sábado, 3 de noviembre de 2012

Oscar Peña Franco se refiere al indiscutible derecho de Bolivia de cobrar por el usufructo de las aguas del Silala. el reclamo no es de ahora, lleva tiempo y si permitió que la vertiente beneficie al vecino es porque se dió por tácito el pago que Chile viene demorando con disculpas varias.

Vientos de innovación que mueven, por primera vez en largo tiempo, la muy quieta fronda de las relaciones con Chile, apenas tronchada de vez en cuando por los airecitos inofensivos de un diálogo que hasta ahora a nada bueno condujo, han recibido por respuesta suspiros de alivio exhalados por algunos y resoplidos de inexplicable enfado lanzados por otros. Como si quisieran, estos últimos, que nada cambie y se mantenga, rotunda en el reloj de los años, la comodidad del sosiego que solo sirve para componer una salina pose patriótica que no resuelve nada. Al contrario: nos hace permanecer virtualmente inmóviles mientras el país que nos privó del mar, Chile, hace uso de nuestro quietismo para cosechar nuevas ventajas. El turno, hoy, es del Silala.
A expensas de nuestro dolor y de nuestra frustración ante la imposibilidad de recuperar la condición marítima con la que nació la patria, echamos en el olvido que fueron dos las guerras que Bolivia sostuvo con Chile. La primera en los albores de la República, cuando Chile se pertrechó, con la cooperación no explícita pero sí culpable de militares y políticos nacionales empeñados en sacar del escenario al Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz, para infligirle una derrota y sellar la desaparición de la Confederación Perú-Boliviana que creó y gobernó uno de los bolivianos más grandes de todos los tiempos. Y que marcó el tiempo más luminoso de nuestra existencia como Estado independiente.
Hasta hoy y desde hace bastante más de un siglo, los conflictos entre La Paz y Santiago fueron manejados por una clase dirigente timorata y temerosa. ¿A qué le temen? Es una timidez congénita que encontró bosque apto para disimularse en la cantaleta sin fin de las negociaciones improductivas y en las especulaciones teóricas sobre gestiones inútiles entre los dos protagonismos del abuso histórico, el ‘trilateralismo’ y la multilateralidad. Y estamos igual que en 1879, el año de la invasión. 
Solo una vez, en 1979, Bolivia obtuvo un avance significativo con ocasión de la Asamblea General de la OEA que se realizó en La Paz. De la mano del entonces canciller, Gustavo Fernández, y bajo la presidencia de Wálter Guevara, Bolivia se anotó una ganancia extraordinaria: todos los países de la región, con la única, obvia y esa vez estéril oposición de Chile, la OEA anotó en su agenda la cuestión del mar y la hizo suya. Infelizmente, uno de los tantos insensatos golpes de Estado hizo naufragar el barco impidiéndole llegar al mar.
A partir de entonces retornó la normalidad secular: un océano calmo, pero ajeno. Con temores que no tienen razón de ser, acaso, por parte de muy pocos, al vecino dizque cercano al Primer Mundo, mientras multitudes de jóvenes y adolescentes salen a las calles de sus ciudades ¡a luchar por la gratuidad de la enseñanza! 
Los vientos renovados que soplan desde las altitudes andinas hasta las playas del despojo tienen por motivo circunstancial la protesta por el uso autoritario, y por tanto abusivo, de las aguas del Silala, que la convierte en un acto de defensa de la soberanía. Pero alcanza más lejos y más alto. Su propósito final es conseguir la reparación, parcial al menos, de los daños inferidos a Bolivia desde la ocupación por la fuerza de toda su costa marítima. Lo que importa más no es el nombre del presidente que configura esta nueva estrategia frente a Chile, pues se trata de una causa nacional que debe estar por encima de gobiernos y de partidos. Es, realmente, una cuestión de patriotismo.

2 comentarios:

  1. Patricio Bustos6/11/12, 8:39

    Sres.bolitas:
    comprendan esto de una buena vez:Chile no les debe nada; uds., viciosos drogadictos, cometieron la insensatez de desafiarnos, de violar un tratado e insultarnos y recibieron su merecido, eso.
    Jamás Chile les dará nada soberanía en el Pacífico, vengan, disfrútenlo como turistas, mójense el poto y punto,no se les permitirá nada más.

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  2. ¿ Y cuando llegan para ir a esperarlos con banda de música y todo aquello?

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