E l Gobierno, a través del vicepresidente, ha anunciado la compra de armamento para reponer los 36 misiles chinos tierra-aire que en 2005 fueron entregados a autoridades militares de EEUU para que fueran desactivados en ese país. Será un armamento similar o mejor al que es objeto de acusaciones de ida y vuelta sobre una responsabilidad que nadie asume respecto a la cuestionada entrega.
Para el ‘rearme’ boliviano, las gestiones parecen estar avanzadas porque el embajador ruso en La Paz ha hecho conocer el arribo de una misión militar de su país para negociar la venta de armamento por un monto todavía no precisado.
El vicepresidente no ha dejado de proclamar que Bolivia es un país pacifista, incapaz de atacar a nadie, pero que está obligado a tener nuevamente las mismas o mejores armas defensivas para protegerse de cualquier agresión extranjera. Un parlamentario oficialista, con afán incontenible de aportar algo al tema, se refirió a la necesidad de tener ‘misiles defensivos’ para contrarrestar una eventual “invasión extranjera”. A su vez, el comandante general de las FFAA –ya declaradas oficialmente como “socialistas, nacionalistas y antimperialistas”– convocó a los movimientos sociales afines al Gobierno para defender la soberanía, la dignidad y la unidad del Estado ante amenazas “internas y externas” imputables a opositores y, cuándo no, al ‘imperio’ estadounidense, respectivamente.
Con probable cargo a las hasta ahora maravillosamente pródigas arcas del Estado, las fuerzas vivas o milicias populares serán sometidas a un programa de instrucción cívico-militar para que sean capaces de conjurar cualquier peligro contra la patria y el proceso de cambio, según lo anunciado por el jefe militar.
El vicepresidente no ha dejado de proclamar que Bolivia es un país pacifista, incapaz de atacar a nadie, pero que está obligado a tener nuevamente las mismas o mejores armas defensivas para protegerse de cualquier agresión extranjera. Un parlamentario oficialista, con afán incontenible de aportar algo al tema, se refirió a la necesidad de tener ‘misiles defensivos’ para contrarrestar una eventual “invasión extranjera”. A su vez, el comandante general de las FFAA –ya declaradas oficialmente como “socialistas, nacionalistas y antimperialistas”– convocó a los movimientos sociales afines al Gobierno para defender la soberanía, la dignidad y la unidad del Estado ante amenazas “internas y externas” imputables a opositores y, cuándo no, al ‘imperio’ estadounidense, respectivamente.
Con probable cargo a las hasta ahora maravillosamente pródigas arcas del Estado, las fuerzas vivas o milicias populares serán sometidas a un programa de instrucción cívico-militar para que sean capaces de conjurar cualquier peligro contra la patria y el proceso de cambio, según lo anunciado por el jefe militar.
Una oposición desarticulada y sin rumbo claro está lejos de representar una ‘amenaza’ para el régimen actual mientras que en el vecindario continental, los únicos movimientos que pudieran despertar algún recelo se registran bordeando las fronteras nacionales infectadas por el narcotráfico y el contrabando. Es así que Brasil ha desplazado tropas hacia la extensa línea fronteriza con Bolivia para frenar a los ‘narcos’ y evitar que inunden de droga su territorio. Chile también ha tomado sus recaudos.
No obstante, convendría auscultar criterios especializados para establecer con precisión si sobre Bolivia, uno de los países más desvalidos del mundo, “pacifista e incapaz de atacar a nadie”, pende realmente alguna amenaza interna o externa capaz de arrebatar el sueño a sus ciudadanos
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