Chile no va a tener la amistad sincera de sus vecinos debido a su pasado expansionista y avasallador que han recibido como herencia los actuales chilenos, con la responsabilidad de arreglar los entuertos pasados. Haberle arrebatado Tarapacá y Arica a Perú y todo Atacama a Bolivia, dejándola en el más deplorable enclaustramiento, es algo difícil de explicar. Claro que la dirigencia chilena del siglo XIX sabía muy bien cuánto valían los territorios peruanos y bolivianos y decidieron arrebatarlos aunque fuera al precio de una guerra. Lo que le ha producido en beneficios económicos toda esa inmensa zona conquistada, bien valió la pena, aunque ahora Chile deba enfrentar situaciones incómodas que trata de solucionar por la vía diplomática.
El problema está en no querer reconocer los males producidos a sus vecinos del norte –sobre todo a Bolivia– y de insistir en que todo está resuelto y que Chile no le debe nada a nadie. Durante décadas los chilenos llegaron a afirmar que su país había ‘recuperado’ el desierto de Atacama. Es decir que no había despojado a Bolivia y que al no haberle quitado nada, nada tenía que devolverle. Estudiando la secundaria en Chile, país al que quiero mucho porque le dio asilo a mi padre, me quedaba pasmado por la forma como enseñaban la historia. Era una falsificación total de los hechos. Pero eso aprendían mis compañeros y los niños chilenos y esa idea falsa la mantienen.
Por eso este tema no tiene un destino que no sea el permanente enfrentamiento: Chile afirma que no piensa ‘regalarle’ a Bolivia ni un metro de su extenso litoral y Bolivia, que sabe que le fueron arrebatados 400 km de costa, no puede entender las avaras razones del vecino y protesta con razón. Seguiremos insistiendo en un puerto soberano en el Pacífico, por los siglos de los siglos. Tal vez cuando se oigan las trompetas del Apocalipsis, Chile ceda. Mientras tanto, hay que pleitear y quejarse en todas partes.
Eso de que Chile padece de geofagia, no deja de ser cierto. Si los argentinos se descuidaban un poco, ya les hubieran quitado medio país. Ambicionaban la Patagonia, que, según aprendí también en el colegio en Santiago, era chilena. No hay que olvidar que en los años 70, Chile estaba amenazado por Argentina, hasta que se destrabó el conflicto del Beagle y de la región de los hielos y los argentinos quedaron conformes. Ahora Chile no necesita hacer maniobras militares en el sur, sino en el norte, para amedrentar a sus dos vecinos que quedaron resentidos
en homenaje a GABY DE LA REZA, heroica mujer cochabambina que fuera la Primera Presidenta del Comité Pro Mar Boliviano, que reivindica el Retorno al Mar por encima de todas las cosas. excluye posturas demagógicas que pretender utilizar el tema para fines partidistas o de caudillaje.
lunes, 16 de noviembre de 2015
Manfredo Kemppf se adentra en "la herencia de los líderes chilenos" que les dejaron los usurpadores de territorio ajeno a Perú y Bolivia para que resuelvan en el imposible entuerto. están ahí nertes sin atinar a una medida salvadora, mientras en el mundo crece la simpatía por la causa marítima boliviana
sábado, 24 de octubre de 2015
no pecar de infantilismo, de victoria cantada, cuando hay tanto que andar nos recomienda Carlos Antonio Carrasco que estuvo presente en La Haya y que como diplomático y enviado especial de La Razón pudo cubrir las actuaciones judiciales
Cuando el 24 de septiembre la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, emitió su fallo declarándose competente para considerar el caso Bolivia vs. Chile, por decisión del voto positivo de 14 jueces contra dos disidentes, con toda razón resonaron las trompetas de la victoria en La Paz, provocando desazón en Santiago, donde un malabarismo semántico distorsionó la determinación judicial en un consuelo ingenuo, encastrado en la expresión de su presidenta “Bolivia no ha ganado nada”.
En cambio en La Paz, en desfile amorfo, personajes de todo color se declaraban padres de la victoria, incluyendo a uno que sostiene que ya en el 2000 habría escrito confidencialmente sobre “los actos unilaterales de los Estados”. A esa perla hay que añadir declaraciones de ilustres estadistas latinoamericanos, la invocación del papa Francisco en favor del diálogo, las sagaces gestiones del vocero de la demanda marítima boliviana en el exterior, el entusiasmo de los movimientos sociales y otros factores positivos que se manifestaron en favor de la demanda boliviana. Todo ello muy útil para concientizar al mundo acerca de esa justa causa.
Sin embargo, en rigor a la verdad, ninguno de esos gestos tuvo (ni tendrá en el futuro) un ápice de influencia en las decisiones de la CIJ. Y precisamente por esta circunstancia tiene alto valor el fallo que declara competente al máximo tribunal internacional de la ONU para tratar la demanda marítima boliviana; sentencia que es, tanto en su preámbulo de premisas como en su parte resolutoria, una admirable pieza de arquitectura jurídica que ni siquiera Chile pudo objetar.
No obstante, este primer paso tan auspicioso no es nada más que una etapa procedimental, porque la batalla comenzará —realmente— cuando se trate el fondo de la demanda, the merits, en inglés. De allí que el motivo de regocijo antes mencionado fue innecesariamente sublimado y traducido en apoyos externos totalmente superfluos, como lo es una encuesta que tabulaba el porcentaje atribuido a cada uno de los fautores del éxito.
Ciertamente, sin el coraje político del presidente Evo Morales para presentar la demanda a la corte de La Haya, las gestiones posteriores obviamente no hubiesen tenido lugar. Me pregunto cuál hubiese sido la reacción en el país si la objeción preliminar chilena hubiera sido aceptada. Seguramente rodarían las cabezas de chivos expiatorios. Es preciso recordar que los argumentos elaborados principalmente por el equipo internacional de abogados y la presentación oral de éstos complementaron la exitosa arremetida boliviana. Entonces, el gran ganador de la contienda fue el derecho, cimentado en las doctas opiniones de la CIJ. Por lo tanto, insistir en que hubo un derrota chilena solo crea anticuerpos contraproducentes, que podrían inducir a los jueces de la CIJ a buscar en su futuro fallo un equilibrio que denote su imparcialidad.
En otro nivel, las invocaciones del presidente Morales y del agente Eduardo Rodríguez Veltzé para entablar un diálogo directo con Chile se inscriben en los usos diplomáticos más sofisticados y efectivos. Se ve con preocupación que la satisfacción popular por el fallo conlleva también a utilizar la algazara en la politiquería cotidiana, ya sea como estandarte oficialista en el referendo venidero o como arma de mal gusto por la Alcaldía paceña opositora cuando opta por condecorar a los gestores más conspicuos del trámite marítimo, minimizando al Canciller, quien, en rigor, es el jefe de aquellos.
El laborioso logro de haber forjado una política de Estado en torno al problema marítimo debe ser preservado con suma cautela hasta que las audiencias en la Corte Internacional de Justicia se reasuman el 25 de julio de 2016.
lunes, 19 de octubre de 2015
Una cuestión de ética
Humberto Vacaflor Ganam
El abogado Ramiro Orías escribió, hace quince años, la tesis que con tanto entusiasmo, pompa y muchos pero muchos ingresos, han hecho suya los funcionarios bolivianos ante La Haya, por el tema del mar.
El joven abogado estudió el tema a profundidad y encontró el hilo del argumento que ha venido a desestabilizar la estrategia chilena a tal punto que ahora se habla en Santiago de destituir a la seña Michelle Bachelet y llamar a elecciones, que las ganaría con facilidad Ricardo Lagos.
La paradoja es que Orías elaboró su tesis cuando estudiaba en Chile, como se ha revelado ahora. Él lanzó la idea y luego se dedicó a sus cosas. No sospechaba que pudiera tener tanta repercusión, pero lo que jamás se le pasó por la mente fue que quienes usarían su tesis decidieran ignorarlo a él, al autor.
La difusión de una entrevista a Orías provocó las iras de un ex mininistro del gobierno del MAS que ahora se dedica a los negocios. Dijo este exministro que es algo sin importancia saber quién es el autor de la tesis, porque lo verdaderamente importante es que fue el presidente Evo Morales quien impulsó todo este proceso, y que sólo él es que tiene los méritos y debe recibir los todos los reconocimientos.
Se trata de un tema de ética que, al parecer, el exministro no entiende. Tendrá sus razones para sostener que el autor de una idea, de una tesis, no merece ningún reconocimiento. Es un detalle que tiene que ver con su formación personal, y no vale la pena juzgarlo.
Lo que es preocupante es que todo el equipo de abogados nacionales y extranjeros, además de dos expresidentes bolivianos, hayan decidido ignorar al autor de la tesis. Ni siquiera hubieran necesitado incluirlo en las delegaciones de funcionarios bien pagados: hubiera bastado con que dijeran, ante lo bolivianos, los chilenos y el mundo, que la idea es del abogado Ramiro Orías.
Le está pasando a Orías lo que le ocurrió a Colón, que descubrió este continente pero todo el honor y la gloria fue para Américo Vespucci. En ese caso se trató de unos imprenteros holandeses, como se sabe. Siempre los imprenteros: aquí, los que estuvieron a cargo del libro del mar.
Ama plagio, señores.
Vacaflor.obolog.com
El joven abogado estudió el tema a profundidad y encontró el hilo del argumento que ha venido a desestabilizar la estrategia chilena a tal punto que ahora se habla en Santiago de destituir a la seña Michelle Bachelet y llamar a elecciones, que las ganaría con facilidad Ricardo Lagos.
La paradoja es que Orías elaboró su tesis cuando estudiaba en Chile, como se ha revelado ahora. Él lanzó la idea y luego se dedicó a sus cosas. No sospechaba que pudiera tener tanta repercusión, pero lo que jamás se le pasó por la mente fue que quienes usarían su tesis decidieran ignorarlo a él, al autor.
