El esfuerzo de Gobierno por dirigir la atención del país hacia la demanda marítima ha logrado su objetivo solo de manera parcial, debido a que los problemas pendientes eran demasiado graves.
De todos modos, la cuestión marítima consiguió instalarse como un tema más de la agenda de estos días, ayudada por un hábil manejo del Gobierno, que la alimenta con iniciativas oportunas.
El designar como cabeza de la operación a Rubén Saavedra, ministro de Defensa en ese momento, tiene un mensaje claro. Llenar el cargo vacante con una señorita de corto y reservado curriculum, Cecilia Chacón, no se entiende bien, pero ha conseguido mantener las luces de los reflectores sobre el tema.
Y también la convocatoria a los expresidentes a un encuentro con el presidente Evo Morales tiene como efecto mantener la atención en el tema lanzado de manera sorpresiva el 23 de marzo por el presidente Morales.
El tema fue mantenido en la actualidad también por las respuestas de Chile, que reflejaron la sorpresa por el cambio tan brusco en la actitud del Gobierno boliviano. En pocas horas, el canciller David Choquehuanca pasó de elogiar el clima de entendimiento y sinceridad que se había creado con Chile, a afirmar que los funcionarios chilenos nunca hablaron con honestidad. El propio presidente Morales lo había dicho, con otras palabras, pero reflejando el mismo grado de viraje.
La invitación a los expresidentes fue una propuesta que ellos no podían rechazar. Ningún boliviano podría decir no a ese tema, ni siquiera aquellos que están amenazados por acciones supuestamente legales que manejan los funcionarios a cargo de las vendetas desde la justicia.
Si el Gobierno quisiera mejorar su imagen pública, ahora tan dañada, debería dar señales equivalentes de desprendimiento como las que dan los expresidentes que irán a la cita a pesar de ser perseguidos.
Esta ocasión podría servir para dar al país y al mundo la señal de que los bolivianos estamos unidos en la causa marítima, tan unidos que el propio Gobierno es capaz de olvidar sus odios y sus prácticas de tiro al blanco contra sus rivales.
Que el tema marítimo sirva, para comenzar, como factor de unión de los bolivianos. Y si se lograra algo en el camino hacia el mar, mucho mejor.
Para ello, el Gobierno tendría que dar una tregua a los políticos opositores, todos amenazados por diferentes procesos.
Una Bolivia donde los expresidentes no sean perseguidos, los gobernadores no sean amenazados, los alcaldes puedan hacer su trabajo sin el temor de ser destituidos, donde los periodistas puedan hacer su labor sin sentir la mordaza y la censura, sería una Bolivia con mayor capacidad para encarar el tema del mar.
Todo esto estará muy bien, siempre que, por otro lado, el Gobierno comience a buscar soluciones a los problemas pendientes, como los creados por su mala gestión económica.
Habrá que resolver el problema de los salarios, pero sobre todo el tema del gas natural, que viene a escasear cuando el Gobierno estaba entusiasmado con el incremento del gasto.
Pero el huésped del lunes debería estar a la altura de sus invitados, mostrando grandeza.
en homenaje a GABY DE LA REZA, heroica mujer cochabambina que fuera la Primera Presidenta del Comité Pro Mar Boliviano, que reivindica el Retorno al Mar por encima de todas las cosas. excluye posturas demagógicas que pretender utilizar el tema para fines partidistas o de caudillaje.
domingo, 10 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
Ramiro Calasich ha escrito un hermoso artículo sobre el tema del MAR y la forma de anzuelo que utiliza EVO para atraer a los incautos. Ramiro muestra gran agudeza de ingenio que siempre aplaudimos
MAR: DEL LAMENTO BOLIVIANO AL ANZUELO PARA INCAUTOS
-Crónica de una estafa histórica y de un sueño posible-
Ramiro Calasich G.
ramiro.calasich@gmail.com
http://ramiro-calasich.blogspot.com
No es la primera vez que un gobierno apela a un conflicto bilateral en busca de sustento popular para esconder su congénita incompetencia. Por ejemplo, en la década de los ’30, el presidente Daniel Salamanca avivó el viejo conflicto fronterizo con Paraguay en la esperanza, entre otras, de sofocar el descontento popular, y terminamos perdiendo 243.500 Km2. Luego de una primera escaramuza boliviana, convenientemente escondida a la opinión pública nacional por aquel gobierno, vino la ofensiva paraguaya, denunciada luego como un ignominioso ataque trapero. De ahí en más se desencadenó el arrebato propagandístico, se persiguió, encarceló y desapareció a opositores, además de iniciarse un despótico reclutamiento compulsivo de la población rural, usada desde siempre –hasta ahora- de carne de cañón en todo conflicto, externo e interno. El resultado inicial fue el despertar del entusiasmo patriotero que provocó largas filas de voluntarios dispuestos a saldar cuentas por el abuso. Para el gobierno, todo terminaría en la mesa de negociaciones, como había ocurrido luego de los permanentes amagos belicosos que se habían producido por una inexistente delimitación fronteriza, mientras la población pasaba de las críticas y las movilizaciones al aplauso por el valor del gobierno en la defensa de la sacra integridad territorial.
