miércoles, 27 de octubre de 2010

Chile ha incumplido su palabra a lo largo del siglo y pico que nos separa de la Guerra del Pacífico. porqué habremos de creerle? medular en El Día

Chile y Perú están jugando una partida de ajedrez geoestratégico y diplomático que involucra directamente a otros países de la cuenca del Pacífico, en concreto a Ecuador y a la mediterránea Bolivia. El diferendo limítrofe que enfrenta a los gobiernos de Sebastián Piñera y Alan García, que se va a dirimir en la Corte Internacional de La Haya, provoca que ambos países busquen aliados en la región para que respalden sus posiciones.
Chile y Perú se encuentran a la espera de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que debe definir la frontera marítima entre Perú y Chile. La demanda fue interpuesta en enero de 2008 por el gobierno de Alan García.
Perú argumenta que los tratados firmados en 1952 y 1954, los cuales durante medio siglo han definido las fronteras marítimas, son sólo acuerdos pesqueros. Por el contrario, Chile sostiene que esos dos mismos convenios demuestran que ya existe una frontera marítima con Perú.
El litigio involucra a terceros países ya que un pronunciamiento del Tribunal favorable a Perú, dejaría a Bolivia con pocas posibilidades de pedir a Chile un acceso soberano al océano Pacífico.
La iniciativa chilena
Tras presentar Perú su demanda en La Haya, Chile buscó desde el primer momento aislar a su vecino del norte y encontrar aliados regionales. Para ello fue clave el acercamiento a Rafael Correa. En agosto pasado, los presidentes de Chile, Sebastián Piñera y el de Ecuador suscribieron una declaración conjunta a través de la cual ratificaron la validez de los convenios de 1952 y 1954, que también fueron firmados por Perú en su momento.
En esa declaración se sostiene que “los presidentes de Ecuador y Chile destacaron la plena coincidencia respecto de la vigencia, los alcances y contenidos de la Declaración de Santiago de 1952 y del Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954, y expresaron su satisfacción por los logros derivados de los mismos”.
Chile necesita a Ecuador como aliado en su pleito con Perú y que el gobierno de Correa no se persone en el Tribunal de La Haya. Eso explica el despliegue de Piñera para cuidar su relación con el ecuatoriano.
De hecho, Piñera fue el primer presidente en viajar a Quito para respaldar al presidente ecuatoriano, tras la reciente rebelión policial. En esa misma visita, Piñera obtuvo lo que buscaba cuando Rafael Correa dijo que su país no entrará en la disputa planteada ante la Corte de La Haya.
Además con Ecuador, el gobierno de Sebastián Piñera ha tratado de mejorar las relaciones con Bolivia, algo mucho más difícil teniendo en cuenta las diferencias históricas pues los ejecutivos bolivianos reclaman una salida al mar desde 1879.
Evo Morales ha logrado entablar buenas relaciones con Sebastián Piñera pese a que es mucho más lo que les separa que lo que les une, como admitió el propio Morales: “saben chilenos y bolivianos que hemos superado la desconfianza. Pero también es histórica la agenda de los 13 puntos que por primera vez incluye el tema del mar. Entonces, nuestro deseo con el Presidente (Piñera) es continuar en base a los 13 puntos. Esa es la forma de cómo buscar la confianza. Sólo cuando hay confianza podemos resolver nuestros problemas”.
Es una mejoría que viene, como recuerda Michael Shifter en FP, de tiempos de Michael Bachelet: “fue durante el gobierno de Bachelet cuando se diseñó un marco entre Chile y Bolivia para gestionar más eficazmente las previamente inestables relaciones bilaterales. En julio de 2006, las administraciones de Bachelet y Morales negociaron, no sin esfuerzo, una agenda global de 13 puntos que abarcaba diversos temas, incluyendo cuestiones de integración fronteriza, cooperación en materia de seguridad y defensa, gestión de recursos hídricos y energía e incluso ciencia y tecnología”. Allí se incluyó por primera vez la demanda boliviana de una salida al Pacífico.
Sebastián Piñera ha seguido por esa línea y ha confirmado la disposición de abrir el puerto de Iquique como zona de libre tránsito para las exportaciones bolivianas, y la puesta en marcha del tren Arica-La Paz.
Como señalaba Michael Shifter en el diario El Colombiano “en el campo internacional Piñera, hasta ahora, ha sorprendido a muchos latinoamericanos que esperaban una línea ideológica más dura. Su relación con el presidente boliviano Evo Morales ha sido notable. Sería difícil imaginar dos polos más opuestos, tanto en experiencia como en pensamiento, que el campeón del libre mercado en Chile y el líder indígena de los cultivadores de coca en Bolivia”.