La difusión de una entrevista a Orías provocó las iras de un ex mininistro del gobierno del MAS que ahora se dedica a los negocios. Dijo este exministro que es algo sin importancia saber quién es el autor de la tesis, porque lo verdaderamente importante es que fue el presidente Evo Morales quien impulsó todo este proceso, y que sólo él es que tiene los méritos y debe recibir los todos los reconocimientos.
Se trata de un tema de ética que, al parecer, el exministro no entiende. Tendrá sus razones para sostener que el autor de una idea, de una tesis, no merece ningún reconocimiento. Es un detalle que tiene que ver con su formación personal, y no vale la pena juzgarlo.
Lo que es preocupante es que todo el equipo de abogados nacionales y extranjeros, además de dos expresidentes bolivianos, hayan decidido ignorar al autor de la tesis. Ni siquiera hubieran necesitado incluirlo en las delegaciones de funcionarios bien pagados: hubiera bastado con que dijeran, ante lo bolivianos, los chilenos y el mundo, que la idea es del abogado Ramiro Orías.
Le está pasando a Orías lo que le ocurrió a Colón, que descubrió este continente pero todo el honor y la gloria fue para Américo Vespucci. En ese caso se trató de unos imprenteros holandeses, como se sabe. Siempre los imprenteros: aquí, los que estuvieron a cargo del libro del mar.
Ama plagio, señores.
Vacaflor.obolog.com
domingo, 18 de octubre de 2015
El Deber, cuya cortesía agradecemos, nos permite transcribir las respuesta a 16 preguntas que le planteó el Diario Mayor de SC, y que el Canciller de Chile Heraldo Muñoz aprovecha para responder a los cuestionamientos de Carlos Mesa y de los Jueces de La Haya. muy ilustrativo.
A casi un mes del fallo de la Corte Internacional de La Haya, el canciller chileno Heraldo Muñoz accedió a una entrevista con el Diario Mayor EL DEBER desde Santiago de Chile. Pidió que sea por escrito y respondió a un cuestionario de 16 preguntas.
El canciller Muñoz, que por primera vez, en medio de la demanda marítima, concede una entrevista a un medio escrito boliviano, aseguró que con el fallo Bolivia flexibilizó su postura de salida soberana y ahora incluso habla de otras soluciones pragmáticas.
Desacreditó al exjuez español Baltasar Garzón que expresó su apoyo a la demanda de Bolivia calificándola de “absolutamente justa” y reconoció que, en este momento, la relación entre el presidente Evo Morales y su homóloga chilena, Michelle Bachelet, están en un “clima enrarecido”.
_¿Esperaba usted la sentencia de la Corte Internacional de La Haya en los términos en que se ha producido el 24 de septiembre? Lo importante no es lo que se esperaba, sino lo que se pedía. Bolivia en todos sus escritos y hasta la primera ronda de alegatos pidió a la Corte que le impusiera a Chile una obligación con resultado garantizado. La Corte decidió excluir esta petición fundamental de Bolivia. De hecho, la sentencia de la Corte resolvió dos cosas: Limitar la demanda boliviana, dejando fuera su petición principal que a Chile se le impusiera una obligación de negociar con un resultado predeterminado y, segundo, dejar que el juicio siguiera pero solo para discutir la existencia de una supuesta obligación de negociar. Destaco lo anterior, pues en Bolivia no se ha difundido suficientemente el verdadero alcance de la decisión de la Corte.
_¿Qué le dice a usted un fallo en el que tan amplia mayoría de jueces (14 de un total de 16) avaló la competencia de la Corte, rechazando la objeción a su jurisdicción planteada por Chile?La objeción de incompetencia no fue una objeción per se. No fue una objeción por la objeción en sí misma, sino un instrumento para el objetivo primordial de defender la integridad territorial de Chile. Y eso se consiguió. Lo que me dice el fallo es que Bolivia tuvo que incurrir en un sacrificio muy grande para seguir adelante con el juicio. Para esquivar la objeción chilena, Bolivia tuvo que retractarse de su petición principal y renunciar a su aspiración de que la Corte adoptase una sentencia de salida soberana en su favor. Eso ya sabemos que no va a ocurrir, porque la Corte así lo declaró en su fallo del 24 de septiembre pasado. Lo más que podría declarar la Corte es la existencia de una obligación de negociar de buena fe entre las partes sobre una salida soberana, donde cualquier resultado seguirá dependiendo, como ocurre hoy, de la voluntad de Chile y Bolivia. Esa es la realidad.
Adicionalmente, Bolivia tuvo que hacer otro sacrificio, del cual también la Corte tomó nota en su sentencia. Me refiero a que al definir Bolivia qué se entiende por salida soberana flexibilizó su postura tradicional hablando no solo de corredor o enclave soberano sino también de zonas especiales u otras soluciones pragmáticas. Bolivia puso en duda su reclamo de cesión territorial.
¿Qué consecuencias políticas se han dado por la sentencia de La Haya?
Que resulta lamentable que los múltiples ámbitos de colaboración e integración posibles entre ambos países, con amplia perspectiva de ganancia para nuestros pueblos, se hayan visto afectados por esta demanda unilateral que consideramos como un error. Deberíamos estar coordinándonos, Chile y Bolivia, para enfrentar los desafíos del desarrollo del 2030 o el 2040 y estamos discutiendo sobre el siglo pasado o el antepasado.
_Viendo ahora el resultado ¿cree usted que fue un acierto plantear una objeción preliminar a la jurisdicción de la Corte o era mejor ir directamente al fondo del asunto? Fue un acierto, sin duda. De haber ido directo al fondo habríamos quedado con la demanda en toda su amplitud. Es cosa de revisar lo que perdió Bolivia buscando defenderse de nuestra objeción y las dudas que dejó instaladas.
_¿El fallo de La Haya obligará a Chile a reajustar su estrategia?Esta es una nueva etapa de un proceso que se inició en abril del 2013. Reajuste de la estrategia, no. Estrategia diferente en función de una etapa distinta, evidentemente. Ahora utilizaremos argumentos que no podíamos esgrimir en la etapa de la excepción preliminar porque estaban vinculados al fondo de la discusión. En adelante lo que corresponde explicar es que la supuesta obligación de negociar no existe.
_¿Es cierto que las autoridades chilenas le pidieron a las bolivianas solicitar a la Corte de La Haya una demora para la lectura del fallo, debido a la proximidad de la Asamblea de la ONU?De ninguna manera. En su momento lo que se exploró fue mover la fecha en un par de días dado que algunos de nuestros abogados extranjeros no podían estar el 24 en La Haya. Todo lo demás es ficción.
_Usted habla de buscar ‘fórmulas imaginativas’, pero que no toquen la soberanía. Desde su punto de vista, ¿cuáles son esas fórmulas imaginativas?Ha habido conversaciones en el pasado. Ese es un desafío que solo tiene sentido tratar si existiese voluntad política, y no con un juicio en la Corte Internacional de La Haya.
_También habla de mejorar las condiciones de acceso al mar para Bolivia. ¿Cuál es el alcance específico de su propuesta? ¿A qué se refiere?Eso es lo que habría que explorar, en un marco de relaciones normales y disposición al diálogo que no ha estado presente por parte de Bolivia los últimos años. Difícilmente se puede entablar un diálogo cuando un país se resiste a restablecer relaciones diplomáticas, imponiendo condiciones inaceptables, y cuando existe una campaña comunicacional de ofensas en contra de nuestro país y nuestro Gobierno en todos los foros imaginables. Así no se avanza, se retrocede y se pierde un tiempo muy valioso.
El canciller Muñoz, que por primera vez, en medio de la demanda marítima, concede una entrevista a un medio escrito boliviano, aseguró que con el fallo Bolivia flexibilizó su postura de salida soberana y ahora incluso habla de otras soluciones pragmáticas.
Desacreditó al exjuez español Baltasar Garzón que expresó su apoyo a la demanda de Bolivia calificándola de “absolutamente justa” y reconoció que, en este momento, la relación entre el presidente Evo Morales y su homóloga chilena, Michelle Bachelet, están en un “clima enrarecido”.
_¿Esperaba usted la sentencia de la Corte Internacional de La Haya en los términos en que se ha producido el 24 de septiembre? Lo importante no es lo que se esperaba, sino lo que se pedía. Bolivia en todos sus escritos y hasta la primera ronda de alegatos pidió a la Corte que le impusiera a Chile una obligación con resultado garantizado. La Corte decidió excluir esta petición fundamental de Bolivia. De hecho, la sentencia de la Corte resolvió dos cosas: Limitar la demanda boliviana, dejando fuera su petición principal que a Chile se le impusiera una obligación de negociar con un resultado predeterminado y, segundo, dejar que el juicio siguiera pero solo para discutir la existencia de una supuesta obligación de negociar. Destaco lo anterior, pues en Bolivia no se ha difundido suficientemente el verdadero alcance de la decisión de la Corte.
_¿Qué le dice a usted un fallo en el que tan amplia mayoría de jueces (14 de un total de 16) avaló la competencia de la Corte, rechazando la objeción a su jurisdicción planteada por Chile?La objeción de incompetencia no fue una objeción per se. No fue una objeción por la objeción en sí misma, sino un instrumento para el objetivo primordial de defender la integridad territorial de Chile. Y eso se consiguió. Lo que me dice el fallo es que Bolivia tuvo que incurrir en un sacrificio muy grande para seguir adelante con el juicio. Para esquivar la objeción chilena, Bolivia tuvo que retractarse de su petición principal y renunciar a su aspiración de que la Corte adoptase una sentencia de salida soberana en su favor. Eso ya sabemos que no va a ocurrir, porque la Corte así lo declaró en su fallo del 24 de septiembre pasado. Lo más que podría declarar la Corte es la existencia de una obligación de negociar de buena fe entre las partes sobre una salida soberana, donde cualquier resultado seguirá dependiendo, como ocurre hoy, de la voluntad de Chile y Bolivia. Esa es la realidad.
