Si el precio para tener alguna salida al mar significará soportar a
S.E. en el Gobierno hasta el final de los siglos, yo por lo menos – creo
que la mayoría de los compatriotas – prefiero seguir encerrado. Es
preferible el enclaustramiento geográfico que el enclaustramiento
mental, la captura del pensamiento y de la voluntad. Otros mandatarios
vendrán con los años y seguirán en esta lucha persistente – hora bien
encaminada – para que Chile nos haga justicia y nos devuelva aunque sea
un digno acceso soberano al océano después de tanto tiempo de
infructuoso empeño de nuestra parte.
No me equivoco si afirmo que
todos los bolivianos estábamos unidos en torno a la actual demanda en La
Haya. Muy pocos serían quienes divergieran de la necesidad de trabajar
codo a codo y eficientemente ante ese alto tribunal mundial con la
esperanza de un final satisfactorio. Yo mismo, en más de una
oportunidad, reconocí que estuve equivocado cuando afirmé que en La Haya
no obtendríamos nada o muy poco. Reconocí, además, que el Gobierno
estaba trabajando con seriedad.
Pero se ve que los bolivianos no
tenemos remedio. En cuanto se vislumbra algo a lo que se le puede sacar
provecho político, se acaba el patriotismo. Además, tenemos la manía de
no poder mantener la boca cerrada, cuando se sabe que la cautela es tan
provechosa si se está delante de jueces o de fiscales. Para eso, tanto
en lo personal como en lo público, están los abogados. Bolivia ha
contratado jurisconsultos célebres y caros, para que aleguen lo
necesario en nombre de la nación sobre los asuntos jurídicos de nuestra
demanda que es lo único que importa en La Haya. No para que cada uno de
los que concurrieron allí quieran hablar algo, y ni qué decir de los que
se quedaron y pensaron que se habían perdido la oportunidad de lucirse.
Lo
que ha dicho la semana pasada el vicepresidente Álvaro García Linera ha
sido un gafe inconcebible, sólo entendible en fieles mayordomos. Cuando
los bolivianos estamos pendientes del menor detalle de lo que acontece a
la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, cuando contenemos
la respiración al escuchar exponer a algunos de nuestros ilustres
abogados o nuestro agente, Eduardo Rodríguez Veltzé, al Vicepresidente
no se le ocurre nada mejor que manifestar públicamente, que Bolivia
llegará al mar siempre que S.E. “nos acompañe…nos conduzca”.
¿Pero
cómo puede decir semejante disparate el Vicepresidente sabiendo que la
mitad del país está esperando que S.E. acabe su tercer mandato
consecutivo de una vez y que se vaya a su casa o a ese restaurante que
dice va a poner en el Chapare en cuanto concluya esta gestión? Si dizque
el más cultivado de los masistas afirma tal dislate, ¿qué unidad está
pidiendo el Gobierno en torno al reclamo marítimo y a la demanda ante la
CIJ? ¿Cómo vamos a apoyar un emprendimiento que, sin ninguna seguridad
de éxito, nos lleve a una dictadura disfrazada? ¿No ha leído el
Vicepresidente que parte del fracaso de las negociaciones de Charaña se
produjo porque una población azuzada – y toda la oposición conjurada –
pensó que un éxito marítimo mantendría al general Banzer en el poder
hasta que se cansara? ¿Cómo poner en la mira ahora a S.E.? ¿Acaso no hay
motivo para pensar lo mismo?
“…que nuestro presidente Evo siempre
nos acompañe, siempre nos conduzca, siempre nos lleve por la buena ruta
a todos los bolivianos”, dijo García Linera. Y el martes pasado algo
más: que el éxito de la demanda ante la CIJ “se basa en la estabilidad y
continuidad política, estabilidad social y la visión de estadista del
presidente para conducirnos a todos los bolivianos por el camino por el
que pudimos llevar a Chile a un tribunal internacional”. En pocas
palabras, lo que el Vicepresidente quiere dejar fuera de duda, es que si
S.E. deja de ser presidente de Bolivia, los bolivianos nos quedaremos
sin mar. Eso es ridículo.
Lo peor es que se lanzan estas
declaraciones en momentos en que los “movimientos sociales” y el VIII
Congreso del MAS ya están pidiendo, cuando no acaban de silenciarse los
camaretazos de la última elección general, que a S.E. se lo reelija una
vez más en el 2019. Y cuando él mismo, S.E., seguramente que feliz por
la iniciativa, se ofrece – olvidándose de su restaurante en Chimoré – a
“gobernar para toda la vida”, como en China, dice. Claro que S.E. no
sabe lo que sucedió en la China de la primera mitad del siglo pasado y
mucho después. No sabe S.E. las diferencias que existen entre China y
Bolivia.
