Aunque el ejército boliviano está mucho peor equipado que el chileno, y difícilmente podría darle pelea, no se puede descartar que Morales lo utilice para crear una escaramuza fronteriza que le consiga apoyo interno para ganar las elecciones del 2014. Eso hubiera sido impensable hasta hace poco, pero no en la Bolivia “antiimperialista” de hoy.
El presidente populista Evo Morales –hasta hace poco uno de los presidentes latinoamericanos más populares– está jugando una carta peligrosa para remontar su abrupta caída en las encuestas: está reviviendo el conflicto territorial de 132 años de antigüedad con Chile.
Durante una visita de tres días a este país, me sorprendió descubrir que Morales había declarado el 29 de abril el “Día de la Reivindicación Marítima”, apenas unas semanas después de haber celebrado el tradicional “Día del Mar” el 23 de marzo.
La nueva jornada de protesta nacional, al igual que la vieja, fue celebrada con actos organizados por el Gobierno para exigir que este país sin salida al mar reciba una salida al océano Pacífico a través de lo que hoy es territorio chileno.
Morales anunció recientemente que Bolivia recurrirá a los tribunales internacionales “para exigir acceso libre y soberano al mar”.
Desde entonces, además de crear el nuevo “Día de la Reivindicación Marítima”, ha dicho que le exigirá a Chile que le pague a Bolivia por el uso del río Silala, en la frontera entre ambos países.
Chile afirma que está dispuesto a continuar con las negociaciones que podrían otorgar a Bolivia un corredor hacia el océano Pacífico, pero sin conceder soberanía sobre ese territorio. Los dos países rompieron relaciones diplomáticas en 1978, pero durante los últimos años han estado negociando una solución al conflicto.
¿Qué está ocurriendo?, le pregunté a varios políticos y periodistas bolivianos. Casi todos respondieron que Morales, que ganó un segundo período presidencial en el 2009 con el 64 por ciento de los votos, ha estado en caída libre política desde diciembre, y que está resucitando el conflicto con Chile por motivos políticos internos.
Morales cayó abruptamente en las encuestas desde diciembre, cuando anunció un 70 por ciento de aumento en los precios del combustible. Ante las masivas protestas callejeras, incluyendo muchas de sindicatos de izquierda y grupos indígenas que lo habían apoyado antes, tuvo que dar marcha atrás con la medida.
Pero su popularidad ha caído al 32 por ciento en la mayoría de las encuestas, la cifra más baja desde que asumió la presidencia hace cinco años.
“El Gobierno se está deteriorando rápidamente, y esta pelea con Chile es consecuencia de eso”, dice Samuel Doria Medina, un magnate empresarial y líder de la oposición que actualmente enfrenta varios juicios del Gobierno por supuestos delitos económicos. “Ellos son muy buenos para distraer la atención pública de los problemas económicos”.
El gobernador de Santa Cruz , Rubén Costas, uno de los pocos gobernadores de oposición que sigue ocupando su cargo después de que el Gobierno obligó a la mayoría de sus colegas a renunciar por medio de juicios intimidatorios, me dijo que todo hace esperar “un desgaste progresivo e irreversible” del Gobierno.
Pese a los precios récord mundial de las exportaciones de minerales bolivianos, que aumentaron el ingreso del país en un asombroso 160 por ciento desde que Morales asumió la presidencia, el Gobierno se ha quedado sin dinero.
Los precios de la plata subieron de7 dólares la onza, cuando asumió Morales, a 45 dólares actualmente, los precios del estaño pasaron de 2 a 14 dólares en el mismo período. Sin embargo, debido a las enormes entregas de subsidios estatales, las desastrosas nacionalizaciones de empresas importantes y la creciente deuda con Venezuela y otros países, el Gobierno está en bancarrota.
Para empeorar las cosas, no hay virtualmente inversiones, porque las nacionalizaciones han ahuyentado a los inversores nacionales y extranjeros. La inflación real es de alrededor del 15 por ciento, y está en aumento a medida que hay más huelgas. El Gobierno responde imprimiendo más dinero para pagar aumentos de sueldos.
“Me temo que la inflación se va a disparar, y que el Gobierno se radicalizará aún más”, me dijo Costas. “Tengo el temor de que Morales va a crear un clima más populista, de más confrontación, para mantener este proyecto populista”.
Mi opinión: no es inusual que los presidentes bolivianos revivan la disputa territorial con Chile cuando están abajo en las encuestas. Recuerdo a varios predecesores de Morales, de centro y de derecha, que hicieron lo mismo cuando cayó su popularidad a nivel nacional.
Sin embargo, esta vez hay un elemento nuevo, y es que Morales ha añadido un elemento ideológico que no existía antes: la politización de las fuerzas armadas bolivianas. A fines del año pasado, a pedido de Morales, el ejército boliviano se declaró “socialista”, “antiimperialista” y “anticapitalista”.
Aunque el ejército boliviano está mucho peor equipado que el chileno, y difícilmente podría darle pelea, no se puede descartar que Morales lo utilice para crear una escaramuza fronteriza que le consiga apoyo interno para ganar las elecciones del 2014. Eso hubiera sido impensable hasta hace poco, pero no en la Bolivia “antiimperialista” de hoy.