Van dos meses desde formación de un consejo de alto nivel para asesorar al presidente Evo Morales sobre la política marítima boliviana. En estos dos meses muchas cosas han ocurrido, entre ellas el desvanecimiento de la esperanza endeble de conseguir, en la reciente asamblea general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), una plena reiteración de la resolución de 1979 que recomendaba el diálogo encaminado a la obtención de una solución apropiada para las aspiraciones bolivianas.
Entretanto, declaraciones de Santiago y La Paz han ido y han venido, y hasta nos han hecho pensar que enarbolábamos banderas de guerra (algo ridículo frente a la desproporción de fuerzas.) Pero todos aguardábamos que algunas de las líneas generales de orientación emanadas de los expresidentes, y si el flujo de éstas continuó después de la primera reunión, fuesen compartidas con la población. (Del tipo: Recomendamos cautela frente a tal cosa, etc.) Creo que todos querríamos conocer la opinión de los exmandatarios en áreas no estratégicas ni secretas. ¿Qué recomendaciones hicieron los expresidentes para la reunión de la OEA? ¿Estuvimos en el camino correcto? No son pocos los bolivianos que han visto los resultados como muy pobres, y querrían saber si los exmandatarios previeron esos resultados. Se puede concluir que no hubo sugerencias o éstas no fueron escuchadas.
Públicamente, sabemos que el presidente Morales agradeció a sus huéspedes y dijo que había aprendido mucho de ellos. Los expresidentes subrayaron el carácter secreto de la reunión y aseguraron que nada revelarían que pueda resultar nocivo para la estrategia boliviana. Esta retórica es normal. Pero resulta que casi 10 semanas después no se ha vuelto a hablar de un segundo encuentro.
Lo ocurrido en la OEA estaba escrito en la pared. Chile y Bolivia en 2011 son diferentes de lo que eran en 1979, cuando el hemisferio estaba casi compactamente unido contra las dictaduras. En Chile había una muy dura y, en Bolivia, una democracia que intentaba ponerse de pie y por eso concitaba simpatías. Fuimos a la reunión de 1979, en La Paz, llevados de la mano de muchos amigos. La situación de hoy es muy diferente. Miremos serenamente quiénes son nuestros supuestos amigos en el mundo y veremos en qué terreno estamos.
Escuchando el punto de vista oficial parecería que hemos tenido una gran victoria. Dicho de manera simple, lo que se nos ha recomendado (tanto a Bolivia como a Chile) ha sido volver al cauce de la bilateralidad, del que salimos del 23 de marzo, hace menos de tres meses. Es difícil aceptar que eso sea un triunfo.
Y hace pocos días se celebró otra reunión, ahora a nivel de excancilleres. Nada oficial ha trascendido aunque es posible suponer que la pregunta obvia pudo haber sido: ¿Y ahora qué?
Estas consultas se asemejan cada vez más a la “reunión de los cien” que convocó el general Banzer en Cochabamba en 1974, cuando su gobierno de fuerza estaba en su auge. Fue uno de los peldaños para construir la gestión de Charaña, ahora vista como uno de los pasos más avanzados de la diplomacia boliviana en las relaciones con Chile y el problema marítimo. Si de estas reuniones saldrá un gran diseño o apenas una aproximación al problema nacional es algo aún por verse. Es decir, si de las reuniones y las consultas emergerá un nuevo plan, constituye una interrogante que los bolivianos quisieran develar.
El autor es periodista
El autor es periodista
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