lunes, 11 de junio de 2012

El Deber menciona a Colombia, México, Perú y Chile, sin Ecuador que formaron una Alianza del Pacífico para exportar al Asia



En la reciente Asamblea de la OEA, llevada a cabo en Cochabamba, se volvió a observar el poco apoyo que tiene Bolivia en reuniones de ese tipo, incluso de parte de los países aliados, con los que el actual Gobierno comparte algunos principios ideológicos.


En Tiquipaya, sede de la Asamblea, los cancilleres de Venezuela y Ecuador votaron en contra de la propuesta boliviana, como había ocurrido en la cumbre del medioambiente realizada en Cancún, México. En aquella reunión, 193 países del planeta (todos los de las Naciones Unidas) rechazaron la propuesta boliviana, incluidos Venezuela, Ecuador y Cuba.


Algo está mal en los criterios con que Bolivia encara sus relaciones internacionales. Estos resultados son una prueba de ello y quizá sea oportuno que las autoridades nacionales mediten acerca de lo que se está haciendo en esa materia.


Mientras se desarrollaba la Asamblea de la OEA en Tiquipaya, otra reunión internacional se celebraba muy cerca, en Antofagasta, el puerto que fue boliviano. Allí los presidentes de Colombia, México, Perú y Chile crearon la Alianza del Pacífico, concebida para formar un bloque dirigido a aprovechar las ventajas económicas de la vecindad de los países de Asia, ubicados del otro lado del océano.


Fue muy notorio que Ecuador no haya participado en aquella reunión de Antofagasta, siendo un país del Pacífico. Su presidente, Rafael Correa, prefirió viajar hasta Tiquipaya y lanzar un furibundo discurso repleto de sus fobias contra el periodismo independiente. Los ecuatorianos seguramente han de pedir cuentas a este gobernante por el grave error de haber excluido a su país de una iniciativa tan prometedora.


La prensa internacional saludó el resultado de la reunión de Antofagasta con frases muy elogiosas y definió este esfuerzo como una iniciativa que aspira a convertirse en el mecanismo de integración más dinámico de América Latina y en el principal motor económico de la región en su apertura hacia Asia Pacífico.


Dentro de Bolivia existían iniciativas basadas en el hecho de que el país, si bien ahora sin puertos propios sobre el Pacífico, forma parte de esa cuenca en vista de que gran parte de su comercio exterior se realiza a través de puertos del más grande océano del mundo. Pero nadie ha tomado en cuenta estas ideas.


Quizá sea oportuno que los gobernantes analicen esta realidad y adopten decisiones pensando solamente y exclusivamente en el interés nacional, lo que les obligaría a dejar de lado simpatías coyunturales con gobiernos de la región, o por lo menos a ampliar el horizonte.


Interesarse en la cuenca del Pacífico, adscribirse a la alianza creada ahora podría, eventualmente, convertirse en una llave que permita al país superar los problemas concretos que tiene para desarrollar el comercio exterior a través de puertos ajenos.

Al ser derrotada la postura boliviana en la OEA, los delegados que asistieron a la cita (muy pocos cancilleres) recomendaron que Bolivia y Chile busquen formas para resolver los problemas creados por el encierro boliviano. La alianza podría ser una de las formas de encarar el problema.

Los intereses del país tendrían que estar, siempre, por encima de otras consideraciones de los gobernantes de turno.

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