viernes, 8 de febrero de 2013

"todos los bolivianos somos majaderos" cuando se trata de insistir testarudos en el tema de la vuelta al MAR. Winston explaya sus conocimientos múltiples en sabrosa redacción


La vocera del Gobierno chileno llamó majadero al Presidente boliviano, por insistir en el tema del mar en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en Santiago. Le aclaro que no sólo afrentó con tal apelativo a Evo Morales, que no es santo de mi devoción: todos los bolivianos somos majaderos en cuanto al reclamo marítimo se refiere.
Cómo no, si tal majadería marina se origina en una dependencia odiosa desde el robo de 1879.
No tanto por el guano de nuestras costas, que fertilizó cansadas tierras y el salitre que abonó campos y detonó pólvoras en matanzas europeas, llenando cajas fuertes inglesas y santiaguinas. Ni por el cobre de Chuquicamata, vecina a la querida Calama de nuestro gran héroe civil y la mayor mina a tajo abierto del vecindario (hasta que avance San Cristóbal y desarrollen el Mutún y Mallku Khota), donde la tajada pinochetista impulsa la máquina de guerra chilena. Quédense con el litio del Salar de Atacama, que nuestro país tiene el Salar de Uyuni, y de yapa, el de Coipasa. Y tiene agua dulce, no sólo la del río Lauca desviado y la “afanada”  de manantiales del Silala.
Cómo no vamos a ser majaderos los bolivianos, si la dependencia odiosa es la mediterraneidad de un país que nació con costa en el océano Pacífico, arrebatada por Chile en una premeditada guerra de conquista. El encierro cuesta a Bolivia un lastre de 4 mil millones de dólares cada década, cálculo de Jeffrey Sachs, economista harvardiano que no es ningún ignorante y llorón de mar. Según la Corporación Andina de Fomento (CAF), el enclaustramiento marítimo merma dos o tres puntos anuales en el Producto Interno Bruto (PIB) del país, por la falta de competitividad para vender nuestros productos con accesos propios al transporte más barato del planeta.
Vaya un majadero tapón de boca a la vocera de un gobierno de golpes de pecho decimonónicos, en renacer de la postura de Balmaceda, rematada por Koenig en la víspera del Tratado de 1904 con puñal al coto, basada en el anacronismo de que la victoria da derechos. Habrá que esperar a la posición opuesta de Santa María, rematada por Allende, que aconsejaba no crearse un pleito sempiterno al no ceder costa a la asfixiada Bolivia. Hoy se trata de 10 kilómetros, de los miles que tiene Chile.
Si majaderos somos los bolivianos en porfiar en lamentos marinos, la necedad viene de hacerlo con palabras y no con hechos. ¿Para qué desafiar un viaje presidencial conjunto en el tren de Arica a La Paz, ahora que han completado la renovación del tramo chileno y Bolivia no ha invertido un peso en la parte suya? Cuidado con que afiebradas sugerencias de bravucones, como aquel que amenaza cortar el agua desviada de los manantiales de Silala, terminen como aquellos diez centavos que dieran pié a Chile para desembarcar en Antofagasta, hace 134 años este 14 de febrero de 2013. ¿Se ha construido una doble vía al puerto de Ilo, e instalaciones portuarias en Boliviamar, para menguar la dependencia de Arica? No; más bien pisan callos chovinistas en milicos peruanos, con ideas de meter navales bolivianos en su territorio.
Hay mayores majaderías. Ojalá fuera tan efectivo el Gobierno como cuando anuló opositores con maquiavélicos operadores de matanzas en Pando y represiones de indígenas del Tipnis en Chaparina, en vez de socapar la colusión delictiva de republiquetas contrabandistas en el altiplano boliviano con puertos matuteros como Iquique. Si así fuera, no estarían en chirona humildes soldados bolivianos que persiguen “chuteros”  altiplánicos dentro de territorio chileno, mientras sus patrullas entran a Bolivia como Pedro por su casa. Las sucesivas amnistías tributarias que benefician a los matuteros de carros usados, ¿no complican al Estado Plurinacional con vulgares maleantes, que quizá pagan con cocaína sus compras en Iquique?
Así mi nieto delire con la uva sin pepas de Azapa regada con agua del río Lauca —injerto de vid con melón, me dicen— ¿por qué no reprimen el matuteo de fruta chilena en mercados bolivianos, que perjudican a los productores de uva nacional en el sur? En estos tiempos de regodearse de soberanos y dignos, ¿por qué no vetan detergentes, dentífricos, jabones y champú santiaguinos, si igual que los bonaerenses y paulistas son producidos por las mismas transnacionales gringas?
Un Estado Plurinacional con canciller que lo haría mejor de yatiri pachamamista, que asemeja los compartimientos estancos donde la mano derecha no conoce lo que hace la izquierda, ¡y qué pueden saber sus asesores venezolanos y cubanos!, se permite la majadería de dar vía libre a transporte chileno por corredores de integración bioceánicos a Brasil, y viceversa, por territorio boliviano. ¿No se dan cuenta que saturarán dársenas chilenas con exportaciones brasileñas, si no tenemos un puerto propio?
Majadería es el megalómano que atropella la posición boliviana, si es que existiese, al ofrecer gas por mar. No sólo por los muertos de algaradas de “ni una molécula de gas por Chile”, que tumbaran a un Presidente Constitucional. Es útil, además, a designios del puerto LNG en Perú, que ahora, ríanse, ofrece aumentar gas boliviano como vagón de cola a su caudal exportable. Con el bajón de gas natural de la fuga de inversiones con la nacionalización de hidrocarburos, quizá ya ni haya suficientes reservas. Falta nomás que Paraguay, que descubrió hierro en el Chaco, lo industrialice antes que el Mutún. Ya tienen su acería, hoy alimentada con cascote ferroso boliviano, por supuesto.
El autor es antropólogo
win1943@gmail.com

1 comentario:

  1. Ignacio Molina8/2/13, 6:01

    Entre Chile y Bolivia no hay temas pendientes, aunque les arda, aunque peleen aunque griten....Chile generosamente les ha dado un lugar al sol, agradezcan y no se quejen que no les debemos nada. Respeten el derecho de libre autodeterminación de los pueblos, y nosotros auto-determinamos que no queremos regalarles territorio.

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