Durante su reciente visita a Bolivia, el presidente electo de Perú, Ollanta Humala, proclamó con voz tonante su apoyo “total” a la causa marítima boliviana. Lo hizo ante los periodistas, antes y después de su entrevista con su homólogo boliviano, Evo Morales, en un lujoso hotel de la capital paceña.
En la oportunidad del encuentro no faltó el reportero que le disparara al visitante una pregunta alusiva a la vigencia del Tratado de 1929 por el cual se reserva al Perú la última palabra sobre cualquier posibilidad de que Chile le conceda a Bolivia una salida soberana al océano Pacífico por el norte de Arica, que hasta antes de la Guerra del Pacífico era de soberanía peruana.
La respuesta de Humala fue tan concisa como vaga: “Apoyo total a la causa marítima boliviana”. Y nada más. Bajo esta generalidad, como todos sabemos, se agazapa una vía que de forma concreta solo enfila hacia apoyos puramente retóricos, hasta ahora limitados, en la escena mundial. Nos referimos a la multilateralidad, un escenario donde respecto al tema ciertos tratados internacionales constituyen todo un obstáculo para que por este rumbo Bolivia obtenga un acceso soberano a las costas marítimas.
Consciente de la importancia que para Bolivia entraña la cuestión marítima y que sobre el particular el asunto cobraría particular relevancia durante su visita al país, Humala trató de concentrar la atención del público en su hilarante propuesta de restablecimiento de la Confederación Perú-Boliviana. Alegando que Perú y Bolivia se igualan en la historia y en características nacionales, se pronunció por la conveniencia de borrar el hito fronterizo que separa a ambas naciones para que se conviertan en una sola. ¡Como si viviéramos en los tiempos del Mariscal Andrés de Santa Cruz y no en los actuales de una globalización económica a prueba de fronteras!
Un ardid retórico que, por cierto, defraudó a los bolivianos. Sobre todo, a aquellos que esperaban que por su presunto parentesco ideológico-político con los que hoy rigen Bolivia, Humala apoyara de forma incuestionable la demanda boliviana de acceso soberano al Pacífico. ¿Cómo? Pues, para empezar, manifestando claramente su propósito de plantear en Perú la devolución a Chile del candado a la reivindicación marítima que esta nación pusiera en sus manos con la firma del Tratado de 1929.
Mientras no se rompa tan censurable cerrojo, Perú le seguirá sirviendo a Chile como fundamento crucial para oponerse a una cesión territorial de acceso soberano al mar a Bolivia por el norte de Arica.
Salta a la vista que Humala evitará tal desenlace porque quiere mantener buenos negocios con Chile, igual que con todos los países de América Latina y del mundo, ante los cuales se esfuerza por proyectar una imagen de izquierdista moderado, parecida a la del brasileño Lula y distante de las del venezolano Chávez o del propio Evo Morales.
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