Como siempre ocurre con los desmanes demagógicos, todo salió al revés. Paraguay estaba preparado desde hacía mucho para un conflicto bélico, mientras el ejército boliviano únicamente se había adiestrado en las “guerras internas”, así que fue presa fácil del asalto, no sin antes demostrar valor y coraje que hasta ahora estremecen hasta la médula. Hoy en día, los pocos excombatientes que quedan, deambulan pastando sus proezas y sufrimientos, resignados, como ocurrió en aquella época, a la ingratitud de gobernantes y ciudadanos. Mueren de a poco, los pocos que quedan, sacrificados por la demagogia, primero, por las balas después y luego por el ominoso desafecto.
En realidad, las mutilaciones territoriales que hemos sufrido han sido, en la mayoría de los casos, el resultado de acciones u omisiones viles de autócratas que jugaron con fuego intentado administrar nuestro endémico atraso, cebando su lujurioso apetito de poder o buscando apoyo popular para continuar el latrocinio en beneficio de unos pocos.
Sin duda, en esencia, la historia actual no es la misma. Por lo menos en esta parte del orbe, no existen las tentaciones trogloditas de resolver los conflictos a punta de cañonazos. Sin embargo, en lo que sí parece repetirse la historia es en el uso demagógico y abusivo de un conflicto bilateral, como la causa marítima, para evitar la pérdida del apoyo popular. ¿Proceso de cambio?
A estas alturas, resulta obvio que nunca se tuvo una Política de Estado más o menos presentable, peor efectiva, que permita lograr una salida al mar. Dígase lo que se diga, el hecho que, luego de 107 años de suscrito el Tratado de 1904, Chile siga haciéndose el desentendido expresa, por lo menos, cierto grado de fiasco. En 132 años –desde el asalto a Antofagasta en 1879-, la política marítima boliviana ha oscilado entre el lamento boliviano –bilateral, trilateral, multilateral y polifónico- que ha malgastado tiempo, dinero y talento diplomático en intentar que Chile reconozca que existen problemas pendientes con Bolivia; la demagogia patriotera que usa la herida marítima como anzuelo providencial para mantener la mirada ciudadana lejos del problema medular: el atraso y la ineptitud por superarlo; y el complejo freudiano que empuja a echar la culpa a otros –“al pirata araucano”- por la inveterada incompetencia gubernamental, y que nunca ha tenido la decencia de la autocrítica, acción que mordería a cualquier conciencia humildemente ética. Al final de cuentas, las pocas veces que nuestros cancilleres se miraron las caras en serio, Bolivia no llevaba una propuesta viable que no fuese su queja telúrica, mientras Chile hacía lo que cualquier otro país haría, hacerse el difícil por falta de una proposición que seduzca sus requiebros. Resulta ocioso acusar a otro país por defender sus intereses y no los nuestros; de aquellos deberíamos ocuparnos nosotros, pero en serio.
Al observar con pavor el recorrido extraviado del actual régimen, es fácil desnudar el ropaje demagógico de su posición en torno a este tema. El escenario de la nueva rabieta náutica fue por demás sospechoso: se anunciaron acciones legales a escala global contra la tozudez chilena horas después que se aseguraba a un periódico chileno que se priorizaría el diálogo bilateral, a poco de conocerse que la popularidad del gobierno se hallaba al borde del desahucio, cuando las inversiones muestran números rojos (pese a que la vitrina ostenta 10.000 millones de dólares en reservas, pero sólo para el spot), justo el día en que se recordaba la herida abierta del mar perdido. En general, todas las fechas con algún valor histórico, han sido usadas desde siempre para desbocar sentimientos patrioteros que terminan con vivas al visionario caudillo de turno -populista o elitista, da lo mismo-, y verbenas donde la embriaguez ideológica continúa con algo más de coherencia.
En ese entorno, aquel 23 de marzo se presentó la inmejorable y solemne oportunidad para descarriar, nuevamente, la incontinencia demagógica: la corte reunida, las cámaras atentas. Entonces, sobrevino el naufragio. La queja eterna, la suculenta diatriba, la arenga melosa. La conclusión era obvia: Chile es el culpable. Luego, sobrevino el exabrupto diplomático: ¡acciones legales! Todos aplaudieron, conmovidos. Por si fuera poco, la demagogia fue tan certera (es en lo único en que se ha demostrado sobrada eficiencia) que incluso despertó las voces de intelectuales de talla quienes, con candidez pueril y sin atisbar que se trata de una nueva emboscada (una de cientos), se han zambullido a apoyar el resoplido felón para acusar a Chile de actuar, desde siempre, de mala fe.
