jueves, 27 de abril de 2017

nuestra participación de algún modo "protagónica en la última fase de Charaña" nos lleva a corroborar lo afirmado por Reynolds en su artículo. en efecto no se logró el firme propósito de Bánzer y Pinochet debido a la oposición del Perú, pero también de Cochabamba, según lo tengo referido en varios artículos de mi autoría y según consta en la Historia de Charaña.


Las lecciones de Charaña


Demetrio Reynolds*


Lo que aún es pregunta, puede considerarse como una lección. Esta deja de ser tal cuando ya tiene respuesta. Si los docentes enseñaran a preguntar y a buscar respuestas nuevas, sería una revolución pedagógica. Las respuestas “enlatadas” son poco estimulantes para el aprendizaje, no incentivan la curiosidad ni ejercitan el razonamiento.

Bolivia no ha querido o no ha podido aprender las lecciones de Charaña; de lo contrario, no se hubiera reincidido en errores de 1975, como la agenda de los 13 puntos y la recurrencia a La Haya. No se estudió con meticulosa perspicacia los antecedentes y las condiciones que llevaron al fracaso. El tema continúa siendo actual y es todavía un desafío sin respuesta.

Nunca estuvo mejor motivado Chile para atender la demanda marítima de Bolivia como con Pinochet. Después de derrocar a Salvador Allende en 1973, un virtual cerco de soledad le rodeaba al dictador, por eso fue él quien solicitó la entrevista. Las relaciones diplomáticas estaban interrumpidas por el desvío unilateral del río Lauca, pero estaba en vigor el “Plan Cóndor” que facilitó el acercamiento entre dictadores e hizo menos escabroso el tratamiento del tema marítimo.

La palabra “soberanía” marca la única opción posible: un corredor al norte de Arica. Tras el abrazo de Charaña ambos, Chile y Bolivia, dirigieron su esfuerzo hacia ese punto. Corrijamos un poco, fue solo Chile.

Con motivo del sesquicentenario, Bolivia estaba más interesada en un mensaje donde se hablara del mar para afianzar la permanencia de Banzer en el poder. De ahí que el embajador Gutiérrez Vea Murguía se apresurara en declarar: “Bolivia ya tiene su mar”, cuando lo único efectivo fue la reanudación de las relaciones diplomáticas, que es lo que buscaba Pinochet.

De ser exitoso el intento de Charaña, Chile hubiera ganado por doble partida: resolvía el asunto del mar con Bolivia, y se cubría las espaldas con el Perú. Pero no dependía el resultado solo de Santiago. En sujeción al Protocolo Complementario del tratado de 1929, Chile estaba obligado a recabar anuencia del Perú. La contrapropuesta peruana de establecer en torno al corredor una soberanía tripartita, que Chile rechazó de plano, condenó el intento al fracaso. Esa es la historia del candado y la llave.

¿Por qué Perú no quiere desprenderse de Arica? El efecto que le dejó la derrota es de tipo moral. A través del tratado de referencia, demuestra no querer renunciar a la “provincia cautiva” y alienta la esperanza de recuperarla. Sólo Bolivia cometió el desatino de entregar en bandeja –y por un plato de lentejas, como se dice- todo el Litoral. Ismael Montes es el principal responsable.

Junto a “soberanía” la otra palabra clave es “confianza”. Después de liquidar con torpeza a esta última, se fue a buscar diálogo hasta Holanda. Ahora tomaron la posta los abogados, pero una cosa es definitiva: sin el Perú no hay solución posible. El fallo de la CIJ, así sea favorable, puede ser la crónica de otro fracaso anunciado.
*Escritor, miembro del PEN Bolivia

lunes, 3 de abril de 2017

cuánta razón tiene Eric Landivar al afirmar que "con o sin Evo" Bolivia mantendrá como a lo largo de toda su historia "el retorno al mar" como política de Estado. mal hace por tanto Evo de jactarse que es el único que puede llevar a Bolivia a ese fin determinado.


Mar para Bolivia, con o sin Evo

Hay una diferencia sustancial entre las políticas de gobierno y las políticas de Estado. Las primeras, son las que caracterizan a una gestión en particular y que forman parte de su visión política. Las políticas de Estado son las que, independientemente de quién esté en el Gobierno, la posición se mantiene invariable por su importancia. 

En Bolivia, la única política de Estado es la demanda marítima. No hubo y, seguramente no habrá, un gobierno que esté contra esta aspiración. Cada gestión ha desplegado su propia estrategia, pero para todos el fin era el mismo: lograr un acceso soberano a las costas del Pacífico.


El Gobierno actual trató de lograr un acercamiento directo a través del diálogo con la presidenta Michelle Bachelet, acudiendo a la afinidad ideológica, tal como hizo el expresidente Hugo Banzer con su par chileno Augusto Pinochet. Ante la falta de resultados, el Gobierno nacional decidió utilizar una más agresiva, llevando nuestra demanda a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para que este tribunal obligue a Chile a negociar con Bolivia una solución sobre el diferendo marítimo.


La importancia de la demanda marítima para el país se puede constatar también con la invitación del presidente Evo Morales a los exmandatarios nacionales para que formen parte de la estrategia, pese a que durante toda su gestión esas exautoridades fueron constantemente atacadas.


Sin duda, la demanda marítima une a todos los bolivianos. Pero que sea una política de Estado no significa que esté exenta de rédito político. Es en este punto donde los bolivianos debemos mirar con cautela, puesto que en un país donde se trata de exaltar la figura de un presidente, no debe sorprender que se diga que solamente con Evo Morales al mando del país, Bolivia podrá tener un acceso soberano al mar.


Los bolivianos deseamos que el fallo de la CIJ sea favorable a Bolivia, pero debemos reprochar que un partido o una persona traten de apropiarse del único tema en el que la ciudadanía ve más allá de los colores políticos. Precisamente por eso es que no hay duda de que quien sea que esté en gestión de gobierno, trabajará por esta causa.


Por otra parte, no podemos dejar de lamentar que así como hay una política de Estado sobre nuestra demanda marítima, no suceda lo propio con la salud y la educación. Cada gobierno de turno ha aplicado su propia reforma educativa, entorpeciendo cualquier política seria para su mejoramiento, y no han logrado dar soluciones integrales al problema de la salud. Los bolivianos debemos unirnos para exigir que la salud y la educación sean políticas de Estado prioritarias para cualquier gobierno, al igual que lo es nuestro acceso soberano al mar