sábado, 17 de noviembre de 2012

no conduce a nada. picar un poco del tema del mar en los foros, la respuesta es un retrueque inmediato. Bolivia debería formular su planteamiento de una vez por todas y dejar esta política de avispa que no produce efecto favorable. El Comercio, Lima


El presidente de Bolivia, Evo Morales, y el de Chile, Sebastián Piñera, se enfrentaron hoy en la XXII Cumbre Iberoamericana de Cádiz, a propósito de la reivindicación boliviana de una salida al mar.
“Quiero compartir con ustedes el injusto enclaustramiento de mi país que impide cerrar una herida, que no sólo daña las buenas relaciones en la región, sino que constituye un obstáculo a la verdadera integración de nuestros países”, lanzó Morales, sentado en la primera sesión plenaria de la cumbre, muy cerca de Piñera.
Turno de Piñera
La respuesta de Piñera fue tajante. “Los tratados cuando se firman son para cumplirlos”, le dijo. Y el de 1904 entre Chile y Bolivia “fue libremente negociado, válidamente suscrito y aprobado por los congresos de ambos países”. Nadie debe molestarse, manifestó Piñera, por que Chile exija que se cumpla un tratado “vigente”.
El presidente chileno defendió que su país “ha cumplido, cumple y seguirá” cumpliendo con las obligaciones contraídas por ese tratado, como la facilitación del libre tránsito, y aseguró que el 60 por ciento del comercio de Bolivia con países no limítrofes pasa por puertos chilenos. Chile “cumple con todas las normas que establece el derecho internacional para países mediterráneos”, aseguró.
En declaraciones posteriores a la prensa, Morales calificó ese tratado de 1904 como “un tratado impuesto, injusto y por demás incumplido”. “Es totalmente falso que el 60 por ciento de los productos bolivianos salgan por puertos chilenos”, dijo, “salen gracias a Argentina y Brasil”. E insistió en que los tratados no son intangibles. Si hay voluntad política, se puede acabar con tratados impuestos, defendió.
Después de su respuesta, Piñera reprobó a Morales que llevara el asunto hasta Cádiz. Foros multilaterales, como la Cumbre Iberoamericana, no son los apropiados para tratar un asunto bilateral, le dijo.
Los dos presidentes, no obstante, se tendieron de alguna forma en sus discursos la mano para un diálogo.
“Bolivia reitera su llamado sincero a Chile para deponer las posiciones conservadoras y mirar al futuro de forma conjunta, trabajar de manera complementaria, ya que como vecinos, nos necesitamos”, manifestó Morales.
Chile tiene “la más plena voluntad de diálogo para encontrar soluciones a los problemas y los desafíos que juntos debemos encontrar”, dijo Piñera. (Tomado de elcomercio.pe)

sábado, 3 de noviembre de 2012

Oscar Peña Franco se refiere al indiscutible derecho de Bolivia de cobrar por el usufructo de las aguas del Silala. el reclamo no es de ahora, lleva tiempo y si permitió que la vertiente beneficie al vecino es porque se dió por tácito el pago que Chile viene demorando con disculpas varias.

Vientos de innovación que mueven, por primera vez en largo tiempo, la muy quieta fronda de las relaciones con Chile, apenas tronchada de vez en cuando por los airecitos inofensivos de un diálogo que hasta ahora a nada bueno condujo, han recibido por respuesta suspiros de alivio exhalados por algunos y resoplidos de inexplicable enfado lanzados por otros. Como si quisieran, estos últimos, que nada cambie y se mantenga, rotunda en el reloj de los años, la comodidad del sosiego que solo sirve para componer una salina pose patriótica que no resuelve nada. Al contrario: nos hace permanecer virtualmente inmóviles mientras el país que nos privó del mar, Chile, hace uso de nuestro quietismo para cosechar nuevas ventajas. El turno, hoy, es del Silala.
A expensas de nuestro dolor y de nuestra frustración ante la imposibilidad de recuperar la condición marítima con la que nació la patria, echamos en el olvido que fueron dos las guerras que Bolivia sostuvo con Chile. La primera en los albores de la República, cuando Chile se pertrechó, con la cooperación no explícita pero sí culpable de militares y políticos nacionales empeñados en sacar del escenario al Mariscal de Zepita, Andrés de Santa Cruz, para infligirle una derrota y sellar la desaparición de la Confederación Perú-Boliviana que creó y gobernó uno de los bolivianos más grandes de todos los tiempos. Y que marcó el tiempo más luminoso de nuestra existencia como Estado independiente.
Hasta hoy y desde hace bastante más de un siglo, los conflictos entre La Paz y Santiago fueron manejados por una clase dirigente timorata y temerosa. ¿A qué le temen? Es una timidez congénita que encontró bosque apto para disimularse en la cantaleta sin fin de las negociaciones improductivas y en las especulaciones teóricas sobre gestiones inútiles entre los dos protagonismos del abuso histórico, el ‘trilateralismo’ y la multilateralidad. Y estamos igual que en 1879, el año de la invasión. 
Solo una vez, en 1979, Bolivia obtuvo un avance significativo con ocasión de la Asamblea General de la OEA que se realizó en La Paz. De la mano del entonces canciller, Gustavo Fernández, y bajo la presidencia de Wálter Guevara, Bolivia se anotó una ganancia extraordinaria: todos los países de la región, con la única, obvia y esa vez estéril oposición de Chile, la OEA anotó en su agenda la cuestión del mar y la hizo suya. Infelizmente, uno de los tantos insensatos golpes de Estado hizo naufragar el barco impidiéndole llegar al mar.
A partir de entonces retornó la normalidad secular: un océano calmo, pero ajeno. Con temores que no tienen razón de ser, acaso, por parte de muy pocos, al vecino dizque cercano al Primer Mundo, mientras multitudes de jóvenes y adolescentes salen a las calles de sus ciudades ¡a luchar por la gratuidad de la enseñanza! 
Los vientos renovados que soplan desde las altitudes andinas hasta las playas del despojo tienen por motivo circunstancial la protesta por el uso autoritario, y por tanto abusivo, de las aguas del Silala, que la convierte en un acto de defensa de la soberanía. Pero alcanza más lejos y más alto. Su propósito final es conseguir la reparación, parcial al menos, de los daños inferidos a Bolivia desde la ocupación por la fuerza de toda su costa marítima. Lo que importa más no es el nombre del presidente que configura esta nueva estrategia frente a Chile, pues se trata de una causa nacional que debe estar por encima de gobiernos y de partidos. Es, realmente, una cuestión de patriotismo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