No mezclen la política interna con la política
internacional. No traten de engañar al pueblo expresando que si no es el
caudillo o el líder quien gobierna, no habrá mar. Cállense de una buena
vez y no echen a perder el camino que se ha recorrido en La Haya, que
no es sino el comienzo, y donde ninguna garantía que no sea la justicia
bien aplicada nos ampara. S.E. no puede estar diciendo a los cuatro
vientos que si fracasa Bolivia en La Haya existen otras alternativas.
Una opción que es “mejor” todavía que la Corte. ¿Se podrá saber que
tiene en mente S.E.?
en homenaje a GABY DE LA REZA, heroica mujer cochabambina que fuera la Primera Presidenta del Comité Pro Mar Boliviano, que reivindica el Retorno al Mar por encima de todas las cosas. excluye posturas demagógicas que pretender utilizar el tema para fines partidistas o de caudillaje.
sábado, 23 de mayo de 2015
prefiero seguir encerrado si el precio ha de ser soportar a S.E. ad aeternum. Manfredo Kemppf ve como inaceptable la postura de García Linera "tendremos MAR si EVO sigue como presidente" nadie del Comité ante La Haya, había dicho algo semejante, tuvo que ser el Vice, no fue acaso parecido el episodio contra Bánzer que SÍ tuvo posibilidad de lograr la salida. "la conjura lo echo del poder" Charaña fracasó ante esa perspectiva. que sin Evo nos quedamos sin mar. lo prefiero proclama el escritor, historiador, diplomático y periodista. "no traten de engañar al pueblo. Cállense para no perder el camino, porque La Haya es tan sólo el comienzo. Hay otro que no sea la Corte de Justicia?
domingo, 17 de mayo de 2015
presidentes, cancilleres y embajadores bolivianos, actores en todo el proceso de reclamación por una salida soberana al Mar, después de la guerra. según Carlos Mesa ha sido una ininterrumpida reclamación que ahora Chile que explicar ante el mundo. sin duda un importante paso hacia adelante.
La inteligencia y el patriotismo de estas personalidades, consiguieron sus frutos cuando en La Haya nuestro agente y nuestros abogados sustentaron la incontrovertible argumentación boliviana referida a la obligación jurídica de Chile de sentarse a negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al mar
El lunes 4 de mayo de 2015 ha pasado a la historia. Por primera vez desde la invasión de Antofagasta, el Estado chileno ha dado explicaciones a la comunidad internacional de porqué se niega a negociar con Bolivia para darle un acceso soberano al mar. Bolivia ha logrado romper la pertinaz decisión de Santiago de encapsularnos en estériles conversaciones bilaterales.
Mérito mayor, sin duda, el del Presidente Morales y su gobierno cuya mirada de futuro y valentía, los llevó a iniciar esta demanda ante la Corte Internacional de Justicia. Pero mérito extraordinario el de sus antecesores en la diplomacia y la política bolivianas que hoy más de uno pretende olvidar.
Nada de lo que hemos hecho desde 2011 hasta hoy, y lo que haremos en el inmediato futuro, hubiese sido posible sin figuras que deben ser recordadas en su real dimensión.
El ministro de RREE de Eliodoro Villazón Daniel Sánchez Bustamante, quien marcó la rosa de los vientos de la política marítima nacional post tratado de 1904.
Carlos Gutiérrez ministro de RREE de José Gutiérrez Guerra, quien firmó con su par chileno Emilio Bello Codecido el acta protocolizada de 10 de enero de 1920, para “procurar un acuerdo que permita a Bolivia satisfacer su aspiración de obtener una salida propia al Pacífico, independientemente de la situación definitiva creada por las estipulaciones del tratado de 1904”. Base a partir de la que se tejen todos los demás compromisos de Chile.
Ricardo Jaimes Freyre embajador en Chile y Eduardo Diez de Medina ministro de RREE de Bautista Saavedra, quienes lograron las notas de 6 y 22 de febrero de 1923 del canciller chileno Luis Izquierdo.
Alberto Gutiérrez ministro de RREE de Hernando Siles, involucrado en las negociaciones que dieron como fruto el memorando de 23 de junio de 1926 del canciller chileno Beltrán Mathieu y la propuesta del también canciller de ese país Jorge Matte.
