lunes, 16 de noviembre de 2015

Manfredo Kemppf se adentra en "la herencia de los líderes chilenos" que les dejaron los usurpadores de territorio ajeno a Perú y Bolivia para que resuelvan en el imposible entuerto. están ahí nertes sin atinar a una medida salvadora, mientras en el mundo crece la simpatía por la causa marítima boliviana

Chile no va a tener la amistad sincera de sus vecinos debido a su pasado expansionista y avasallador que han recibido como herencia los actuales chilenos, con la responsabilidad de arreglar los entuertos pasados. Haberle arrebatado Tarapacá y Arica a Perú y todo Atacama a Bolivia, dejándola en el más deplorable enclaustramiento, es algo difícil de explicar. Claro que la dirigencia chilena del siglo XIX sabía muy bien cuánto valían los territorios peruanos y bolivianos y decidieron arrebatarlos aunque fuera al precio de una guerra. Lo que le ha producido en beneficios económicos toda esa inmensa zona conquistada, bien valió la pena, aunque ahora Chile deba enfrentar situaciones incómodas que trata de solucionar por la vía diplomática.
El problema está en no querer reconocer los males producidos a sus vecinos del norte –sobre todo a Bolivia– y de insistir en que todo está resuelto y que Chile no le debe nada a nadie. Durante décadas los chilenos llegaron a afirmar que su país había ‘recuperado’ el desierto de Atacama. Es decir que no había despojado a Bolivia y que al no haberle quitado nada, nada tenía que devolverle. Estudiando la secundaria en Chile, país al que quiero mucho porque le dio asilo a mi padre, me quedaba pasmado por la forma como enseñaban la historia. Era una falsificación total de los hechos. Pero eso aprendían mis compañeros y los niños chilenos y esa idea falsa la mantienen.

Por eso este tema no tiene un destino que no sea el permanente enfrentamiento: Chile afirma que no piensa ‘regalarle’ a Bolivia ni un metro de su extenso litoral y Bolivia, que sabe que le fueron arrebatados 400 km de costa, no puede entender las avaras razones del vecino y protesta con razón. Seguiremos insistiendo en un puerto soberano en el Pacífico, por los siglos de los siglos. Tal vez cuando se oigan las trompetas del Apocalipsis, Chile ceda. Mientras tanto, hay que pleitear y quejarse en todas partes.

Eso de que Chile padece de geofagia, no deja de ser cierto. Si los argentinos se descuidaban un poco, ya les hubieran quitado medio país. Ambicionaban la Patagonia, que, según aprendí también en el colegio en Santiago, era chilena. No hay que olvidar que en los años 70, Chile estaba amenazado por Argentina, hasta que se destrabó el conflicto del Beagle y de la región de los hielos y los argentinos quedaron conformes. Ahora Chile no necesita hacer maniobras militares en el sur, sino en el norte, para amedrentar a sus dos vecinos que quedaron resentidos

sábado, 24 de octubre de 2015

no pecar de infantilismo, de victoria cantada, cuando hay tanto que andar nos recomienda Carlos Antonio Carrasco que estuvo presente en La Haya y que como diplomático y enviado especial de La Razón pudo cubrir las actuaciones judiciales

Cuando el 24 de septiembre la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, emitió su fallo declarándose competente para considerar el caso Bolivia vs. Chile, por decisión del voto positivo de 14 jueces contra dos disidentes, con toda razón resonaron las trompetas de la victoria en La Paz, provocando desazón en Santiago, donde un malabarismo semántico distorsionó la determinación judicial en un consuelo ingenuo, encastrado en la expresión de su presidenta “Bolivia no ha ganado nada”.
En cambio en La Paz, en desfile amorfo, personajes de todo color se declaraban padres de la victoria, incluyendo a uno que sostiene que ya en el 2000 habría escrito confidencialmente sobre “los actos unilaterales de los Estados”. A esa perla hay que añadir declaraciones de ilustres estadistas latinoamericanos, la invocación del papa Francisco en favor del diálogo, las sagaces gestiones del vocero de la demanda marítima boliviana en el exterior, el entusiasmo de los movimientos sociales y otros factores positivos que se manifestaron en favor de la demanda boliviana. Todo ello muy útil para concientizar al mundo acerca de esa justa causa.
Sin embargo, en rigor a la verdad, ninguno de esos gestos tuvo (ni tendrá en el futuro) un ápice de influencia en las decisiones de la CIJ. Y precisamente por esta circunstancia tiene alto valor el fallo que declara competente al máximo tribunal internacional de la ONU para tratar la demanda marítima boliviana; sentencia que es, tanto en su preámbulo de premisas como en su parte resolutoria, una admirable pieza de arquitectura jurídica que ni siquiera Chile pudo objetar.
No obstante, este primer paso tan auspicioso no es nada más que una etapa procedimental, porque la batalla comenzará —realmente— cuando se trate el fondo de la demanda, the merits, en inglés. De allí que el motivo de regocijo antes mencionado fue innecesariamente sublimado y traducido en apoyos externos totalmente superfluos, como lo es una encuesta que tabulaba el porcentaje atribuido a cada uno de los fautores del éxito.
Ciertamente, sin el coraje político del presidente Evo Morales para presentar la demanda a la corte de La Haya, las gestiones posteriores obviamente no hubiesen tenido lugar. Me pregunto cuál hubiese sido la reacción en el país si la objeción preliminar chilena hubiera sido aceptada. Seguramente rodarían las cabezas de chivos expiatorios. Es preciso recordar que los argumentos elaborados principalmente por el equipo internacional de abogados y la presentación oral de éstos complementaron la exitosa arremetida boliviana. Entonces, el gran ganador de la contienda fue el derecho, cimentado en las doctas opiniones de la CIJ. Por lo tanto, insistir en que hubo un derrota chilena solo crea anticuerpos contraproducentes, que podrían inducir a los jueces de la CIJ a buscar en su futuro fallo un equilibrio que denote su imparcialidad.
En otro nivel, las invocaciones del presidente Morales y del agente Eduardo Rodríguez Veltzé para entablar un diálogo directo con Chile se inscriben en los usos diplomáticos más sofisticados y efectivos. Se ve con preocupación que la satisfacción popular por el fallo conlleva también a utilizar la algazara en la politiquería cotidiana, ya sea como estandarte oficialista en el referendo venidero o como arma de mal gusto por la Alcaldía paceña opositora cuando opta por condecorar a los gestores más conspicuos del trámite marítimo, minimizando al Canciller, quien, en rigor, es el jefe de aquellos.
El laborioso logro de haber forjado una política de Estado en torno al problema marítimo debe ser preservado con suma cautela hasta que las audiencias en la Corte Internacional de Justicia se reasuman el 25 de julio de 2016. 

