación marítima” Tal condicionamiento fue inaceptable para los notables cochabambinos invitados ante Bánzer.

Nueva esperanza significa un futuro plebiscito en Chile para saltar por sobre el mandato constitucional de no ceder a Bolivia ni un metro cuadrado de su territorio. Algunos políticos adelantan opinión al considerar viable el procedimiento. ¡Albricias! Qué mejor para Bolivia si acaso se realizara la consulta y si acaso el resultado fuera favorable al reclamo nacional de soberanía. En la negociación tiene parte importante el vecino Perú, otrora aliado durante la contienda e igualmente perdidoso ante Chile. Nuestra diplomacia ha sostenido siempre que el tema es tripartito mientras que el victorioso de la Guerra del Pacífico se niega rotundamente a su presencia en la negociación.

Elemento nuevo y muy valioso, inédito hasta antes de ahora. Perú no pondrá piedras en el camino y favorecerá el tratamiento del pedido de Bolivia de un acceso al mar por territorio que fue propiedad de Perú. Esto es nuevo, y aunque por el momento no pasa de una declaración del Presidente Alan García al conceder a Bolivia en calidad de comodato por los próximos 99 años el enclave de Ilo frente al Pacífico, hoy en día carente de la básica infraestructura de un puerto operable por mar y tierra. La palabra presidencial tendrá que ser corroborada por el Parlamento para ser tomada en cuenta.

El acalorado debate que tiene lugar ahora mismo debería conducir a retirar la exigencia chilena de una compensación territorial en el departamento de Potosí, en realidad Chile no tendría porqué exigir de Bolivia un canje si el territorio del posible corredor se encuentra en área de expectativa peruana. En otras palabras Chile no puede vender lo que no le pertenece.

Moviéndonos siempre en el terreno especulativo y de visión al futuro encontramos que restaría en pie la exigencia sine-quanon de una solemne renuncia de Bolivia, para siempre jamás de su derecho a la reivindicación marítima. Es posible que el asunto podría resolverse en otra consulta popular, aunque ya sabemos el resultado. Los ciudadanos formados en el espíritu y la mente de la Republica de Bolivia votarían por el NO, lo que conduciría a la negativa de Chile a firmar acuerdo alguno, por tanto el nuevo intento, la nueva promesa de darnos salida al mar con soberanía plena vendría a resultar en una nueva esperanza fallida de retorno al mar.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Chile ha incumplido su palabra a lo largo del siglo y pico que nos separa de la Guerra del Pacífico. porqué habremos de creerle? medular en El Día