Alberto Ostria Gutiérrez embajador de Bolivia en Chile, gestor de la crucial negociación e intercambio de notas de 1946-1950, durante los ministerios de RREE de Aniceto Solares, Mamerto Urriolagoitia, Luis Fernando Guachalla, Tomás Manuel Elío, Adolfo Costa du Rels, Javier Paz Campero, Juan Manuel Balcázar, Waldo Belmonte, Alberto Saavedra y Pedro Zilvetti, en los gobiernos de Tomás Monje, Enrique Hertzog y Mamerto Urriolagoitia.
Los ministros de RREE Eduardo Arce Quiroga y José Fellmann en el segundo gobierno de Víctor Paz, que recibieron el memorando del embajador chileno en Bolivia Manuel Trucco hecho para paliar los efectos del desvío de las aguas del río Lauca, cuya obra provocó la decisión de Bolivia de romper relaciones diplomáticas con Chile.
Los embajadores en Chile Guillermo Gutiérrez y Adalberto Violand y los ministros de RREE Alberto Guzmán y Óscar Adriázola de Hugo Banzer, quienes llevaron adelante entre 1975 y 1978 la negociación de Charaña, uno de los hitos de la historia de nuestra reivindicación.
El ministro de RREE Gustavo Fernández de Walter Guevara, que logró la célebre resolución de la OEA de 1979 que establecía que la solución a nuestro enclaustramiento es un asunto de interés y de seguridad hemisféricos.
El ministro de RREE José Ortiz Mercado del segundo gobierno de Hernán Siles, quien acordó en la OEA con su par Miguel Schweitzer, reiniciar negociaciones con Chile para lograr un acceso soberano al mar.
El ministro de RREE Guillermo Bedregal y el Cónsul en Chile Jorge Siles del cuarto gobierno de Víctor Paz que, con el enfoque fresco, hicieron en 1987 una propuesta integral a Chile siguiendo los pasos de Charaña.
El ministro de RREE Javier Murillo del segundo gobierno de Hugo Banzer, que acordó en 2000 con su par Juan Gabriel Valdez, la agenda sin exclusiones en Algarve (Portugal).
El ministro de RREE Juan Ignacio Siles, quien impulsó la política boliviana de volver a colocar nuestra demanda marítima en todos los foros multilaterales, como ocurrió en la Cumbre de las Américas de Monterrey en 2004.
Todos estos hombres y todas estas iniciativas demuestran la consistencia de nuestra diplomacia, la claridad de cuál es el norte de Bolivia con relación a nuestro enclaustramiento. La agregación de una política internacional con un solo objetivo, las acciones concretas para lograr avances en el camino. La inteligencia y el patriotismo de estas personalidades, consiguieron sus frutos cuando en La Haya nuestro agente y nuestros abogados sustentaron la incontrovertible argumentación boliviana referida a la obligación jurídica de Chile de sentarse a negociar con Bolivia para otorgarle un acceso soberano al mar.
El autor fue presidente de la República
sábado, 9 de mayo de 2015
Carlos Antonio Carrasco pone punto final a la cobertura de las actuaciones judiciales en La Haya cuando el presidente de la Sala de Justicia proclamó "la Corte se retira". ahora vendrán los alegatos por escrito, hasta ahora son 15 mil folios quelos 15 jueces tendrán que leer y dar sus juicios. la Corte es soberana y no admite apelación, es decir no existe ningún otro Tribunal. Gracias Carlos Antonio por la excelente tarea realizada.
Colofón. “La Corte se retira a deliberar”. Con esa frase, el presidente del supremo tribunal internacional, el francés Ronny Abraham, cerró ayer la cuarta y última jornada en que sendos equipos de avezados juristas representando a Bolivia y a Chile se enfrentaron para tratar la competencia o incompetencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) para considerar la demanda boliviana de una salida soberana al océano Pacífico.
La profesora francesa Monique Chemillier-Gendreau fue la encargada de iniciar la dúplica boliviana ante la atenta mirada de la bancada chilena que pestañeó colectivamente cuando ella espetó: “Chile prometió siempre, pero nunca dio nada” al referirse a los documentos de índole diversa en que antes se mostraba llano a negociar una salida al mar y, ahora, alega que el Tratado de 1904 se lo impide legalmente.