Adicionalmente, Bolivia tuvo que hacer otro sacrificio, del cual también la Corte tomó nota en su sentencia. Me refiero a que al definir Bolivia qué se entiende por salida soberana flexibilizó su postura tradicional hablando no solo de corredor o enclave soberano sino también de zonas especiales u otras soluciones pragmáticas. Bolivia puso en duda su reclamo de cesión territorial.
¿Qué consecuencias políticas se han dado por la sentencia de La Haya?
Que resulta lamentable que los múltiples ámbitos de colaboración e integración posibles entre ambos países, con amplia perspectiva de ganancia para nuestros pueblos, se hayan visto afectados por esta demanda unilateral que consideramos como un error. Deberíamos estar coordinándonos, Chile y Bolivia, para enfrentar los desafíos del desarrollo del 2030 o el 2040 y estamos discutiendo sobre el siglo pasado o el antepasado.
_Viendo ahora el resultado ¿cree usted que fue un acierto plantear una objeción preliminar a la jurisdicción de la Corte o era mejor ir directamente al fondo del asunto? Fue un acierto, sin duda. De haber ido directo al fondo habríamos quedado con la demanda en toda su amplitud. Es cosa de revisar lo que perdió Bolivia buscando defenderse de nuestra objeción y las dudas que dejó instaladas.
_¿El fallo de La Haya obligará a Chile a reajustar su estrategia?Esta es una nueva etapa de un proceso que se inició en abril del 2013. Reajuste de la estrategia, no. Estrategia diferente en función de una etapa distinta, evidentemente. Ahora utilizaremos argumentos que no podíamos esgrimir en la etapa de la excepción preliminar porque estaban vinculados al fondo de la discusión. En adelante lo que corresponde explicar es que la supuesta obligación de negociar no existe.
_¿Es cierto que las autoridades chilenas le pidieron a las bolivianas solicitar a la Corte de La Haya una demora para la lectura del fallo, debido a la proximidad de la Asamblea de la ONU?De ninguna manera. En su momento lo que se exploró fue mover la fecha en un par de días dado que algunos de nuestros abogados extranjeros no podían estar el 24 en La Haya. Todo lo demás es ficción.
_Usted habla de buscar ‘fórmulas imaginativas’, pero que no toquen la soberanía. Desde su punto de vista, ¿cuáles son esas fórmulas imaginativas?Ha habido conversaciones en el pasado. Ese es un desafío que solo tiene sentido tratar si existiese voluntad política, y no con un juicio en la Corte Internacional de La Haya.
_También habla de mejorar las condiciones de acceso al mar para Bolivia. ¿Cuál es el alcance específico de su propuesta? ¿A qué se refiere?Eso es lo que habría que explorar, en un marco de relaciones normales y disposición al diálogo que no ha estado presente por parte de Bolivia los últimos años. Difícilmente se puede entablar un diálogo cuando un país se resiste a restablecer relaciones diplomáticas, imponiendo condiciones inaceptables, y cuando existe una campaña comunicacional de ofensas en contra de nuestro país y nuestro Gobierno en todos los foros imaginables. Así no se avanza, se retrocede y se pierde un tiempo muy valioso.
HERALDO MUÑOZ VALENZUELA
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE
CARGO: CANCILLER DE CHILE
EDAD: 67 AÑOS
NACIÓ EN: SANTIAGOSU TRAYECTORIA
Heraldo Benjamín Muñoz Valenzuela es especialista en relaciones internacionales. Tiene doctadorados en ciencia política e hizo estudios en las universidades de Denver, Harvard y la estatal de Nueva York. Durante la presidencia de Ricardo Lagos fue ministro vocero; fue embajador de Chile ante la ONU; y desde marzo de 2014 es ministro de Relaciones Exteriores de Chile, en el Gobierno de Michelle Bachelet.
_Usted declaró que Chile salvó su soberanía territorial en La Haya. ¿Por qué lo dice con tanta seguridad, toda vez que la Corte puede decidir en un futuro que Chile debe sentarse a negociar?Porque la Corte descartó en su fallo una obligación de resultado que afecte la soberanía chilena, y salvaguardó debidamente la plena vigencia del Tratado de 1904.
_Si el tribunal de La Haya dispone que Chile se siente a negociar con Bolivia ¿lo hará?No me voy a poner en situaciones hipotéticas; pero puedo decir que Chile es un país respetuoso del derecho internacional, algo que ha demostrado con creces.
_¿No cree que ha llegado el momento de que Bolivia y Chile se sienten a conversar de buena fe y con espíritu abierto y constructivo sobre el objeto de la demanda boliviana? Chile y Bolivia se han sentado varias veces a conversar de buena fe. Lo que sucede es que Bolivia no puede pretender imponer una fórmula contraria a la integridad territorial de mi país. Por lo demás, como bien dice Walter Montenegro (historiador y exdiplomático boliviano) en su libro Oportunidades perdidas, la mayor parte de las veces que ambos países han conversado, no se ha llegado a un acuerdo por circunstancias internas de Bolivia; no por culpa de Chile.
_¿Le preocupa que Bolivia sume respaldo de personalidades internacionales, como el exjuez español Baltasar Garzón?No. Especialmente considerando que él habría reconocido que contempló ser abogado de la demanda boliviana.
_El papa Francisco ha dicho que la demanda marítima de Bolivia es “justa”, ¿qué opina usted?El papa habló en el contexto de una visita pastoral a Bolivia (en julio), habló de un “anhelo” y no tomó partido en el caso que está conociendo la Corte de La Haya. Llamó al diálogo diplomático con los vecinos y Chile respondió ofreciendo restablecer relaciones diplomáticas con Bolivia de inmediato y sin condiciones. La respuesta del presidente boliviano fue una agresión verbal.
_Inicialmente ¿por qué aceptó la entrevista en Canal 7 BTV, pero luego se negó a venir a Bolivia?Nunca acepté ir a Bolivia. Lo que dije fue que sí aceptaba, y continuo aceptando encantado una entrevista con el canal oficial de Bolivia. Pero, el solicitante de la entrevista no puede pretender imponerle a quien se desea entrevistar las condiciones del dónde, cómo y cuándo.
_¿Cómo vio usted las repercusiones en Chile de la entrevista que le hizo Televisión Nacional de Chile (TVN) al portavoz de la demanda marítima de Bolivia, Carlos D. Mesa? No la vi, pues estaba en la Asamblea General en Nueva York. Me da la impresión de que la entrevista tuvo más repercusión en Bolivia que en Chile.
_¿Cómo califica las actuales relaciones entre la presidenta de Chile, Michelle Bachelet y su homólogo de Bolivia, Evo Morales?Mucho menos de lo que sería deseable. La política del insulto y la descalificación por parte del presidente Morales, sumada a una demanda unilateral ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, nos tienen en un clima bilateral enrarecido. Lamentable
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE
CARGO: CANCILLER DE CHILE
EDAD: 67 AÑOS
NACIÓ EN: SANTIAGOSU TRAYECTORIA
Heraldo Benjamín Muñoz Valenzuela es especialista en relaciones internacionales. Tiene doctadorados en ciencia política e hizo estudios en las universidades de Denver, Harvard y la estatal de Nueva York. Durante la presidencia de Ricardo Lagos fue ministro vocero; fue embajador de Chile ante la ONU; y desde marzo de 2014 es ministro de Relaciones Exteriores de Chile, en el Gobierno de Michelle Bachelet.
_Usted declaró que Chile salvó su soberanía territorial en La Haya. ¿Por qué lo dice con tanta seguridad, toda vez que la Corte puede decidir en un futuro que Chile debe sentarse a negociar?Porque la Corte descartó en su fallo una obligación de resultado que afecte la soberanía chilena, y salvaguardó debidamente la plena vigencia del Tratado de 1904.
_Si el tribunal de La Haya dispone que Chile se siente a negociar con Bolivia ¿lo hará?No me voy a poner en situaciones hipotéticas; pero puedo decir que Chile es un país respetuoso del derecho internacional, algo que ha demostrado con creces.
_¿No cree que ha llegado el momento de que Bolivia y Chile se sienten a conversar de buena fe y con espíritu abierto y constructivo sobre el objeto de la demanda boliviana? Chile y Bolivia se han sentado varias veces a conversar de buena fe. Lo que sucede es que Bolivia no puede pretender imponer una fórmula contraria a la integridad territorial de mi país. Por lo demás, como bien dice Walter Montenegro (historiador y exdiplomático boliviano) en su libro Oportunidades perdidas, la mayor parte de las veces que ambos países han conversado, no se ha llegado a un acuerdo por circunstancias internas de Bolivia; no por culpa de Chile.
_¿Le preocupa que Bolivia sume respaldo de personalidades internacionales, como el exjuez español Baltasar Garzón?No. Especialmente considerando que él habría reconocido que contempló ser abogado de la demanda boliviana.
_El papa Francisco ha dicho que la demanda marítima de Bolivia es “justa”, ¿qué opina usted?El papa habló en el contexto de una visita pastoral a Bolivia (en julio), habló de un “anhelo” y no tomó partido en el caso que está conociendo la Corte de La Haya. Llamó al diálogo diplomático con los vecinos y Chile respondió ofreciendo restablecer relaciones diplomáticas con Bolivia de inmediato y sin condiciones. La respuesta del presidente boliviano fue una agresión verbal.
_Inicialmente ¿por qué aceptó la entrevista en Canal 7 BTV, pero luego se negó a venir a Bolivia?Nunca acepté ir a Bolivia. Lo que dije fue que sí aceptaba, y continuo aceptando encantado una entrevista con el canal oficial de Bolivia. Pero, el solicitante de la entrevista no puede pretender imponerle a quien se desea entrevistar las condiciones del dónde, cómo y cuándo.
_¿Cómo vio usted las repercusiones en Chile de la entrevista que le hizo Televisión Nacional de Chile (TVN) al portavoz de la demanda marítima de Bolivia, Carlos D. Mesa? No la vi, pues estaba en la Asamblea General en Nueva York. Me da la impresión de que la entrevista tuvo más repercusión en Bolivia que en Chile.
