La situación de enclaustramiento marítimo del Estado Plurinacional de Bolivia, como consecuencia de la invasión chilena a nuestro territorio, que derivó en la Guerra del Pacífico y en la suscripción del Tratado de 1904, ha sido siempre de preocupación de los pueblos latinoamericanos, toda vez que los convenios internacionales suscritos como consecuencia de un ataque armado tienen poca cabida para los criterios de la nación perdidosa, quedando las condiciones de aquéllos en función de la utilidad que representan para quienes ganan las batallas. La falta de acceso al mar de Bolivia afecta en gran medida las relaciones comerciales y políticas entre los diversos Estados, razón por la cual es innegable el interés regional o “hemisférico” del caso, tal como determinó la Organización de Estados Americanos (OEA) durante su duodécima Asamblea General, en la que se emitió la Resolución Nº 426 del 31 de octubre de 1979.
La citada resolución declaró que “es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al océano Pacífico”, y recomendó a ambos Estados iniciar negociaciones encaminadas a otorgar al país una conexión territorial libre al mar. Desde entonces, han transcurrido prácticamente 32 años, en los cuales Chile no ha dado cumplimiento a los puntos resolutivos de la norma.
La estrategia de la Cancillería boliviana, de solicitar la reivindicación de la norma promulgada el año 1979, mediante la votación de los 33 países miembros de la OEA, podría haber sido una importante victoria en la reconducción del proceso de negociación con la República de Chile. Sin embargo, el no haber introducido una resolución que trate este asunto, conforme a las reglas y procedimientos del organismo internacional hasta las 11.00 del día 6 de junio de 2011, causa un perjuicio al propósito que se perseguía.
Si bien el discurso ha sido elocuente y rememorativo respecto de los daños históricos que la ausencia de una salida soberana al mar ha representado para la nación, y en el que se ha denunciado una serie de incumplimientos por parte del país vecino, no ha sido más que una proclamación de quejas y lamentos. En síntesis, no se ha logrado una disposición vinculante que obligue al Gobierno chileno a tratar el libre acceso al mar para Bolivia.
Muchas palabras, pocos resultados. El periódico La Tercera, en la edición electrónica correspondiente al 7 de junio del año en curso, publicó que el equipo consular chileno esperaba el peor escenario, esto es, la emisión de una resolución por parte de la OEA que lo conmine a negociar con Bolivia. “Sin embargo, minutos después, la calma y las risas nerviosas volvieron”, señala la nota, toda vez que se habría desistido del plan original, presentándose simplemente una petición de correr la fecha de la Asamblea de la organización del próximo año, en la ciudad de Cochabamba.
Un inmenso alivio para los representantes del Gobierno de Sebastián Piñera, quienes se limitaron a pasar un mal momento en la 41 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, en la que han reafirmado la vigencia y validez jurídica del Tratado de 1904, expresando la soberanía que tienen los países para delimitar el derecho que regulará sus relaciones bilaterales.
Con todo esto, Bolivia ve más lejana la costa marítima.
en homenaje a GABY DE LA REZA, heroica mujer cochabambina que fuera la Primera Presidenta del Comité Pro Mar Boliviano, que reivindica el Retorno al Mar por encima de todas las cosas. excluye posturas demagógicas que pretender utilizar el tema para fines partidistas o de caudillaje.
miércoles, 8 de junio de 2011
sábado, 4 de junio de 2011
La Nación se ocupó editorialmente del tema del terrorista invitado por Evo en artículo inobjetable (Los Tiempos de Cochabamba desinforma)
Martín Dinatale
LA NACION
LA NACION
Con un mensaje diplomático, la Argentina ayer respondió por partida doble al conflicto que se desató con Bolivia por haber recibido al ministro de Defensa de Irán, Ahmad Vahidi, que está prófugo de la Justicia y se lo acusa de ser coautor ideológico del atentado contra la AMIA. Por un lado, se suspendió una visita de Evo Morales, que estaba preparada para mediados del corriente mes, y, por otra parte, la presidenta Cristina Kirchner recibirá hoy en Venecia a su par de Israel, Shimon Peres.
Esto muestra que el pedido de disculpas que extendió el gobierno de Bolivia a la Argentina por haber recibido a Vahidi al parecer no fue suficiente para la Presidenta. Tampoco resultó satisfactorio para el Gobierno que la administración boliviana expulsara al funcionario iraní cuando conoció la queja argentina.
El conflicto con Bolivia creció en las últimas horas por el malestar de la Casa Rosada con Morales, que no hizo nada para detener al ministro iraní buscado por Interpol para ser juzgado en la Argentina por el atentado en el que murieron 85 personas.
Fuentes de la Cancillería y del kirchnerismo confirmaron a La Nacion que la visita de Evo Morales prevista para mitad de este mes quedó en suspenso. Según se supo, el presidente de Bolivia iba a reunirse con Cristina Kirchner para darle un respaldo electoral y, a la vez, iba a recibir una distinción de la CTA oficialista de Hugo Yasky y del líder piquetero Luis D'Elía. Pero nada de ello será posible por ahora.