La pregunta que nadie hizo en ese instante se fermenta de madura: ¿Y la estrategia legal? Siendo medianamente serios, si un mandatario echa a volar la partida festiva que jugada durante cinco años, a voz en cuello y a todo el mundo, se esperaría que exista una propuesta meditada y adecuadamente pulcra. No, tal propuesta no existe y si se hace –¿?- tardaría algunos años, según explican quienes realmente saben. Más aún, si se conoce que cualquier acción legal debe contemplar, de forma obligatoria e imprescindible, la venia de ambas partes, y Chile no está dispuesto a ceder, ¿por qué embarcarse en un nuevo duelo verbal con Chile y anunciar un nuevo arrebato planetario? ¿Jugada maestra de una diplomacia visionaria o demagogia pedestre?
No, no es Chile el que nos ha hecho perder el tiempo, ha sido esa práctica arcaica e insana de tocar tambores de guerra en el abyecto propósito de evitar que se extinga el aplauso popular. Al final, terminamos siempre yendo a la batalla, militar o diplomática, sin norte ni concierto, con una mano adelante y otra atrás. Que el contendiente ocasional no nos haga caso, no es culpa suya, sino nuestra.
En medio de esta atmósfera cacofónica y viciada, alguien dijo hace poco que “en el pueblo boliviano existe el sentimiento profundo de la reivindicación marítima y que nunca se cederá ante el usurpador. La causa marítima es sagrada”. En realidad, esa es una sobrada sandez, expresión del vicio malsano de vivir mirando el pasado, ahora patentado por el oscurantismo oficial. Lo que existe en el alma nacional es el hastío milenario por los discursos, las negociaciones y las horas cívicas que han multiplicado fracasos y bostezos. Lo cierto es que la diplomacia de ajedrez, más sigilosa que efectiva, ha fracasado, lo mismo que la diplomacia de la histeria chauvinista, siempre pintoresca y mórbida.
No quieren hablar de soberanía, corean indignados. En rigor, jamás lo harían, tampoco nosotros si el caso fuese a la inversa. Se trata de un conflicto de intereses, no de buena o mala fe, de manera que debe encararse la solución buscando el mejor interés de las partes involucradas. Si el acuerdo genera beneficios, centralmente económicos, caen las armaduras y se habla sobre lo que sea. Pero para eso, se necesita una verdadera Política de Estado, no extravagantes homilías de artificio.
En vez de navegar en operetas y elegantes imposturas, o en andanadas retóricas que a la larga nos condenarán a una cuarentena internacional, necesitamos de una diplomacia que nos vincule con el mundo a través de tratados y convenios internacionales que permitan aumentar el caudal de inversiones y robustecer nuestro aparato productivo y exportador, además –y no es poco- de nutrirnos del desarrollo científico y tecnológicos mundial; al tiempo de contribuir a la cultura universal con nuestra colorida riqueza, reducida hasta ahora a un inmenso museo viviente que sólo produce quejidos y amenazas apocalípticas.
El uso demagógico que se hace del tema del mar, en el afán de encender el moribundo apoyo popular, expresa que Bolivia sigue viviendo en tiempos premodernos, en los cuales la impostura, el engaño, la prebenda, la conspiración, la calumnia y el abuso son las verdaderas instituciones públicas. Es como tocar una pesadilla resucitada. De cambio, nada. En rigor, una aterradora encarnación de todos las perversiones del pasado que parecen hostigarnos como fantasmas penitentes.
De espaldas a la realidad mundial que prioriza los acuerdos regionales en la perspectiva de buscar una inserción adecuada y próspera en el escenario global, nos negamos a entender que el problema del mar podría ser resuelto, por ejemplo, dentro de un acuerdo de integración económica tripartito (Bolivia, Chile y Perú) que podría convertir a esta subregión en un importante centro energético, comercial y turístico. Lejos del bárbaro nacionalismo cultural (mi diablada, mi charango, mi bandera…), ha llegado la hora de mirar la realidad real, no la del spot ni del ilusionismo de feria, y descubrir que entre los tres países existen lazos geográficos, económicos, culturales e históricos que debieran servir de base para la edificación de un amplio y provechoso proceso de integración. De ahí que debería estudiarse la posibilidad de un acuerdo de integración que convierta el problema en oportunidad, donde cada quien encuentre algún tipo de beneficio para sus pueblos. Esa, sin duda, podría constituirse en la base de una propuesta no sólo decorosa, sino viable.
Ya es tiempo que los ciudadanos nos sacudamos de las modas de temporada (gas, litio, ahora mar) que fabrican, desde siempre, penosos vendedores de humo, en su afán de remontar unos cuantos puntos en las encuestas, para llevarnos de la nariz a la próxima hora cívica o a la errabunda movilización que únicamente multiplica ampollas y frustraciones, evitando que veamos lo que siempre existió: atraso, y así seguir en el eterno festín del poder que solo ha fabricado ensueños y opulentos cortesanos.
Algo más. El nuevo festival demagógico que ahora contemplamos con espanto, es el signo inequívoco de que el régimen se agota, de ahí su patológico apetito por confeccionar un nuevo enemigo. Como ya se acabaron los enemigos internos –aunque la siniestra creatividad siempre puede sorprendernos-, hay que buscarlos fuera, y como el imperialismo está bastante lejos, y los arrebatos soberanos ya no conmueven a nadie, es mejor buscar en el vecindario y qué mejor que “el pirata que nos arrebató, a traición, nuestro sagrado mar”, todo con el fin de mantener movilizada a la masa y así evitar que mire su realidad y descubran la estafa.