_¿Cómo califica las actuales relaciones entre la presidenta de Chile, Michelle Bachelet y su homólogo de Bolivia, Evo Morales?Mucho menos de lo que sería deseable. La política del insulto y la descalificación por parte del presidente Morales, sumada a una demanda unilateral ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, nos tienen en un clima bilateral enrarecido. Lamentable
domingo, 4 de octubre de 2015
el articulista no se ahorra elogios para destacar la figura de Carlos Mesa, de quién nadie podría decir que no es un patriota, se ha preocupado de buscar un buen andamiaje en el campo de la lógica y la historia, para armar la estructura que convenció a la Corte de Justicia sobre las razones de Bolivia para exigir un diálogo serio, constructivo y justo conmiras a la salida al MAR que persigue Bolivia desde el mismo dia del asalto armado a nuestro Litoral Marítimo.
Ensalzar a Carlos Mesa no tiene ya mucho chiste ni me valdrá el premio a la columna más original del mes –al que usualmente aspira María Galindo en Página 7, con más denuedos y tenacidad–, luego del aluvión de aclamaciones que suscitó la entrevista a Mesa en TVN Chile.
Pero sería de envidiosos no reseñar los talentos de Carlos Mesa, su conocimiento, altura y garbo, expuestos ante la teleaudiencia chilena esta semana. De paso, en esa entrevista el país redescubrió ideales abandonados y se topó con las señas de un lenguaje político distinto. Gratifica ocuparse de estas cuestiones, en vez de las bravatas de tanto postulante local a hombre fuerte, pero de cómic.
En primer lugar, acertaron el Gobierno y Mesa al rehuir la tentación de una visita a Chile como la anunciada hace meses. Con la invitación de la TV chilena a Carlos Mesa, nadie pudo acusar –en Santiago o en el mundo– una torva intención de provocar a Chile con una exhibición de artes marciales, verbales o físicas. Parece trivial, pero no desafiar sin sentido no es para ser buenos chicos. Es para probar que la causa boliviana se defiende sola, sin mala leche. Y si se pretende negociar con Chile algún día, tampoco interesa enajenar a su opinión pública, sino inducirla a repensar. Esta veta fue entreabierta en la entrevista a Carlos Mesa.
Sin darse cuenta, con Mesa en Santiago el país también rememoró el ideal del patricio ilustrado. Para comparar, Evo Morales es de la estirpe popular, con su arquetipo del macho inexpugnable, heroico y rústico. Y García Linera ha hipotecado la irradiación de intelectual radical schick por la imagen del hombre de poder. En cambio, Mesa expresa los sueños –hasta conservadores– de las clases medias bolivianas, ansiosas por formar a los suyos en el prestigio del saber. Ese paradigma resucitó sin complejos en el desempeño de Mesa y en la reacción que originó.
En Chile, Carlos Mesa dio otra vez vida al arte público de retórica, ideas y gestualidad, desmintiendo a nuestros maestros del Realpolitik de choripan, para quienes en política sólo rinde ser marrullero o práctico. De un puesto significativo, pero relegado a la cuestión marítima, Mesa ha hecho una palestra. Que las virtudes personales no sean suficientes para manejar el poder es algo que Mesa sabe por agria experiencia, pero eso no quita la lección que presenciamos.
Mesa también hizo señas de un discurso post-opositor. Él ponderó el papel –esa obstinada voluntad– de Evo en la demanda marítima, de una forma que un opositor severo dudaría, calculando el electorado a perder. Pero ni la oposición más áspera se animó a cobrarle a Mesa ese gesto.
A la vez, en Chile Carlos Mesa tradujo su opinión adversa a la reelección de Evo, en el único momento en el que zigzagueó por no prever ese obvio flanco débil, usado por el periodista chileno –convertido ya en polemista– para evitar la rechifla de su audiencia (no ha de ser fácil entrevistar a un chúcaro como Mesa en apronte; su entrevistador no era malo, pero carecía del barniz intelectual para lidiar con el expresidente). Ya en Bolivia, Mesa ratificó su censura a la reelección, para molestia de los perdidos –del MAS– en la política pequeña y servicial.
Mesa perfiló así otra senda, que se permite apreciar los éxitos del Gobierno sin callar su crítica al oficialismo monopolista. El riesgo de esa postura es el equilibrismo, pero aun así refresca. Tiene el mérito de trascender la intragable dieta discursiva a que estamos sometidos: “el Gobierno hace todo bien/el Gobierno hace todo mal”. De esas construcciones verbales nuevas, que se arriesguen a dejar las trajinadas trincheras, se armarán las coaliciones políticas del futuro.
Fue una ocasión para reconocer a un personaje de nuestra vida pública. El país lo ha visto crecer, destacar, consentirse, atinar, equivocarse y volver a brillar. De este tiempo quedarán pocos en la memoria nacional; Evo y Carlos Mesa entre ellos. Y tal parece, como apuntaba un ojo de águila, que aún no podemos juzgar cuál será el lugar de su relevancia final.
domingo, 27 de septiembre de 2015
el texto de Carlos Mesa es fundamental para juzgar lo acontecido en La Haya hasta la fecha. Chile ha empezado una campaña de desinformación tratando de "achicar" el alcance del pronunciamiento de la Corte Internacional de Justicia. los tres puntos que aduce Mesa estabilidad de fronteras, el Tratado no ha resuelto los temas plendientes y terceo que los méritos de argumentación boliviana ratifica que los actos (entre Bolivia y Chile) generan hechos que hacen exigible ante una Corte. Veamos.
“La Corte rechaza la objeción preliminar interpuesta por la República de Chile por 14 votos contra dos”. “Declara que tiene jurisdicción, sobre la base del Artículo XXXI del Pacto de Bogotá, para conocer la solicitud presentada por el Estado Plurinacional de Bolivia”.
Este fallo hecho público el 24 de septiembre de 2015 se ha convertido en uno de los hechos más importantes de la compleja historia de las relaciones bilaterales entre Bolivia y Chile, desde que en 1836 Chile le declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana presidida por Andrés Santa Cruz.
La decisión de la CIJ es trascendente no solamente porque marca un incuestionable triunfo jurídico de Bolivia sobre Chile, sino porque establece algunas precisiones de la mayor importancia para el desarrollo futuro del fondo de la demanda boliviana, que está ya en plena ejecución.
Chile equivocó el camino, no sólo al plantear una innecesaria Demanda Preliminar de Incompetencia, sino sobre todo al apoyar su argumentación en la defensa del carácter “sagrado” del Tratado de 1904. Adicionalmente, descargó casi toda su artillería jurídica en esta fase de antejuicio. El resultado fue categórico. Para empezar la declaratoria inequívoca de competencia por parte de la Corte, pero sobre todo, por algunas consideraciones en el texto del fallo que marcan un antes y un después en la historia de nuestro diferendo.
Primero: la CIJ ratifica que la demanda boliviana no está basada ni directa ni indirectamente en el Tratado de 1904, lo que no sólo reconoce la veracidad de nuestra argumentación, sino que desbarata el supuesto riesgo para la comunidad internacional de que si la CIJ fallara a favor de Bolivia, se pondría en riesgo la estabilidad de fronteras en el mundo, basada precisamente en el respeto a los Tratados.
Segundo: por primera vez en nuestra historia bilateral un organismo internacional de esa jerarquía afirma que, contra las reiteradas aseveraciones de Chile, el Tratado no ha resuelto ni cerrado los temas pendientes entre ambos países (léase la mediterraneidad forzada de Bolivia). No sólo eso, le recuerda a Chile que sí hay un tema pendiente que debe resolverse. El Tratado tiene el lugar que le corresponde, pero deja de ser el alfa y el omega de nuestra relación. Termina así definitivamente la afirmación chilena de que “no hay ningún problema pendiente entre ambos países”.
Tercero: La CIJ reconoce los méritos jurídicos de la argumentación boliviana al ratificar que los actos diplomáticos y las negociaciones entre Estados (Actos Unilaterales de los Estados) generan hechos jurídicos cuyo incumplimiento es exigible ante una Corte. Este reconocimiento es de la mayor importancia, porque subraya no sólo la solidez de nuestra demanda, sino que hace muy difícil para Chile demostrar que esos actos no tuvieron valor de tales, o que no pueden ser considerados como compromisos firmes jurídicamente demandables.
Ante la derrota sufrida por Santiago, sus autoridades, juristas y periodistas han intentado demostrar que Chile obtuvo una pequeña “victoria” en una de las partes del fallo de la CIJ, aquella que dice: “incluso asumiendo que la Corte vaya a encontrar la existencia de dicha obligación (de Chile de negociar con Bolivia), la Corte no podría predeterminar el resultado de ninguna negociación que se lleve a cabo como consecuencia de dicha obligación”. La lectura chilena es notable. El Agente de ese país, Felipe Bulnes, dijo que la Corte ha “mutado” la naturaleza del juicio. ¿En qué consistiría tal mutación? En que la Corte –según esa lectura-- ha limitado el alcance de su fallo y sólo va a considerar la primera parte de la demanda, aquella que establece la obligación de negociar por parte de Chile, pero no la de otorgarle, como consecuencia de esa negociación, un acceso soberano al mar. Ninguna Corte puede decidir arbitrariamente modificar el contenido de una demanda, puede fallar a favor o en contra de ella, pero no limitar su esencia jurídica y menos su contenido antes del comienzo del proceso. Sobre esa premisa fundamental está claro que la CIJ se refiere a una cuestión evidente, adelanta que no puede predeterminar las características específicas y de detalle que sobrevendría como resultado de la negociación entre ambos países referida exclusivamente a un objetivo, el acceso soberano al mar para Bolivia, no otra cosa.