"No hay clima para recibir a Evo [Morales] ahora", sintetizó un destacado funcionario del Palacio San Martín. La foto de Morales y su ministra de Defensa, María Cecilia Chacón, con Vahidi en Santa Cruz de la Sierra, más los compromisos de colaboración militar que Irán y Bolivia sellaron causó un fuerte enojo no sólo de la comunidad judía en la Argentina sino de Cristina Kirchner. El mismo lunes, la Cancillería se quejó a la embajada boliviana en Buenos Aires.
La respuesta a este altercado fue la carta que remitió de inmediato el ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, David Choquehuanca Céspedes, a su par Héctor Timerman, en la que en nombre del gobierno boliviano le pidió disculpas a la Argentina por desconocer los antecedentes penales de Vahidi. Luego se expulsó al funcionario iraní. Pero ya era tarde. Interpol no lo detuvo, y la justicia argentina se perdió la oportunidad de recibir el testimonio de uno de los principales imputados en el atentado contra la AMIA.
La frialdad que la Argentina mostrará con Bolivia apunta a marcar un límite que Cristina Kirchner no está dispuesta a cruzar: es decir, sellar acuerdos con funcionarios iraníes acusados por la Justicia.
"La Presidenta está muy molesta con Evo Morales y evalúa exigirle una respuesta pública por haber recibido a Vahidi", expresó ayer a La Nacion el presidente de la AMIA, Guillermo Borger, como para que no quedaran dudas del clima que había en la comitiva presidencial en Italia. La comunidad judía esperaba ayer una respuesta dura de la Argentina y, al parecer, la obtuvo. La cancelación del viaje de Morales, por un lado, y la reunión con Shimon Peres, por otra parte.
Reunión en VeneciaEl encuentro del presidente de Israel con Cristina Kirchner, que se hará hoy en Venecia, en medio de los festejos por los 150 años de la unificación italiana, fue pedido por el propio funcionario israelí, según se informó oficialmente.
La reunión de Cristina Kirchner y Peres se hará en el hotel Europa Regina, de Venecia, y según fuentes de la Cancillería, girará en torno al avance de Irán en América latina.También hablarán de una alianza de Israel con el Mercosur y la necesidad de que la Argentina designe en Tel Aviv a un embajador.
La comunidad judía ve con preocupación los acuerdos militares que Irán hizo en Venezuela, Ecuador, Brasil y Bolivia. Esto incluye desde la inauguración de escuelas militares, como fue el caso de Bolivia y acuerdos que exceden el ámbito militar y que apuntan a la explotación de uranio destinado a las centrales nucleares.
Timerman comentará mañana a su par de Bolivia el enojo de Cristina Kirchner en la reunión de la OEA que se realizará en El Salvador.
jueves, 2 de junio de 2011
muchos opinan que Chile se excedió. otros que Chile hizo bien en advertir. las provocaciones de SE Evo causaron una reacción que ojalá atempere al originario que ya gritó: "somos pacifistas...no queremos guerra", pero sí joder!
El Gobierno chileno ha decidido mandarle un mensaje muy enérgico a su par boliviano y lo ha hecho con las mismas armas que ha estado exhibiendo el régimen de Evo Morales, que desde el 23 de marzo pasado viene alborotando el espíritu nacionalista y la conciencia marítima de la población, sin conseguir hasta ahora resultados alentadores. Una reciente encuesta demostró que sólo el 40 por ciento de los bolivianos apoya la decisión del Presidente de llevar a Chile ante los tribunales internacionales para lograr un acceso soberano al océano Pacífico, mientras que el 35 por ciento piensa que el Mandatario anunció la medida para distraer problemas internos. El 15 por ciento cree que fue una mala decisión.
El presidente chileno Sebastián Piñera no anda muy bien en las encuestas, aunque su índice de popularidad no es tan bajo como el de su colega boliviano. Por eso es que al mandatario mapochino le vienen como anillo al dedo las provocaciones que llegan del otro lado de la Cordillera. Su más reciente respuesta ha sido lanzada en la línea clásica del nacionalismo belicista chileno, una postura que le ha servido a lo largo de su historia para mantener la unidad de la población en cualquier circunstancia, ya sea para defender su territorio, su producción y su cultura, para enfrentar un terremoto o para respaldar al ex dictador Augusto Pinochet, aquella vez que el juez español Baltasar Garzón lo tuvo entre las cuerdas.