Shifter recuerda que “desde la posesión de Piñera el pasado mes de marzo (cuando ambos jugaron fútbol juntos), hasta la visita de Morales a la mina San José (donde uno de sus compatriotas estuvo atrapado), los líderes de los dos vecinos, que mantienen un problema limítrofe aún por resolver que data de la Guerra del Pacífico, mantienen una relación amistosa. Por ahora, en cualquier caso, el pragmatismo parece sobreponerse a las ideologías”.
Incluso, el reciente rescate de los mineros, uno de ellos boliviano, fomentó la luna de miel, según el propio Evo Morales: “es un hecho histórico e inédito que une cada día más y más. Trae una mayor confianza entre Bolivia y Chile y, sobre todo, entre los presidentes…Para el pueblo boliviano será inolvidable el esfuerzo del presidente Piñera. Muchas gracias por el rescate de nuestro hermano”.
La última jugada peruana
Piñera comenzó llevando claramente la iniciativa diplomática en esta partida: aseguró su histórica alianza con Ecuador y conservó unas relaciones amistosas con Bolivia. Pero el contraataque ha llegado de manos de Alan García, quien olvidando insultos y pleitos anteriores con Evo Morales ha decidido otorgarle a Bolivia acceso al Océano Pacífico.
La historia es larga: en 1992, el entonces presidente de Bolivia Jaime Paz Zamora y Alberto Fujimori firmaron un acuerdo por el que Perú cedió cinco kilómetros de costa y una extensión territorial de 1.635 kilómetros para Bolivia, por 99 años renovables. El proyecto se llamó Boliviamar.
El acuerdo no avanzó nada en 18 años. Pero este 19 de octubre, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Perú, Alan García, relanzaron el proyecto de Ilo, que además de cambiar el nombre de la zona (ahora Mar Bolivia en vez de Boliviamar) incluye mayores ventajas para Bolivia que accede a un punto de atraque y a una zona económica especial, donde se podrán realizar diversas actividades económicas.
Bolivia consiguió; asimismo, la ampliación de la zona franca especial, por 99 años renovables, sobre un área de 3.58 km, aunque la mayor parte de las exportaciones bolivianas se hacen por puertos chilenos como el de Arica.
En una clara muestra de que el objetivo es meter presión a Chile, Alan García aseguró que “el Perú jamás será un obstáculo en el diálogo bilateral que debe conducir a que Bolivia recupere su salida soberana al mar”.
García señaló que el anhelo boliviano de acceso al mar “es un derecho de justicia”: “Bolivia siempre ha soñado con esto, y su anhelo más caro es tener su mar, y puede lograrse con buena voluntad, con un trabajo de pedagogía y convencimiento”.
Aún fue más lejos cuando dijo: “Bolivia necesita el respaldo de sus hermanos para hacer frente común en respaldo de un derecho… Es injusto que Bolivia no tenga salida soberana al mar”.
Ante esta iniciativa peruana, Sebastián Piñera hizo hincapié en que “la relaciones Chile-Bolivia y Chile-Perú están mirando al futuro, a resolver los problemas. El pasado nos divide, el futuro nos une; y el futuro tiene que ganarle siempre al pasado”.
Chile-Perú, más cerca pero más lejos
Pese a todo esto, los presidentes del Perú, Alan García, y de Chile, Sebastián Piñera, se han esforzado por profundizar las relaciones bilaterales poniendo a un lado el litigio sobre la frontera marítima que se dirime ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Ambos han dado muestras de querer privilegiar su relación económica y comercial que es excelente. Para Alan García, Perú y Chile están “en el camino de descongelar y fortalecer nuestras relaciones”.
Para Sebastián Piñera la relación es “fructífera y fecunda” y debe permitir proyectos de “integración física, buscando un sistema de aduanas integradas que facilite la movilidad de las personas”, y de “integración energética”: “somos capaces de superar (las diferencias) por la vía del derecho internacional, por la vía de los tratados internacionales”.
Para el 25 de noviembre está previsto un viaje de Sebastián Piñera a Lima, donde será recibido por Alan García, en un buen momento de la relación bilateral, en el que las inversiones chilenas (el grupo Cencosud entre otros) se fijan en Perú y las peruanas (el Grupo Brescia, por ejemplo) en Chile, o cuando ambos gobiernos avanzan en el proceso de homologación para medición de gastos militares, transparencia y trabajo en conjunto de sus respectivas Fuerzas Armadas. Esa excelente relación sólo se ve alterada y enturbiada por el problema limítrofe.

Con el objetivo de meter presión a Chile,
Alan García aseguró que “Perú jamás será un obstáculo en el diálogo bilateral para que
Bolivia recupere su salida soberana al mar”.

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