martes, 21 de marzo de 2017

puntualiza El Deber en extensa entrevista. Carlos Mesa sigue como vocero. opina que vamos bien en la tramitación ante La Haya. la decisión política fue correcta y valiente. dice el historiador que el libro del Mar, fue un acierto como producto serio y acertado.


Tuvo contacto recientemente con Evo Morales y hablaron del mar. Carlos Mesa Gisbert sigue vigente en la vocería de la demanda marítima y analiza el proceso jurídico que se instaló en la Corte Internacional de Justicia.  

¿Cómo evalúa el proceso que se instaló en la Corte Internacional de Justicia (CIJ)?
El proceso comenzó en marzo de 2011 cuando el presidente anunció que Bolivia iniciaría un juicio internacional a Chile. Fue una decisión política correcta y valiente. Socialmente tuvo un gran impacto porque cohesionó al país en torno a una causa centenaria con un objetivo y una razón de ser muy claras, una demanda ante la Corte Internacional de Justicia. Jurídicamente abrió un escenario completamente nuevo en base a una larga y coherente acción diplomática del país en el pasado. La demanda es coherente, apela a la figura jurídica de los Actos Unilaterales de los Estados y no se fundamenta en el Tratado de 1904 que fue el gran obstáculo cuando en 1921 la Sociedad de Naciones rechazó el alegato de Bolivia.

¿Estamos caminando correctamente para volver a nuestra casa, a nuestro mar?
Sí, creo que vamos por el camino correcto. Es una causa justa, ha sido asumida como política de Estado, se basa en una demanda jurídicamente coherente que está en plena consideración por la CIJ.

¿Cómo se siente tras el éxito que tuvo el Libro del mar, el producto que coordinó y que lo entregó a varias personalidades?
Convencido de que cuando se hace un trabajo de equipo —el libro fue coordinado por el expresidente Rodríguez y por mí y elaborado por la Dirección de Reivindicación Marítima (Diremar)— serio y fundamentado, el resultado siempre es bueno. Este es el caso

¿Cómo fue el contacto con la prensa en su era de vocero?
Muy positivo, muy respetuoso para conmigo, tanto por parte de la prensa boliviana como internacional, sin que esto quiera decir que se me hicieran concesiones. Los medios con sus preguntas incisivas y profundas, contribuyeron a que nuestra explicación histórica, jurídica y política fuera más consistente y exhaustiva.

¿Cuál es el recuerdo especial en ese su trabajo?
Sin duda, la inolvidable entrevista que me hizo el programa El Informante, de Televisión Nacional de Chile en Santiago.

¿Esta es la peor relación que tienen Bolivia y Chile en los últimos años?
No usaría los términos mejor o peor. Dado que es la primera vez que ambas naciones estamos ventilando una controversia jurídica en una Corte internacional, es perfectamente entendible que las relaciones sean frías y complejas.

Bolivia no ha cambiado  de agente ante La Haya, mientras que Chile lo hizo un par de veces; ¿esto puede tomarse como un éxito en el equipo boliviano? 
La continuidad del equipo jurídico nacional e internacional, coordinado por nuestro agente Eduardo Rodríguez Veltzé es una muestra de consistencia y ratifica el concepto de que Bolivia ha asumido el desafío como una política de Estado.

¿Cómo ve que Chile insista en el Tratado de 1904, cuando este documento no es parte de la demanda?
Tal como lo estableció con claridad la Corte Internacional de Justicia en su fallo ante la Demanda Preliminar de Incompetencia por parte de Chile, el Tratado de 1904 no ha resuelto los temas pendientes entre ambos Estados. Si Chile insiste en ello, se equivoca.

 ¿Qué se debe hacer para lograr un respetuoso escenario después de La Haya sea cual sea el fallo de la CIJ?
Comprender que sin modificar la esencia de nuestro objetivo, el acceso soberano de Bolivia al mar, es imprescindible un clima de respeto mutuo que haga viable un diálogo de buena fe.    
Chile se niega a ceder un espacio soberano, ¿cómo negociar con una parte terca en su posición?
Esta respuesta solo será posible cuando conozcamos el fallo de la Corte Internacional de Justicia. La postura de Chile después de ese fallo nos permitirá sacar conclusiones.