lunes, 19 de octubre de 2015


Una cuestión de ética

Humberto Vacaflor Ganam

El abogado Ramiro Orías escribió, hace quince años, la tesis que con tanto entusiasmo, pompa y muchos pero muchos ingresos, han hecho suya los funcionarios bolivianos ante La Haya, por el tema del mar.
El joven abogado estudió el tema a profundidad y encontró el hilo del argumento que ha venido a desestabilizar la estrategia chilena a tal punto que ahora se habla en Santiago de destituir a la seña Michelle Bachelet y llamar a elecciones, que las ganaría con facilidad Ricardo Lagos.
La paradoja es que Orías elaboró su tesis cuando estudiaba en Chile, como se ha revelado ahora. Él lanzó la idea y luego se dedicó a sus cosas. No sospechaba que pudiera tener tanta repercusión, pero lo que jamás se le pasó por la mente fue que quienes usarían su tesis decidieran ignorarlo a él, al autor.
La difusión de una entrevista a Orías provocó las iras de un ex mininistro del gobierno del MAS que ahora se dedica a los negocios. Dijo este exministro que es algo sin importancia saber quién es el autor de la tesis, porque lo verdaderamente importante es que fue el presidente Evo Morales quien impulsó todo este proceso, y que sólo él es que tiene los méritos y debe recibir los todos los reconocimientos.
Se trata de un tema de ética que, al parecer, el exministro no entiende. Tendrá sus razones para sostener que el autor de una idea, de una tesis, no merece ningún reconocimiento. Es un detalle que tiene que ver con su formación personal, y no vale la pena juzgarlo.
Lo que es preocupante es que todo el equipo de abogados nacionales y extranjeros, además de dos expresidentes bolivianos, hayan decidido ignorar al autor de la tesis. Ni siquiera hubieran necesitado incluirlo en las delegaciones de funcionarios bien pagados: hubiera bastado con que dijeran, ante lo bolivianos, los chilenos y el mundo, que la idea es del abogado Ramiro Orías.
Le está pasando a Orías lo que le ocurrió a Colón, que descubrió este continente pero todo el honor y la gloria fue para Américo Vespucci. En ese caso se trató de unos imprenteros holandeses, como se sabe. Siempre los imprenteros: aquí, los que estuvieron a cargo del libro del mar.
Ama plagio, señores.
Vacaflor.obolog.com

domingo, 18 de octubre de 2015

El Deber, cuya cortesía agradecemos, nos permite transcribir las respuesta a 16 preguntas que le planteó el Diario Mayor de SC, y que el Canciller de Chile Heraldo Muñoz aprovecha para responder a los cuestionamientos de Carlos Mesa y de los Jueces de La Haya. muy ilustrativo.

A casi un mes del fallo de la Corte Internacional de La Haya, el canciller chileno Heraldo Muñoz accedió a una entrevista con el Diario Mayor EL DEBER desde Santiago de Chile. Pidió que sea por escrito y respondió a un cuestionario de 16 preguntas.

El canciller Muñoz, que por primera vez, en medio de la demanda marítima, concede una entrevista a un medio escrito boliviano, aseguró que con el fallo Bolivia flexibilizó su postura de salida soberana y ahora incluso habla de otras soluciones pragmáticas.