El ministro de Defensa de Chile, que al mismo tiempo cumple funciones de canciller, Andrés Allamand, ha sacado a relucir el gran potencial bélico de su país y ha dicho que las Fuerzas Armadas “están en condiciones de hacer respetar los tratados internacionales y de cautelar adecuadamente la integridad territorial”. Lo dijo a propósito del nuevo anuncio realizado por la diplomacia boliviana de recurrir a la Organización de Estados Americanos (OEA), una instancia que en repetidas ocasiones brindó su respaldo a la demanda marítima de Bolivia y que en 1979 emitió una resolución que instruía a Chile atender la problemática boliviana. Hay que mencionar que ese ha sido tal vez el mayor espaldarazo que ha recibido nuestra demanda marítima, pero que cuando fue emitido, pilló a políticos y militares bolivianos sumergidos en peleas por el poder, golpes de estado y conspiraciones. Resulta que 32 años después deciden darle importancia a aquel pronunciamiento y lo hacen cuando precisamente un chileno es el conductor de la OEA.
La última estrategia anunciada refuerza la idea de que Gobierno de Evo Morales está caminando a los tumbos y de manera improvisada en el supuesto objetivo de recuperar la soberanía sobre el océano Pacífico. Decimos “supuesto”, porque en realidad, lo que busca el régimen boliviano es buscar un medio para recuperar la credibilidad perdida, mejorar la popularidad del Presidente y recobrar la unidad de una buena parte de la población en torno a un solo propósito, ante el estrepitoso fracaso del “proceso de cambio”. Como se ha mencionado, la población boliviana desconfía de las maniobras que se han puesto en marcha y es precisamente aquí que Chile lleva las de ganar, porque seguramente está en mejores condiciones de fortalecer la conciencia nacional en torno al conflicto marítimo. En el plano de la diplomacia y los escenarios multilaterales, es muy difícil que Bolivia pueda conseguir, ya sea en la OEA o en La Haya, algo más que declaraciones y buenas intenciones.
El ministro de Defensa de Chile, que al mismo tiempo cumple funciones de canciller, Andrés Allamand, ha sacado a relucir el gran potencial bélico de su país y ha dicho que las Fuerzas Armadas “están en condiciones de hacer respetar los tratados internacionales y de cautelar adecuadamente la integridad territorial”. (Transferido de El Dia)
El presidente chileno Sebastián Piñera no anda muy bien en las encuestas, aunque su índice de popularidad no es tan bajo como el de su colega boliviano. Por eso es que al mandatario mapochino le vienen como anillo al dedo las provocaciones que llegan del otro lado de la Cordillera. Su más reciente respuesta ha sido lanzada en la línea clásica del nacionalismo belicista chileno, una postura que le ha servido a lo largo de su historia para mantener la unidad de la población en cualquier circunstancia, ya sea para defender su territorio, su producción y su cultura, para enfrentar un terremoto o para respaldar al ex dictador Augusto Pinochet, aquella vez que el juez español Baltasar Garzón lo tuvo entre las cuerdas.
El ministro de Defensa de Chile, que al mismo tiempo cumple funciones de canciller, Andrés Allamand, ha sacado a relucir el gran potencial bélico de su país y ha dicho que las Fuerzas Armadas “están en condiciones de hacer respetar los tratados internacionales y de cautelar adecuadamente la integridad territorial”. Lo dijo a propósito del nuevo anuncio realizado por la diplomacia boliviana de recurrir a la Organización de Estados Americanos (OEA), una instancia que en repetidas ocasiones brindó su respaldo a la demanda marítima de Bolivia y que en 1979 emitió una resolución que instruía a Chile atender la problemática boliviana. Hay que mencionar que ese ha sido tal vez el mayor espaldarazo que ha recibido nuestra demanda marítima, pero que cuando fue emitido, pilló a políticos y militares bolivianos sumergidos en peleas por el poder, golpes de estado y conspiraciones. Resulta que 32 años después deciden darle importancia a aquel pronunciamiento y lo hacen cuando precisamente un chileno es el conductor de la OEA.
La última estrategia anunciada refuerza la idea de que Gobierno de Evo Morales está caminando a los tumbos y de manera improvisada en el supuesto objetivo de recuperar la soberanía sobre el océano Pacífico. Decimos “supuesto”, porque en realidad, lo que busca el régimen boliviano es buscar un medio para recuperar la credibilidad perdida, mejorar la popularidad del Presidente y recobrar la unidad de una buena parte de la población en torno a un solo propósito, ante el estrepitoso fracaso del “proceso de cambio”. Como se ha mencionado, la población boliviana desconfía de las maniobras que se han puesto en marcha y es precisamente aquí que Chile lleva las de ganar, porque seguramente está en mejores condiciones de fortalecer la conciencia nacional en torno al conflicto marítimo. En el plano de la diplomacia y los escenarios multilaterales, es muy difícil que Bolivia pueda conseguir, ya sea en la OEA o en La Haya, algo más que declaraciones y buenas intenciones.
