Mauricio Aira
Se ha puesto en el tapete “los tratados secretos” que surgen como resultado de la Guerra del Pacífico y que se tramitan y suscriben entre Chile y Perú para cerrarle el paso a Bolivia cuando llegado el caso demande una salida soberana al MAR. Veamos la opinión de los entendidos. Primero de Juan Pereyra Fiorilo que escribió sendos estudios sobre nuestra reivindicación marítima y que cita documentos de indudable factura para afirmar: en 1929, Chile firmó un pacto secreto con Perú (el veto de 1929) por el cual se repartió Arica para Chile y Tacna para Perú . Se señala que ni Chile ni Perú podrán, sin previo acuerdo, ceder a una tercera potencia (Bolivia) los territorios señalados. Carlos Mesa en ejercicio de la Presidencia de la República pronunció similar afirmación.
Por si alguno pone en duda que el tal acuerdo secreto existe nombramos a historiadores destacados, incluyendo algunos chilenos que lo testimonian: Roberto Querejazu Calvo que escribiera el libro más documentado y voluminoso Chile enemigo de Bolivia antes y después de la Guerra del Pacífico, Joaquín Aguirre Lavayén, Miguel Angel Di Cio, Horacio Andaluz, Ignacio López Merino, José Gamarra Zorrillo, además de Pereyra Fiorilo y Carlos Mesa mencionados arriba. No se puede poner en duda la existencia del acuerdo que como lo calificara acertadamente Walter Guevara Arce, “es la llave con que el Perú cerró las puertas de salida al mar (del candado) que nos puso Chile”.
Cuando los cívicos potosinos organizan la defensa de las aguas del rio Silala situado en la cordillera de Los Andes antes del “divortio aquarum” que divide los territorios y por tanto en pleno suelo boliviano, se advierte el traspié de la administración Morales que despliega a su canciller Choquehuanca con un discurso conciliador ante la tribuna patriótica de los potosinos. “No hay ningún acuerdo definitivo. Tenemos cuatro años para negociar. Lo preliminar siempre se puede mejorar” y otras explicaciones parecidas que han logrado el efecto contrario a tranquilizar, han alborotado más aún el profundo sentimiento anti-chileno de las masas, quéchuas y aymaras que viven a lo largo de la extensa frontera con Chile. La duda persiste, pese a las reuniones con delegados del gobierno y cuando se ha declarado una huelga de hambre para conseguir hablar con el Presidente éste anunció que los recibiría. Un ingrediente extra contiene la declaración del Presidente García “es posible que exista ya un acuerdo entre Chile y Bolivia” puesto que no se explica la beligerancia de Morales en contra de Perú y la docilidad y sumisión frente a Chile.
Naturalmente que García no menciona, ni tampoco el Canciller chileno la existencia del pacto secreto, aunque se extraña el primero de no tener noticia oficial alguna. “no hay nada acordado, son especulaciones” ha dicho Fernández al anotar que Chile nunca ha firmado pactos bajo la mesa “con cultura de otros países, no es cultura chilena” lo que constituye una gran mentira porque el secreto de 1929 existe y no es cuento y ello había sido nomás parte de la cultura chilena. Preocupado el Canciller Fernández no tanto por consideración a sus vecinos, sino por la oposición interna, la proximidad de las elecciones y las peticiones de informe que no tardarán en aparecer.
Lo que diga el Gobierno en el ámbito nacional no tiene, es de lamentar, la importancia esperada. Porque la Administración ha dicho tantas mentiras, ha pronunciado tantas declaraciones y juramentos que más tarde se han mostrado como medias verdades o como burdas maniobras para engañar al soberano, cansado de no poder confiar en su propio gobierno.
Es posible que Chile, como lo hiciera muchas veces a lo largo de la post guerra se haya comprometido y ofrecido territorios al norte de Arica, previa compensación con tierras de Potosí ricas en minerales y agua dulce. El célebre Abrazo de Charaña entre Bánzer y Pinochet fue otra burla sangrienta con la faja territorial ofrecida, no obstante que Perú había dado su plácet inicial sugiriendo soberanía compartida fue rechazada por Chile que hizo abortar la negociación . (1975) ¿cómo podemos seguir creyéndole si repite el cuento del tío sin pausa? Choquehuanca que ha confesado su ningún apego a la lectura debería hacer un esfuerzo y referirse al Libro Azul de Mesa Quisbert que contiene la problemática. La recomendación vale para Evo Morales, quién ha confesado que ni siquiera lee periódicos “salvo cuando me lo sugieren concretamente” es decir los titulares.
La reacción de García Belaúnde no tardó: “No dramatizar. Es evidente que Morales ha tenido expresiones poco hirientes contra Perú. Ello no es nuevo, ha venido sucediendo desde el inicio, lo sensible es que ha ideologizado su política exterior” En Chile y Perú existe el convencimiento del uso político de su enfrentamiento cuando tramitaba su Constitución, el Referéndum y ahora las Elecciones de diciembre. En todo caso algo se viene cocinando a espaldas del pueblo boliviano.
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