Desacreditó al exjuez español Baltasar Garzón que expresó su apoyo a la demanda de Bolivia calificándola de “absolutamente justa” y reconoció que, en este momento, la relación entre el presidente Evo Morales y su homóloga chilena, Michelle Bachelet, están en un “clima enrarecido”.

_¿Esperaba usted la sentencia de la Corte Internacional de La Haya en los términos en que se ha producido el 24 de septiembre? Lo importante no es lo que se esperaba, sino lo que se pedía. Bolivia en todos sus escritos y hasta la primera ronda de alegatos pidió a la Corte que le impusiera a Chile una obligación con resultado garantizado. La Corte decidió excluir esta petición fundamental de Bolivia. De hecho, la sentencia de la Corte resolvió dos cosas: Limitar la demanda boliviana, dejando fuera su petición principal que a Chile se le impusiera una obligación de negociar con un resultado predeterminado y, segundo, dejar que el juicio siguiera pero solo para discutir la existencia de una supuesta obligación de negociar. Destaco lo anterior, pues en Bolivia no se ha difundido suficientemente el verdadero alcance de la decisión de la Corte.

_¿Qué le dice a usted un fallo en el que tan amplia mayoría de jueces (14 de un total de 16) avaló la competencia de la Corte, rechazando la objeción a su jurisdicción planteada por Chile?La objeción de incompetencia no fue una objeción per se. No fue una objeción por la objeción en sí misma, sino un instrumento para el objetivo primordial de defender la integridad territorial de Chile. Y eso se consiguió. Lo que me dice el fallo es que Bolivia tuvo que incurrir en un sacrificio muy grande para seguir adelante con el juicio. Para esquivar la objeción chilena, Bolivia tuvo que retractarse de su petición principal y renunciar a su aspiración de que la Corte adoptase una sentencia de salida soberana en su favor. Eso ya sabemos que no va a ocurrir, porque la Corte así lo declaró en su fallo del 24 de septiembre pasado. Lo más que podría declarar la Corte es la existencia de una obligación de negociar de buena fe entre las partes sobre una salida soberana, donde cualquier resultado seguirá dependiendo, como ocurre hoy, de la voluntad de Chile y Bolivia. Esa es la realidad.

Adicionalmente, Bolivia tuvo que hacer otro sacrificio, del cual también la Corte tomó nota en su sentencia. Me refiero a que al definir Bolivia qué se entiende por salida soberana flexibilizó su postura tradicional hablando no solo de corredor o enclave soberano sino también de zonas especiales u otras soluciones pragmáticas. Bolivia puso en duda su reclamo de cesión territorial.

¿Qué consecuencias políticas se han dado por la sentencia de La Haya?
Que resulta lamentable que los múltiples ámbitos de colaboración e integración posibles entre ambos países, con amplia perspectiva de ganancia para nuestros pueblos, se hayan visto afectados por esta demanda unilateral que consideramos como un error. Deberíamos estar coordinándonos, Chile y Bolivia, para enfrentar los desafíos del desarrollo del 2030 o el 2040 y estamos discutiendo sobre el siglo pasado o el antepasado.

_Viendo ahora el resultado ¿cree usted que fue un acierto plantear una objeción preliminar a la jurisdicción de la Corte o era mejor ir directamente al fondo del asunto? Fue un acierto, sin duda. De haber ido directo al fondo habríamos quedado con la demanda en toda su amplitud. Es cosa de revisar lo que perdió Bolivia buscando defenderse de nuestra objeción y las dudas que dejó instaladas.

_¿El fallo de La Haya obligará a Chile a reajustar su estrategia?Esta es una nueva etapa de un proceso que se inició en abril del 2013. Reajuste de la estrategia, no. Estrategia diferente en función de una etapa distinta, evidentemente. Ahora utilizaremos argumentos que no podíamos esgrimir en la etapa de la excepción preliminar porque estaban vinculados al fondo de la discusión. En adelante lo que corresponde explicar es que la supuesta obligación de negociar no existe.

_¿Es cierto que las autoridades chilenas le pidieron a las bolivianas solicitar a la Corte de La Haya una demora para la lectura del fallo, debido a la proximidad de la Asamblea de la ONU?De ninguna manera. En su momento lo que se exploró fue mover la fecha en un par de días dado que algunos de nuestros abogados extranjeros no podían estar el 24 en La Haya. Todo lo demás es ficción.

_Usted habla de buscar ‘fórmulas imaginativas’, pero que no toquen la soberanía. Desde su punto de vista, ¿cuáles son esas fórmulas imaginativas?Ha habido conversaciones en el pasado. Ese es un desafío que solo tiene sentido tratar si existiese voluntad política, y no con un juicio en la Corte Internacional de La Haya.

