domingo, 3 de febrero de 2013

Carlos Valverde se refiera al CELAC y a Evo en una actuación desorientada porque las cosas no se hacen con seriedad en el tema del retorno al MAR


Nuestro presidente se quejó porque Chile no cumple el Tratado de 1904 y exigió que lo haga. Pero, ¿sabe el presidente Morales que el documento contiene el siguiente texto?: “Por el presente Tratado, quedan reconocidos del dominio absoluto y perpetuo de Chile los territorios ocupados por este en virtud del artículo 2.º del Pacto de Tregua del 4 de abril de 1884”. Pareciera que no lo conocía, porque de conocerlo antes de la reunión de la Celac, difícilmente se hubiera permitido el lujo de detenerse tanto tiempo reclamando a Chile, dado que exigir el cumplimiento del tratado implica reconocer la cesión definitiva de los territorios ocupados tras de la Guerra del Pacífico por parte de nuestro vecino trasandino. Salvo que la intención de la queja haya sido el argumento para denunciar, en el futuro, el tratado y renunciar al mismo, planteando a Chile llegar al arbitraje en La Haya.
El Gobierno perdió demasiado tiempo en el tema porque comenzó su gestión confiando en el carisma de Evo y la diplomacia del fútbol, por encima de la política reivindicacionista y de la multilateralidad, la que no debimos abandonar nunca, porque tenía tiempo y además incomodaba a Chile.
Chile no se mueve de su lugar: debate ‘el’ Tratado de 1904 y no da lugar a nada por fuera. Por su parte, los que escuchan a Bolivia protestar, a lo más que llegan es a sugerir que el mismo se cumpla y a que se “llegue a un acuerdo”. Claro, Chile sabe que discutir el tratado es reconocer su vigencia y asume que “sus derechos de dominio perpetuo” están absolutamente vigentes.
He sido y soy crítico de la diplomacia de la pelota y del amiguismo porque esto no se arregla por afectos o desafectos, sino por la vía de políticas sostenidas y coherentes. Esa diplomacia nos llevó a un ‘diálogo’ de 13 puntos en el que el tema marítimo era el último de la agenda y así nos sigue yendo.
Evo sigue perdiendo el tiempo, aunque en el último partido jugado en Chile haya “empatado” y “no perdido como la única vez”. Por eso estamos como estamos: mientras Chile hace las cosas con seriedad, nosotros tenemos a un presidente que anda en otra

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