Chile y Perú están jugando una partida de ajedrez geoestratégico y diplomático que involucra directamente a otros países de la cuenca del Pacífico, en concreto a Ecuador y a la mediterránea Bolivia. El diferendo limítrofe que enfrenta a los gobiernos de Sebastián Piñera y Alan García, que se va a dirimir en la Corte Internacional de La Haya, provoca que ambos países busquen aliados en la región para que respalden sus posiciones.
Chile y Perú se encuentran a la espera de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que debe definir la frontera marítima entre Perú y Chile. La demanda fue interpuesta en enero de 2008 por el gobierno de Alan García.
Perú argumenta que los tratados firmados en 1952 y 1954, los cuales durante medio siglo han definido las fronteras marítimas, son sólo acuerdos pesqueros. Por el contrario, Chile sostiene que esos dos mismos convenios demuestran que ya existe una frontera marítima con Perú.
El litigio involucra a terceros países ya que un pronunciamiento del Tribunal favorable a Perú, dejaría a Bolivia con pocas posibilidades de pedir a Chile un acceso soberano al océano Pacífico.
La iniciativa chilena
Tras presentar Perú su demanda en La Haya, Chile buscó desde el primer momento aislar a su vecino del norte y encontrar aliados regionales. Para ello fue clave el acercamiento a Rafael Correa. En agosto pasado, los presidentes de Chile, Sebastián Piñera y el de Ecuador suscribieron una declaración conjunta a través de la cual ratificaron la validez de los convenios de 1952 y 1954, que también fueron firmados por Perú en su momento.
En esa declaración se sostiene que “los presidentes de Ecuador y Chile destacaron la plena coincidencia respecto de la vigencia, los alcances y contenidos de la Declaración de Santiago de 1952 y del Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, y expresaron su satisfacción por los logros derivados de los mismos”.
Chile necesita a Ecuador como aliado en su pleito con Perú y que el gobierno de Correa no se persone en el Tribunal de La Haya. Eso explica el despliegue de Piñera para cuidar su relación con el ecuatoriano.
De hecho, Piñera fue el primer presidente en viajar a Quito para respaldar al presidente ecuatoriano, tras la reciente rebelión policial. En esa misma visita, Piñera obtuvo lo que buscaba cuando Rafael Correa dijo que su país no entrará en la disputa planteada ante la Corte de La Haya.
Además con Ecuador, el gobierno de Sebastián Piñera ha tratado de mejorar las relaciones con Bolivia, algo mucho más difícil teniendo en cuenta las diferencias históricas pues los ejecutivos bolivianos reclaman una salida al mar desde 1879.
Evo Morales ha logrado entablar buenas relaciones con Sebastián Piñera pese a que es mucho más lo que les separa que lo que les une, como admitió el propio Morales: “saben chilenos y bolivianos que hemos superado la desconfianza. Pero también es histórica la agenda de los 13 puntos que por primera vez incluye el tema del mar. Entonces, nuestro deseo con el Presidente (Piñera) es continuar en base a los 13 puntos. Esa es la forma de cómo buscar la confianza. Sólo cuando hay confianza podemos resolver nuestros problemas”.
Es una mejoría que viene, como recuerda Michael Shifter en FP, de tiempos de Michael Bachelet: “fue durante el gobierno de Bachelet cuando se diseñó un marco entre Chile y Bolivia para gestionar más eficazmente las previamente inestables relaciones bilaterales. En julio de 2006, las administraciones de Bachelet y Morales negociaron, no sin esfuerzo, una agenda global de 13 puntos que abarcaba diversos temas, incluyendo cuestiones de integración fronteriza, cooperación en materia de seguridad y defensa, gestión de recursos hídricos y energía e incluso ciencia y tecnología”. Allí se incluyó por primera vez la demanda boliviana de una salida al Pacífico.
Sebastián Piñera ha seguido por esa línea y ha confirmado la disposición de abrir el puerto de Iquique como zona de libre tránsito para las exportaciones bolivianas, y la puesta en marcha del tren Arica-La Paz.
Como señalaba Michael Shifter en el diario El Colombiano “en el campo internacional Piñera, hasta ahora, ha sorprendido a muchos latinoamericanos que esperaban una línea ideológica más dura. Su relación con el presidente boliviano Evo Morales ha sido notable. Sería difícil imaginar dos polos más opuestos, tanto en experiencia como en pensamiento, que el campeón del libre mercado en Chile y el líder indígena de los cultivadores de coca en Bolivia”.