_También habla de mejorar las condiciones de acceso al mar para Bolivia. ¿Cuál es el alcance específico de su propuesta? ¿A qué se refiere?Eso es lo que habría que explorar, en un marco de relaciones normales y disposición al diálogo que no ha estado presente por parte de Bolivia los últimos años. Difícilmente se puede entablar un diálogo cuando un país se resiste a restablecer relaciones diplomáticas, imponiendo condiciones inaceptables, y cuando existe una campaña comunicacional de ofensas en contra de nuestro país y nuestro Gobierno en todos los foros imaginables. Así no se avanza, se retrocede y se pierde un tiempo muy valioso.
Heraldo Muñoz Valenzuela
HERALDO MUÑOZ VALENZUELA

MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE
CARGO: CANCILLER DE CHILE
EDAD: 67 AÑOS
NACIÓ EN: SANTIAGO
SU TRAYECTORIA
Heraldo Benjamín Muñoz Valenzuela es especialista en relaciones internacionales. Tiene doctadorados en ciencia política e hizo estudios en las universidades de Denver, Harvard y la estatal de Nueva York. Durante la presidencia de Ricardo Lagos fue ministro vocero; fue embajador de Chile ante la ONU; y desde marzo de 2014 es ministro de Relaciones Exteriores de Chile, en el Gobierno de Michelle Bachelet.



_Usted declaró que Chile salvó su soberanía territorial en La Haya. ¿Por qué lo dice con tanta seguridad, toda vez que la Corte puede decidir en un futuro que Chile debe sentarse a negociar?Porque la Corte descartó en su fallo una obligación de resultado que afecte la soberanía chilena, y salvaguardó debidamente la plena vigencia del Tratado de 1904.

_Si el tribunal de La Haya dispone que Chile se siente a negociar con Bolivia ¿lo hará?No me voy a poner en situaciones hipotéticas; pero puedo decir que Chile es un país respetuoso del derecho internacional, algo que ha demostrado con creces.

_¿No cree que ha llegado el momento de que Bolivia y Chile se sienten a conversar de buena fe y con espíritu abierto y constructivo sobre el objeto de la demanda boliviana? Chile y Bolivia se han sentado varias veces a conversar de buena fe. Lo que sucede es que Bolivia no puede pretender imponer una fórmula contraria a la integridad territorial de mi país. Por lo demás, como bien dice Walter Montenegro (historiador y exdiplomático boliviano) en su libro Oportunidades perdidas, la mayor parte de las veces que ambos países han conversado, no se ha llegado a un acuerdo por circunstancias internas de Bolivia; no por culpa de Chile.

_¿Le preocupa que Bolivia sume respaldo de personalidades internacionales, como el exjuez español Baltasar Garzón?No. Especialmente considerando que él habría reconocido que contempló ser abogado de la demanda boliviana.

_El papa Francisco ha dicho que la demanda marítima de Bolivia es “justa”, ¿qué opina usted?El papa habló en el contexto de una visita pastoral a Bolivia (en julio), habló de un “anhelo” y no tomó partido en el caso que está conociendo la Corte de La Haya. Llamó al diálogo diplomático con los vecinos y Chile respondió ofreciendo restablecer relaciones diplomáticas con Bolivia de inmediato y sin condiciones. La respuesta del presidente boliviano fue una agresión verbal.

_Inicialmente ¿por qué aceptó la entrevista en Canal 7 BTV, pero luego se negó a venir a Bolivia?Nunca acepté ir a Bolivia. Lo que dije fue que sí aceptaba, y continuo aceptando encantado una entrevista con el canal oficial de Bolivia. Pero, el solicitante de la entrevista no puede pretender imponerle a quien se desea entrevistar las condiciones del dónde, cómo y cuándo.

_¿Cómo vio usted las repercusiones en Chile de la entrevista que le hizo Televisión Nacional de Chile (TVN) al portavoz de la demanda marítima de Bolivia, Carlos D. Mesa? No la vi, pues estaba en la Asamblea General en Nueva York. Me da la impresión de que la entrevista tuvo más repercusión en Bolivia que en Chile.

_¿Cómo califica las actuales relaciones entre la presidenta de Chile, Michelle Bachelet y su homólogo de Bolivia, Evo Morales?Mucho menos de lo que sería deseable. La política del insulto y la descalificación por parte del presidente Morales, sumada a una demanda unilateral ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, nos tienen en un clima bilateral enrarecido. Lamentable

domingo, 4 de octubre de 2015

el articulista no se ahorra elogios para destacar la figura de Carlos Mesa, de quién nadie podría decir que no es un patriota, se ha preocupado de buscar un buen andamiaje en el campo de la lógica y la historia, para armar la estructura que convenció a la Corte de Justicia sobre las razones de Bolivia para exigir un diálogo serio, constructivo y justo conmiras a la salida al MAR que persigue Bolivia desde el mismo dia del asalto armado a nuestro Litoral Marítimo.