É.ste es un primer paso, pero un primer paso que ha consolidado el valor incuestionable de afirmaciones históricas de Bolivia, a partir de consideraciones categóricas del máximo tribunal internacional de justicia. El largo camino que aún queda no estará exento de dificultades, pero la solidez de nuestros argumentos y la clara vocación de haber definido esta causa como una política de Estado trabajada por un equipo compacto y con una única meta, nos permite ser optimistas en cuanto al resultado que todos los bolivianos esperamos.
jueves, 24 de septiembre de 2015
a poco de conocerse el fallo del Tribunal de Justicia.
la Presidenta Michelle Bachelet emite declaración
A las 9:45 hora boliviana, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet respaldada en pleno por sus ministros, dio un discurso sobre el fallo de La Haya, que se declaró competente para resolver la demandamarítima boliviana.
La mandataria señaló sentirse convencida de haber hecho el trabajo correcto y felicitó el trabajo de su equipo jurídico. "Estamos en la misma posición en la que hubiésemos estado si decidíamos entrar de lleno en el juicio", aseguró y destacó la solidez de sus argumentos que deberían haber llevado a una "resolución contraria".
Bachelet afirmó que su país no tiene ningún tema pendiente de límites y anunció que el fallo "no afecta en nada" a su integridad territorial. "Bolivia no ha ganado nada", añadió.
De cara a lo que se viene en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la presidenta indicó la razón está de su lado y que se dejará en evidencia "las ambigüedades y falta de argumentos" de la demanda boliviana. Añadió que gobierno adoptará todas las medidas medidas necesarias para salvaguardar su territorio.
domingo, 2 de agosto de 2015
se advierte entusiasmo, casi un frenesí patriótico, en el texto que sigue de Carlos Mesa. glosa con propiedad la palabra de Francisco con relación a Chile, al MAR, a la Justicia. sin embargo de este sentimiento contagioso, debemos decir CUIDADO! NO ABUSAR DE FRANCISCO EN ESTE TRAJÍN DE PALABRAS. debemos ser cautos y no manosear la intervención papal en asunto tan delicado. ir con pies de plomo, aunque sobre seguro. si la Justicia está del lado boliviano, ésta debe brillar como el sol de mediodia!
“No es injusto que Bolivia anhele salida al mar”. “Todos los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas, tienen soluciones razonables, equitativas y duraderas”. Las palabras del papa Francisco inequívocamente favorables a la justa causa boliviana marcan uno de los hitos más relevantes de la compleja y turbulenta historia de las relaciones entre Bolivia y Chile.
Fue tal su impacto internacional que Chile no encontró mejor respuesta, al no poder cuestionar al Papa como lo hace cuando cualquier autoridad o país respalda nuestra reivindicación, que reflotar aquel golpe de efecto que buscó mi colega el presidente Lagos, ofrecer relaciones diplomáticas aquí y ahora. Pero, siempre hay un pero santiaguino en este asunto, la oferta era abrir relaciones sin condiciones.
Bolivia entendió que las palabras de Francisco planteaban un desafío a pesar de la naturaleza intrínseca de nuestra demanda ante la Corte de La Haya, que no es otra que la búsqueda de un diálogo. Es en ese contexto que se debe entender la respuesta del presidente Morales a la reacción chilena ante los vientos frescos que trajo el Papa. Morales fue muy claro, acepta reanudar relaciones diplomáticas inmediatamente sobre dos premisas tan claras como inexcusables: “estamos de acuerdo para restablecer la relaciones diplomáticas para que en menos de cinco años se resuelva el tema del mar para Bolivia, una salida al océano Pacífico con soberanía y con garante, el hermano papa Francisco”. Ojo. El Presidente fue muy claro, hablo de un garante, no de un mediador.
El Primer Mandatario hace una propuesta que toma en consideración los elementos centrales que dieron lugar a la ruptura de nuestras relaciones y que le dan sentido a su restablecimiento. No cabe duda de que hay muchísimos temas que justifican nuestro vínculo con Chile. En lo positivo los vinculados al comercio, el desarrollo económico, la complementariedad entre ambas naciones referidas a energía y agua, la potencialidad del desarrollo de zonas estratégicas entre ambos, etc. En lo complejo, cuestiones como el Lauca y el Silala. Pero es evidente, es una cuestión central que no requiere el menor análisis, que el corazón de nuestro desencuentro con Chile es el tema del mar. Una larga y frustrante historia de promesas y compromisos no cumplidos jalona la realidad de hoy. Es imposible pretender olvidarla cuando se encara la posibilidad de una normalización de nuestros vínculos.
La respuesta de Chile al Presidente tuvo dos características, su rapidez y su tono. Pruebas ambas de que la oferta de reabrir relaciones fue simplemente un golpe de efecto para aminorar la dimensión definitiva de la posición papal. Pero además esa respuesta está basada en una falta de voluntad política y en una falacia. La falta de voluntad política es evidente. No se puede pretender un diálogo cuya primera premisa sea no aceptar que el tema central por el que las relaciones están rotas no sea aceptado como cuestión central de ese restablecimiento. No se trata de abrir una negociación con precondiciones, pero si se trata de abrirlo sobre la premisa de que la cuestión básica de ese diálogo es negociar la demanda boliviana de un acceso soberano al Pacífico. La falacia fue expresada por el ministro Muñoz: “Bolivia está pidiendo el equivalente a lo que pide a la Corte. Es decir, a la Corte le pidió que Chile ceda soberanía”. No, ministro, Bolivia no le pide a la CIJ que Chile ceda soberanía. Bolivia le pide a la Corte un fallo que establezca que Chile tiene la obligación de negociar con Bolivia para que como resultado de esa negociación Bolivia obtenga un acceso soberano al mar. La demanda no es un capricho unilateral boliviano, ni un pedido de un fallo arbitrario de la Corte, es el producto de los reiterados compromisos incumplidos por Chile a lo largo de más de siete décadas de negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al Pacífico. En suma, lo que Bolivia le pide la Corte es abrir un diálogo sobre ese tema en particular.
Bolivia expresa, tanto en su demanda como en su oferta de relaciones, una real voluntad política de negociar. En el segundo caso, además, propone un garante, el más creíble en el mundo, el papa Francisco, para demostrar que el objetivo esencial de nuestra política exterior puede lograrse de buena fe y con la garantía de una personalidad que ha expresado su deseo de que el diálogo sea el camino principal para resolver este tema pendiente.
El ministro Heraldo Muñoz hace otra afirmación sorprendente: “las relaciones diplomáticas se restablecen para resolver problemas o diferencias, no se puede pretender que se resuelva el problema de alguna de las partes para luego restablecer relaciones”. El problema del mar es un problema de ambos países, todo el conjunto de nuestras relaciones bilaterales está condicionado a ese problema. Ambas naciones estamos en un juicio internacional a este propósito. ¿Desde cuándo ésta es la cuestión de una sola de las partes? Pero algo más. Estados Unidos y Cuba acaban de restablecer relaciones diplomáticas, ese restablecimiento se ha hecho sobre una premisa que Cuba ha dejado bien sentada, que es imprescindible una negociación para que Estados Unidos levante el bloqueo en el Congreso y devuelva Guantánamo a la soberanía cubana. Ambas cuestiones son perfectamente equiparables a la reivindicación marítima boliviana. A pesar de ello, las relaciones diplomáticas se han reanudado. Esa reanudación prevé la negociación sobre dos cuestiones muy sensibles y complejas. ¿Cabe alguna duda sobre si es posible una reanudación que contemple la negociación del tema marítimo como elemento principal?
Lo objetivo, lo que se demuestra de modo tangible es que Chile no quiere negociar porque no tiene la voluntad política de hacerlo.
El autor fue Presidente de la República.
http://carlosdmesa.com/
domingo, 19 de julio de 2015
Los Tiempos se refiere a las dos ocasiones en que Francisco habló sobre el MAR. las expresiones han desquiciado a la diplomacia chilena. desorientada la diplomacia vecina, pero también exageradas algunas declaraciones bolivianas. termina los LT, se podría añadir no hay lugar al exitismo ni "cantar victoria antes de tiempo".
Las palabras del Papa se circunscribieron al reconocimiento básico de la necesidad de dialogar de buena fe... Por eso, así como aparece desorientada la diplomacia chilena, aparecen exageradas algunas declaraciones bolivianas
Los dos comentarios que ha hecho el papa Francisco en su visita a Ecuador, Bolivia y Paraguay, sobre la demanda boliviana de obtener una salida soberana al océano Pacífico, han terminado de desquiciar a la diplomacia chilena que, aparentemente, no puede estructurar una posición coherente, peor aún si sus actuales autoridades han decidido subordinar este tema a sus intereses de política interna.
¿Qué ha dicho el Papa en su visita? En la Catedral de La Paz dijo: “El desarrollo de la diplomacia con los países del entorno, que evite los conflictos entre pueblos hermanos y contribuya al diálogo franco y abierto de los problemas, hoy es indispensable. Estoy pensando acá en el mar. Diálogo, diálogo es indispensable. Construir puentes en vez de levantar muros. Todos los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas, tienen soluciones razonables, equitativas y duraderas. Y, en todo caso, nunca han de ser motivo de agresividad, rencor o enemistad que agravan más la situación y hacen más difícil su resolución”.
La segunda fue en el vuelo de retorno a Italia, en respuesta a preguntas de las colegas periodistas bolivianas sobre una posible mediación entre Bolivia y Chile y si es justa la demanda boliviana: “Lo de la mediación es una cosa muy delicada, y sería como un último paso (...) es la última instancia, siempre hay otras figuras diplomáticas que ayudan, en ese caso, facilitadores, etc.”.