Shifter recuerda que “desde la posesión de Piñera el pasado mes de marzo (cuando ambos jugaron fútbol juntos), hasta la visita de Morales a la mina San José (donde uno de sus compatriotas estuvo atrapado), los líderes de los dos vecinos, que mantienen un problema limítrofe aún por resolver que data de la Guerra del Pacífico, mantienen una relación amistosa. Por ahora, en cualquier caso, el pragmatismo parece sobreponerse a las ideologías”.
Incluso, el reciente rescate de los mineros, uno de ellos boliviano, fomentó la luna de miel, según el propio Evo Morales: “es un hecho histórico e inédito que une cada día más y más. Trae una mayor confianza entre Bolivia y Chile y, sobre todo, entre los presidentes…Para el pueblo boliviano será inolvidable el esfuerzo del presidente Piñera. Muchas gracias por el rescate de nuestro hermano”.
La última jugada peruana
Piñera comenzó llevando claramente la iniciativa diplomática en esta partida: aseguró su histórica alianza con Ecuador y conservó unas relaciones amistosas con Bolivia. Pero el contraataque ha llegado de manos de Alan García, quien olvidando insultos y pleitos anteriores con Evo Morales ha decidido otorgarle a Bolivia acceso al Océano Pacífico.
La historia es larga: en 1992, el entonces presidente de Bolivia Jaime Paz Zamora y Alberto Fujimori firmaron un acuerdo por el que Perú cedió cinco kilómetros de costa y una extensión territorial de 1.635 kilómetros para Bolivia, por 99 años renovables. El proyecto se llamó Boliviamar.
El acuerdo no avanzó nada en 18 años. Pero este 19 de octubre, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Perú, Alan García, relanzaron el proyecto de Ilo, que además de cambiar el nombre de la zona (ahora Mar Bolivia en vez de Boliviamar) incluye mayores ventajas para Bolivia que accede a un punto de atraque y a una zona económica especial, donde se podrán realizar diversas actividades económicas.
Bolivia consiguió; asimismo, la ampliación de la zona franca especial, por 99 años renovables, sobre un área de 3.58 km, aunque la mayor parte de las exportaciones bolivianas se hacen por puertos chilenos como el de Arica.
En una clara muestra de que el objetivo es meter presión a Chile, Alan García aseguró que “el Perú jamás será un obstáculo en el diálogo bilateral que debe conducir a que Bolivia recupere su salida soberana al mar”.
García señaló que el anhelo boliviano de acceso al mar “es un derecho de justicia”: “Bolivia siempre ha soñado con esto, y su anhelo más caro es tener su mar, y puede lograrse con buena voluntad, con un trabajo de pedagogía y convencimiento”.
Aún fue más lejos cuando dijo: “Bolivia necesita el respaldo de sus hermanos para hacer frente común en respaldo de un derecho… Es injusto que Bolivia no tenga salida soberana al mar”.
Ante esta iniciativa peruana, Sebastián Piñera hizo hincapié en que “la relaciones Chile-Bolivia y Chile-Perú están mirando al futuro, a resolver los problemas. El pasado nos divide, el futuro nos une; y el futuro tiene que ganarle siempre al pasado”.
Chile-Perú, más cerca pero más lejos
Pese a todo esto, los presidentes del Perú, Alan García, y de Chile, Sebastián Piñera, se han esforzado por profundizar las relaciones bilaterales poniendo a un lado el litigio sobre la frontera marítima que se dirime ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Ambos han dado muestras de querer privilegiar su relación económica y comercial que es excelente. Para Alan García, Perú y Chile están “en el camino de descongelar y fortalecer nuestras relaciones”.
Para Sebastián Piñera la relación es “fructífera y fecunda” y debe permitir proyectos de “integración física, buscando un sistema de aduanas integradas que facilite la movilidad de las personas”, y de “integración energética”: “somos capaces de superar (las diferencias) por la vía del derecho internacional, por la vía de los tratados internacionales”.
Para el 25 de noviembre está previsto un viaje de Sebastián Piñera a Lima, donde será recibido por Alan García, en un buen momento de la relación bilateral, en el que las inversiones chilenas (el grupo Cencosud entre otros) se fijan en Perú y las peruanas (el Grupo Brescia, por ejemplo) en Chile, o cuando ambos gobiernos avanzan en el proceso de homologación para medición de gastos militares, transparencia y trabajo en conjunto de sus respectivas Fuerzas Armadas. Esa excelente relación sólo se ve alterada y enturbiada por el problema limítrofe.

Con el objetivo de meter presión a Chile,
Alan García aseguró que “Perú jamás será un obstáculo en el diálogo bilateral para que
Bolivia recupere su salida soberana al mar”.