Ensalzar a Carlos Mesa no tiene ya mucho chiste ni me valdrá el premio a la columna más original del mes –al que usualmente aspira María Galindo en Página 7, con más denuedos y tenacidad–, luego del aluvión de aclamaciones que suscitó la entrevista a Mesa en TVN Chile.
Pero sería de envidiosos no reseñar los talentos de Carlos Mesa, su conocimiento, altura y garbo, expuestos ante la teleaudiencia chilena esta semana. De paso, en esa entrevista el país redescubrió ideales abandonados y se topó con las señas de un lenguaje político distinto. Gratifica ocuparse de estas cuestiones, en vez de las bravatas de tanto postulante local a hombre fuerte, pero de cómic.
En primer lugar, acertaron el Gobierno y Mesa al rehuir la tentación de una visita a Chile como la anunciada hace meses. Con la invitación de la TV chilena a Carlos Mesa, nadie pudo acusar –en Santiago o en el mundo– una torva intención de provocar a Chile con una exhibición de artes marciales, verbales o físicas. Parece trivial, pero no desafiar sin sentido no es para ser buenos chicos. Es para probar que la causa boliviana se defiende sola, sin mala leche. Y si se pretende negociar con Chile algún día, tampoco interesa enajenar a su opinión pública, sino inducirla a repensar. Esta veta fue entreabierta en la entrevista a Carlos Mesa.
Sin darse cuenta, con Mesa en Santiago el país también rememoró el ideal del patricio ilustrado. Para comparar, Evo Morales es de la estirpe popular, con su arquetipo del macho inexpugnable, heroico y rústico. Y García Linera ha hipotecado la irradiación de intelectual radical schick por la imagen del hombre de poder. En cambio, Mesa expresa los sueños –hasta conservadores– de las clases medias bolivianas, ansiosas por formar a los suyos en el prestigio del saber. Ese paradigma resucitó sin complejos en el desempeño de Mesa y en la reacción que originó.
En Chile, Carlos Mesa dio otra vez vida al arte público de retórica, ideas y gestualidad, desmintiendo a nuestros maestros del Realpolitik de choripan, para quienes en política sólo rinde ser marrullero o práctico. De un puesto significativo, pero relegado a la cuestión marítima, Mesa ha hecho una palestra. Que las virtudes personales no sean suficientes para manejar el poder es algo que Mesa sabe por agria experiencia, pero eso no quita la lección que presenciamos.
Mesa también hizo señas de un discurso post-opositor. Él ponderó el papel –esa obstinada voluntad– de Evo en la demanda marítima, de una forma que un opositor severo dudaría, calculando el electorado a perder. Pero ni la oposición más áspera se animó a cobrarle a Mesa ese gesto.
A la vez, en Chile Carlos Mesa tradujo su opinión adversa a la reelección de Evo, en el único momento en el que zigzagueó por no prever ese obvio flanco débil, usado por el periodista chileno –convertido ya en polemista– para evitar la rechifla de su audiencia (no ha de ser fácil entrevistar a un chúcaro como Mesa en apronte; su entrevistador no era malo, pero carecía del barniz intelectual para lidiar con el expresidente). Ya en Bolivia, Mesa ratificó su censura a la reelección, para molestia de los perdidos –del MAS– en la política pequeña y servicial.
Mesa perfiló así otra senda, que se permite apreciar los éxitos del Gobierno sin callar su crítica al oficialismo monopolista. El riesgo de esa postura es el equilibrismo, pero aun así refresca. Tiene el mérito de trascender la intragable dieta discursiva a que estamos sometidos: “el Gobierno hace todo bien/el Gobierno hace todo mal”. De esas construcciones verbales nuevas, que se arriesguen a dejar las trajinadas trincheras, se armarán las coaliciones políticas del futuro.
Fue una ocasión para reconocer a un personaje de nuestra vida pública. El país lo ha visto crecer, destacar, consentirse, atinar, equivocarse y volver a brillar. De este tiempo quedarán pocos en la memoria nacional; Evo y Carlos Mesa entre ellos. Y tal parece, como apuntaba un ojo de águila, que aún no podemos juzgar cuál será el lugar de su relevancia final.

domingo, 27 de septiembre de 2015

el texto de Carlos Mesa es fundamental para juzgar lo acontecido en La Haya hasta la fecha. Chile ha empezado una campaña de desinformación tratando de "achicar" el alcance del pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia. los tres puntos que aduce Mesa estabilidad de fronteras, el Tratado no ha resuelto los temas plendientes y terceo que los méritos de argumentación boliviana ratifica que los actos (entre Bolivia y Chile) generan hechos que hacen exigible ante una Corte. Veamos.