“En este momento, yo tengo que ser muy respetuoso de esto, porque Bolivia hizo un recurso a un tribunal internacional. Entonces, si en este momento hago un comentario –yo soy jefe de un Estado– podría ser interpretado como inmiscuirme o una presión. Tengo que ser muy respetuoso de la decisión que tomó el pueblo boliviano que hizo ese recurso (...) También una tercera cosa que quiero dejar clara. Yo, en la catedral de Bolivia, toqué ese tema de una manera muy delicada, teniendo en cuenta la situación de recurso al tribunal internacional. Recuerdo perfectamente el contexto: ‘Los hermanos tienen que dialogar, los pueblos latinoamericanos dialogan para crear la patria grande, el diálogo es necesario’. Ahí me detuve, hice un silencio, y dije: “Pienso en el mar”. Y continué: “diálogo y diálogo”. Quiero que quede claro que mi intervención fue un recuerdo a ese problema, pero respetando la situación como está planteada ahora. Estando en un tribunal internacional no se puede hablar de mediación, ni facilitación, hay que esperar”.
Y respecto a si es justa la reivindicación boliviana Francisco respondió que “Siempre hay una base de justicia cuando hay cambio de límites territoriales y, sobre todo, después de una guerra. Hay una revisión continua de eso. Yo diría que no es injusto plantearse una cosa de este tipo, ese anhelo. (...) Claro, después de una guerra de ese tipo surgen las pérdidas y creo que es importante, primero, el diálogo, la sana negociación. Ahora, en este momento, el diálogo está detenido obviamente por este recurso a La Haya”.
Se trata, sin duda, de un respaldo muy fuerte al país, pero circunscrito al reconocimiento básico de la necesidad de dialogar de buena fe... que es, precisamente, el meollo de nuestro alegato ante La Haya. De ahí que así como aparece desorientada la diplomacia chilena, aparecen exageradas algunas declaraciones bolivianas.
sábado, 23 de mayo de 2015
prefiero seguir encerrado si el precio ha de ser soportar a S.E. ad aeternum. Manfredo Kemppf ve como inaceptable la postura de García Linera "tendremos MAR si EVO sigue como presidente" nadie del Comité ante La Haya, había dicho algo semejante, tuvo que ser el Vice, no fue acaso parecido el episodio contra Bánzer que SÍ tuvo posibilidad de lograr la salida. "la conjura lo echo del poder" Charaña fracasó ante esa perspectiva. que sin Evo nos quedamos sin mar. lo prefiero proclama el escritor, historiador, diplomático y periodista. "no traten de engañar al pueblo. Cállense para no perder el camino, porque La Haya es tan sólo el comienzo. Hay otro que no sea la Corte de Justicia?
Si el precio para tener alguna salida al mar significará soportar a
S.E. en el Gobierno hasta el final de los siglos, yo por lo menos – creo
que la mayoría de los compatriotas – prefiero seguir encerrado. Es
preferible el enclaustramiento geográfico que el enclaustramiento
mental, la captura del pensamiento y de la voluntad. Otros mandatarios
vendrán con los años y seguirán en esta lucha persistente – hora bien
encaminada – para que Chile nos haga justicia y nos devuelva aunque sea
un digno acceso soberano al océano después de tanto tiempo de
infructuoso empeño de nuestra parte.
No me equivoco si afirmo que todos los bolivianos estábamos unidos en torno a la actual demanda en La Haya. Muy pocos serían quienes divergieran de la necesidad de trabajar codo a codo y eficientemente ante ese alto tribunal mundial con la esperanza de un final satisfactorio. Yo mismo, en más de una oportunidad, reconocí que estuve equivocado cuando afirmé que en La Haya no obtendríamos nada o muy poco. Reconocí, además, que el Gobierno estaba trabajando con seriedad.
Pero se ve que los bolivianos no tenemos remedio. En cuanto se vislumbra algo a lo que se le puede sacar provecho político, se acaba el patriotismo. Además, tenemos la manía de no poder mantener la boca cerrada, cuando se sabe que la cautela es tan provechosa si se está delante de jueces o de fiscales. Para eso, tanto en lo personal como en lo público, están los abogados. Bolivia ha contratado jurisconsultos célebres y caros, para que aleguen lo necesario en nombre de la nación sobre los asuntos jurídicos de nuestra demanda que es lo único que importa en La Haya. No para que cada uno de los que concurrieron allí quieran hablar algo, y ni qué decir de los que se quedaron y pensaron que se habían perdido la oportunidad de lucirse.
Lo que ha dicho la semana pasada el vicepresidente Álvaro García Linera ha sido un gafe inconcebible, sólo entendible en fieles mayordomos. Cuando los bolivianos estamos pendientes del menor detalle de lo que acontece a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, cuando contenemos la respiración al escuchar exponer a algunos de nuestros ilustres abogados o nuestro agente, Eduardo Rodríguez Veltzé, al Vicepresidente no se le ocurre nada mejor que manifestar públicamente, que Bolivia llegará al mar siempre que S.E. “nos acompañe…nos conduzca”.
¿Pero cómo puede decir semejante disparate el Vicepresidente sabiendo que la mitad del país está esperando que S.E. acabe su tercer mandato consecutivo de una vez y que se vaya a su casa o a ese restaurante que dice va a poner en el Chapare en cuanto concluya esta gestión? Si dizque el más cultivado de los masistas afirma tal dislate, ¿qué unidad está pidiendo el Gobierno en torno al reclamo marítimo y a la demanda ante la CIJ? ¿Cómo vamos a apoyar un emprendimiento que, sin ninguna seguridad de éxito, nos lleve a una dictadura disfrazada? ¿No ha leído el Vicepresidente que parte del fracaso de las negociaciones de Charaña se produjo porque una población azuzada – y toda la oposición conjurada – pensó que un éxito marítimo mantendría al general Banzer en el poder hasta que se cansara? ¿Cómo poner en la mira ahora a S.E.? ¿Acaso no hay motivo para pensar lo mismo?
“…que nuestro presidente Evo siempre nos acompañe, siempre nos conduzca, siempre nos lleve por la buena ruta a todos los bolivianos”, dijo García Linera. Y el martes pasado algo más: que el éxito de la demanda ante la CIJ “se basa en la estabilidad y continuidad política, estabilidad social y la visión de estadista del presidente para conducirnos a todos los bolivianos por el camino por el que pudimos llevar a Chile a un tribunal internacional”. En pocas palabras, lo que el Vicepresidente quiere dejar fuera de duda, es que si S.E. deja de ser presidente de Bolivia, los bolivianos nos quedaremos sin mar. Eso es ridículo.
Lo peor es que se lanzan estas declaraciones en momentos en que los “movimientos sociales” y el VIII Congreso del MAS ya están pidiendo, cuando no acaban de silenciarse los camaretazos de la última elección general, que a S.E. se lo reelija una vez más en el 2019. Y cuando él mismo, S.E., seguramente que feliz por la iniciativa, se ofrece – olvidándose de su restaurante en Chimoré – a “gobernar para toda la vida”, como en China, dice. Claro que S.E. no sabe lo que sucedió en la China de la primera mitad del siglo pasado y mucho después. No sabe S.E. las diferencias que existen entre China y Bolivia.
No mezclen la política interna con la política internacional. No traten de engañar al pueblo expresando que si no es el caudillo o el líder quien gobierna, no habrá mar. Cállense de una buena vez y no echen a perder el camino que se ha recorrido en La Haya, que no es sino el comienzo, y donde ninguna garantía que no sea la justicia bien aplicada nos ampara. S.E. no puede estar diciendo a los cuatro vientos que si fracasa Bolivia en La Haya existen otras alternativas. Una opción que es “mejor” todavía que la Corte. ¿Se podrá saber que tiene en mente S.E.?
No me equivoco si afirmo que todos los bolivianos estábamos unidos en torno a la actual demanda en La Haya. Muy pocos serían quienes divergieran de la necesidad de trabajar codo a codo y eficientemente ante ese alto tribunal mundial con la esperanza de un final satisfactorio. Yo mismo, en más de una oportunidad, reconocí que estuve equivocado cuando afirmé que en La Haya no obtendríamos nada o muy poco. Reconocí, además, que el Gobierno estaba trabajando con seriedad.
Pero se ve que los bolivianos no tenemos remedio. En cuanto se vislumbra algo a lo que se le puede sacar provecho político, se acaba el patriotismo. Además, tenemos la manía de no poder mantener la boca cerrada, cuando se sabe que la cautela es tan provechosa si se está delante de jueces o de fiscales. Para eso, tanto en lo personal como en lo público, están los abogados. Bolivia ha contratado jurisconsultos célebres y caros, para que aleguen lo necesario en nombre de la nación sobre los asuntos jurídicos de nuestra demanda que es lo único que importa en La Haya. No para que cada uno de los que concurrieron allí quieran hablar algo, y ni qué decir de los que se quedaron y pensaron que se habían perdido la oportunidad de lucirse.
Lo que ha dicho la semana pasada el vicepresidente Álvaro García Linera ha sido un gafe inconcebible, sólo entendible en fieles mayordomos. Cuando los bolivianos estamos pendientes del menor detalle de lo que acontece a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, cuando contenemos la respiración al escuchar exponer a algunos de nuestros ilustres abogados o nuestro agente, Eduardo Rodríguez Veltzé, al Vicepresidente no se le ocurre nada mejor que manifestar públicamente, que Bolivia llegará al mar siempre que S.E. “nos acompañe…nos conduzca”.
¿Pero cómo puede decir semejante disparate el Vicepresidente sabiendo que la mitad del país está esperando que S.E. acabe su tercer mandato consecutivo de una vez y que se vaya a su casa o a ese restaurante que dice va a poner en el Chapare en cuanto concluya esta gestión? Si dizque el más cultivado de los masistas afirma tal dislate, ¿qué unidad está pidiendo el Gobierno en torno al reclamo marítimo y a la demanda ante la CIJ? ¿Cómo vamos a apoyar un emprendimiento que, sin ninguna seguridad de éxito, nos lleve a una dictadura disfrazada? ¿No ha leído el Vicepresidente que parte del fracaso de las negociaciones de Charaña se produjo porque una población azuzada – y toda la oposición conjurada – pensó que un éxito marítimo mantendría al general Banzer en el poder hasta que se cansara? ¿Cómo poner en la mira ahora a S.E.? ¿Acaso no hay motivo para pensar lo mismo?
