domingo, 25 de julio de 2010

Otra vez Los Tiempos nos advierte y van cincuenta del hundimiento de la cúspide cónica del Cerro Rico. Estudiarán la topografía y mendigarán ayuda it.

El Cerro Rico de Potosí está a punto de desmoronarse. Es tan frágil lo poco que todavía sostiene ese cascarón vacío que aún le da su emblemática forma cónica, que nadie deberá sorprenderse si un día de éstos el paisaje de Potosí se queda sin el mayor símbolo de toda su fortuna y sus infortunios.

Las advertencias sobre la posibilidad de que se produzca la catástrofe no son nuevas. Desde hace ya mucho tiempo que expertos en temas geológicos y sensibles al valor intangible pero inconmensurable, desde el punto de vista histórico y cultural del Cerro Rico, tratan inútilmente de llamar la atención sobre el riesgo. Todo en vano.

Tampoco sirve de algo saber que durante los últimos doce meses se ha incrementado en un 50 por ciento la frecuencia de los hundimientos. Indiferentes, aún sabiendo que uno de esos derrumbes puede ser el último y que sus cuerpos pueden quedar enterrados, diez mil mineros siguen entrando a diario al subsuelo para abrir con dinamita más socavones de los que extraen miles de toneladas de plomo, plata y zinc.

Ante tan dramática realidad, las autoridades del sector prefieren seguir minimizando el riesgo y descalificando como “alarmistas” a quienes temen lo peor. Sin embargo, y a pesar de su escepticismo, han decidido hacer algo al respecto. Publicarán durante los próximos días una convocatoria para un estudio topográfico y luego iniciarán gestiones para mendigar en el exterior los recursos necesarios para pagarlo. Se prevé que dentro de unos cuantos años estarán listos para decidir qué hacer.

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