“La Corte rechaza la objeción preliminar interpuesta por la República de Chile por 14 votos contra dos”. “Declara que tiene jurisdicción, sobre la base del Artículo XXXI del Pacto de Bogotá, para conocer la solicitud presentada por el Estado Plurinacional de Bolivia”.
Este fallo hecho público el 24 de septiembre de 2015 se ha convertido en uno de los hechos más importantes de la compleja historia de las relaciones bilaterales entre Bolivia y Chile, desde que en 1836 Chile le declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana presidida por Andrés Santa Cruz.
La decisión de la CIJ es trascendente no solamente porque marca un incuestionable triunfo jurídico de Bolivia sobre Chile, sino porque establece algunas precisiones de la mayor importancia para el desarrollo futuro del fondo de la demanda boliviana, que está ya en plena ejecución.
Chile equivocó el camino, no sólo al plantear una innecesaria Demanda Preliminar de Incompetencia, sino sobre todo al apoyar su argumentación en la defensa del carácter “sagrado” del Tratado de 1904. Adicionalmente, descargó casi toda su artillería jurídica en esta fase de antejuicio. El resultado fue categórico. Para empezar la declaratoria inequívoca de competencia por parte de la Corte, pero sobre todo, por algunas consideraciones en el texto del fallo que marcan un antes y un después en la historia de nuestro diferendo.
Primero: la CIJ ratifica que la demanda boliviana no está basada ni directa ni indirectamente en el Tratado de 1904, lo que no sólo reconoce la veracidad de nuestra argumentación, sino que desbarata el supuesto riesgo para la comunidad internacional de que si la CIJ fallara a favor de Bolivia, se pondría en riesgo la estabilidad de fronteras en el mundo, basada precisamente en el respeto a los Tratados.
Segundo: por primera vez en nuestra historia bilateral un organismo internacional de esa jerarquía afirma que, contra las reiteradas aseveraciones de Chile, el Tratado no ha resuelto ni cerrado los temas pendientes entre ambos países (léase la mediterraneidad forzada de Bolivia). No sólo eso, le recuerda a Chile que sí hay un tema pendiente que debe resolverse. El Tratado tiene el lugar que le corresponde, pero deja de ser el alfa y el omega de nuestra relación. Termina así definitivamente la afirmación chilena de que “no hay ningún problema pendiente entre ambos países”.
Tercero: La CIJ reconoce los méritos jurídicos de la argumentación boliviana al ratificar que los actos diplomáticos y las negociaciones entre Estados (Actos Unilaterales de los Estados) generan hechos jurídicos cuyo incumplimiento es exigible ante una Corte. Este reconocimiento es de la mayor importancia, porque subraya no sólo la solidez de nuestra demanda, sino que hace muy difícil para Chile demostrar que esos actos no tuvieron valor de tales, o que no pueden ser considerados como compromisos firmes jurídicamente demandables.
Ante la derrota sufrida por Santiago, sus autoridades, juristas y periodistas han intentado demostrar que Chile obtuvo una pequeña “victoria” en una de las partes del fallo de la CIJ, aquella que dice: “incluso asumiendo que la Corte vaya a encontrar la existencia de dicha obligación (de Chile de negociar con Bolivia), la Corte no podría predeterminar el resultado de ninguna negociación que se lleve a cabo como consecuencia de dicha obligación”. La lectura chilena es notable. El Agente de ese país, Felipe Bulnes, dijo que la Corte ha “mutado” la naturaleza del juicio. ¿En qué consistiría tal mutación? En que la Corte –según esa lectura-- ha limitado el alcance de su fallo y sólo va a considerar la primera parte de la demanda, aquella que establece la obligación de negociar por parte de Chile, pero no la de otorgarle, como consecuencia de esa negociación, un acceso soberano al mar. Ninguna Corte puede decidir arbitrariamente modificar el contenido de una demanda, puede fallar a favor o en contra de ella, pero no limitar su esencia jurídica y menos su contenido antes del comienzo del proceso. Sobre esa premisa fundamental está claro que la CIJ se refiere a una cuestión evidente, adelanta que no puede predeterminar las características específicas y de detalle que sobrevendría como resultado de la negociación entre ambos países referida exclusivamente a un objetivo, el acceso soberano al mar para Bolivia, no otra cosa.
É.ste es un primer paso, pero un primer paso que ha consolidado el valor incuestionable de afirmaciones históricas de Bolivia, a partir de consideraciones categóricas del máximo tribunal internacional de justicia. El largo camino que aún queda no estará exento de dificultades, pero la solidez de nuestros argumentos y la clara vocación de haber definido esta causa como una política de Estado trabajada por un equipo compacto y con una única meta, nos permite ser optimistas en cuanto al resultado que todos los bolivianos esperamos.

jueves, 24 de septiembre de 2015


a poco de conocerse el fallo del Tribunal de Justicia.

la Presidenta Michelle Bachelet emite declaración


A las 9:45 hora boliviana, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet respaldada en pleno por sus ministros, dio un discurso sobre el fallo de La Haya, que se declaró competente para resolver la demandamarítima boliviana.

La mandataria señaló sentirse convencida de haber hecho el trabajo correcto y felicitó el trabajo de su equipo jurídico. "Estamos en la misma posición en la que hubiésemos estado si decidíamos entrar de lleno en el juicio", aseguró y destacó la solidez de sus argumentos que deberían haber llevado a una "resolución contraria".

Bachelet afirmó que su país no tiene ningún tema pendiente de límites y anunció que el fallo "no afecta en nada" a su integridad territorial. "Bolivia no ha ganado nada", añadió.