El ministro de Defensa de Chile, que al mismo tiempo cumple funciones de canciller, Andrés Allamand, ha sacado a relucir el gran potencial bélico de su país y ha dicho que las Fuerzas Armadas “están en condiciones de hacer respetar los tratados internacionales y de cautelar adecuadamente la integridad territorial”. (Transferido de El Dia)
miércoles, 1 de junio de 2011
irresponsables están conduciendo nuestra reivindicación sostiene Cynthia Pèrou Gutiérrez en Facebook
Nuestra noble obsesión de reivindicación marítima está siendo conducida, de la mano de un gobierno de irresponsables, a un terreno inquietantemente delicado de argumentos muy subidos de tono. Recordemos: el 23 de marzo, el Presidente Morales anunció un cambio en la mal llamada “estrategia boliviana de retorno al mar” que señalaba que en lugar de un diálogo infructuoso bilateral con Chile, llevaríamos a dicho Estado ante los tribunales internacionales para hacer saber al mundo lo malos que son los chilenos que no nos dejan nadar soberanamente en las playas del Litoral cautivo. Un desconcertado gobierno chileno envió el mensaje en sentido de que los bolivianos debíamos elegir entre “diálogo o litigio”. Como todos sabemos, a los bolivianos nos encantan los tribunales, mejor si son internacionales.
Como no hay abogados en Bolivia, el Presidente, en un brote residual de coloniaje, invitó al Juez español Baltazar Garzón para que lidere el equipo legal que llevaría a nuestro país de vuelta al Pacífico. La respuesta obvia: no, gracias. Ni modo, tendremos que conformarnos con lo que tenemos aquí no más.
Recientemente, ante el anuncio de denunciar el Tratado de Paz y Amistad de 1904 por incumplimiento ante la OEA, el Ministro de Defensa de Chile informa al mundo dos cosas: primero que Chile empleará algo más del 7% de su PIB para gastos militares, lo que equivale al 40% del PIB de Bolivia y dos, que las Fuerzas Armadas de ese país están capacitadas para defender la soberanía e integridad territorial de Chile. Más claro, agua.
Ahora bien, entendiendo a la soberanía como aquel poder que nace y reside en el pueblo y que no admite poder recurrente o poder superior, debemos comprender a cabalidad que el ejercicio de la soberanía no reside en el discurso, sino en el poder. Es decir, si quiero que me respeten no basta con decirlo, tengo que demostrar que puedo sostener mis posturas, mi posición ideológica y que, de ser necesario, usaré la fuerza para ello. Eso es poder y los chilenos, fieles a su beligerante tradición, están demostrando que tan lejos están dispuestos a llegar. De hecho, el servicio diplomático chileno se halla operando para que la OEA no tome postura sobre el tema de la “denuncia” que pretende Bolivia.
En el otro lado del ring, estamos nosotros, con discursos que tal vez no podamos sostener, no por el discurso, sino porque no tenemos el poder para hacerlo. El poder es fuerza, diplomática o militar o ambas y nosotros no tenemos ninguna, ni siquiera tenemos abogado. En un burdo intento de mandar un mensaje a Chile acerca de nuestras capacidades bélicas el gobierno invitó al Ministro de Defensa iraní, que tiene un nombre tan largo como la lista de delitos por los que se lo acusa en Argentina. Llegó y se fue, mejor dicho huyó, o mejor dicho, lo dejamos escapar. No quiero imaginarme que les hubiéramos dicho a nuestros hermanos musulmanes fundamentalistas si la INTERPOL arrestaba a este dignatario de Estado en suelo boliviano o que hubiéramos hecho si llegaba la orden internacional de captura y no la cumplíamos. ¿Con quién quedar bien, con nuestro nuevo socio lechero o con nuestro tradicional socio energético? Dilemas de un gobierno de irresponsables. ¿qué venía hacer este señor a Bolivia? Dos cosas: charlar con su colega de fechorías subversivas y también dignatario de Estado, Alvaro que seguro iban a tener unas tertulias, traductor de por medio, acerca de su explosivo pasado y dos, darle a Bolivia el respaldo militar que se requeriría en caso de que tengamos que hacer valer la fuerza militar para satisfacer nuestro fetichismo marítimo. Como en el caso de Garzón, las cosas salieron como el culo. Los gobernantes chilenos cagados de risa.
En uno de esos innumerables paseos por Internet, encontré una frase atribuida a un político boliviano que decía que en Bolivia sólo existen dos tipos de Presidentes: los malos y los que hablan del mar. Personalmente, estoy empezando a creer que son lo mismo.
¿Cuál será nuestra siguiente brillante idea en esta nueva “estrategia”? Espero con ansias.
Como no hay abogados en Bolivia, el Presidente, en un brote residual de coloniaje, invitó al Juez español Baltazar Garzón para que lidere el equipo legal que llevaría a nuestro país de vuelta al Pacífico. La respuesta obvia: no, gracias. Ni modo, tendremos que conformarnos con lo que tenemos aquí no más.