¿Habló con Evo Morales este último tiempo?
Sí.

¿Qué fue del Consejo de Expresidentes? ¿El Gobierno les hace consultas?
La última reunión de ex presidentes con el jefe de Estado  en la que yo participé se produjo el 24 de septiembre de 2015.

 ¿Qué más se debe hacer mientras se espera el fallo final de la Corte?
En realidad no hay qué preguntarse que se debe hacer, pues en los hechos se está haciendo y mucho. El equipo jurídico con el apoyo de Diremar no ha cesado un día de trabajar en el análisis de la Contramemoria de Chile y en la preparación de la Réplica a ese documento        

martes, 14 de febrero de 2017

de las verdades sobre el MAR, LT destaca. 1. es la única causa por la que todos los bolivianos estamos unidos. 2. recorrer por vias de entendimiento y diálogo sin provocar mayores ofensas entre Chile y Bolivia. 3. la usurpación persiste, los daños son irreparables y 4. evitar el lastre y la manipulación que hieren el sentimiento nacional.

El 14 de febrero de 1879, hace ya 138 años, comenzó a escribirse el capítulo más trágico y doloroso de la historia de Bolivia, que pese al tiempo transcurrido, se mantiene abierto, como abiertas están todavía las heridas que dejó la pérdida de nuestra costa marítima.

Durante las primeras horas de la madrugada de ese día, dos buques de guerra —el “Cochrane” y el “O’Higgins”— atracaron en el puerto de Antofagasta, donde se unieron al “Blanco Encalada”, otro buque blindado que ya estaba en el lugar. Las fuerzas invasoras desembarcaron y se apoderaron de la ciudad sin hallar ninguna resistencia, comenzando el peor despojo territorial sufrido por nuestro país. No fue sólo la salida al mar lo que se nos arrebató, sino un territorio que, aunque desértico, contenía enormes riquezas minerales.

Tantas que aún hoy son el principal pilar de la economía chilena.
Para tener una cabal idea de la magnitud económica de la usurpación del territorio del Litoral, basta ver que casi el 60 por ciento de las exportaciones chilenas proviene del que fue territorio boliviano y ahora constituye la segunda región chilena. Sólo el cobre representa actualmente el 57 por ciento de las exportaciones de ese país.

La pérdida de esos territorios y de la condición de país costero ha causado sin duda un perjuicio incuantificable a la economía nacional. Y a esa dimensión del daño deben añadirse los efectos traumáticos que la pérdida del Litoral tuvo y todavía tiene sobre el alma y la consciencia nacional. Un trauma que aún hoy deja sentir sus efectos perturbadores sobre la mentalidad colectiva y nos condena a hacer del victimismo un factor principal de nuestra identidad.

Así se explica en gran medida que la causa de la reivindicación marítima haya sido durante los últimos 138 años el principal, si no único, factor aglutinador de los pensamientos y voluntades de los bolivianos. Es la única causa alrededor de la que los demás motivos de discrepancia, con lo múltiples y diversos que son, quedan relegados a un plano secundario y dan por eso a quien la enarbola un capital político muy valioso y eficaz. Es, por consiguiente, un instrumento que fácilmente se puede prestar al uso indebido y, peor aún, al abuso.

Los daños causados por la usurpación que hoy se conmemora tienen pues una doble dimensión: la objetiva, plasmada principalmente en los perjuicios económicos, por una parte, y, por otra, la subjetiva, cuyas manifestaciones van desde el envenenamiento del alma de nuestros niños y jóvenes, desde los más básicos niveles de su formación, hasta la facilidad con que el tema se presta a manipulaciones políticas.

Para abordar el primer aspecto del problema, las experiencias acumuladas durante los últimos años enseñan que no hay mejor fórmula que un sano realismo que permita que la solución a nuestra demanda sea vista también en Chile como el inicio de una fructífera relación entre ambos pueblos. En lo que a su dimensión subjetiva, cultural y política se refiere, lo más conveniente es evitar que la causa marítima sea un lastre sobre la consciencia colectiva y, peor aún, un instrumento de manipulación.