De cara a lo que se viene en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la presidenta indicó la razón está de su lado y que se dejará en evidencia "las ambigüedades y falta de argumentos" de la demanda boliviana. Añadió que gobierno adoptará todas las medidas medidas necesarias para salvaguardar su territorio.

domingo, 2 de agosto de 2015

se advierte entusiasmo, casi un frenesí patriótico, en el texto que sigue de Carlos Mesa. glosa con propiedad la palabra de Francisco con relación a Chile, al MAR, a la Justicia. sin embargo de este sentimiento contagioso, debemos decir CUIDADO! NO ABUSAR DE FRANCISCO EN ESTE TRAJÍN DE PALABRAS. debemos ser cautos y no manosear la intervención papal en asunto tan delicado. ir con pies de plomo, aunque sobre seguro. si la Justicia está del lado boliviano, ésta debe brillar como el sol de mediodia!

“No es injusto que Bolivia anhele salida al mar”. “Todos los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas, tienen soluciones razonables, equitativas y duraderas”. Las palabras del papa Francisco inequívocamente favorables a la justa causa boliviana marcan uno de los hitos más relevantes de la compleja y turbulenta historia de las relaciones entre Bolivia y Chile.
Fue tal su impacto internacional que Chile no encontró mejor respuesta, al no poder cuestionar al Papa como lo hace cuando cualquier autoridad o país respalda nuestra reivindicación, que reflotar aquel golpe de efecto que buscó mi colega el presidente Lagos, ofrecer relaciones diplomáticas aquí y ahora. Pero, siempre hay un pero santiaguino en este asunto, la oferta era abrir relaciones sin condiciones.
Bolivia entendió que las palabras de Francisco planteaban un desafío a pesar de la naturaleza intrínseca de nuestra demanda ante la Corte de La Haya, que no es otra que la búsqueda de un diálogo. Es en ese contexto que se debe entender la respuesta del presidente Morales a la reacción chilena ante los vientos frescos que trajo el Papa. Morales fue muy claro, acepta reanudar relaciones diplomáticas inmediatamente sobre dos premisas tan claras como inexcusables: “estamos de acuerdo para restablecer la relaciones diplomáticas para que en menos de cinco años se resuelva el tema del mar para Bolivia, una salida al océano Pacífico con soberanía y con garante, el hermano papa Francisco”. Ojo. El Presidente fue muy claro, hablo de un garante, no de un mediador.
El Primer Mandatario hace una propuesta que toma en consideración los elementos centrales que dieron lugar a la ruptura de nuestras relaciones y que le dan sentido a su restablecimiento. No cabe duda de que hay muchísimos temas que justifican nuestro vínculo con Chile. En lo positivo los vinculados al comercio, el desarrollo económico, la complementariedad entre ambas naciones referidas a energía y agua, la potencialidad del desarrollo de zonas estratégicas entre ambos, etc. En lo complejo, cuestiones como el Lauca y el Silala. Pero es evidente, es una cuestión central que no requiere el menor análisis, que el corazón de nuestro desencuentro con Chile es el tema del mar. Una larga y frustrante historia de promesas y compromisos no cumplidos jalona la realidad de hoy. Es imposible pretender olvidarla cuando se encara la posibilidad de una normalización de nuestros vínculos.
La respuesta de Chile al Presidente tuvo dos características, su rapidez y su tono. Pruebas ambas de que la oferta de reabrir relaciones fue simplemente un golpe de efecto para aminorar la dimensión definitiva de la posición papal. Pero además esa respuesta está basada en una falta de voluntad política y en una falacia. La falta de voluntad política es evidente. No se puede pretender un diálogo cuya primera premisa sea no aceptar que el tema central por el que las relaciones están rotas no sea aceptado como cuestión central de ese restablecimiento. No se trata de abrir una negociación con precondiciones, pero si se trata de abrirlo sobre la premisa de que la cuestión básica de ese diálogo es negociar la demanda boliviana de un acceso soberano al Pacífico. La falacia fue expresada por el ministro Muñoz: “Bolivia está pidiendo el equivalente a lo que pide a la Corte. Es decir, a la Corte le pidió que Chile ceda soberanía”. No, ministro, Bolivia no le pide a la CIJ que Chile ceda soberanía. Bolivia le pide a la Corte un fallo que establezca que Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia para que como resultado de esa negociación Bolivia obtenga un acceso soberano al mar. La demanda no es un capricho unilateral boliviano, ni un pedido de un fallo arbitrario de la Corte, es el producto de los reiterados compromisos incumplidos por Chile a lo largo de más de siete décadas de negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al Pacífico. En suma, lo que Bolivia le pide la Corte es abrir un diálogo sobre ese tema en particular.
Bolivia expresa, tanto en su demanda como en su oferta de relaciones, una real voluntad política de negociar. En el segundo caso, además, propone un garante, el más creíble en el mundo, el papa Francisco, para demostrar que el objetivo esencial de nuestra política exterior puede lograrse de buena fe y con la garantía de una personalidad que ha expresado su deseo de que el diálogo sea el camino principal para resolver este tema pendiente.
El ministro Heraldo Muñoz hace otra afirmación sorprendente: “las relaciones diplomáticas se restablecen para resolver problemas o diferencias, no se puede pretender que se resuelva el problema de alguna de las partes para luego restablecer relaciones”. El problema del mar es un problema de ambos países, todo el conjunto de nuestras relaciones bilaterales está condicionado a ese problema. Ambas naciones estamos en un juicio internacional a este propósito. ¿Desde cuándo ésta es la cuestión de una sola de las partes? Pero algo más. Estados Unidos y Cuba acaban de restablecer relaciones diplomáticas, ese restablecimiento se ha hecho sobre una premisa que Cuba ha dejado bien sentada, que es imprescindible una negociación para que Estados Unidos levante el bloqueo en el Congreso y devuelva Guantánamo a la soberanía cubana. Ambas cuestiones son perfectamente equiparables a la reivindicación marítima boliviana. A pesar de ello, las relaciones diplomáticas se han reanudado. Esa reanudación prevé la negociación sobre dos cuestiones muy sensibles y complejas. ¿Cabe alguna duda sobre si es posible una reanudación que contemple la negociación del tema marítimo como elemento principal?
Lo objetivo, lo que se demuestra de modo tangible es que Chile no quiere negociar porque no tiene la voluntad política de hacerlo.