que Chile debe? es cierto. que tiene que pagar? más cierto todavía, aunque...en lugar de hacer conjeturas y lanzar cifras al aire bien haría el Régimen esperar un informe técnico, contrastarlo con una supervisora solvente y entonces iniciar la demanda. cifras alegres, destinadas a la distracción no son un buen camino.


La ministra de Comunicación, Amanda Dávila, afirmó ayer que Chile tendría que pagar entre 8.000 y 10.000 millones de dólares por el uso de las aguas de Silala, desviadas artificialmente por ese país.
En un contacto con los periodistas, la funcionaria gubernamental dijo que ése es un cálculo inicial por el uso de esas aguas.
“Chile nos debe más de 8.000 millones de dólares, si tendría que pagarnos, tendría que pagar entre 8.000 a 10.000 millones de dólares hasta ahora”, explicó Davila, reportó la agencia ABI.
Aunque la ministra de Comunicación reconoció que el pago de la llamada deuda histórica es un tema que Chile “siempre ha rechazado”.
“Chile ha establecido siempre que podría pagar un monto a Bolivia a partir de un determinado año actual, pero no reconoce el consumo de esas aguas que benefician a su población y a grandes regiones productivas”.
En esa dirección, Dávila aseguró que el Gobierno boliviano respalda la implementación de cuatro proyectos, impulsados por la Gobernación del departamento de Potosí para aprovechar las aguas del manantial del Silala: un sistema de riego, una planta hidroeléctrica, una planta envasadora de agua y la producción de truchas.
Según un estudio del periodista y abogado José Luis Antezana, Chile utiliza sin pago alguno unos 50 millones de litros de agua del manantial cada día, o 50.000 metros cúbicos por día.
En 2009, las cancillerías de ambos países establecieron un preacuerdo mediante el cual el vecino país estaba dispuesto a pagar por el 50% del recurso hídrico, pero no se habló nada respecto a la deuda histórica.
El convenio no fue firmado debido a que sectores cívicos de Potosí demandaron que también se negocie la deuda centenaria.
El Comcipo exigió el pago de la deuda histórica que data desde 1908, cuando, en virtud a un acuerdo de derecho privado internacional, se canalizó, artificialmente, por un sistema de canales, el agua de los bofedales que nacen en el cantón Quetena Chico, que está ubicado en la jurisdicción del departamento de Potosí, al norte de Chile.
Ese pacto fue rubricado cuatro años después de que se firmó el Tratado de Paz y Límites que dejó a Bolivia en condición mediterránea, tras la guerra de 1879.
Las aguas del Silala actualmente abastecen a ciudades del norte chileno y a la mina cuprífera de Chuquicamata, y genera grandes ganancias para las empresas del vecino país.
Recientemente, la Gobernación de Potosí dio inicio a un proyecto de crianza de peces con aguas del Silala, esto en medio de los requerimientos de una mayor información del vecino país respecto a las obras que se están ejecutando en la zona y los riesgos para el medio ambiente.
- See more at: http://eju.tv/2012/11/gobierno-chile-debe-a-bolivia-us-10-000-millones-por-el-silala/#sthash.JeCJT80a.dpuf