Sin embargo, correspondió al jurista parisino Mathias Forteau la respuesta al fiero ataque de sus oponentes del día anterior cuando insistían en las implicaciones que tendría la “obligación de negociar” la vigencia del Tratado de 1904. Forteau mostró y demostró cómo Chile, al objetar la competencia de la CIJ, se adentró notablemente en el fondo de la cuestión, confundiendo lo preliminar con lo sustantivo. Ratificó su aserción que el Tratado de 1904 incluye la obligación de negociar y, puesto que Chile sostiene lo contrario, será la CIJ la que resuelva el impasse.
Más tarde, marchó hacia el atril el profesor iraní Payam Akhavan, quien descolló particularmente cuando respondió a la interrogante planteada por el juez inglés Christopher Greenwood: “No existe tal cosa como un momento mágico”, dijo prosiguiendo que, en derecho, “una promesa es una promesa” y bastaría uno solo de estos compromisos para crear una obligación”. En tal sentido, no hay, en efecto, un solo ejemplo de tal promesa, sino varias instancias acumuladas en sucesivos actos antes y después de 1948. Acabó criticando las advertencias del abogado coreano-americano Harold Hongju Koh que, en representación de Chile, vaticinó consecuencias apocalípticas si la CIJ admitía la demanda boliviana y calificó esa intervención de una arremetida sin base, motivada solamente por el deseo de amedrentar a los magistrados.
Luego, el togado español Antonio Remiro Brotóns disertó sobre la inevitable evolución de los tratados que podían ser enmendados por necesidad pública y por acuerdo de las partes, ironizando comparó, a ojos de Chile el Tratado de 1904 a la ley mosaica, aunque cuestionando su intangibilidad. Interpretó cabalmente los alcances de la Constitución Política del Estado (2009) indicando que no apuntaba al Tratado en cuestión y acabó justificando el levantamiento de la reserva que hizo Bolivia al artículo VI del Pacto de Bogotá.
Como es habitual, correspondió al agente Eduardo Rodríguez Veltzé dar por terminada la dúplica boliviana y lo hizo con marcada elocuencia al denunciar que Chile, no obstante haber bloqueado a Bolivia su salida al mar, también bloqueó las negociaciones en curso y hoy pretende bloquear a su país, el acceso a la Corte.
Cuando los circundantes ordenaban sus papeles para marcharse, surgió inesperadamente el juez japonés Hisashi Owada que formuló a los dos contrincantes la siguiente pregunta: “Acceso al mar no es un término reconocido en el derecho consuetudinario internacional y ambas partes lo han referido. Les agradecería mucho que tengan a bien definir el sentido de ese término cómo lo entienden y el contenido específico del mismo”.
La Corte fijó el 13 de mayo como plazo para que ambas partes puedan responder por escrito. A partir de ahora, comienza el prolongado suspenso dentro del ritual interno de la CIJ, en el que los 15 jueces estudiarán con meticuloso cuidado los alegatos escritos y orales de las partes, para elaborar un fallo acerca de su competencia o incompetencia para considerar este caso inédito.
jueves, 7 de mayo de 2015
diferente. crónica directa al lector, con detalles que los reportes periodísticos de los comunicadores de Chile y Bolivia no incluyen. Gracias Carlos Antonio Carrasco, verdaderamente estás cumpliendo un rol testimonial. para los anales de la historia de estos alegatos. excelentes aportes y observaciones. (otros cronistas destacaron que Choquehuanca se durmió profundamente al esuchar el inglés. qué terrible cuadro para Evo)
por: Carlos Antonio Carrasco desde La Haya, para La Razón.
Miércoles 6 de mayo, ocho de la mañana. Fotógrafos, camarógrafos y periodistas chilenos llegaron hasta el Palacio de la Paz para asistir a la anunciada prestación de Bolivia en el litigio con Chile y que debe escuchar la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Había interés por observar al detalle al equipo jurídico de un país mirado desde siempre con desdén por los ojos chilenos.
A las 10.00 “en todos los relojes”, siguiendo el solemne ritual, 13 de los 15 jueces (uno se excusó y el jamaiquino Patrick Robinson no apareció) tomaron sus sitios y sin preámbulo alguno el presidente del tribunal, Ronny Abraham, invitó a la testera al agente Eduardo Rodríguez Veltzé, quien luciendo traje y corbata azules, con aplomo y dignidad, comenzó a recitar el alegato boliviano, en perfecto inglés y retórica cabal.
