martes, 23 de marzo de 2010

ABAROA Y CABRERA PARADIGMAS DE LA NACIONALIDAD. Jorge Soriano hasta hace poco Presidente del Comité Pro Mar publica en Los Tiempos


En el oasis de Calama, donde la naturaleza parece haber encontrado y concentrado su vigor robusteciente para endulzar la rígida monotonía del desierto ilímite, Ladislao Cabrera y Eduardo Abaroa coordinaron y se hermanaron para transitar el camino del peligro que dio inicio a la usurpación chilena del litoral boliviano y el enclaustramiento asfixiante en que es sometida Bolivia.
El peligro que vivieron los personajes, Cabrera y Abaroa, es preludio de los males que siguen castigando al país, porque la mayor parte de los presidentes y gobernantes que manejaron el poder ignoraron el imprescindible conocimiento y ejercicio de patriotismo honesto y respetuoso de un país encaminado a recorrer el sacrificado sendero del progreso.
Para el cumplimiento de ese objetivo patriótico, Cabrera mostró la voluntad e inteligencia contraídas a la necesidad de resistir la traidora invasión que sorprendió al hogar boliviano en la encrucijada de una mala vecindad cargada de traiciones, donde desembocaron los afanes de conquista chilenos.
Abaroa es la detonación fulgurante que ilumina los ámbitos de la tragedia nacional con un grito de sangre y de fuego, como centinela caído, antes de hundirse en el silencio de la muerte.
Desde el principio de la guerra, iniciada traidoramente por Chile, Ladislao Cabrera, aún sin ejercer conscientemente cargo oficial alguno, en conocimiento de la traidora ocupación de Antofagasta, se replegó de Caracoles a Calama llevándose el destacamento de “rifleros sin zapatos” que comandaba el coronel Fidel Lara. Allí por su tesón patriótico y la autoridad de su prestigio, se convirtió en el paladín y admirador de la defensa y en el jefe de la heroica fracción de 135 hombres mal armados para enfrentar a 8.020 invasores bien equipados. De ese grupo patriota estuvo de segundo comandante Eduardo Abaroa, el predestinado al sacrificio singular.
Es histórica la anécdota en la que Cabrera, poco antes de la defensa del Topáter, recomienda a Abaroa ejemplificar su acción con relevante comportamiento personal, Abaroa contesto con tranquila resolución: “Parece señor, que usted no tiene confianza en mí. Verá usted el día del combate ….” ¿No hay en este diálogo una carga psicológica que convierte la promesa del soldado civil en incandescente explosión anímica de superación humana? Se diría que los amigables reproches de Cabrera colocaron una bomba de tiempo en el corazón de Abaroa, defensor sin paralelo.
Eduardo Abaroa, en la defensa del puente del Topáter, mostrando el valor y el temple indescriptible, acribillado exhausto y casi moribundo, apretando su rifle inutilizado retó al enemigo poderoso diciéndole: ¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela, carajo!”
Antes que la frase extraordinaria de Abaroa está la respuesta espartana de Cabrera al pliego de intimación de los usurpadores chilenos: “Cualquiera que sea la superioridad numérica de las fuerzas en cuyo nombre se me intima la rendición, defenderé hasta el último tramo la integridad del territorio de Bolivia”. Este no es el prólogo sino la base misma de la acción del Topáter.
Este resumen histórico de la lección del verdadero patriotismo que dieron los héroes civiles de la defensa de Bolivia en el Topáter no ha sido ni es tomada en cuenta por la mayor parte de los gobiernos bolivianos, que muchos de ello, llegaron a la traición. Gloria a los héroes civiles del Topáter.
Gloria a Ladislao Cabrera. Gloria a Eduardo Abaroa, por siempre para los bolivianos que luchan por la existencia del país con dignidad. El autor es fundador del Comité Cívico pro Mar

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