En vez de seguir salivando cada vez que la autocracia de turno toca la campana, los ciudadanos deberíamos comenzar a reconstituir la institucionalidad democrática, eternamente deformada a gusto de fúnebres benefactores, comenzando por partidos políticos democráticos -en lo programático, organizativo y en el liderazgo, en ese orden-, lejos del asfixiante monólogo del pensamiento único, la santería ideológica y del omnipresente caudillo, para construir una verdadera República Democrática -nada de simbolismo fatuo-, que deje de ser hija de nadie y manoseada por cualquiera. Ahí recién podremos hablar del mar con la seriedad requerida y, sin duda, llegará el momento de bañarnos en sus aguas como ciudadanos libres, lejos del naufragio al que nos han condenado los perpetuos patriarcas del atraso.
frases lapidarias utiliza Estremadoiro para referirse al Canciller "mejor lo haría chamán". necesitamos de Brasil pra llegar a ambos océanos. fijar una política de estado "ladrido a la luna" es la soberanía
En el Gobierno de Evo Morales se destaca el cambio del enfoque multilateral en reclamar acceso soberano al mar. Poco se ha logrado con el arrumaco bilateral con el usurpador de 1879. Ahora vuelven las andanadas de improperios, tirando por la borda el palabrerío zalamero y el dinero invertido.
De vuelta a la multilateralidad, dicen. Disfrazan el fracaso acusando a Chile de engaño, como si incluir el tema del mar en la agenda de 13 puntos significase lograr acceso marítimo con soberanía. Maquillan la frustración con propaganda de voces aisladas que en el vecino país han favorecido reparar la injusticia con Bolivia. Ocultan el papelón instando a estudiosos a llenar estantes, sin ocuparse de averiguar si los diplomáticos nuestros han leído a Pinochet y su tesis de que Bolivia nunca tuvo mar.
Disimulan la bofetada invitando a ex mandatarios a integrar comisiones de expertos, cuando estos están atontados por los acosos judiciales del régimen.
Algo de la inefectividad boliviana tiene que ver con declaraciones del canciller de micrófono que es el Presidente. “Aquí no usamos el tema del mar como lo hicieron las dictaduras de Bolivia y Chile”, remarcó. Le salió al frente un excanciller chileno, opositor del presidente Piñera, quien apuntó a que la política exterior de su país “es una política de Estado, y no de gobierno, y todos, gobierno y oposición, de derechas o izquierdas, compartimos una sola doctrina…”.
No se puede volver a la ilusa diplomacia pendular que ha hipnotizado a Bolivia en su relación con Chile y Perú, desde que en 1929 el uno pusiera el candado y el otro guardara la llave del encierro. El juego de estar bien con uno para incomodar al otro, o viceversa. El gallito pendenciero en que se ha convertido el país, logro del Gobierno de Evo Morales, ahora los tiene refunfuñando a ambos.
Urge cambiar la estrategia en relación al acceso marítimo. Fijar una política de Estado, difícil en una Bolivia con políticos adictos a construir todo de nuevo sobre la destrucción demonizada de lo precedente.
Uno, como si fuera novedad se habla de esfuerzos trilaterales que incluyan a Chile y Perú. ¡Por supuesto! Con Chile, la agenda de 13 puntos debe continuar sin insistir en soberanía, ladrido a la luna que es por ahora. La posición boliviana debe acoplar fuerza a la razón, parafraseando la amenazadora frase del escudo chileno. No es batir revanchistas tambores decimonónicos decirlo: Sólo mejorando a favor nuestro la balanza del poderío económico podrá modificarse el mapa donde confluyen los actores de 1879.
Con Perú urge desarrollar el puerto de Ilo en cuanto a terminal portuaria e infraestructura de carreteras, no para amenazar a iquiqueños y ariqueños con puerto alternativo, sino porque el desarrollo de Bolivia lo requerirá. Amén de que el mar peruano cedido a Bolivia deje de ser útil sólo para remojar callos de visitantes mediterráneos.
Dos, estos días pasó desapercibida la noticia de avances del corredor interoceánico que vincula Brasil con Chile, a través de Bolivia. La politiquería altiplánica relegó a tercer plano lo que fuera la primera opción brasileña: Por la cintura del continente sudamericano, cual un Canal de Panamá terrestre que uniera el puerto de Santos con Arica e Iquique por territorio boliviano.
Entonces, Brasil apuró el corredor sureño a través del norte argentino hasta el megapuerto de Mejillones. Se añadió insulto a la injuria, cuando Evo Morales fue convidado de piedra en la cumbre brasileño-peruana para dar impulso al corredor norteño, que apenas toca un vértice olvidado de la geografía nacional –Bolpebra-- en su marcha a puertos peruanos.
Urge recomponer las relaciones con Brasilia, para uncir nuestro carretón al convoy brasileño en camino a los mercados de Asia.