Recientemente, ante el anuncio de denunciar el Tratado de Paz y Amistad de 1904 por incumplimiento ante la OEA, el Ministro de Defensa de Chile informa al mundo dos cosas: primero que Chile empleará algo más del 7% de su PIB para gastos militares, lo que equivale al 40% del PIB de Bolivia y dos, que las Fuerzas Armadas de ese país están capacitadas para defender la soberanía e integridad territorial de Chile. Más claro, agua.
Ahora bien, entendiendo a la soberanía como aquel poder que nace y reside en el pueblo y que no admite poder recurrente o poder superior, debemos comprender a cabalidad que el ejercicio de la soberanía no reside en el discurso, sino en el poder. Es decir, si quiero que me respeten no basta con decirlo, tengo que demostrar que puedo sostener mis posturas, mi posición ideológica y que, de ser necesario, usaré la fuerza para ello. Eso es poder y los chilenos, fieles a su beligerante tradición, están demostrando que tan lejos están dispuestos a llegar. De hecho, el servicio diplomático chileno se halla operando para que la OEA no tome postura sobre el tema de la “denuncia” que pretende Bolivia.
En el otro lado del ring, estamos nosotros, con discursos que tal vez no podamos sostener, no por el discurso, sino porque no tenemos el poder para hacerlo. El poder es fuerza, diplomática o militar o ambas y nosotros no tenemos ninguna, ni siquiera tenemos abogado. En un burdo intento de mandar un mensaje a Chile acerca de nuestras capacidades bélicas el gobierno invitó al Ministro de Defensa iraní, que tiene un nombre tan largo como la lista de delitos por los que se lo acusa en Argentina. Llegó y se fue, mejor dicho huyó, o mejor dicho, lo dejamos escapar. No quiero imaginarme que les hubiéramos dicho a nuestros hermanos musulmanes fundamentalistas si la INTERPOL arrestaba a este dignatario de Estado en suelo boliviano o que hubiéramos hecho si llegaba la orden internacional de captura y no la cumplíamos. ¿Con quién quedar bien, con nuestro nuevo socio lechero o con nuestro tradicional socio energético? Dilemas de un gobierno de irresponsables. ¿qué venía hacer este señor a Bolivia? Dos cosas: charlar con su colega de fechorías subversivas y también dignatario de Estado, Alvaro que seguro iban a tener unas tertulias, traductor de por medio, acerca de su explosivo pasado y dos, darle a Bolivia el respaldo militar que se requeriría en caso de que tengamos que hacer valer la fuerza militar para satisfacer nuestro fetichismo marítimo. Como en el caso de Garzón, las cosas salieron como el culo. Los gobernantes chilenos cagados de risa.
En uno de esos innumerables paseos por Internet, encontré una frase atribuida a un político boliviano que decía que en Bolivia sólo existen dos tipos de Presidentes: los malos y los que hablan del mar. Personalmente, estoy empezando a creer que son lo mismo.
¿Cuál será nuestra siguiente brillante idea en esta nueva “estrategia”? Espero con ansias.
martes, 31 de mayo de 2011
luego de la advertencia de Chile de hacer intervenir a sus FFAA en defensa de los tratados con Bolivia, La Prensa ofrece la primera reacción.
Las declaraciones vertidas por el responsable de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima respecto de la política de Estado boliviana de denunciar el Tratado de 1904 ante la Organización de Estados Americanos (OEA), a celebrarse la primera semana de junio del año en curso en El Salvador, han enervado al Ministro de Defensa y actual Canciller de la República de Chile, quien ha expresado públicamente, que cuentan con “…Fuerzas Armadas prestigiadas, profesionales y preparadas, que están en condiciones de hacer respetar los tratados internacionales y de cautelar adecuadamente la soberanía y la integridad territorial…” de su país. El representante de Estado ha sido contundente al manifestar que Chile actuará unido en relación con el tema marítimo con Bolivia y que encuentran pleno amparo del derecho internacional respecto de su posición sobre el tratado de referencia.
En términos sencillos, la República de Chile ha enviado una clara advertencia al Estado Plurinacional, referente a que está dispuesta a defender la soberanía que ejerce sobre el océano Pacífico con las armas, si fuese necesario. Para nuestros vecinos, al acudir a estos mecanismos de denuncia, previstos por el derecho internacional, concluiría todo proceso de negociación y diálogo entre ambos Estados.
Es importante señalar que para Bolivia es muy difícil cambiar el cauce que ha tomado la estrategia marítima, toda vez que en más de una oportunidad, diversas autoridades han sostenido que Chile habría incumplido el Tratado de 1904. De igual manera, el Primer Mandatario, haciendo referencia al artículo 267 de la Carta Fundamental, en discurso del 23 de marzo de 2011, ha manifestado que, a través de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima, se buscará demandar la causa ante el Tribunal Internacional de La Haya. Todas las manifestaciones del Ejecutivo encuentran sustento en la Disposición Transitoria Novena de la norma suprema, misma que señala que “los tratados internacionales anteriores a la Constitución y que no la contradigan se mantendrán en el ordenamiento jurídico interno, con rango de ley. En el plazo de cuatro años desde la elección del nuevo Órgano Ejecutivo, éste denunciará y, en su caso, renegociará los tratados internacionales que sean contrarios a la Constitución”. Bajo una interpretación literal de la norma, las autoridades de turno no podrían actuar sino en consecuencia de lo que manda y ordena la Constitución Política del Estado. Qué complicado. ¿Obedecer la Constitución podrá poner en riesgo más de 100 años de paz entre ambos países?