ALEGATO. El exmandatario describió la Bolivia actual, multicultural por Constitución y, con criterios sociológicos, retrató a un pueblo amante de la paz y obediente del derecho internacional. Rememoró la ocupación chilena de su litoral y refutó la “prematura” acusación de querer contornar el Tratado de 1904, para obligar a Chile a ceder parte de su territorio.
Reafirmó que Bolivia respeta el principio pacta sunt servanda (lo pactado obliga), pero recordó que, paralelamente, existían otros instrumentos diplomáticos a los que la oratoria chilena no se refirió en absoluto. Ante el repudio de acuerdos que se arrastraban por más de 100 años, Bolivia no vio otra opción que acudir ante la CIJ, en busca de justicia y como último recurso hacia la pacífica solución de esa disputa. Armónico director de orquesta, Rodríguez Veltzé presentó a sus cooperantes legales que en número de cuatro desfilaron sucesivamente por el atril, cada cual predicando un elemento específico.
TRATADO. Contrariamente a su oponente, el colectivo boliviano era notoriamente más fresco en edad y en dialéctica jurídica, como demostró el primer orador de la jornada, el francés Mathias Forteau, que con lógica aristotélica desmontó la argucia chilena acerca de la supuesta incompetencia de la CIJ por el blindaje que se atribuye al artículo 6° del Pacto de Bogotá. Más bien, señaló que el artículo 31 del mismo documento abre la puerta a la Corte para arbitrar el desencuentro. Demostró que la artesanía chilena había introducido ingredientes malsanos para sembrar la confusión y desorientar al jurado en este tópico. Causó asombro cómo un joven abogado aplanaba la postura de su anciano compatriota Pierre Marie Dupuy, quien el lunes, con apuro, pensaba que el Tratado de 1904 era la única herramienta de relación entre los dos países. Forteau aseveró en ese marco que dicho convenio dejó irresuelto el “acceso al mar” de la nación invadida.
AMNESIA. El jurista clarificó a la argentina Mónica Pinto cuando explicó que no se trataba de “reabrir una cuestión ya arreglada”, sino más bien de cerrar en justicia un problema pendiente. Citó sendas declaraciones de dos cancilleres chilenos a la prensa, en sentido de que Bolivia, en su demanda, no objeta el Tratado de 1904, sino que levanta la noción de la “obligación de negociar”. Manifestó así que dicho tratado se excluye del actual litigio porque ambas partes lo aceptan y reafirman.
La profesora Monique Chemillier-Gendreau, cual si estuviese en sus clases parisinas, dictó una cátedra de procedimientos, salpicada de picantes calificaciones, para recordar a sus contrincantes elementos fundamentales que “una amnesia colectiva” los dejó en el cajón. Se refería a cartas, declaraciones, memorandos, reuniones bilaterales y otros que se intercambiaron entre las partes por más de 100 años. Fue categórica al expresar que aún en 1948 (Pacto de Bogotá) el acceso al mar, dejado en suspenso desde 1904, continuaba irresuelto. La tesis chilena —dijo— se parece a las ilusorias rosas del desierto de Atacama que florecen una sola vez al año y que se pierden en la imaginación del novelista Luis Sepúlveda.
El PACTO. El togado español Antonio Remiro Brotóns se encargó de rebatir la interpretación chilena del artículo 6° del Pacto de Bogotá, que fue la única base en que se asienta la objeción a la competencia de la CIJ. Abundó en consideraciones acerca de ese renglón, haciendo analogía con decisiones que al respecto la CIJ ya legisló cuando trataba el caso entre Nicaragua y Colombia.
Más tarde, comentó la alusión chilena a la nueva Constitución Política del Estado de Bolivia, que si bien estatuye su derecho irrenunciable a una salida al mar, en ningún caso reclama la devolución de los territorios usurpados por Chile y, en cuanto al artículo 9° transitorio, la renegociación de tratados toca a otros convenios que, efectivamente, fueron modificados con la anuencia de las partes involucradas.
Finalmente, apareció el profesor iraní Payam Akhavan, cuyo inglés oxfordiano, distante de su farsi maternal, halagó los oídos, por su impecable dicción que aumentó la fortaleza de sus argumentos. En el marco del artículo 79 del reglamento de la CIJ, sintetizó el alegato chileno en sus erráticas aserciones y las destruyó una por una:
A) Bolivia no objeta el Tratado de 1904 y más bien respeta la vigencia de lo pactado (pacta sunt servanda)
B) No disputa fronteras fijadas.
C) La negociación que Bolivia reclama no se cierra, en ninguna fórmula preestablecida, dando lugar a varias opciones creativas.