Una cosa es Chile dando un portazo a Bolivia; otra muy distinta, a Brasil. Puede tomar tiempo, luego de la pose a la Mussolini de tomar militarmente los campos de Petrobrás. Fue hipócrita pachamamismo oponerse a represas hidroeléctricas en el río Madera, que significarían acceso al Atlántico por el Amazonas, mediante esclusas que abran el interior boliviano hasta Puerto Villarroel y Puerto Linares por los ríos Beni y Mamoré. ¿Acaso no requerimos la aquiescencia brasileña para dragar canales y rellenar terrenos anegadizos para construir dársenas en Puerto Suárez, Puerto Aguirre y Puerto Busch? Si Brasil quiere llegar a mercados asiáticos por territorio boliviano, pues remolquen a Bolivia al Pacífico y abran la puerta al Atlántico por el río-mar y la hidrovía Paraguay-Paraná.
Tales deberían ser los puntales de una política de Estado boliviana referente al acceso marítimo. Requiere de buen gobierno que no sea ajeno a consistencia y estabilidad, transitar a una política de Estado que dé un enfoque bilateral o trilateral anclado en una Bolivia llorona, un Chile altanero y un Perú solapado, evolucione a un cuadrilátero bioceánico que incluya al poderoso Brasil.
Demanda el cambio de un canciller que estaría mejor de chamán del pachamamismo. Exige estar chitón a mandatario dado a entrometerse en diplomacia, quizá confiado en su “le meto nomás” y que otros arreglen sus metidas de pata. Necesita diplomáticos de carrera que así fueran más morenitos que los de antes, no hayan llegado a embajadores como premio a su incapacidad, o enviados a un exilio dorado por corruptelas, o por tener la nariz parda de tanto hozar con adulación el traste de mandamases.
El autor es antropólogo
www.winstonestremadoiro.com winstonest@yahoo.com.mx
El autor es antropólogo
www.winstonestremadoiro.com winstonest@yahoo.com.mx
miércoles, 6 de abril de 2011
Centa Reck reflexiona sobre los últimos acontecimientos en su art. AMARGO MAR en su condición de Senadora por el Departamento de Santa Cruz. Muy revelador
AMARGO MAR. POR CENTA RECK. SENADORA POR SANTA CRUZ
Espero que esta opinión no me haga susceptible de un proceso por “traición a la patria“: delito transgénico de última generación con el que el gobierno intenta censurar, acallar voces críticas y generar un ambiente de susceptibilidad hasta el terror. [Image]Pese al riesgo, sigo y seguiré sosteniendo que la agenda del mar está planteada desde esferas del gobierno como una respuesta coyuntural a la baja popularidad que registra el presidente y su gobierno. Es el sartén con el que el ejecutivo intenta sacar las papas que se están quemando y tender una cortina de humo a las protestas sociales, multitudinarias y permanentes que por temas de salario y alza de producto están librando los asalariados y sectores sindicales de Bolivia.Para que el tema siga en agenda todos los días se aumentan las revoluciones por segundo que este debe tener. Ayer se nombró un director del tema marítimo, nombramiento que cayó en la figura de quien fungía como ministro de gobierno hasta horas antes, tal vez para mostrar que el tema es de vital importancia para el gobierno. Nos preguntamos, porqué este tema cobró tan tardía importancia en el gobierno, y porqué otros temas como el narcotráfico, corrupción etc, no merecen la atención que este tema está suscitando en esferas gubernamentales.Claro que tenemos que concluir que aquí hay gato encerrado, que no es la reivindicación per se la que le quita el sueño al gobierno, sino la agenda de reclamos populares que puede invisibilizar esta súbita vocación reivindicativa que ha tomado el gobierno respecto a nuestro enclaustramiento marítimo. Para completar el cuadro, el Ejecutivo agendó también a los ex presidentes que todavía circulan en el territorio nacional. Les agendó una reunión para tratar el tema marítimo. Lo surrealista es que todos los citados, menos la sra Gueiler, están siendo procesados, quizás la sra Gueiler quedó afuera por su edad avanzada. Por otro lado, justo el día antes de esta decisión, desde esferas del gobierno se rasgaron las vestiduras porque un grupo de parlamentarios viajó a EE.UU a plantear denuncias sobre violaciones del gobierno a los derechos humanos, se dijo que estos deberían ser sujetos a un juicio porque entre otras acciones se habrían reunido con el ex presidente Gonzalo Sánches de Lozada, calificado como un “procesado”. Vaya, vaya, no entendemos la lógica del gobierno, ¿o sea que ellos pueden darle asiento en palacio a sus procesados, para que hablen y se conviertan en pilares de la política marítima o en actores del reparto de su última pieza de teatro, pero los parlamentarios no pueden hablar fuera del país con quienes están siendo procesados? ¿O sea que ellos pueden darle credibilidad a los ex presidentes enjuiciados, pero por otro lado los están convirtiendo en sujetos pasibles de actos delincuenciales por acciones tomadas en sus mandatos?Algo anda mal aquí, no hay lógica que sustente este accionar… algo anda muy mal en este concierto desorejado… ¿será que la pieza intitulada “Amargo Mar”, no tiene otros actores de reparto? Y capaz que los actores de reparto concurren a la convocatorio que los convierte en el trapo rojo para evadir al toro que nadie quiere agarrar por las astas.