En toda estrategia de negociación, las partes intervinientes deben tirar de las cuerdas lo suficiente como para que éstas no se quiebren, lo suficiente como para encontrar, dentro de las dificultades y la adversidad, la posibilidad de reconducir la trama hacía la mediación y el diálogo. Negociar en extremos, no es negociar. Es imponer.
De acuerdo con las declaraciones volcadas a los medios de comunicación, se percibe que las relaciones bilaterales se encuentran en alta tensión, en un punto de inflexión sumamente delicado. ¿No será momento para reconsiderar nuestra política de Estado frente al enclaustramiento marítimo? De repente lo más aconsejable, bajo un sentido de prudencia y responsabilidad con la nación, sea iniciar un nuevo diálogo con la República de Chile ¿La agenda de los 13 puntos se encuentra desahuciada? Tal vez ésta deba ser el punto de partida.
En términos sencillos, la República de Chile ha enviado una clara advertencia al Estado Plurinacional, referente a que está dispuesta a defender la soberanía que ejerce sobre el océano Pacífico con las armas, si fuese necesario. Para nuestros vecinos, al acudir a estos mecanismos de denuncia, previstos por el derecho internacional, concluiría todo proceso de negociación y diálogo entre ambos Estados.
Es importante señalar que para Bolivia es muy difícil cambiar el cauce que ha tomado la estrategia marítima, toda vez que en más de una oportunidad, diversas autoridades han sostenido que Chile habría incumplido el Tratado de 1904. De igual manera, el Primer Mandatario, haciendo referencia al artículo 267 de la Carta Fundamental, en discurso del 23 de marzo de 2011, ha manifestado que, a través de la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima, se buscará demandar la causa ante el Tribunal Internacional de La Haya. Todas las manifestaciones del Ejecutivo encuentran sustento en la Disposición Transitoria Novena de la norma suprema, misma que señala que “los tratados internacionales anteriores a la Constitución y que no la contradigan se mantendrán en el ordenamiento jurídico interno, con rango de ley. En el plazo de cuatro años desde la elección del nuevo Órgano Ejecutivo, éste denunciará y, en su caso, renegociará los tratados internacionales que sean contrarios a la Constitución”. Bajo una interpretación literal de la norma, las autoridades de turno no podrían actuar sino en consecuencia de lo que manda y ordena la Constitución Política del Estado. Qué complicado. ¿Obedecer la Constitución podrá poner en riesgo más de 100 años de paz entre ambos países?
En toda estrategia de negociación, las partes intervinientes deben tirar de las cuerdas lo suficiente como para que éstas no se quiebren, lo suficiente como para encontrar, dentro de las dificultades y la adversidad, la posibilidad de reconducir la trama hacía la mediación y el diálogo. Negociar en extremos, no es negociar. Es imponer.
De acuerdo con las declaraciones volcadas a los medios de comunicación, se percibe que las relaciones bilaterales se encuentran en alta tensión, en un punto de inflexión sumamente delicado. ¿No será momento para reconsiderar nuestra política de Estado frente al enclaustramiento marítimo? De repente lo más aconsejable, bajo un sentido de prudencia y responsabilidad con la nación, sea iniciar un nuevo diálogo con la República de Chile ¿La agenda de los 13 puntos se encuentra desahuciada? Tal vez ésta deba ser el punto de partida.
domingo, 29 de mayo de 2011
Fernando Salazar con su gran experiencia negociadora y diplomático de carrera nos previene de fiasco y frustración si acaso no se actúa frente a Chile con pleno conocimiento de causa
En lo que podría interpretarse como una respuesta a las rígidas declaraciones del Presidente chileno, el presidente Evo Morales, de manera directa, ha definido un nuevo escenario para un posible diálogo en la búsqueda de tener una salida soberana al océano Pacífico.
“Si tanto se habla de diálogo —ha conminado el presidente Morales—, que Chile presente una propuesta concreta en el marco de las resoluciones de la OEA para que se inicie formalmente un proceso de negociación para que Bolivia acceda con soberanía al Pacífico”.
Es oportuno y conveniente conocer cuál es ese aludido “marco de las resoluciones de la OEA”. Todo comienza con la resolución de 1979, cuyo contenido y alcance da lugar a todas las posteriores resoluciones. En ellas resalta la de 1983, que fue acompañada por Chile, que, por esa única vez, no se opuso como en todas las otras oportunidades. El marco negociador tiene, entonces, un elemento declarativo, otro considerativo y otro resolutivo.