D) Chile debería cumplir sus compromisos antelados.
E) La vigencia del Tratado de 1904 no entra en colisión con acuerdos paralelos sobre el acceso al mar por parte de Bolivia.
F) Bolivia, en su demanda, no tiene ninguna agenda oculta.
G) Preocupa que Chile hubiese repudiado acuerdos previos.
DUDAS. Después surgieron preguntas pertinentes: ¿Si en 1904, la cuestión marítima se daba como arreglada, por qué se continuó negociando por más de 100 años? ¿Por qué Chile durante las conversaciones de Charaña tuvo que auscultar la posición del Perú con referencia a un eventual acuerdo con Bolivia? ¿Y dónde quedan las numerosas resoluciones de la OEA, signando el acceso al mar de Bolivia, como un asunto de preocupación hemisférica?
Como se puede apreciar, la arremetida boliviana fue sólida y completa. Pero aún faltan dos sesiones orales, de terminal importancia. Me pregunto si fue conveniente quemar todos los cartuchos en esta primera escaramuza o si hubiese sido más útil guardar cierta cantidad de munición para los dos posteriores encuentros.
Al terminar la reunión, el juez británico Christopher Greenwood formuló una pregunta-trampa: “¿En qué fecha se concluyó un acuerdo respecto a la negociación relativa al acceso soberano al mar?” Este tipo de interrogantes reflejan en la Corte ya una posición preconsabida y no son del todo ingenuas. (Recuérdese la pregunta que el juez marroquí Mohamed Bennouna avanzó en ocasión del caso librado entre Perú y Chile [2009-2014]).
PREGUNTA. Esta situación nos lleva a fotografiar el escenario entre las distintas operaciones del pensar jurídico, en las que la lengua arrastra la secuela de una cierta mentalidad. Especulemos que la pregunta del juez Greenwood se inscribe en la composición del equipo legal chileno (dos abogados ingleses, un australiano y un americano). Todos ellos, más su agente, se expresaron en lengua inglesa, salvo el profesor francés Pierre Marie Dupuy.
Por el contrario, en el conjunto boliviano, aparte de su agente y del iraní Payam Akhavan, sus juristas usaron el idioma francés. ¿En qué idioma escucharon los 13 jueces los alegatos? Seis tienen el inglés como lengua materna, tres el francés y el resto debió escoger entre uno y otro idioma. Entretanto, ingredientes susceptibles de influir en el ánimo y en la buena recepción de los argumentos, hay una fuerte dosis de subjetividad que atempera el frío análisis jurídico de cada caso.
martes, 5 de mayo de 2015
FOTO DE LA RAZÓN. TEXTO DE EL DEBER. TITULOS DE NUESTRO EDITOR SOBRE LAS REACCIONES EN CHILE.
encuentro protocolar. se dan la mano las delegaciones de Chile y Bolivia en el hall principal de la Corte de La Haya. miércoles le tocará a Bolivia presentar sus alegatos durante el tiempo que considere necesario. hay espectativa!
encuentro en La Haya. los cancilleres de Bolivia y Chile, los "agentes Bulnes y Rodríguez" además observa el nuevo ministro de Defensa el saludo de los personajes en el pasillo de la Corte Internacional de Holanda donde maña miércoles le tocará alegar sus derechos a Bolivia. Foto y texto de El Deber de SC.
MARCO CHUQUIMIA / LA PAZ
marco.chuquimia@eldeber.com.bo
marco.chuquimia@eldeber.com.bo
5/05/2015
Desde 1904, cuando se firmó el tratado que enclaustró a Bolivia, Chile nunca explicó este tema ante un tribunal y el expresidente y portavoz de la demanda marítima, Carlos Mesa, destacó ese hecho como un triunfo histórico. Por su lado, los chilenos volvieron a apelar al Tratado de 1904 y al Pacto de Bogotá para intentar convencer a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que se declare incompetente en la demanda marítima.
“Por primera vez Chile ha tenido que explicar a una corte internacional las razones por las que no quiere cumplir los compromisos que ha sostenido a lo largo de varias décadas, eso se tiene que valorar en su exacta dimensión y que en sí mismo tiene un carácter histórico y esta palabra tiene un profundo sentido, es un elemento fundamental”, dijo Mesa.
Unas cuatro horas antes, el agente chileno Felipe Bulnes había iniciado la presentación oral de los alegatos de ese país ante la CIJ para sostener que este alto tribunal no tenía competencia para solucionar un diferendo entre los dos países y que, según Chile, fue zanjado en un tratado en 1904.