Restos de Abaroa Día del Mar |
Espero que esta opinión no me haga susceptible de un proceso por “traición a la patria“: delito transgénico de última generación con el que el gobierno intenta censurar, acallar voces críticas y generar un ambiente de susceptibilidad hasta el terror. [Image]Pese al riesgo, sigo y seguiré sosteniendo que la agenda del mar está planteada desde esferas del gobierno como una respuesta coyuntural a la baja popularidad que registra el presidente y su gobierno. Es el sartén con el que el ejecutivo intenta sacar las papas que se están quemando y tender una cortina de humo a las protestas sociales, multitudinarias y permanentes que por temas de salario y alza de producto están librando los asalariados y sectores sindicales de Bolivia.Para que el tema siga en agenda todos los días se aumentan las revoluciones por segundo que este debe tener. Ayer se nombró un director del tema marítimo, nombramiento que cayó en la figura de quien fungía como ministro de gobierno hasta horas antes, tal vez para mostrar que el tema es de vital importancia para el gobierno. Nos preguntamos, porqué este tema cobró tan tardía importancia en el gobierno, y porqué otros temas como el narcotráfico, corrupción etc, no merecen la atención que este tema está suscitando en esferas gubernamentales.Claro que tenemos que concluir que aquí hay gato encerrado, que no es la reivindicación per se la que le quita el sueño al gobierno, sino la agenda de reclamos populares que puede invisibilizar esta súbita vocación reivindicativa que ha tomado el gobierno respecto a nuestro enclaustramiento marítimo. Para completar el cuadro, el Ejecutivo agendó también a los ex presidentes que todavía circulan en el territorio nacional. Les agendó una reunión para tratar el tema marítimo. Lo surrealista es que todos los citados, menos la sra Gueiler, están siendo procesados, quizás la sra Gueiler quedó afuera por su edad avanzada. Por otro lado, justo el día antes de esta decisión, desde esferas del gobierno se rasgaron las vestiduras porque un grupo de parlamentarios viajó a EE.UU a plantear denuncias sobre violaciones del gobierno a los derechos humanos, se dijo que estos deberían ser sujetos a un juicio porque entre otras acciones se habrían reunido con el ex presidente Gonzalo Sánches de Lozada, calificado como un “procesado”. Vaya, vaya, no entendemos la lógica del gobierno, ¿o sea que ellos pueden darle asiento en palacio a sus procesados, para que hablen y se conviertan en pilares de la política marítima o en actores del reparto de su última pieza de teatro, pero los parlamentarios no pueden hablar fuera del país con quienes están siendo procesados? ¿O sea que ellos pueden darle credibilidad a los ex presidentes enjuiciados, pero por otro lado los están convirtiendo en sujetos pasibles de actos delincuenciales por acciones tomadas en sus mandatos?Algo anda mal aquí, no hay lógica que sustente este accionar… algo anda muy mal en este concierto desorejado… ¿será que la pieza intitulada “Amargo Mar”, no tiene otros actores de reparto? Y capaz que los actores de reparto concurren a la convocatorio que los convierte en el trapo rojo para evadir al toro que nadie quiere agarrar por las astas.
el fracaso de los 13 confidenciales de la agenda del MAS y la necesidad de MAS por justicia y economía. Carlos Toranzo desde LT
Como si fuera poco, ahora nos encontramos con una especie de tercera “eme”. Es la que sigue a Misicuni, Mutún, la “eme” de mar.
Las interpretaciones de que éste tema ha salido la luz como consecuencia de la baja de popularidad del Presidente son simplemente tardías y hasta cierto punto equívocas.
El tema del mar mueve corazones es verdad, pero también mueve razones y esas razones son precisamente las que han fallado.
Los trece puntos que estaban en la agenda y supuestamente estaban siendo discutidos --in extenso-- por los cancilleres y su vices, ya partían de la equivocación; eran trece puntos y no menos, el trece es de mala suerte en todo caso, ¿novequé? Estos trece puntos han sido guardados como hueso de santo en algún escrito y no han sido presentados a la ciudadanía.
Repetidamente, se ha dicho que el tema es delicado y que por esa razón las conversaciones estaban siendo tratadas con la más profunda confidencialidad.
Uno puede aceptar que hay temas que no son de divulgación popular por ser o muy riesgosos o no muy madurados o que requieren de un consenso menos público. Pero el tema del mar no debería ser un tema de agendas secretas. Creo que el Gobierno ha cometido un error al no haber abierto el tema a un grupo selecto de académicos, políticos e investigadores y desde esa palestra enfrentar el tema marítimo. Por no haberlo hecho, ahora debe pagar las consecuencias de malas interpretaciones y de tardíos lamentos.