En lo declarativo se sostiene: “Es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Pacífico”. Este es el punto de partida que, a la vez, es el objetivo que plantea el instrumento internacional.
Se considera, además, que “es necesario conseguir con espíritu de fraternidad e integración americana, el objetivo señalado en el punto anterior y considerar una paz estable, que estimule el progreso económico y social en el área directamente afectada por las consecuencias del enclaustramiento de Bolivia”. Se debe tomar en cuenta que la paz en la región es inestable y precaria porque Bolivia no obtiene una salida soberana y útil al mar.
Finalmente, se resuelve: “Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico. Todas las negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales”.
Lo fundamental que se decide, independientemente de lo que podría tomarse en cuenta, es recomendar: 1.– que se inicien negociaciones; 2.– que se tome en cuenta los derechos e intereses de las partes; y 3.– que la solución sea equitativa.
Al solicitar el presidente Morales al presidente Piñera una propuesta concreta sobre el tema marítimo, pareciera que estamos volviendo al escenario precambio de estrategia, con la diferencia de que ahora Bolivia tiene un elemento de presión que se refleja en la amenaza de acudir a tribunales internacionales, táctica que podría interpretarse como que nuestra posición habría sido reforzada, lo que, en parte, es cierto, sin olvidar que también las condiciones de negociación han sufrido un evidente deterioro en cuanto a la confianza, no sólo por el supuestamente abrupto cambio en la estrategia sino, y especialmente, por el empecinamiento chileno de prolongar ad infinitum la construcción de confianza mutua, sin demostrar una real voluntad de avanzar, lo que provocó la frustración boliviana que, a la vez, motivó el cambio de estrategia.
Enmarcar la negociación en las resoluciones de la OEA o, dicho de otra manera, buscar un padrinazgo del organismo regional deberá tomar en cuenta que el Secretario General es un chileno, bien chileno, que nunca dejará de ser chileno y, por tanto, muy difícil de que no se apegue a los intereses de su país, como ha demostrado elocuentemente en declaraciones relativas al problema. Adicionalmente, hay que estar conscientes de que, al igual que en la Dirección de Reivindicación Marítima, nuestra representación ante la OEA está encabezada por personas sin ninguna experiencia o formación en la complicada temática, y mucho menos conocimiento del delicado arte de la negociación internacional.
En esta materia, independientemente del marco negociador, la improvisación puede traducirse en fiascos cantados y la falta de idoneidad negociadora puede repetir las frustraciones experimentadas.
Abogado internacionalista
Fernando Salazar Paredes
“Si tanto se habla de diálogo —ha conminado el presidente Morales—, que Chile presente una propuesta concreta en el marco de las resoluciones de la OEA para que se inicie formalmente un proceso de negociación para que Bolivia acceda con soberanía al Pacífico”.
Es oportuno y conveniente conocer cuál es ese aludido “marco de las resoluciones de la OEA”. Todo comienza con la resolución de 1979, cuyo contenido y alcance da lugar a todas las posteriores resoluciones. En ellas resalta la de 1983, que fue acompañada por Chile, que, por esa única vez, no se opuso como en todas las otras oportunidades. El marco negociador tiene, entonces, un elemento declarativo, otro considerativo y otro resolutivo.
En lo declarativo se sostiene: “Es de interés hemisférico permanente encontrar una solución equitativa por la cual Bolivia obtenga acceso soberano y útil al Pacífico”. Este es el punto de partida que, a la vez, es el objetivo que plantea el instrumento internacional.
Se considera, además, que “es necesario conseguir con espíritu de fraternidad e integración americana, el objetivo señalado en el punto anterior y considerar una paz estable, que estimule el progreso económico y social en el área directamente afectada por las consecuencias del enclaustramiento de Bolivia”. Se debe tomar en cuenta que la paz en la región es inestable y precaria porque Bolivia no obtiene una salida soberana y útil al mar.
Finalmente, se resuelve: “Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el océano Pacífico. Todas las negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales”.
Lo fundamental que se decide, independientemente de lo que podría tomarse en cuenta, es recomendar: 1.– que se inicien negociaciones; 2.– que se tome en cuenta los derechos e intereses de las partes; y 3.– que la solución sea equitativa.
Al solicitar el presidente Morales al presidente Piñera una propuesta concreta sobre el tema marítimo, pareciera que estamos volviendo al escenario precambio de estrategia, con la diferencia de que ahora Bolivia tiene un elemento de presión que se refleja en la amenaza de acudir a tribunales internacionales, táctica que podría interpretarse como que nuestra posición habría sido reforzada, lo que, en parte, es cierto, sin olvidar que también las condiciones de negociación han sufrido un evidente deterioro en cuanto a la confianza, no sólo por el supuestamente abrupto cambio en la estrategia sino, y especialmente, por el empecinamiento chileno de prolongar ad infinitum la construcción de confianza mutua, sin demostrar una real voluntad de avanzar, lo que provocó la frustración boliviana que, a la vez, motivó el cambio de estrategia.