“…que nuestro presidente Evo siempre nos acompañe, siempre nos conduzca, siempre nos lleve por la buena ruta a todos los bolivianos”, dijo García Linera. Y el martes pasado algo más: que el éxito de la demanda ante la CIJ “se basa en la estabilidad y continuidad política, estabilidad social y la visión de estadista del presidente para conducirnos a todos los bolivianos por el camino por el que pudimos llevar a Chile a un tribunal internacional”. En pocas palabras, lo que el Vicepresidente quiere dejar fuera de duda, es que si S.E. deja de ser presidente de Bolivia, los bolivianos nos quedaremos sin mar. Eso es ridículo.
Lo peor es que se lanzan estas declaraciones en momentos en que los “movimientos sociales” y el VIII Congreso del MAS ya están pidiendo, cuando no acaban de silenciarse los camaretazos de la última elección general, que a S.E. se lo reelija una vez más en el 2019. Y cuando él mismo, S.E., seguramente que feliz por la iniciativa, se ofrece – olvidándose de su restaurante en Chimoré – a “gobernar para toda la vida”, como en China, dice. Claro que S.E. no sabe lo que sucedió en la China de la primera mitad del siglo pasado y mucho después. No sabe S.E. las diferencias que existen entre China y Bolivia.
No mezclen la política interna con la política internacional. No traten de engañar al pueblo expresando que si no es el caudillo o el líder quien gobierna, no habrá mar. Cállense de una buena vez y no echen a perder el camino que se ha recorrido en La Haya, que no es sino el comienzo, y donde ninguna garantía que no sea la justicia bien aplicada nos ampara. S.E. no puede estar diciendo a los cuatro vientos que si fracasa Bolivia en La Haya existen otras alternativas. Una opción que es “mejor” todavía que la Corte. ¿Se podrá saber que tiene en mente S.E.?
domingo, 17 de mayo de 2015
presidentes, cancilleres y embajadores bolivianos, actores en todo el proceso de reclamación por una salida soberana al Mar, después de la guerra. según Carlos Mesa ha sido una ininterrumpida reclamación que ahora Chile que explicar ante el mundo. sin duda un importante paso hacia adelante.
La inteligencia y el patriotismo de estas personalidades, consiguieron sus frutos cuando en La Haya nuestro agente y nuestros abogados sustentaron la incontrovertible argumentación boliviana referida a la obligación jurídica de Chile de sentarse a negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al mar
El lunes 4 de mayo de 2015 ha pasado a la historia. Por primera vez desde la invasión de Antofagasta, el Estado chileno ha dado explicaciones a la comunidad internacional de porqué se niega a negociar con Bolivia para darle un acceso soberano al mar. Bolivia ha logrado romper la pertinaz decisión de Santiago de encapsularnos en estériles conversaciones bilaterales.
Mérito mayor, sin duda, el del Presidente Morales y su gobierno cuya mirada de futuro y valentía, los llevó a iniciar esta demanda ante la Corte Internacional de Justicia. Pero mérito extraordinario el de sus antecesores en la diplomacia y la política bolivianas que hoy más de uno pretende olvidar.
Nada de lo que hemos hecho desde 2011 hasta hoy, y lo que haremos en el inmediato futuro, hubiese sido posible sin figuras que deben ser recordadas en su real dimensión.
El ministro de RREE de Eliodoro Villazón Daniel Sánchez Bustamante, quien marcó la rosa de los vientos de la política marítima nacional post tratado de 1904.
Carlos Gutiérrez ministro de RREE de José Gutiérrez Guerra, quien firmó con su par chileno Emilio Bello Codecido el acta protocolizada de 10 de enero de 1920, para “procurar un acuerdo que permita a Bolivia satisfacer su aspiración de obtener una salida propia al Pacífico, independientemente de la situación definitiva creada por las estipulaciones del tratado de 1904”. Base a partir de la que se tejen todos los demás compromisos de Chile.
Ricardo Jaimes Freyre embajador en Chile y Eduardo Diez de Medina ministro de RREE de Bautista Saavedra, quienes lograron las notas de 6 y 22 de febrero de 1923 del canciller chileno Luis Izquierdo.
Alberto Gutiérrez ministro de RREE de Hernando Siles, involucrado en las negociaciones que dieron como fruto el memorando de 23 de junio de 1926 del canciller chileno Beltrán Mathieu y la propuesta del también canciller de ese país Jorge Matte.
Alberto Ostria Gutiérrez embajador de Bolivia en Chile, gestor de la crucial negociación e intercambio de notas de 1946-1950, durante los ministerios de RREE de Aniceto Solares, Mamerto Urriolagoitia, Luis Fernando Guachalla, Tomás Manuel Elío, Adolfo Costa du Rels, Javier Paz Campero, Juan Manuel Balcázar, Waldo Belmonte, Alberto Saavedra y Pedro Zilvetti, en los gobiernos de Tomás Monje, Enrique Hertzog y Mamerto Urriolagoitia.
Los ministros de RREE Eduardo Arce Quiroga y José Fellmann en el segundo gobierno de Víctor Paz, que recibieron el memorando del embajador chileno en Bolivia Manuel Trucco hecho para paliar los efectos del desvío de las aguas del río Lauca, cuya obra provocó la decisión de Bolivia de romper relaciones diplomáticas con Chile.
Los embajadores en Chile Guillermo Gutiérrez y Adalberto Violand y los ministros de RREE Alberto Guzmán y Óscar Adriázola de Hugo Banzer, quienes llevaron adelante entre 1975 y 1978 la negociación de Charaña, uno de los hitos de la historia de nuestra reivindicación.
El ministro de RREE Gustavo Fernández de Walter Guevara, que logró la célebre resolución de la OEA de 1979 que establecía que la solución a nuestro enclaustramiento es un asunto de interés y de seguridad hemisféricos.
El ministro de RREE José Ortiz Mercado del segundo gobierno de Hernán Siles, quien acordó en la OEA con su par Miguel Schweitzer, reiniciar negociaciones con Chile para lograr un acceso soberano al mar.
El ministro de RREE Guillermo Bedregal y el Cónsul en Chile Jorge Siles del cuarto gobierno de Víctor Paz que, con el enfoque fresco, hicieron en 1987 una propuesta integral a Chile siguiendo los pasos de Charaña.
El ministro de RREE Javier Murillo del segundo gobierno de Hugo Banzer, que acordó en 2000 con su par Juan Gabriel Valdez, la agenda sin exclusiones en Algarve (Portugal).
El ministro de RREE Juan Ignacio Siles, quien impulsó la política boliviana de volver a colocar nuestra demanda marítima en todos los foros multilaterales, como ocurrió en la Cumbre de las Américas de Monterrey en 2004.
Todos estos hombres y todas estas iniciativas demuestran la consistencia de nuestra diplomacia, la claridad de cuál es el norte de Bolivia con relación a nuestro enclaustramiento. La agregación de una política internacional con un solo objetivo, las acciones concretas para lograr avances en el camino. La inteligencia y el patriotismo de estas personalidades, consiguieron sus frutos cuando en La Haya nuestro agente y nuestros abogados sustentaron la incontrovertible argumentación boliviana referida a la obligación jurídica de Chile de sentarse a negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al mar.
El autor fue presidente de la República
sábado, 9 de mayo de 2015
Carlos Antonio Carrasco pone punto final a la cobertura de las actuaciones judiciales en La Haya cuando el presidente de la Sala de Justicia proclamó "la Corte se retira". ahora vendrán los alegatos por escrito, hasta ahora son 15 mil folios quelos 15 jueces tendrán que leer y dar sus juicios. la Corte es soberana y no admite apelación, es decir no existe ningún otro Tribunal. Gracias Carlos Antonio por la excelente tarea realizada.
Colofón. “La Corte se retira a deliberar”. Con esa frase, el presidente del supremo tribunal internacional, el francés Ronny Abraham, cerró ayer la cuarta y última jornada en que sendos equipos de avezados juristas representando a Bolivia y a Chile se enfrentaron para tratar la competencia o incompetencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para considerar la demanda boliviana de una salida soberana al océano Pacífico.
La profesora francesa Monique Chemillier-Gendreau fue la encargada de iniciar la dúplica boliviana ante la atenta mirada de la bancada chilena que pestañeó colectivamente cuando ella espetó: “Chile prometió siempre, pero nunca dio nada” al referirse a los documentos de índole diversa en que antes se mostraba llano a negociar una salida al mar y, ahora, alega que el Tratado de 1904 se lo impide legalmente.
Sin embargo, correspondió al jurista parisino Mathias Forteau la respuesta al fiero ataque de sus oponentes del día anterior cuando insistían en las implicaciones que tendría la “obligación de negociar” la vigencia del Tratado de 1904. Forteau mostró y demostró cómo Chile, al objetar la competencia de la CIJ, se adentró notablemente en el fondo de la cuestión, confundiendo lo preliminar con lo sustantivo. Ratificó su aserción que el Tratado de 1904 incluye la obligación de negociar y, puesto que Chile sostiene lo contrario, será la CIJ la que resuelva el impasse.
Más tarde, marchó hacia el atril el profesor iraní Payam Akhavan, quien descolló particularmente cuando respondió a la interrogante planteada por el juez inglés Christopher Greenwood: “No existe tal cosa como un momento mágico”, dijo prosiguiendo que, en derecho, “una promesa es una promesa” y bastaría uno solo de estos compromisos para crear una obligación”. En tal sentido, no hay, en efecto, un solo ejemplo de tal promesa, sino varias instancias acumuladas en sucesivos actos antes y después de 1948. Acabó criticando las advertencias del abogado coreano-americano Harold Hongju Koh que, en representación de Chile, vaticinó consecuencias apocalípticas si la CIJ admitía la demanda boliviana y calificó esa intervención de una arremetida sin base, motivada solamente por el deseo de amedrentar a los magistrados.