En una alocución de 19 minutos, Bulnes puso énfasis en dos acuerdos: el Tratado de 1904, por el que Bolivia quedó enclaustrado, y el Pacto de Bogotá, que se redactó en 1948. El agente reiteró la firma del Tratado de 1904 en 28 oportunidades y el Pacto de Bogotá en 17 ocasiones, en un intento de convencer a los 15 jueces de la CIJ de que Bolivia pretende revisar el Tratado de 1904 y que una decisión de esa naturaleza violaría la intangibilidad de los tratados bilaterales.
Los cuatro abogados que hicieron uso de la palabra ante los jueces estuvieron encabezados por la argentina Mónica Pinto, que puso énfasis en el artículo 6 del Pacto de Bogotá, que refiere que aquellos países que hubieran definido sus fronteras antes de la firma de este acuerdo no pueden recurrir los mismos.
El abogado inglés Daniel Bethlehem centró su argumento en la vigencia del tratado de 1904 y descalificó la demanda boliviana; entretanto, su colega Samuel Wordsworth refirió el artículo 267 de la Constitución Política del Estado de Bolivia, en el cual se hace referencia que la salida al mar es un derecho irrenunciable.
Finalmente, el francés Pierre Marie Dupuy mencionó el Tratado de 1904 y el Pacto de Bogotá; dijo que por la imposibilidad de ceder territorio a Bolivia pidió a los jueces declarar la incompetencia de la CIJ para atender esta demanda. Los alegatos de la parte chilena duraron tres horas, aproximadamente
Desde 1904, cuando se firmó el tratado que enclaustró a Bolivia, Chile nunca explicó este tema ante un tribunal y el expresidente y portavoz de la demanda marítima, Carlos Mesa, destacó ese hecho como un triunfo histórico. Por su lado, los chilenos volvieron a apelar al Tratado de 1904 y al Pacto de Bogotá para intentar convencer a la Corte Internacional de Justicia de La Haya que se declare incompetente en la demanda marítima.
“Por primera vez Chile ha tenido que explicar a una corte internacional las razones por las que no quiere cumplir los compromisos que ha sostenido a lo largo de varias décadas, eso se tiene que valorar en su exacta dimensión y que en sí mismo tiene un carácter histórico y esta palabra tiene un profundo sentido, es un elemento fundamental”, dijo Mesa.
Unas cuatro horas antes, el agente chileno Felipe Bulnes había iniciado la presentación oral de los alegatos de ese país ante la CIJ para sostener que este alto tribunal no tenía competencia para solucionar un diferendo entre los dos países y que, según Chile, fue zanjado en un tratado en 1904.
En una alocución de 19 minutos, Bulnes puso énfasis en dos acuerdos: el Tratado de 1904, por el que Bolivia quedó enclaustrado, y el Pacto de Bogotá, que se redactó en 1948. El agente reiteró la firma del Tratado de 1904 en 28 oportunidades y el Pacto de Bogotá en 17 ocasiones, en un intento de convencer a los 15 jueces de la CIJ de que Bolivia pretende revisar el Tratado de 1904 y que una decisión de esa naturaleza violaría la intangibilidad de los tratados bilaterales.
Los cuatro abogados que hicieron uso de la palabra ante los jueces estuvieron encabezados por la argentina Mónica Pinto, que puso énfasis en el artículo 6 del Pacto de Bogotá, que refiere que aquellos países que hubieran definido sus fronteras antes de la firma de este acuerdo no pueden recurrir los mismos.
El abogado inglés Daniel Bethlehem centró su argumento en la vigencia del tratado de 1904 y descalificó la demanda boliviana; entretanto, su colega Samuel Wordsworth refirió el artículo 267 de la Constitución Política del Estado de Bolivia, en el cual se hace referencia que la salida al mar es un derecho irrenunciable.
Finalmente, el francés Pierre Marie Dupuy mencionó el Tratado de 1904 y el Pacto de Bogotá; dijo que por la imposibilidad de ceder territorio a Bolivia pidió a los jueces declarar la incompetencia de la CIJ para atender esta demanda. Los alegatos de la parte chilena duraron tres horas, aproximadamente
martes, 14 de abril de 2015
Jaime Liendo desde OPINION se ocupa de "El Libro del MAR" demanda ante la Corte Internacional, en un intendo de demostrar la propiedad de Bolivia sobre el territorio que Chile invadió en 1879 por la fuerza de las armas. buena síntesis Jaime.