Enmarcar la negociación en las resoluciones de la OEA o, dicho de otra manera, buscar un padrinazgo del organismo regional deberá tomar en cuenta que el Secretario General es un chileno, bien chileno, que nunca dejará de ser chileno y, por tanto, muy difícil de que no se apegue a los intereses de su país, como ha demostrado elocuentemente en declaraciones relativas al problema. Adicionalmente, hay que estar conscientes de que, al igual que en la Dirección de Reivindicación Marítima, nuestra representación ante la OEA está encabezada por personas sin ninguna experiencia o formación en la complicada temática, y mucho menos conocimiento del delicado arte de la negociación internacional.
En esta materia, independientemente del marco negociador, la improvisación puede traducirse en fiascos cantados y la falta de idoneidad negociadora puede repetir las frustraciones experimentadas.
Abogado internacionalista
Fernando Salazar Paredes
sábado, 28 de mayo de 2011
senador Larraín reacciona ante la agresividad verbal de Evo. "o se sienta a tratar seriamente con Chile o no recibirá nada" no pasa día sin conocerse nuevas réplicas a Morales
El senador UDIHernán Larraínabordó los dichos del Presidente Evo Morales, quien pidió ayer al gobierno chileno una "propuesta concreta" para que su país logre un acceso soberano al océano Pacífico.
El parlamentario, miembro de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, dijo que "Bolivia tiene que optar: o se sienta a la mesa de negociaciones con Chile, tratando de reconstruir confianzas -seriamente dañadas- para buscar soluciones conjuntas, o podrá seguir su camino de agresividad, en donde no recibirá nada de parte de Chile, porque nuestro país no tiene ninguna deuda pendiente".
Además, el senador gremialista refutó los dichos del Presidente Morales respecto a que Chile ha desarrollado una "carrera armamentista". Según dijo Larraín, "Chile no tiene más armas que le permitan la disuasión y la seguridad de nuestra nación, es decir, Evo Morales está dañando cada vez más la confianza que debe reinar entre países que necesitan la integración y, probablemente, eso se debe a que el apoyo popular que tiene es menor".
"No podemos depender, en relaciones de Estados, de la popularidad del gobierno de Bolivia. Eso no es serio e impide tener relaciones estables", agregó.
Por otra parte, el senador UDI discrepó del presidente de la comisión de RR.EE., Eugenio Tuma(PPD), quien dijo ayer que "la única ruta lógica para asegurar el acceso al Pacífico de Bolivia es por el norte de Arica, y para ello requerimos del consentimiento de la República del Perú".
"Chile no está en ninguna condición de formular ninguna propuesta específica a la petición de Bolivia, porque no hay deudas pendientes, porque está todo zanjado por los tratados y acuerdos internacionales vigentes desde hace más de un siglo. Por lo tanto, si Bolivia quiere revisar soluciones a sus problemas, entonces tiene que dejar de lado el lenguaje agresivo, dejar de lado denuncias falsas y dejar de lado la amenaza judicial. De lo contrario, hasta aquí van a llegar las conversaciones", dijo Larraín.
El parlamentario, miembro de la comisión de Relaciones Exteriores del Senado, dijo que "Bolivia tiene que optar: o se sienta a la mesa de negociaciones con Chile, tratando de reconstruir confianzas -seriamente dañadas- para buscar soluciones conjuntas, o podrá seguir su camino de agresividad, en donde no recibirá nada de parte de Chile, porque nuestro país no tiene ninguna deuda pendiente".
Además, el senador gremialista refutó los dichos del Presidente Morales respecto a que Chile ha desarrollado una "carrera armamentista". Según dijo Larraín, "Chile no tiene más armas que le permitan la disuasión y la seguridad de nuestra nación, es decir, Evo Morales está dañando cada vez más la confianza que debe reinar entre países que necesitan la integración y, probablemente, eso se debe a que el apoyo popular que tiene es menor".
"No podemos depender, en relaciones de Estados, de la popularidad del gobierno de Bolivia. Eso no es serio e impide tener relaciones estables", agregó.
Por otra parte, el senador UDI discrepó del presidente de la comisión de RR.EE., Eugenio Tuma(PPD), quien dijo ayer que "la única ruta lógica para asegurar el acceso al Pacífico de Bolivia es por el norte de Arica, y para ello requerimos del consentimiento de la República del Perú".
"Chile no está en ninguna condición de formular ninguna propuesta específica a la petición de Bolivia, porque no hay deudas pendientes, porque está todo zanjado por los tratados y acuerdos internacionales vigentes desde hace más de un siglo. Por lo tanto, si Bolivia quiere revisar soluciones a sus problemas, entonces tiene que dejar de lado el lenguaje agresivo, dejar de lado denuncias falsas y dejar de lado la amenaza judicial. De lo contrario, hasta aquí van a llegar las conversaciones", dijo Larraín.