Bolivia no necesita la salida al mar por emociones, por cariño ni por frustración centenaria. Bolivia necesita la salida al mar por razones económicas y razones de justicia geográfica.
Lo que ahora hace el Gobierno parece que debería ser el inicio de todo acercamiento a Chile, con una comisión mixta parlamentaria y con un temario elaborado por esa comisión.
Ningún gobierno se ha molestado seriamente en hacer del tema marítimo un tema de estudio robusto y serio. El tribunal de La Haya puede perfectamente fallar a favor de Chile y entonces ¿qué? ¿Llevamos La Haya a los tribunales superiores?
La salida al mar no es un tema fácil de solucionar, hay demasiados intereses nacionalistas en medio tanto de parte nuestra como de parte de Chile. Los chilenos pueden perfectamente argumentar que conceder territorio es regalar un trozo de su patria. Los bolivianos argumentamos perfectamente que tenemos el derecho a tener acceso al mar por territorios que fueron ocupados por Chile.
Lo que se requiere, además a la brevedad, es que se organice una comisión mixta de bolivianos que no sean ni del MAS ni del Menos, que demuestre nuestra unidad tanto académica como política frente a lo que se puede avecinar.
Chile tiene experiencia de haber discutido con la Argentina y haber llegado a buen puerto. Nosotros queremos lo mismo; llegar a un puerto que sea capaz de hablar por sí mismo de que los vecinos son realmente grandes amigos. Las cancillerías pueden hablar todo lo que quieran pero eso no será suficiente. El mar es mucho más que un tema para ser hablado privadamente.
El autor es economista
El autor es economista
martes, 5 de abril de 2011
Los Tiempos se refiere al giro que ha tomado el tema de la Reivindicación Marítima desde el 23 de marzo. con precisión muestra los conflictos del MAS y el pretexto del MAR para frenarlos en parte
Quienes tienen en sus manos tan delicado asunto no deben caer en la tentación de alentar el espíritu patriótico para atemperar los conflictos internos
El súbito giro dado durante las últimas semanas por el Gobierno Nacional al tema marítimo ha ocasionado el desplazamiento a un segundo plano en la agenda pública nacional de muchos temas que, hasta hace algo más de 15 días, se ubicaban en el centro de la atención colectiva.
Como es fácil recordar, antes del 23 de marzo la atención de todo el país estaba concentrada en asuntos tan conflictivos como las demandas salariales y de los universitarios y sus correspondientes marchas, huelgas y otras medidas de presión; los reclusos estaban en estado de emergencia y no había día sin que algún titular periodístico dé cuenta de las fisuras que aumentaban en cantidad y profundidad en el bloque gubernamental, desde la cúpula ministerial hasta los “movimientos sociales” que lo sostienen.
En el frente jurídico legal, que durante los últimos cinco años tantos réditos brindó al MAS, estaba también llamando la atención por los continuos reveses que recibían en los estrados judiciales los operadores del oficialismo. El caso Rosza ya sólo daba motivos de malestar en círculos oficiales; ya escasean los pretextos para prolongar la irregular detención de Leopoldo Fernández; los juicios de responsabilidades contra expresidentes tampoco tienen suficientes bases para cumplir la función distractiva y cada nueva ofensiva legal contra políticos opositores sólo logra socavar aún más la ya muy deteriorada credibilidad gubernamental.
El panorama en el frente externo hasta hace 15 días no era mejor. El caso Sanabria y la posibilidad de que sus manchas salpiquen a niveles jerárquicos del círculo gubernamental; la decisión de Brasil y Chile de tomar en sus propias manos la lucha contra las mafias del narcotráfico que operan en nuestro país, y la inocultable disminución del peso específico en el escenario internacional de sus principales aliados son otros temas que resultaron opacados por el vigor con el que el tema marítimo se puso en el centro de la atención colectiva.
No es la primera vez que algo así ocurre en nuestra agitada historia republicana. Por el contrario, son tan fuertes los sentimientos y resentimientos patrióticos y chauvinistas que se encienden con la sola mención a nuestra causa marítima que prácticamente desde que el 14 de febrero de 1879 se iniciara la Guerra del Pacífico y con ella la tragedia de nuestro enclaustramiento geográfico, que el tema adquiere nueva actualidad una y otra vez.
Lamentablemente, lo que enseña la historia al respecto no es muy alentador. Es que, por lo menos hasta ahora, el fervor patriótico y la uniformidad de criterios que éste genera suele durar mucho menos de lo que haría falta para que se traduzca en una política de Estado capaz de trascender los circunstanciales vaivenes de ocasionados por nuestras pugnas internas.
Para que esa penosa historia no se repita, bueno sería que quienes tienen en sus manos tan delicado asunto eviten caer en la tentación, como muchos de sus antecesores, de alentar el espíritu patriótico sólo para atemperar los conflictos internos pues, como lo enseña la historia, los asuntos que quedan opacados por la agenda marítima tarde o temprano recuperan actualidad con renovados bríos para exigir la atención que por un tiempo se les negó.
lunes, 4 de abril de 2011
Página 7 publica un esquema de los cuatro pasos para lograr una resolución judicial del Tribunal de Justicia de La Haya, aunque no dice que el trámite puede durar varios años
Bolivia tiene tres vías para encarar la demanda marítima
Hay dos tribunales en La Haya y otra opción es terciar en litigio Perú-Chile
Dato. Una analista explica el proceso en cuatro etapas que mínimo durará tres años hasta el fallo final; en cualquier etapa se puede dar una conciliación y el juicio termina.
