miércoles, 16 de junio de 2010

en 1990 todos los miembros de la OEA (Chile excluído por supuesto) apoyaron a Bolivia en el tema de la Reivindicación. Ahora ni siquiera lo agendan

Al menos en el caso boliviano, este organismo no ha sabido, o mejor diremos, no ha podido resolver su enclaustramiento marítimo, el cual permanece como una vergüenza continental ante el mundo, dado que es emergente de una guerra de conquista y ocupación territorial por la fuerza de parte de su vecino, Chile.

Basta que este país responda que se trata de un problema bilateral, para que la OEA quede al margen e inocua para cualquiera labor de cooperación, incluso de simple participación o mediación en la resolución del infamante conflicto. Además de que Chile es maestro de la multilateralidad, en la que sus personeros ocupan situaciones ejecutivas de y para beneficio u oficio propios.

El lunes reciente, este medio publicó las aseveraciones del diputado Franz Choque, quien anunció que presentará una petición de informe oral para que el canciller David Choquehuanca explique los motivos por los que Bolivia habría decidido retirar, en la última asamblea, la demanda de reivindicación marítima, de la agenda de peticiones regionales de la OEA.

Es bueno recordar que desde el año 1990, la demanda marítima boliviana pasó simplemente a la orden del día sin tener que tratársela para resolución, por determinación del gobierno de la época, después de haber obtenido 11 resoluciones favorables aprobadas por el plenario desde 1979.

Vista la reunión en vivo y en directo, mediante internet, podemos decir que el canciller boliviano Choquehuanca hizo una, no esperada, buena presentación. Aunque muy benevolente para con Chile.

Su tono conciliador, aunque remarcando que toda solución pasa por recuperar una salida soberana al mar, condice con la posición de la Cancillería y su gobierno desde la asunción del presidente Evo Morales, de mantener el diálogo y buscar el entendimiento persuasivo.

Discurso que, una vez más, fue respondido por el Canciller de Chile con la soberbia acostumbrada y la oferta de más comercio e inversiones, resaltando la rehabilitación del FFCC Arica-La Paz, que le cuesta al pueblo chileno 32 millones de dólares, pero olvidando que fue el írrito trueque con toda nuestra costa marítima, el desierto de Atacama y la incalculable riqueza de la minería del cobre, “el sueldo de Chile” que paga el pueblo boliviano. (Texto aparecido en La Razón, de La Paz)


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