Luego, el togado español Antonio Remiro Brotóns disertó sobre la inevitable evolución de los tratados que podían ser enmendados por necesidad pública y por acuerdo de las partes, ironizando comparó, a ojos de Chile el Tratado de 1904 a la ley mosaica, aunque cuestionando su intangibilidad. Interpretó cabalmente los alcances de la Constitución Política del Estado (2009) indicando que no apuntaba al Tratado en cuestión y acabó justificando el levantamiento de la reserva que hizo Bolivia al artículo VI del Pacto de Bogotá.
Como es habitual, correspondió al agente Eduardo Rodríguez Veltzé dar por terminada la dúplica boliviana y lo hizo con marcada elocuencia al denunciar que Chile, no obstante haber bloqueado a Bolivia su salida al mar, también bloqueó las negociaciones en curso y hoy pretende bloquear a su país, el acceso a la Corte.
Cuando los circundantes ordenaban sus papeles para marcharse, surgió inesperadamente el juez japonés Hisashi Owada que formuló a los dos contrincantes la siguiente pregunta: “Acceso al mar no es un término reconocido en el derecho consuetudinario internacional y ambas partes lo han referido. Les agradecería mucho que tengan a bien definir el sentido de ese término cómo lo entienden y el contenido específico del mismo”.
La Corte fijó el 13 de mayo como plazo para que ambas partes puedan responder por escrito. A partir de ahora, comienza el prolongado suspenso dentro del ritual interno de la CIJ, en el que los 15 jueces estudiarán con meticuloso cuidado los alegatos escritos y orales de las partes, para elaborar un fallo acerca de su competencia o incompetencia para considerar este caso inédito.
jueves, 7 de mayo de 2015
diferente. crónica directa al lector, con detalles que los reportes periodísticos de los comunicadores de Chile y Bolivia no incluyen. Gracias Carlos Antonio Carrasco, verdaderamente estás cumpliendo un rol testimonial. para los anales de la historia de estos alegatos. excelentes aportes y observaciones. (otros cronistas destacaron que Choquehuanca se durmió profundamente al esuchar el inglés. qué terrible cuadro para Evo)
por: Carlos Antonio Carrasco desde La Haya, para La Razón.
Miércoles 6 de mayo, ocho de la mañana. Fotógrafos, camarógrafos y periodistas chilenos llegaron hasta el Palacio de la Paz para asistir a la anunciada prestación de Bolivia en el litigio con Chile y que debe escuchar la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Había interés por observar al detalle al equipo jurídico de un país mirado desde siempre con desdén por los ojos chilenos.
A las 10.00 “en todos los relojes”, siguiendo el solemne ritual, 13 de los 15 jueces (uno se excusó y el jamaiquino Patrick Robinson no apareció) tomaron sus sitios y sin preámbulo alguno el presidente del tribunal, Ronny Abraham, invitó a la testera al agente Eduardo Rodríguez Veltzé, quien luciendo traje y corbata azules, con aplomo y dignidad, comenzó a recitar el alegato boliviano, en perfecto inglés y retórica cabal.
ALEGATO. El exmandatario describió la Bolivia actual, multicultural por Constitución y, con criterios sociológicos, retrató a un pueblo amante de la paz y obediente del derecho internacional. Rememoró la ocupación chilena de su litoral y refutó la “prematura” acusación de querer contornar el Tratado de 1904, para obligar a Chile a ceder parte de su territorio.
Reafirmó que Bolivia respeta el principio pacta sunt servanda (lo pactado obliga), pero recordó que, paralelamente, existían otros instrumentos diplomáticos a los que la oratoria chilena no se refirió en absoluto. Ante el repudio de acuerdos que se arrastraban por más de 100 años, Bolivia no vio otra opción que acudir ante la CIJ, en busca de justicia y como último recurso hacia la pacífica solución de esa disputa. Armónico director de orquesta, Rodríguez Veltzé presentó a sus cooperantes legales que en número de cuatro desfilaron sucesivamente por el atril, cada cual predicando un elemento específico.
TRATADO. Contrariamente a su oponente, el colectivo boliviano era notoriamente más fresco en edad y en dialéctica jurídica, como demostró el primer orador de la jornada, el francés Mathias Forteau, que con lógica aristotélica desmontó la argucia chilena acerca de la supuesta incompetencia de la CIJ por el blindaje que se atribuye al artículo 6° del Pacto de Bogotá. Más bien, señaló que el artículo 31 del mismo documento abre la puerta a la Corte para arbitrar el desencuentro. Demostró que la artesanía chilena había introducido ingredientes malsanos para sembrar la confusión y desorientar al jurado en este tópico. Causó asombro cómo un joven abogado aplanaba la postura de su anciano compatriota Pierre Marie Dupuy, quien el lunes, con apuro, pensaba que el Tratado de 1904 era la única herramienta de relación entre los dos países. Forteau aseveró en ese marco que dicho convenio dejó irresuelto el “acceso al mar” de la nación invadida.
AMNESIA. El jurista clarificó a la argentina Mónica Pinto cuando explicó que no se trataba de “reabrir una cuestión ya arreglada”, sino más bien de cerrar en justicia un problema pendiente. Citó sendas declaraciones de dos cancilleres chilenos a la prensa, en sentido de que Bolivia, en su demanda, no objeta el Tratado de 1904, sino que levanta la noción de la “obligación de negociar”. Manifestó así que dicho tratado se excluye del actual litigio porque ambas partes lo aceptan y reafirman.
La profesora Monique Chemillier-Gendreau, cual si estuviese en sus clases parisinas, dictó una cátedra de procedimientos, salpicada de picantes calificaciones, para recordar a sus contrincantes elementos fundamentales que “una amnesia colectiva” los dejó en el cajón. Se refería a cartas, declaraciones, memorandos, reuniones bilaterales y otros que se intercambiaron entre las partes por más de 100 años. Fue categórica al expresar que aún en 1948 (Pacto de Bogotá) el acceso al mar, dejado en suspenso desde 1904, continuaba irresuelto. La tesis chilena —dijo— se parece a las ilusorias rosas del desierto de Atacama que florecen una sola vez al año y que se pierden en la imaginación del novelista Luis Sepúlveda.
El PACTO. El togado español Antonio Remiro Brotóns se encargó de rebatir la interpretación chilena del artículo 6° del Pacto de Bogotá, que fue la única base en que se asienta la objeción a la competencia de la CIJ. Abundó en consideraciones acerca de ese renglón, haciendo analogía con decisiones que al respecto la CIJ ya legisló cuando trataba el caso entre Nicaragua y Colombia.
Más tarde, comentó la alusión chilena a la nueva Constitución Política del Estado de Bolivia, que si bien estatuye su derecho irrenunciable a una salida al mar, en ningún caso reclama la devolución de los territorios usurpados por Chile y, en cuanto al artículo 9° transitorio, la renegociación de tratados toca a otros convenios que, efectivamente, fueron modificados con la anuencia de las partes involucradas.
Finalmente, apareció el profesor iraní Payam Akhavan, cuyo inglés oxfordiano, distante de su farsi maternal, halagó los oídos, por su impecable dicción que aumentó la fortaleza de sus argumentos. En el marco del artículo 79 del reglamento de la CIJ, sintetizó el alegato chileno en sus erráticas aserciones y las destruyó una por una:
A) Bolivia no objeta el Tratado de 1904 y más bien respeta la vigencia de lo pactado (pacta sunt servanda)
B) No disputa fronteras fijadas.
C) La negociación que Bolivia reclama no se cierra, en ninguna fórmula preestablecida, dando lugar a varias opciones creativas.
D) Chile debería cumplir sus compromisos antelados.
E) La vigencia del Tratado de 1904 no entra en colisión con acuerdos paralelos sobre el acceso al mar por parte de Bolivia.
F) Bolivia, en su demanda, no tiene ninguna agenda oculta.
G) Preocupa que Chile hubiese repudiado acuerdos previos.
DUDAS. Después surgieron preguntas pertinentes: ¿Si en 1904, la cuestión marítima se daba como arreglada, por qué se continuó negociando por más de 100 años? ¿Por qué Chile durante las conversaciones de Charaña tuvo que auscultar la posición del Perú con referencia a un eventual acuerdo con Bolivia? ¿Y dónde quedan las numerosas resoluciones de la OEA, signando el acceso al mar de Bolivia, como un asunto de preocupación hemisférica?
Como se puede apreciar, la arremetida boliviana fue sólida y completa. Pero aún faltan dos sesiones orales, de terminal importancia. Me pregunto si fue conveniente quemar todos los cartuchos en esta primera escaramuza o si hubiese sido más útil guardar cierta cantidad de munición para los dos posteriores encuentros.
Al terminar la reunión, el juez británico Christopher Greenwood formuló una pregunta-trampa: “¿En qué fecha se concluyó un acuerdo respecto a la negociación relativa al acceso soberano al mar?” Este tipo de interrogantes reflejan en la Corte ya una posición preconsabida y no son del todo ingenuas. (Recuérdese la pregunta que el juez marroquí Mohamed Bennouna avanzó en ocasión del caso librado entre Perú y Chile [2009-2014]).
PREGUNTA. Esta situación nos lleva a fotografiar el escenario entre las distintas operaciones del pensar jurídico, en las que la lengua arrastra la secuela de una cierta mentalidad. Especulemos que la pregunta del juez Greenwood se inscribe en la composición del equipo legal chileno (dos abogados ingleses, un australiano y un americano). Todos ellos, más su agente, se expresaron en lengua inglesa, salvo el profesor francés Pierre Marie Dupuy.
Por el contrario, en el conjunto boliviano, aparte de su agente y del iraní Payam Akhavan, sus juristas usaron el idioma francés. ¿En qué idioma escucharon los 13 jueces los alegatos? Seis tienen el inglés como lengua materna, tres el francés y el resto debió escoger entre uno y otro idioma. Entretanto, ingredientes susceptibles de influir en el ánimo y en la buena recepción de los argumentos, hay una fuerte dosis de subjetividad que atempera el frío análisis jurídico de cada caso.