Con el anuncio del presidente Evo Morales de recurrir a instancias internacionales para resolver el tema marítimo, se abren ahora tres opciones para zanjar la demanda histórica, según la analista internacional Karen Longaric.
En La Haya hay dos jurisdicciones: la Corte Internacional de Justicia y la Corte Permanente de Arbitraje. Bolivia puede recurrir a una de esas dos instancias para presentar la demanda; la tercera alternativa es que el Estado vaya a una tercería en el proceso que sostienen Perú y Chile.
La abogada internacionalista explicó que en el caso que Bolivia respalde su demanda en el protocolo de 1907, estaría optando por el tribunal de arbitraje, donde el proceso tiene cuatro etapas y el tema se resolvería, en el mejor de los casos, en tres años.
Esto, sin contar con el tiempo que dure la preparación de la proposición acusatoria a cargo de la Dirección de Reivindicación Marítima, que hará llegar el documento final ante La Haya.
Longaric explicó que ahí inicia un proceso complejo. El protocolo de 1907 señala que cualquier diferencia que se desprenda de la interpretación o ejecución del Tratado de 1904, firmado entre Bolivia y Chile, podrá dirimirse por vía arbitral ante el tribunal de arbitraje de La Haya.
“Ese protocolo obligaría a Chile a aceptar la jurisdicción de la corte de arbitraje. El pacto de Bogotá también refiere el procedimiento de arbitraje y dice que las partes tendrán la facultad de ir al arbitraje si se ponen de acuerdo para resolver diferencias que surjan de tratados que las partes hubiesen suscrito”, señaló.
Una vez definida la jurisdicción se comunica a Chile para que ambas partes designen a sus dos árbitros, pero en ese proceso el país demandado puede presentar argumentos técnicos para rechazar el arbitraje.
Al definirse la competencia, el ente arbitral deberá conformar un tribunal, dos elegidos por Chiles y dos por Bolivia; entre los cuatro eligen un quinto que será imparcial, el árbitro dirimidor.
En la tercera etapa se presenta la demanda oficialmente y se pone en conocimiento de Chile; el proceso sigue y las partes presentan pruebas y alegatos, si las partes no ponen obstáculos, el proceso dura unos tres años, caso contrario se prolonga más.
Por último, el tribunal arbitral dictará el laudo (sentencia o fallo) arbitral.
Si esa instancia se declara incompetente de conocer el caso antes de todo este proceso, Bolivia puede recurrir a la Corte Internacional de Justicia, cuya jurisdicción se abre a través del pacto de Bogotá, que fue ratificado por nuestro país recientemente por la Asamblea Legislativa Plurinacional.
“Entonces se debe analizar si es más conveniente ir al arbitraje o al órgano judicial; ninguna es instancia de apelación de la otra. En ambos casos, las sentencias tienen calidad de cosa juzgada y tienen fuerza ejecutiva. En esos tribunales ya no hay otra opción”, señala la analista.
Por último, Bolivia puede recurrir, aunque no de forma simultánea a las otras, a una tercería, es decir ser parte del proceso que tienen Perú contra Chile.
Se trata de un tema de delimitación marítima entre esos países sobre la soberanía de una zona marítima de aproximadamente 37.900 kilómetros en el océano Pacífico.
La tesis peruana indica que el límite marítimo estaría aún sin determinar, pero la chilena sostiene que no hay temas limítrofes pendientes con el Perú, ya que existen tratados internacionales vigentes sobre la materia. La controversia se remonta a 1980.
“Esa posibilidad es viable para que La Haya tomen en cuenta los derechos que Bolivia tendría sobre la zona que está en litigio. La Corte Internacional de Justicia recibirá la solicitud, ya que Bolivia ratificó el pacto de Bogotá, antes no era posible. La aceptación de la tercería se resolverá cuando La Haya dicte el fallo final entre Perú y Chile, así es la admisión de la solicitud”.
Algunos detalles del proceso judicial
Dato Todos los países miembros de las Naciones Unidas tienen acceso a la Corte de La Haya.
Inicio Se hace una notificación de acuerdo especial de carácter bilateral entre los estados que desean resolver una controversia; si esto no ocurre, el país demandante presenta una solicitud unilateral con el Estado demandado.
Proceso En 2001, Perú comienza a elaborar el proceso y en 2005, su Congreso aprueba una ley para delinear la demanda judicial por el conflicto limítrofe. En 2008 presenta la demanda contra Chile, que hasta la fecha sigue en proceso.
Tiempo. A Bolivia podría tomarle un tiempo similar para realizar el proceso ante los tribunales internacionales.