POR: JAIME LIENDO RAMOS INGENIERO. JELIENDO@HOTMAIL.COM | 14/04/2015 | ED. IMP.
El Libro del Mar, que básicamente es la Demanda Marítima Boliviana ante la Corte de Justicia Internacional de La Haya, es un intento loable para demostrar la propiedad inobjetable de la Nación Boliviana de su propiedad histórica desde la prehistoria, el imperio Aimara, el Imperio Incaico, la Colonia de la Real Audiencia de Charcas, la RepúblicaBoliviana, hasta la invasión pirata chilena, financiada y armada con un ejército y flota de guerra; además de adiestrada por el Imperio inglés, enemigo acérrimo de Bolivia desde que un tirano boliviano de cuyo nombre no quiero acordarme, expulsó de La Paz, al embajador británico montado de espaldas, en un burro hasta más allá de la frontera con el Perú.
En la nombrada Demanda Boliviana, existen algunos hechos (tratados y promesas que no figuran lamentablemente) tal como lo ha publicado el Comité Cívico Pro Mar Boliviano con el título de Tratado de Paz y Amistad de 1904; pero lo más contundente y que no tiene, por ningún lado, réplica contradictoria por parte del país delincuente es el contenido del libro Pérdidas Territoriales de Bolivia, escrito magistralmente con argumentos irrebatibles y absolutamente ciertos en base a realidades históricas comprobadas por todos los investigadores internacionales de todas las naciones del mundo que han condenado y siguen condenando el piraterismo chileno que desde la Colonia fue refugio de los piratas ingleses en eterna guerra latrocinadora contra el Imperio español, hasta que el emperador Carlos V mandó construir un fuerte en Copiapó (Río Salado) que es el límite entre la Capitanía de Chile y la Real Audiencia de Charcas, pero los chilenos asociados con los piratas ingleses lograron tomar el fuerte, entonces el propio emperador Carlos V mandó una flota de guerra que retomó el mencionado fuerte capturando prisioneros a la mayoría de los facinerosos que fueron colgados para ejemplo de respetar los límites establecidos por la historia contundente y el dominio de la Real Audiencia de Charcas.
Mas, lo que todo boliviano debía saber al dedillo es la Carta Histórica sobre el LItoral a Mons. Obispo de La Serena (Chile), pues en ella está tantísima documentación histórica absolutamente probada y sin lugar a ninguna duda, demostrando que el Litoral Boliviano es de propiedad legitima desde los orígenes del hombre en esas tierras y durante los imperios Aimara, imperio Incaico, la conquista española del Perú, alto y bajo, además durante el coloniaje y la guerra de independencia y la creación de la República de Bolivia.
En la nombrada Demanda Boliviana, existen algunos hechos (tratados y promesas que no figuran lamentablemente) tal como lo ha publicado el Comité Cívico Pro Mar Boliviano con el título de Tratado de Paz y Amistad de 1904; pero lo más contundente y que no tiene, por ningún lado, réplica contradictoria por parte del país delincuente es el contenido del libro Pérdidas Territoriales de Bolivia, escrito magistralmente con argumentos irrebatibles y absolutamente ciertos en base a realidades históricas comprobadas por todos los investigadores internacionales de todas las naciones del mundo que han condenado y siguen condenando el piraterismo chileno que desde la Colonia fue refugio de los piratas ingleses en eterna guerra latrocinadora contra el Imperio español, hasta que el emperador Carlos V mandó construir un fuerte en Copiapó (Río Salado) que es el límite entre la Capitanía de Chile y la Real Audiencia de Charcas, pero los chilenos asociados con los piratas ingleses lograron tomar el fuerte, entonces el propio emperador Carlos V mandó una flota de guerra que retomó el mencionado fuerte capturando prisioneros a la mayoría de los facinerosos que fueron colgados para ejemplo de respetar los límites establecidos por la historia contundente y el dominio de la Real Audiencia de Charcas.
Mas, lo que todo boliviano debía saber al dedillo es la Carta Histórica sobre el LItoral a Mons. Obispo de La Serena (Chile), pues en ella está tantísima documentación histórica absolutamente probada y sin lugar a ninguna duda, demostrando que el Litoral Boliviano es de propiedad legitima desde los orígenes del hombre en esas tierras y durante los imperios Aimara, imperio Incaico, la conquista española del Perú, alto y bajo, además durante el coloniaje y la guerra de independencia y la creación de la República de Bolivia.