El autor fue Presidente de la República.
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domingo, 19 de julio de 2015

Los Tiempos se refiere a las dos ocasiones en que Francisco habló sobre el MAR. las expresiones han desquiciado a la diplomacia chilena. desorientada la diplomacia vecina, pero también exageradas algunas declaraciones bolivianas. termina los LT, se podría añadir no hay lugar al exitismo ni "cantar victoria antes de tiempo".

Las palabras del Papa se circunscribieron al reconocimiento básico de la necesidad de dialogar de buena fe... Por eso, así como aparece desorientada la diplomacia chilena, aparecen exageradas algunas declaraciones bolivianas
Los dos comentarios que ha hecho el papa Francisco en su visita a Ecuador, Bolivia y Paraguay, sobre la demanda boliviana de obtener una salida soberana al océano Pacífico, han terminado de desquiciar a la diplomacia chilena que, aparentemente, no puede estructurar una posición coherente, peor aún si sus actuales autoridades han decidido subordinar este tema a sus intereses de política interna.
¿Qué ha dicho el Papa en su visita? En la Catedral de La Paz dijo: “El desarrollo de la diplomacia con los países del entorno, que evite los conflictos entre pueblos hermanos y contribuya al diálogo franco y abierto de los problemas, hoy es indispensable. Estoy pensando acá en el mar. Diálogo, diálogo es indispensable. Construir puentes en vez de levantar muros. Todos los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas, tienen soluciones razonables, equitativas y duraderas. Y, en todo caso, nunca han de ser motivo de agresividad, rencor o enemistad que agravan más la situación y hacen más difícil su resolución”.
La segunda fue en el vuelo de retorno a Italia, en respuesta a preguntas de las colegas periodistas bolivianas sobre una posible mediación entre Bolivia y Chile y si es justa la demanda boliviana: “Lo de la mediación es una cosa muy delicada, y sería como un último paso (...) es la última instancia, siempre hay otras figuras diplomáticas que ayudan, en ese caso, facilitadores, etc.”.
“En este momento, yo tengo que ser muy respetuoso de esto, porque Bolivia hizo un recurso a un tribunal internacional. Entonces, si en este momento hago un comentario –yo soy jefe de un Estado– podría ser interpretado como inmiscuirme o una presión. Tengo que ser muy respetuoso de la decisión que tomó el pueblo boliviano que hizo ese recurso (...) También una tercera cosa que quiero dejar clara. Yo, en la catedral de Bolivia, toqué ese tema de una manera muy delicada, teniendo en cuenta la situación de recurso al tribunal internacional. Recuerdo perfectamente el contexto: ‘Los hermanos tienen que dialogar, los pueblos latinoamericanos dialogan para crear la patria grande, el diálogo es necesario’. Ahí me detuve, hice un silencio, y dije: “Pienso en el mar”. Y continué: “diálogo y diálogo”. Quiero que quede claro que mi intervención fue un recuerdo a ese problema, pero respetando la situación como está planteada ahora. Estando en un tribunal internacional no se puede hablar de mediación, ni facilitación, hay que esperar”.
Y respecto a si es justa la reivindicación boliviana Francisco respondió que “Siempre hay una base de justicia cuando hay cambio de límites territoriales y, sobre todo, después de una guerra. Hay una revisión continua de eso. Yo diría que no es injusto plantearse una cosa de este tipo, ese anhelo. (...) Claro, después de una guerra de ese tipo surgen las pérdidas y creo que es importante, primero, el diálogo, la sana negociación. Ahora, en este momento, el diálogo está detenido obviamente por este recurso a La Haya”.
Se trata, sin duda, de un respaldo muy fuerte al país, pero circunscrito al reconocimiento básico de la necesidad de dialogar de buena fe... que es, precisamente, el meollo de nuestro alegato ante La Haya. De ahí que así como aparece desorientada la diplomacia chilena, aparecen exageradas algunas declaraciones bolivianas.