Una vez más, a una gestión exitosa del Ministro de Relaciones Exteriores, como es el resultado de su cabildeo sobre al akulliku, le sigue un difícil congelamiento. Estuvo como personaje de acompañamiento en la cumbre de la Celac en Santiago de Chile (más aparecieron el Ministro de la Presidencia y el Vicecanciller), en Bolivia son el Vicepresidente del Estado y la Ministra de Comunicaciones las autoridades que se refieren al tema de las relaciones con Chile, y el jueves, mientras él se encontraba de gira y se había reunido con su homólogo español, quien le había expresado el malestar de su Gobierno por las nacionalizaciones de empresas de ese país, un fiscal instruía el allanamiento de las oficinas de Sabsa en La Paz, empresa que está bajo tuición española.
Previamente, cuando se iba concretando, después de años de laborioso trabajo, la normalización de las relaciones con Estados Unidos e incluso ese país ya solicitó la aceptación de su nuevo embajador, resurgió la línea antiestadounidense del Presidente del Estado y su Ministro de la Presidencia que en cuestión de días cambiaron su percepción del caso de extorsión y acusaron al estadounidense que lo desató y, en el mejor estilo de la Guerra Fría, denunciaron que estadounidenses realizaron investigaciones en Chacaltaya con fines de tortura de gente antiimperialista (a las horas, se supo que la investigación a la que aludían no tenía objetivos de esa índole y fue de conocimiento de la universidad pública). Además, no se sabe si el Gobierno ya ha enviado, como corresponde, el respectivo “placement” o ha optado por un silencio negador.
Mientras tanto, el Canciller, como en otras oportunidades, se aferra a un silencio desorientador justificado en sus largos periplos por el mundo.(subeditorial de Los Tiempos)